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Nota del editor: Este es el octavo capítulo en la serie Dando una respuesta, publicada por Tabletalk Magazine.
“A tu manera”, proclamaba Burger King en la década de los 70 con un eslogan que reflejaba el creciente individualismo, consumismo y pluralismo occidental. Otras empresas siguieron su ejemplo al prometernos que podríamos tener sus productos a nuestra manera: personalizados a nuestros gustos particulares y entregados bajo nuestras condiciones específicas. Por lo tanto, no es de extrañar que los occidentales traigan la misma agenda a la religión. La idea de que no tenemos opción en cuanto a cómo ser salvos es un anatema para el consumidor espiritual de nuestros días; queremos la salvación a nuestra manera.
La objeción sobre lo injusto de la salvación también refleja presupociones erróneas sobre quién es el que define la salvación.
Parece que el pluralismo religioso se ha convertido en la opción por defecto en nuestra cultura. Sin embargo, no importa cuán grande sea la presión para conformarnos o transigir, los cristianos debemos permanecer firmes e insistir en que solo hay un camino de salvación, es decir, la fe en Jesucristo. La razón es simple: esto es exactamente lo que el mismo Jesús enseñó.
Jesús afirmó que había sido enviado al mundo con un propósito primordial: que los que crean en Él no se pierdan, mas tengan vida eterna (Jn 3:14-17). La fe en Jesús es tanto suficiente como necesaria para la salvación; los que no crean en Él no tendrán vida eterna (vv.18, 36; ver 8:24). Solo los que “comen” de Jesús vivirán (6:53-58). Y como si el asunto necesitara más aclaración, Jesús no dejó ninguna duda en estas palabras a Sus discípulos: “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí” (14:6; ver Mt 11:27).
Los apóstoles de Cristo confirmaron Su mensaje predicando de manera consistente que la salvación por la fe sola en Cristo solo (Hch 2:39; 4:12; 16:31; 20:20-21; Rom 10:9-17; 1 Jn 2:22-25; 4:14-15; 5:12-13). El mensaje del Nuevo Testamento difícilmente podría ser más claro: si no eres salvo por medio de Jesús, no eres salvo. El pluralista moderno puede permitir que Cristo sea uno de los muchos caminos de salvación, pero, como expresó C. S. Lewis, Cristo mismo no dejó abierta esa posibilidad. O Él es Señor de todo, o no es Señor en absoluto.
Sin embargo, tales afirmaciones exclusivistas ofenden grandemente a la gente moderna. ¿Acaso no es arrogante que los cristianos insistan en que Jesús es el único camino a Dios? ¿No implica eso que los que profesan otras religiones están equivocados? Sí, lo hace. Pero observa bien: los pluralistas religiosos insinúan que los defensores del cristianismo están equivocados. De hecho, insinúan (y de forma arrogante) que Jesús estaba equivocado. Si es arrogante insinuar que las religiones no cristianas están en el error, los pluralistas deben ser igual de arrogantes al insinuar que el cristianismo, y cualquier otra religión exclusivista, está en el error. La acusación de arrogancia inevitablemente rebota en el crítico.
Otra objeción común es que es injusto negarle la salvación a los que sinceramente siguen otras religiones. ¿Por qué solo los cristianos debieran ser salvados? Esta queja expone una falta de comprensión fundamental del Evangelio. La salvación es por la gracia sola: Dios no tiene la obligación de ofrecerle a nadie ni siquiera un camino de salvación, mucho menos múltiples caminos. Cualquiera que oye el Evangelio, lo oye exclusivamente por misericordia divina.
La objeción sobre lo injusto de la salvación también refleja presupociones erróneas sobre quién es el que define la salvación. Ciertamente, le corresponde a nuestro Creador, no a nosotros, diagnosticar nuestro problema y prescribir un remedio. El pluralista aborda la salvación como si fuera un tratamiento para el pelo: deberías poder elegir tu color, tu estilo, etc., todo de acuerdo a tus propias preferencias. Lo que mejor funcione para ti . Pero ¿qué pasa si la salvación es más como un tratamiento médico para una enfermedad mortal? Si solo hay una medicina que en realidad puede curar la enfermedad, sería extremadamente necio abogar por el “pluralismo médico”, una visión de que el tratamiento debe ser “a tu manera”, y sería absurdo acusar al doctor de injusticia por prescribir el único medicamento que funciona.
El asunto debería ser obvio: la receta debe ser adecuada para el diagnóstico. Si el problema humano básico es como la Biblia lo describe, que somos pecadores bajo el justo juicio de Dios, incapaces incluso de comenzar a hacer una expiación satisfactoria por nuestros propios pecados, entonces solo el cristianismo presenta una solución que aborda el problema de forma adecuada. Ninguna otra religión ofrece un Mediador perfecto entre Dios y el hombre que quita la enemistad entre nosotros y nuestro Creador al soportar la pena por nuestros pecados en nuestro lugar (Rom 5:6-11; 2 Co 5:18-21; 1 Tim 2:5-6).
Si la Biblia tiene razón en cuanto a nuestra grave situación, Jesús debe ser el único camino de salvación, y nuestro deber tiene que ser proclamarlo a Él como el único camino. El amor a Dios, el amor a Cristo, el amor a nuestro prójimo y el amor a la verdad no nos dejan otra alternativa.