


Cuerno de salvación
22 junio, 2023


Pariente redentor
27 junio, 2023La honra a los ancianos


La belleza del orden de Dios para la vida y la comunidad cristianas brilla en el cuidado fiel del liderazgo de la iglesia. En 1 Timoteo, el apóstol Pablo instruye a Timoteo sobre cómo la iglesia debe ver a sus ancianos ordenados: «Los ancianos que gobiernan bien sean considerados dignos de doble honor, principalmente los que trabajan en la predicación y en la enseñanza» (1 Ti 5:17). El solo hecho de ostentar el cargo de anciano no es motivo para ser considerado con honor, pero los ancianos que sirven fielmente, y en particular los que ministran la Palabra, son «dignos de doble honor» en la iglesia.
Dar «doble honor» significa honrar a los ancianos fieles en su servicio y honrarlos a través de la provisión financiera, tal como se hace evidente en el siguiente versículo: «Porque la Escritura dice: “No pondrás bozal al buey cuando trilla”, y: “El obrero es digno de su salario”» (1 Ti 5:18). Juan Calvino señala que si es cruel que un propietario no cuide a un animal de trabajo, ¿cuánto más intolerable es no pagar adecuadamente a los pastores? El apóstol lo reafirma en sus otras epístolas: «Y al que se le enseña la palabra, que comparta toda cosa buena con el que le enseña» (Gá 6:6). Cuando pensamos en todas las bendiciones que recibimos a través de un ministerio fiel, ¿cómo no será nuestro gozo proveer generosamente a quienes nos cuidan?


Otro aspecto del cuidado de los ancianos es el cuidado cuando se hacen críticas y acusaciones contra ellos: «No admitas acusación contra un anciano, a menos de que haya dos o tres testigos» (1 Ti 5:19). El ministerio fiel del evangelio a veces generará hostilidad. Los ancianos fieles deben ser protegidos contra la calumnia, pero también puede haber acusaciones acertadas contra un anciano. El modelo bíblico de requerir «dos o tres testigos» (que pueden incluir personas y otras evidencias) está en unidad tanto con la enseñanza del Antiguo Testamento (ver Dt 17:6) como con la enseñanza de Cristo en los evangelios (ver Mt 18:16).
Lamentablemente, a veces hombres malvados sacan provecho de lo que tiene por objetivo proteger a los inocentes y lo usan para tratar de minimizar o evitar las consecuencias. Los errores pueden agravarse por falta de justicia. La iglesia, al pedir cuentas a sus ancianos, debe hacerlo con una fidelidad amorosa y decidida.
Pablo deja claro el hecho de que los ancianos deben rendir cuentas de su vida y doctrina: «A los que continúan en pecado, repréndelos en presencia de todos para que los demás tengan temor de pecar» (1 Ti 5:20). El cuidado fiel de los ancianos no solo advierte a los pecadores, sino que protege amorosamente a la iglesia y a la comunidad. Pablo recuerda a Timoteo que un aspecto de la disciplina fiel es «para que los demás tengan temor de pecar» (v. 20). Temblar ante las consecuencias del pecado es saludable. Nuestro elevado llamado a honrar a los ancianos mediante el cuidado, la protección y la rendición de cuentas queda claro en el encargo final de Pablo a Timoteo en el versículo 21: «Te encargo solemnemente en la presencia de Dios y de Cristo Jesús y de Sus ángeles escogidos, que conserves estos principios sin prejuicios, no haciendo nada con espíritu de parcialidad» (1 Ti 5:21). Seguir el llamado de Cristo por parte del apóstol honra a Dios y honra el ministerio fiel, además de traer belleza y bendición a todo el cuerpo de Su iglesia.