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20 agosto, 2022La meta de las misiones mundiales

Nota del editor: Este es el sexto capítulo en la serie de artículos de Tabletalk Magazine: Las misiones mundiales y la teología reformada
¿Cuál es la meta de las misiones mundiales? En La comunidad del anillo, Frodo y sus amigos se presentan ante Galadriel en un momento de tensión y confusión. Parte de su compañía original se ha perdido, y están algo cansados y conmovidos. Galadriel les responde con estas palabras serias pero de ayuda: «Tu misión marcha ahora por el filo de un cuchillo. Un solo paso en falso y fracasará, para ruina de todos. Hay esperanzas, sin embargo, mientras todos los miembros de la compañía continúen siendo fieles».
En muchos sentidos, la iglesia de hoy se encuentra en una posición similar a la de Frodo y sus amigos. Las presiones crecientes sobre la iglesia y sus líderes provienen desde todas las direcciones, especialmente en los últimos dos años, cuando las iglesias se han dividido por cuestiones de política y ciencia. De forma inquietante, y en consonancia con las estrategias diversas y diabólicas desplegadas por Satanás en Las cartas del diablo a su sobrino de C.S. Lewis, la iglesia de hoy no solo está siendo atacada; ha sido distraída de su misión.

Es aquí donde nos dirigimos a la Escritura y tomamos un curso de actualización tanto en el objetivo como en los medios de la misión mundial: declarar la gloria de Dios entre las naciones mediante la predicación del evangelio.
En 2 Corintios 5, comenzando en el versículo 16, Pablo afirma que ya no considera a nadie según la carne. Es una afirmación notable. Algo ha sucedido en la historia que ha cambiado la forma en que Pablo se ve a sí mismo, a Dios y a los demás. Ese algo es el evangelio. Jesús, a quien Pablo consideraba «según la carne», no solo vino en la carne, sino que también murió y resucitó. Para Pablo era natural haber considerado a Jesús de una manera terrenal y carnal. Pero la resurrección de Jesús lo cambió todo para él. Los comentaristas sugieren que es probable que Pablo haya encontrado a Jesús antes de Su muerte y resurrección (ver Hch 22:3). Pero Pablo estaba en ese momento cegado por su propia visión terrenal y carnal. El Cristo resucitado se enfrentó a Pablo y le obligó a ver las cosas —a ver el mundo— de manera diferente.
Estos lentes refinados sobre el mundo son los que Pablo describe en 2 Corintios 5:17. La nueva creación ha sido inaugurada por la resurrección de Jesús. La forma en que vemos a las personas debe ajustarse a la forma en que Dios las ve (ya sea dentro o fuera de Cristo). Las cosas viejas han pasado; las cosas nuevas en Cristo han ocupado su lugar. La visión de Pablo es, en cierto sentido, escatológica. Ve el mundo con los ojos del cielo, como Jesús lo ve.
Esta nueva forma de ver a las personas es significativa para la misión y la identidad de la iglesia. Corinto era una ciudad enorme, rica y con grandes medios. En su mejor momento, era la segunda ciudad más grande del mundo antiguo, compuesta por personas de muchas naciones, incluyendo judíos y griegos. Si «todos los caminos llevan a Roma», la mayoría de los caminos llevaban a Corinto. Entre sus ciudadanos había ricos y pobres, desde los líderes del ejército de César hasta los esclavos liberados; desde los terratenientes ricos hasta los trabajadores humildes del campo. Corinto lo tenía todo, y Corinto se glorificaba y disfrutaba. El debate público era una forma popular de entretenimiento y un medio de asegurar tanto la riqueza como la prominencia, un medio de exaltación propia.
Por eso Pablo no solo se negó a emplear «superioridad de palabra o sabiduría» en Corinto (1 Co 2:1), sino que también procuró «no saber nada entre vosotros, sino a Jesucristo y este crucificado» (v. 2). Para Pablo, Jesús lo era todo, y ver el mundo a través de los ojos de Jesús significaba ver un mundo que necesitaba ser reconciliado con Dios a través del evangelio. Solo a través del evangelio puede el hombre «glorificar a Dios y disfrutar de Él por siempre». La gloria de Dios era el objetivo del evangelio, y por lo tanto el objetivo de la misión de la iglesia. Y debe seguir siendo el objetivo de la iglesia hoy en día.
Este mensaje del evangelio es lo que Dios ha confiado a Sus siervos, a Su iglesia. Dios estaba en Cristo reconciliando al mundo consigo mismo, y nos ha encomendado esas buenas noticias. En una era de distracción, y a veces incluso de desánimo, quizás lo que la iglesia necesita es una dosis fresca de perspectiva celestial: ver el mundo como lo ve Dios, compuesto por personas que están dentro o fuera de Cristo. Solo el evangelio puede reconciliar. Es solo el evangelio lo que la iglesia está llamada a proclamar. La iglesia a través de la historia ha tenido la tentación de desviarse de su misión, pero hay esperanza, no solo porque nuestra compañía se mantiene fiel, sino porque Dios ha garantizado nuestro éxito con la resurrección de Su Hijo y el poder de Su Espíritu, todo para alabanza de Su gloria.