La verdadera compasión y las bodas LGBTQ
11 febrero, 2024La Biblia
14 febrero, 2024¿No conducen a Dios todas las religiones?
Nota del editor: Este es el sexto capítulo en la serie de artículos de la revista Tabletalk: Una fe razonable
«Tú crees lo que es mejor para ti y yo creeré lo que es mejor para mí. Todos nos encontraremos en el cielo, pase lo que pase». «Todos oramos al mismo Dios. Solo usamos nombres diferentes». «Probablemente no haya peor cosa imaginable que decir que una religión es la verdadera y la correcta, mientras que todas las demás están equivocadas. Ese tipo de intolerancia no tiene cabida en el siglo XXI».
Es probable que hayas oído versiones de estos comentarios. Ellos reflejan la opinión generalizada del pluralismo. ¿Cómo debemos responder? Primero definamos algunos términos. Luego analizaremos el desafío del pluralismo. Por último, responderemos al desafío del pluralismo aplicando la lógica y la Palabra de Dios.
Exclusivismo, inclusivismo y pluralismo
Lo contrario del pluralismo es el exclusivismo. El exclusivismo, a veces llamado particularismo, afirma que hay un solo Dios y un solo camino hacia Dios. El cristianismo ortodoxo sostiene que la fe en Cristo es necesaria para la salvación. El pecado ha separado a la humanidad del Dios santo. El Dios-hombre Jesucristo es nuestro único Redentor. El pluralismo, por el contrario, afirma que hay muchos dioses y muchos caminos a «Dios». Las comillas son intencionales y representan la idea abstracta de Dios. Los pluralistas creen menos en Dios como persona y más en Dios como fuerza abstracta.
Existe un punto de vista intermedio llamado inclusivismo. El inclusivismo afirma que hay un Dios y que hay muchos caminos hacia Dios, más allá de la exclusividad de la fe en Cristo. Muchos de los llamados evangélicos han abrazado el inclusivismo en un intento tanto de acomodarse a la sensibilidad cultural de la tolerancia como de mantener una apariencia de cristianismo. El inclusivismo representa un peligro real que va en aumento. En la encuesta State of Theology [Estado de la teología] del 2016 de Ministerios Ligonier, la afirmación «Dios acepta la adoración de todas las religiones, incluidos el cristianismo, el judaísmo y el islam» tuvo un 48 % de aprobación entre los evangélicos profesantes. En la encuesta de 2022, el número de evangélicos de acuerdo con esa misma afirmación saltó al 56 %, una tendencia desconcertante que revela la poderosa influencia del pluralismo.
Pluralismo: antes y ahora
El mundo grecorromano del primer siglo era pluralista. El politeísmo dominaba el mundo antiguo. A medida que Grecia y luego Roma conquistaban naciones, absorbían las nuevas deidades y ampliaban el panteón. El judaísmo fue una excepción y se le concedió un estatus legal, designado como religio licita, una religión permitida. A los cristianos no se les concedió el mismo estatus legal y el cristianismo fue designado una religio illicita, una religión no permitida. El mundo de la época neotestamentaria y en el que vivían los primeros cristianos era pluralista. Como apologética, los primeros cristianos apelaban no solo a la Escritura, sino también a Platón, ya que este sostuvo la noción de la existencia de un ser singular eterno y necesario. Eran perseguidos por sus creencias y marginados en la cultura, situación que no cambió hasta la era de Constantino, a principios del siglo IV.
Eso fue el pluralismo en ese entonces. El pluralismo actual ha recorrido una trayectoria que se remonta al siglo XIX. Ernst Troeltsch propuso la idea del historicismo, que creó la escuela de historia de las religiones, o religionsgeschichtliche Schule en alemán. El historicismo sostiene que todas las afirmaciones de verdad están vinculadas históricamente. Este punto de vista sostiene que las afirmaciones de la verdad religiosa, y los textos religiosos, no son absolutos. Por el contrario, todos los textos religiosos presentan las ideas históricas y culturales de sus seguidores. Las creencias religiosas no son más que expresiones de los anhelos de los seres humanos. En consecuencia, el estudio de la religión se convirtió en un subcampo de la sociología.
No mucho después de que el historicismo de Troeltsch ganara presencia, el filósofo Ludwig Wittgenstein argumentó que toda lengua, y por tanto todo conocimiento, nunca puede escapar a su contexto. Habló de los «juegos de lenguaje» (Sprachspiele), señalando que el lenguaje solo tiene sentido en contextos localizados y carece de importancia o significado universal. Por ejemplo, considera el juego de Monopoly. El dinero de Monopoly solo tiene valor dentro del juego. No puede utilizarse para comprar comida o libros. Wittgenstein dice que lo mismo ocurre con todo el lenguaje. Las palabras que utilizamos no representan realidades eternas, absolutas o permanentes. Son meras convenciones. No hay ideas absolutas, sino solo convenciones y costumbres, solo juegos.
R.C. Sproul nos enseñó que «las ideas tienen consecuencias». Esto es evidentemente cierto en este caso. Una figura que trajo las ideas del historicismo y los juegos de lenguaje al pluralismo religioso fue John Hick. Hick profesó una conversión evangélica cuando era estudiante universitario, pero se inclinó más hacia una postura pluralista y, a través de su enseñanza y sus escritos, fue un destacado misiólogo de la iglesia tradicional y una figura importante en la filosofía de la religión. Sostuvo que el nombre cristiano «Dios», el islámico «Alá» y el judío «Jehová» se refieren al mismo Ser último, lo que Hick llamó «lo Real». Sería insensato que un cristiano piense que la palabra «Dios» tiene significado para alguien ajeno a la comunidad cristiana. También afirmó que todas las religiones, incluidas las orientales, enseñan esencialmente el mismo mensaje de salvación aunque utilicen palabras diferentes.
Además de reconocer el modo en que estas ideas de los filósofos han calado en la sociedad, cabe señalar que vivimos en un mundo cada vez más globalizado. Esto ha hecho que muchos reclamen una ética de civismo y tolerancia hacia aquellos de culturas diferentes que se extienda a las creencias religiosas de otras culturas. Se considera imperialista o colonialista considerar falsa la religión de otra cultura. En la actualidad, se considera una grave ofensa decirle a alguien que sus creencias son erróneas. Entonces volvemos a la cultura pluralista del primer siglo. Así como la cultura del primer siglo perseguía y marginaba a los cristianos por tener creencias contrarias a las de esa cultura, los cristianos de hoy se encuentran con que el mensaje de la cruz se toma como una idea totalmente insensata y hasta peligrosa.
Lamentablemente, los profesantes cristianos no tienen un historial perfecto en lo relativo a la opresión. Sin embargo, ese hecho no significa que el cristianismo sea opresivo. El cristianismo bíblico proporciona la única forma coherente de definir la opresión, y los que han practicado la fe han sido una fuerza para bien en el mundo. Quiera Dios que los cristianos nos esforcemos continuamente por conocer y practicar la verdad bíblica, sabiendo que es la única manera de encontrar la verdadera libertad (Jn 8:32).
Si le preguntaras a los estadounidenses: «¿No conducen a Dios todas las religiones?», dos tercios de ellos responderían afirmativamente, según las respuestas a la encuesta State of Theology de Ligonier. Si le preguntaras a los evangélicos estadounidenses, la mayoría, el 56%, diría que sí (ver thestateoftheology.com). Pero la respuesta correcta no depende de las encuestas. La respuesta correcta depende de lo que la Palabra de Dios dice al respecto.
Respondiendo al pluralismo
Para que el pluralismo sea cierto, estas diferentes religiones deben tener similitudes y puntos en común. Tienen que enseñar lo mismo. ¿Enseñan lo mismo el cristianismo, el judaísmo y el islam sobre las doctrinas de Dios, Cristo y la salvación? El judaísmo rechaza la Trinidad, al igual que el islam. El cristianismo es trinitario en su esencia. El judaísmo rechaza a Jesús como falso mesías. El islam acepta a Jesús como profeta. El cristianismo se postra ante Jesús como el Dios-hombre. El judaísmo cree en una justicia por obras mediante la exigencia y el cumplimiento de la ley mosaica. El islam define la salvación como sumisión. El cristianismo cree en la salvación por gracia mediante la fe en la obra de Jesucristo.
El panorama es aún más dispar si se compara el cristianismo con tradiciones religiosas orientales como el budismo y el hinduismo. El hinduismo es pluralista, pero los dioses no se perciben como la realidad suprema. La realidad suprema trasciende toda experiencia y se alcanza a través del ciclo de la reencarnación, yendo más allá del reino de los dioses. El budismo no tiene ningún concepto de un Dios personal. Ni el hinduismo ni el budismo enseñan que necesitemos un sustituto encarnado. En las religiones orientales, el objetivo no es la salvación, sino la liberación, la liberación de la realidad o, en el caso del budismo, incluso de la distinción entre la realidad y la irrealidad. La liberación es ir más allá de la distinción binaria entre lo real y lo no real. Esta visión no se parece en nada a la del judaísmo o el islam. También es una contradicción absoluta al cristianismo.
El pluralismo es contrario a la ley de la no contradicción. Dios no puede ser el Dios trinitario y Alá al mismo tiempo. Las religiones del mundo no enseñan lo mismo. Dicen cosas contradictorias sobre temas principales y secundarias que son esenciales para cada religión respectiva. Podemos darle la vuelta al argumento de la tolerancia. Decir que todas las religiones enseñan lo mismo es intolerante e irrespetuoso. Es una falta de respeto a estas religiones y a sus textos religiosos, doctrinas y seguidores.
El pluralismo también va en contra de la clara enseñanza de la Escritura. El Antiguo Testamento sienta las bases para nuestra comprensión al enseñar que Dios desea traer a las naciones a Sí mismo, pero eso es logrado a través del testimonio de Su nación escogida, Israel, como se ve en el llamado de Abraham (Gn 12-18) y en la elección de Israel (Dt 7; 10). Pasando al Nuevo Testamento, Pedro declara la exclusividad de Cristo en su sermón de Hechos 4 (ver el v. 12) y en los capítulos iniciales de cada una de sus epístolas (1 P 1:3-12; 2 P 1:4, 16-21). Pablo es muy claro al respecto en Romanos 10. Por último, el evangelio de Juan está repleto de enseñanzas sobre la exclusividad de Cristo (por ejemplo, cap. 1; 3:16; 6:22-71; 20:31). Esto nos lleva a la declaración de Jesús en Juan 14:6. Él es el camino, la verdad y la vida, todo en singular y con el artículo definido.
No, no todas las religiones conducen a Dios. Pero hay un camino que sí lo hace. Lo más amable que podemos hacer por nuestros prójimos es no ofrecerles la falsa seguridad de que cualquier cosa que crean sobre Dios, Cristo y la salvación es aceptable. Debemos decirles que la única manera de ir al cielo es a través de Cristo solo.