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La doctrina de la gracia irresistible dice que el Espíritu Santo nunca falla en llevar a los Suyos a la fe. Hoy en día se necesita con urgencia una comprensión clara de esta doctrina. La iglesia contemporánea se encuentra en medio de una crisis de confianza respecto a la predicación bíblica y al uso diligente de los medios de gracia por los que el Espíritu Santo obra irresistiblemente en la vida de los pecadores. La iglesia necesita reafirmar su fe en el poder invencible de la Palabra de verdad aplicada por el Espíritu.
La gracia nos enseña que la salvación de los pecadores merecedores del infierno es obra exclusiva del Dios trino. Cuando los calvinistas dicen que la gracia es irresistible, quieren decir que el Espíritu Santo nunca falla en llamar, regenerar y salvar a quienes el Padre ha elegido y Cristo ha redimido.
La eficacia de esta gracia se define en los Cánones de Dort (capítulos III-IV, art. 11):
Además, cuando Dios lleva a cabo este Su beneplácito en los escogidos y obra en ellos la conversión verdadera, lo lleva a cabo de tal manera que no solo hace que se les predique el Evangelio externamente, y que sea alumbrada poderosamente su inteligencia por el Espíritu Santo a fin de que lleguen a comprender y distinguir rectamente las cosas que son del Espíritu de Dios; sino que Él penetra también hasta las partes más íntimas del hombre con la eficacia regeneradora de este mismo Espíritu; Él abre el corazón que está cerrado; Él quebranta lo que está endurecido; Él circuncida lo que es incircunciso; Él infunde en la voluntad propiedades nuevas, y hace que esa voluntad que estaba muerta, reviva; que era mala, se haga buena; que no quería, ahora quiera realmente; que era rebelde, se haga obediente; Él mueve y fortalece de tal manera esa voluntad para que pueda, cual árbol bueno, llevar frutos de buenas acciones.
La Confesión de Westminster (10.1) nos recuerda que la gracia irresistible de Dios no salva a las personas en contra de su voluntad, sino «renovando sus voluntades… de tal manera que vienen a él más libremente, pues por su gracia son hechos dispuestos». Por desgracia, el término irresistible puede sugerir una fuerza caprichosa o violencia contra la voluntad del pecador. Si eres creyente, sabes que cuando la gracia se apoderó de ti, te llevó voluntaria y amorosamente a lo que Dios había predeterminado para ti.
Dios debe obrar en el interior del pecador para que esté dispuesto a venir a Cristo. Juan 6:44 dice que, si el Padre no «lo trae», el pecador no puede creer en el evangelio. La palabra original para traer implica un poder efectivo (Jn 21:11; Hch 16:19; Stg 2:6). Podemos patalear contra el evangelio antes de que se nos haga estar dispuestos a recibirlo, pero no después de que nuestra voluntad esté cambiada.
Otro término para la gracia irresistible es el llamado eficaz. Hay que distinguir dos llamados. En el llamado externo, se predica el evangelio y se hace un llamado a salvación a todo el que escucha el mensaje (Is 45:22). Pero este llamado exterior puede ser resistido (Hch 7:51). No lleva a los pecadores a Cristo porque los hombres, por naturaleza, están muertos en el pecado y esclavizados por el diablo (Ef 2:1-3).
Para llevar a los pecadores a la salvación, el Dios trino debe extenderles un llamado especial, interior e irresistible, además del llamado exterior contenido en el mensaje evangélico. El Padre elector es el gran Invitador que realiza este llamado. Romanos 8:30 nos dice: «A los que predestinó, a esos también llamó». Pero el llamado eficaz es también la voz viva de Dios en Jesucristo. Jesús dice en Juan 10:27: «Mis ovejas oyen Mi voz; Yo las conozco y me siguen». Además, el Espíritu interviene para atraer a los hombres a Cristo por medio de la Palabra (Jn 16:13-14). La Escritura describe este cambio provocado por el Espíritu como un nuevo nacimiento por el Espíritu (Jn 3:5), un paso de la muerte a vida (Jn 5:24), una apertura del corazón (Hch 16:14), una resurrección espiritual de entre los muertos (Ef 2:4-5; Col 2:13) y una regeneración por el Espíritu Santo (Tit 3:5).
De la gracia irresistible y del llamado eficaz se derivan dos implicaciones. En primer lugar, el llamado de gracia de Dios es monergista, o unilateral. No es sinergista, ni bilateral, ni nos implica a nosotros y a Dios (Gá 1:15). En segundo lugar, la gracia nos llega a un coste enorme. La buena noticia del evangelio es que el coste de nuestro pecado fue pagado por el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, no por nosotros. Se da a expensas de la encarnación del Hijo de Dios en el vientre de María y de Su obediencia al sufrir la justa condena de la ley en la cruz. Cuando Dios nos muestra gracia, es fiel y justo al hacerlo por la obra salvadora de Jesucristo solo.La salvación se debe al amor espontáneo y extravagante de Dios. Si has de salvarte, debe ser por la operación de la gracia irresistible de Dios en tu vida. Ora para que Dios te salve de tus pecados. Entonces, cuando Él responda a tu oración y creas en Cristo como te ha ordenado (Hch 16:31), reconocerás que tu creencia se debió a que Él obró en ti tanto el querer como el hacer por Su buena voluntad (Fil 2:13). Ten ánimo, pues «La salvación es del SEÑOR» (Jon 2:9), y da toda la gloria a Dios.