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Unidos en (toda) la verdad
19 mayo, 2022![](https://i0.wp.com/es.ligonier.org/wp-content/uploads/2022/05/620x268_BlogHeader_IO_13thCentury_BlogArt_1_DisappearanceofHeresy.jpg?resize=150%2C150&ssl=1)
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La desaparición de la herejía
21 mayo, 2022¿Qué significa semper reformanda?
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La frase ecclesia reformata, semper reformanda (la iglesia reformada, siempre reformándose) se ha utilizado tan a menudo que fue hecha en un lema o eslogan. La gente la ha utilizado para apoyar una sorprendente variedad de programas y propósitos teológicos y eclesiásticos. Los eruditos han rastreado sus orígenes a un libro devocional escrito por Jodocus van Lodenstein en 1674. Van Lodenstein, sin duda, no tenía ninguna intención de ser un creador de frases ingeniosas o de eslóganes. ¿Cuál fue su intención y qué quiso expresar con esta frase?
Van Lodenstein fue un ministro de la Iglesia Reformada de las Provincias Unidas, en lo que hoy conocemos como los Países Bajos. Esta iglesia nació después de décadas de la predicación fiel de los ministros —muchos de ellos preparados en Ginebra— que arriesgaron sus vidas para llevar el evangelio, primero a las regiones francófonas de los Países Bajos y luego a las regiones neerlandesas más al norte. Algunos ministros fueron martirizados por su fe, pero obtuvieron una rica cosecha de creyentes comprometidos. Su mensaje de la necesidad de reformar la iglesia conforme a la Biblia resonó en muchos que veían las corrupciones de la antigua iglesia. no toleraríamos en extraños.
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Durante los reinados de Carlos V y Felipe II, el gobierno de los Países Bajos hizo todo lo posible por suprimir la religión reformada, que fue una gran parte de la razón de la revuelta neerlandesa en contra de sus señores de España. Esta revuelta (1568-1648) se conoció como la Guerra de los Ochenta Años, dando origen a un nuevo estado en la parte norte de los Países Bajos. En este nuevo Estado (la República Neerlandesa, también conocida como Provincias Unidas), la Iglesia reformada fue dominante, recibió el apoyo del gobierno y se convirtió en la iglesia de la mayoría de la población a mediados del siglo XVII.
Esta iglesia se adhirió a la Confesión Belga (1561) y al Catecismo de Heidelberg (1563), y tenía una forma de gobierno esencialmente presbiteriana. La interferencia de las autoridades civiles protestantes del nuevo Estado limitó la libertad de la Iglesia reformada, particularmente en los asuntos de disciplina. Esta interferencia, en parte, condujo a una crisis en la iglesia a principios del siglo XVII con el surgimiento del arminianismo. Esa crisis fue abordada y resuelta en el gran sínodo internacional celebrado en la ciudad de Dordrecht en 1618-19. Los Cánones de Dort elaborados en este sínodo se convirtieron en otra autoridad doctrinal en la vida de la iglesia.
Jodocus van Lodenstein nació en una familia prominente en la ciudad de Delft en 1620. Fue educado por dos de los profesores reformados más distinguidos de la época: el teólogo escolástico y pietista Gisbertus Voetius de Utrecht, y el teólogo del pacto Johannes Cocceius de Franeker. Aunque era personalmente amigable con ambos teólogos, él estaba más influenciado por Voetius. Voetius enfatizó tanto la teología precisa como la vida cristiana. Van Lodenstein fue llamado a servir como pastor en Utrecht, donde ministró desde 1653 hasta su muerte en 1677. Como pastor, siempre animó a los fieles a un cristianismo disciplinado y vital.
Van Lodenstein fue heredero de un cuerpo de doctrina evidente y totalmente reformado conforme a la interpretación reformada o calvinista de la Biblia. Los calvinistas a menudo describían su visión de la iglesia en tres categorías: doctrina, adoración y gobierno de la iglesia. En estas tres áreas, la Iglesia reformada neerlandesa era completamente calvinista, similar en general a las iglesias calvinistas en el resto de Europa.
Sin embargo, ninguna vida de iglesia es estática y van Lodenstein ciertamente vio algunos cambios durante su vida. En doctrina, por ejemplo, los teólogos reformados estaban desarrollando una teología del pacto que daría una gran comprensión tanto de la estructura del desarrollo de la revelación de la Biblia como de la obra de Cristo. La mayoría de los cristianos reformados han visto esto como un real avance teológico. Van Lodenstein también vio el uso creciente del órgano en el culto público en las iglesias reformadas en su época. Conocía los debates sobre si este cambio era una reforma o una deformación en la adoración de la iglesia. ¿Son estos los tipos de cambios que él tenía en mente cuando escribió sobre una iglesia reformada, siempre reformándose?
La respuesta a esta pregunta es no. Van Lodenstein no estaba pensando en ajustes y mejoras en la doctrina, la adoración y el gobierno de la iglesia. Estos asuntos de reforma externa habían sido absolutamente necesarios cuando los reformadores realizaron ajustes y mejoras en el siglo XVI y a principios del siglo XVII. Pero para los calvinistas como van Lodenstein, esos asuntos de reforma externa definitivamente se habían realizado y estaban resueltos. Él no estaba contemplando el valor de cambios relativamente menores. No era un hombre de los siglos posteriores que creyeron que el progreso y los cambios eran necesarios y buenos en sí mismos. Él creía que la Biblia era clara sobre los fundamentos de la doctrina, la adoración y el gobierno, y que las iglesias reformadas habían reformado estas cosas correctamente. En este sentido, la reforma fue un regreso a la enseñanza de la Biblia. Los reformadores habían hecho bien estas cosas, y estaban resueltas.
La gran preocupación de ministros como van Lodenstein no eran los aspectos externos de la religión, por muy importantes que sean, sino más bien el aspecto interno de la religión. Van Lodenstein fue un pietista reformado y fue parte de la Segunda Reforma Neerlandesa. Como tal, sus preocupaciones religiosas eran muy similares a las de los puritanos ingleses. Todos ellos creían que una vez que los aspectos externos de la religión habían sido reformados cuidadosa y fielmente conforme a la Palabra de Dios, la gran necesidad era que los ministros guiaran a las personas en la verdadera religión del corazón. Vieron como el gran peligro de su época no una falsa doctrina, superstición o idolatría, sino el formalismo. El peligro del formalismo es que un miembro de la iglesia podría adherirse a la verdadera doctrina, participar en la verdadera adoración en una iglesia regulada bíblicamente y, sin embargo, no tener la verdadera fe. Como Jesús había advertido contra los fariseos de Su tiempo, citando al profeta Isaías: «ESTE PUEBLO CON LOS LABIOS ME HONRA, PERO SU CORAZÓN ESTÁ MUY LEJOS DE MÍ» (Mt 15:8).
La parte de la religión que siempre necesita ser reformada es el corazón humano. Una religión vital y una fe auténtica deben ser cultivadas constantemente. El formalismo, la indiferencia y el conformismo deben ser combatidos enérgicamente por un fiel ministerio.
Van Lodenstein y quienes lo apoyaron creían que los Cánones de Dort presentaban una visión de la religión verdadera como la suya propia. En la batalla contra el arminianismo, uno de los grandes problemas había sido la doctrina de la regeneración. En la teología reformada del siglo XVI, los teólogos utilizaron la regeneración como uno de varios sinónimos de santificación. Entonces, por ejemplo, el artículo 24 de la Confesión Belga podría afirmar que somos regenerados por la fe. Pero en la lucha contra los arminianos, la regeneración adquirió un significado más técnico, refiriéndose a la obra soberana del Espíritu Santo al implantar la nueva vida en el alma como necesaria para la fe. Este nuevo uso de la regeneración explicó cómo la fe era un don de Dios, no una obra del libre albedrío humano. Pero también explicó cómo los cristianos, por la gracia de Dios, pudieron tener una nueva vida, buscando la santidad. Los Cánones de Dort declararon:
Cuando Dios lleva a cabo este Su beneplácito en los escogidos y obra en ellos la conversión verdadera, lo lleva a cabo de tal manera que no solo hace que se les predique el Evangelio externamente, y que sea alumbrada poderosamente su inteligencia por el Espíritu Santo a fin de que lleguen a comprender y distinguir rectamente las cosas que son del Espíritu de Dios; sino que Él penetra también hasta las partes más íntimas del hombre con la eficacia regeneradora de este mismo Espíritu; Él abre el corazón que está cerrado; Él quebranta lo que está endurecido; Él circuncida lo que es incircunciso; Él infunde en la voluntad propiedades nuevas, y hace que esa voluntad que estaba muerta, reviva; que era mala, se haga buena; que no quería, ahora quiera realmente; que era rebelde, se haga obediente; Él mueve y fortalece de tal manera esa voluntad para que pueda, cual árbol bueno, llevar frutos de buenas acciones.
Entonces, esta doctrina de la regeneración fue usada para enfatizar el nuevo principio de vida en el cristiano y la necesidad de ejercer esa nueva vida. El cristiano necesitaba evitar el formalismo y vivir su fe en la lucha diaria contra el pecado, al encontrar descanso y esperanza en las promesas y en el Espíritu de Dios.
Por lo tanto, ¿qué quiso decir van Lodenstein con su famosa frase «reformada y siempre reformándose»? Probablemente algo como esto: dado que ahora tenemos una iglesia reformada en los aspectos externos de la doctrina, la adoración y el gobierno, trabajemos siempre para asegurar que nuestros corazones y vidas sean reformados por la Palabra y el Espíritu de Dios. Independientemente de los otros significados que se le puedan dar a esta frase, vale la pena reflexionar y conservar este significado original.