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Este es el primer artículo de la colección de artículos: ¿Qué son las cinco solas?
Las cinco solas no fueron exactamente lemas de la Reforma, pero constituyen un buen resumen de la fe reformada. Ni Martín Lutero, ni Juan Calvino, ni ningún otro reformador protestante presentaron sus enseñanzas en una lista ordenada que incluyera sola Escritura, solo Cristo, sola fe, sola gracia y a solo Dios la gloria. Este resumen de cinco puntos tuvo auge en los siglos XIX y XX, convirtiéndose en la versión abreviada de lo que se conoce como la teología reformada. Aunque esta descripción de la fe reformada surgió posteriormente, sigue capturando con precisión la esencia del evangelio en toda su gracia y su centralidad en Cristo, tal como se revela en las Escrituras. Estas cinco solas muestran la gloria del camino de salvación por la gracia de Dios, estableciendo el tono de la verdadera teología y resonando en cómo pensamos y vivimos en este mundo.
Sola Escritura
En los últimos días de Su ministerio terrenal, Jesús empezó a decirle a los discípulos que era necesario La teología debe estar fundamentada en las Escrituras. La palabra vivificadora de Dios nos revela Su salvación y nos llama a la fe y al arrepentimiento. Antes éramos tinieblas, pero ahora somos luz en el Señor (Ef 5:8). Satanás ciega la mente de los incrédulos para que no vean el resplandor del evangelio de la gloria de Cristo (2 Co 4:4). Sin embargo, el mismo Dios que ordenó que de las tinieblas resplandezca la luz, resplandece en nuestros corazones, dándonos la luz «del conocimiento de la gloria de Dios en el rostro de Cristo» (2 Co 4:6). Esto lo hace siempre mediante el Espíritu que obra por medio de la Palabra. El Espíritu Santo es el Autor de la Escritura y habla a través de esta (He 3:7). Las Escrituras nos enseñan todo lo necesario para tener la sabiduría que lleva a la salvación mediante la fe en Cristo y estar completamente equipados para toda buena obra (2 Ti 3:15-17). Por eso, aquellos que no hablan conforme al estándar de la Escritura, no tienen luz en ellos (Is 8:20); aunque sin el Espíritu, ni siquiera las Escrituras pueden ayudarnos. Estamos muertos en nuestros delitos y pecados (Ef 2:1-2); nuestras mentes y corazones están entenebrecidos (Ef 4:18; Ro 1:21); y necesitamos que alguien nos despierte de entre los muertos y nos alumbre (Ef 5:14). Si las Escrituras son suficientes para hacernos sabios para la fe y la vida en Cristo, entonces solo estas pueden ser nuestra guía para caminar con Dios. Todo lo demás es inútil y superfluo. Sin embargo, debemos nacer del Espíritu para ver el reino de Dios (Jn 3:5). Solo a través del Espíritu, obrando por medio de las Escrituras en nuestros corazones, podemos caminar en la luz junto al Dios que es luz (1 Jn 1:7).
Solo Cristo
La teología debe estar centrada en Cristo. Debemos creer todo lo que la Escritura nos enseña porque es la Palabra de Dios (Jn 8:47). Cristo es el tema principal de la Biblia, y toda la Escritura da testimonio de Él (Jn 5:39; Lc 24:27; 1 P 1:10-12). Sin el Espíritu, no podemos recibir el testimonio de Dios en las Escrituras; y sin Cristo, incluso las palabras de Dios no pueden salvarnos. La teología debe ser cristocéntrica porque nadie viene al Padre sino por Él (Jn 14:6) y porque el Espíritu busca glorificarlo para nuestra salvación (Jn 16:8-14). Jesús es verdaderamente Dios y verdaderamente hombre. Solo Él puede reconciliar a Dios y al hombre, eliminando la enemistad y creando amistad (Gn 3:15). El Padre se complace en Su Hijo (Mr 1:11), y solo se complace en nosotros cuando estamos en el Hijo (Ef 1:6). Jesús por sí solo puede salvar a Su pueblo de sus pecados (Mt 1:21) porque Él solo es su Profeta que les revela, mediante Su Palabra y Espíritu, la voluntad de Dios para su salvación; Él solo es el Sacerdote que se ofreció a Sí mismo como sacrificio para satisfacer la justicia divina por ellos; y Él solo es el Rey que los somete a Sí mismo, los gobierna, los defiende, y refrena y vence a todos Sus enemigos y los de ellos (CmW 24-26). No hay comunión con Dios fuera de Cristo, y estimamos todo como pérdida en comparación con la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús nuestro Señor (Fil 3:8).
Sola fe
La teología debe estar impulsada por la fe. Sin fe, es imposible agradar a Dios (He 11:6). Como la mano vacía de un mendigo que se alza para recibir, la fe se extiende para recibir a Cristo. Por fe, creemos que Aquel que ha prometido es poderoso para cumplir lo que ha prometido (Ro 4:21). Dios cumplirá Sus propósitos, pero si no creemos, no permaneceremos (Is 7:9; 45:17). La fe en sí misma no tiene mérito delante de Dios. Somos justificados por la fe sin las obras de la ley (Ro 3:28). No somos salvos por buenas obras, sino que somos salvos para hacer buenas obras (Ef 2:8-10). El conocimiento de Cristo a través de la Escritura, el asentimiento de estas verdades en nuestras mentes y la confianza forjada por el Espíritu en nuestros corazones, caracterizan la fe salvadora. Vivimos por fe en el Hijo de Dios, quien nos amó y se entregó a Sí mismo por nosotros (Gá 2:20).
Sola gracia
La teología debe estar imbuida de gracia. Si somos salvos por la fe, entonces no somos salvos por obras, sino por la gracia sola (Ro 11:6). La gracia es la disposición generosa de Dios mediante la cual nos colma de cosas buenas que no merecemos. Todo lo que recibimos de Dios es por gracia, desde nuestro pan de cada día hasta la resurrección final de nuestros cuerpos (Sal 145:8). La gracia de Dios está investida en Cristo, y solo Él otorga la gracia salvadora a aquellos de los que el Padre se compadece en Su misericordia (Sal 103:13). Por eso las cartas del apóstol Pablo comienzan con: «Gracia y paz a ustedes, de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo» (2 Co 1:2; Gá 1:3; Ef 1:2; Fil 1:2). El Espíritu Santo nos enseña mediante la Escritura que la salvación es por gracia sola, porque la salvación es por la fe en Cristo solo. La gracia no es una idea sentimental que nos hace pasar por alto nuestros pecados, sin importar cómo vivamos. «Porque la gracia de Dios se ha manifestado, trayendo salvación a todos los hombres, enseñándonos que, negando la impiedad y los deseos mundanos, vivamos en este mundo sobria, justa y piadosamente, aguardando la esperanza bienaventurada y la manifestación de la gloria de nuestro gran Dios y Salvador Cristo Jesús. Él se dio por nosotros, para REDIMIRNOS DE TODA INIQUIDAD y PURIFICAR PARA SÍ UN PUEBLO PARA POSESIÓN SUYA, celoso de buenas obras» (Tit 2:11-14).
Solo a Dios la gloria
La teología debe estar centrada en Dios. Cada una de las tres personas de la Trinidad nos salva en una armoniosa unidad que nos lleva a adorar a las tres personas divinas. Tenemos comunión con el Hijo en gracia, con el Padre en amor y con el Espíritu Santo en fortaleza y consuelo (2 Co 13:14; Hch 9:31). Dado que no tenemos nada que no hayamos recibido primero (1 Co 4:7), debemos hacer todo en el nombre del Señor Jesucristo, dando gracias a Dios el Padre por medio de Él (Col 3:17). Vivimos por el Espíritu y andamos por el Espíritu (Gá 5:25). Si debemos vivir para la gloria de Dios, ¿no deberíamos entonces escuchar al Espíritu que nos habla en Su Palabra, recibiendo la gracia de Dios por la fe sola en Cristo, todo para la gloria de Dios?
En última instancia, las cinco solas no son simplemente un resumen de la teología reformada; protegen y esclarecen el evangelio, lanzando una ofensiva amistosa contra un mundo incrédulo, y transformando a los enemigos de Cristo en Sus amigos. La palabra «sola» es crucial en las solas, ya que garantiza el carácter centrado en Dios tanto del evangelio como de la vida cristiana. Las cinco solas no abarcan todo lo que debe decirse sobre la verdadera teología, la fe y la vida, pero son un excelente punto de partida y una guía clara para mantenernos en el camino correcto.