¿Una Iglesia del primer siglo?
12 diciembre, 2020Mateo 18:20
15 diciembre, 2020¿Quién soy yo?
Nota del editor: Este es el primer capítulo en la serie de artículos de Tabletalk Magazine: El cuádruple estado de la humanidad
En la adaptación musical de la obra clásica de Victor Hugo, Los Miserables, el protagonista Jean Valjean llega a un punto de crisis en su vida en que se siente abrumado por su culpa al haber sido convicto como un criminal y delincuente. En una escena notablemente emocional, Valjean hace una pregunta penetrante: «¿Quién soy yo?». Al considerar su pasado, su presente y su futuro, lucha con la realidad de su culpa y su merecida condenación ante Dios y los hombres. Se ve forzado a cuestionar su identidad e integridad y a enfrentarse con la inocencia de un hombre que fue acusado falsamente porque ha sido erróneamente identificado como Valjean. Aunque Valjean ha logrado evitar ser reconocido como reo al cambiar de nombre e identidad, tiene que afrontar la verdad de quién es realmente: un convicto cuyo número de prisión es 24601.
Muchos lectores de Los Miserables no conocen el significado de ese número. Los estudiosos literarios argumentan que Víctor Hugo le asignó ese número a Valjean como una forma de identificarse con su protagonista, ya que representaba la fecha en que Víctor Hugo creía que había sido concebido: el 24 de junio de 1801 (24/6/01). Víctor Hugo se estaba identificando con Valjean como un pecador, no solo desde el momento en que pecó por primera vez, sino desde el día de su concepción. Bien pudiera ser que Víctor Hugo haya tenido en mente lo que David confesó: «He aquí, yo nací en iniquidad, y en pecado me concibió mi madre» (Sal 51:5).
La mayoría de las personas en el mundo no saben por qué están aquí, quiénes son en realidad, de dónde provienen ni hacia dónde van. Además, tienen una opinión totalmente incorrecta de sí mismas, pues creen que son fundamentalmente buenas, que nacieron buenas y que están de camino a un lugar bueno. No entienden que son pecadores culpables, concebidos en pecado, nacidos con una naturaleza pecaminosa, que viven bajo la ira de Dios y esperan la justa condenación de Dios. Toda la humanidad se encuentra por naturaleza en un estado de pecado, y todas las personas necesitan desesperadamente escuchar las buenas nuevas de Jesucristo para que, por la obra regeneradora del Espíritu Santo, puedan ser justificadas ante Dios por la fe sola y salvadas eternamente por medio de Cristo. Solo por la obra del Espíritu en nosotros a través del evangelio de Cristo, Dios nos muestra quiénes somos realmente, de modo que cuando somos movidos por el Espíritu a preguntar: «¿Quién soy yo?», podemos declarar humilde y valientemente: «Fui concebido en pecado, nací pecador, mereciendo la condenación, pero he nacido de nuevo por el Espíritu, he sido unido a Jesucristo y estoy destinado a la gloria. Eso es quien soy: mi identidad, por la gracia de Dios, está en Cristo».
Publicado originalmente en Tabletalk Magazine.