¿Quién soy yo?
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Nota del editor: Este es el sexto capítulo en la serie de artículos de Tabletalk Magazine: ¿Qué es lo que realmente dice ese versículo?
¿Cuántas veces hemos escuchado a un pastor citar este versículo para afirmar la presencia del Señor en un servicio de adoración, en una reunión de hermanos o en un culto de oración? «Porque donde están dos o tres reunidos en Mi nombre, allí estoy Yo en medio de ellos» (Mt 18:20). Pero cuando citamos este texto en estas ocasiones, lo mal usamos al sacarlo de contexto.
Todavía recuerdo la advertencia de mi profesor de homilética: «Todo texto predicado fuera de contexto es un pretexto». En este caso, el común mal uso es hasta cierto punto benigno, porque la presencia del Señor en la congregación reunida es un precepto y una promesa bíblica que se encuentra en muchos otros textos, y es una implicación válida de este texto. Pero el mal uso sigue siendo problemático, por lo que puede promover y por lo que nos hace pasar por alto.
La intención de este texto es confirmar a la asamblea reunida la presencia del Señor, mientras implementa bíblicamente los pasos redentores de la disciplina en la vida de un pecador impenitente.
EL CONTEXTO
En este pasaje, Jesús le da a Su Iglesia un claro proceso para amarse el uno al otro de forma redentora. El texto comienza describiendo una situación. Un hermano en la fe es «sorprendido en una falta» y se describen cuatro pasos que nos indican cómo responder.
1. Debemos ir a él en privado con la actitud humilde de aclarar y la sincera intención de ganar al hermano por la gracia de Dios para que mortifique el pecado en el que está atrapado y persiga una nueva obediencia a Cristo.
2. Si este paso no tiene éxito, debemos traer con nosotros a uno o dos más que compartan el mismo objetivo (ver también Gal 6:1-2).
3. Si este esfuerzo falla, debemos «decírselo a la iglesia». Esto no significa necesariamente exponer al individuo en una asamblea pública de la iglesia. Significa traer el asunto a los ancianos de la iglesia.
4. En este punto, los ancianos deben pastorear con el fin de ganar al hermano a través de la «disciplina especial» en conjunto con la «disciplina general», el ministerio habitual de los medios de gracia (es decir, la predicación, los sacramentos, la comunión, etc.). Según la disciplina especial, los ancianos repetirían en oración los tres primeros pasos y luego, si fuera necesario, aplicarían los siguientes: amonestación, que es la identificación formal e informal del pecado con la advertencia de sus consecuencias si no hay confesión y arrepentimiento; suspensión de la Cena del Señor; y excomunión, por la cual el pecador impenitente es considerado «gentil» y «recaudador de impuestos». Estos pasos están diseñados para entregar al pecador impenitente a Satanás y a las consecuencias de su pecado con la esperanza de estimular el arrepentimiento sincero.
Tal disciplina es identificada en el texto como el «atar y desatar» del Reino. El texto concluye con la promesa aleccionadora pero reconfortante de la presencia del Señor cuando la asamblea administre los pasos de la disciplina redentora en nombre de Cristo.
La intención de este texto es confirmar a la asamblea reunida la presencia del Señor, mientras implementa bíblicamente los pasos redentores de la disciplina en la vida de un pecador impenitente. Revela la bendición del Espíritu Santo dada por Cristo, quién supervisa la disciplina redentora en la Iglesia mientras esta busca tres bendiciones de gracia: la recuperación del pecador impenitente, la santificación de la Iglesia y el testimonio efectivo de Cristo al mundo a través de Su Iglesia.
LAS BENDICIONES
1. Discipulado: Cuando un texto es predicado/enseñado en su contexto, no solo afirma las bendiciones del texto sino que también establece un patrón bíblico para el pueblo de Dios en el manejo preciso de la Palabra de verdad.
2. Sabiduría: La disciplina asegura múltiples oportunidades para que la sabiduría de Dios impregne toda la iniciativa a través de la Palabra de Dios y la presencia del Espíritu de Dios.
3. Santificar: La presencia de Cristo por medio del Espíritu Santo afirma el esfuerzo sagrado tanto de equipar como de capacitar a la Iglesia de Dios para recuperar a los pecadores impenitentes.
4. Decir la verdad en amor: La presencia del Espíritu Santo es crucial no solo por la sabiduría que viene de la Palabra de Dios, sino también por las bendiciones que Su presencia garantiza al producir el fruto del Espíritu.
5. Dones espirituales: La presencia del Espíritu Santo a través del involucramiento del pueblo de Dios asegura las múltiples bendiciones de los dones del Espíritu, todos los cuales, junto con el fruto del Espíritu, son provistos por la presencia de Cristo por medio de Su Espíritu.
Tomar en cuenta el contexto puede evitar el error teológico y la herejía, pero también puede ayudarnos a garantizar todas las bendiciones del texto. En este caso, podemos alabar a Dios por la presencia prometida de Cristo por Su Espíritu cuando el pueblo de Dios se ama entre sí, incluso mientras se restauran unos a otros del pecado.
Finalmente, alabemos a Dios por la presencia prometida de Cristo en el proceso de disciplina redentora, mientras nos asegura el poder de Dios dado por el Espíritu Santo, demostrado a través de la gracia de Dios, que abunda para la gloria de Dios, ante la faz de Dios.