Pariente redentor
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1 julio, 2023Seol
Nota del editor: Este es el cuarto capítulo en la serie de artículos de Tabletalk Magazine: Palabras y frases bíblicas mal entendidas
¿Qué es para el santo del Antiguo Testamento ese lugar llamado Seol? En la mayoría de las referencias en el Antiguo Testamento, «Seol» se utiliza para describir el destino de la raza humana. Es como si el concepto en sí tuviera un aura gris alrededor. Los justos suelen describir el Seol como un lugar al que uno no quiere ir, un «destino indeseado», como en el Salmo 30:3. Cuando los salmistas se refieren al Seol, lo que más solían temer no era la muerte en sí, ni la posibilidad de perderse en ella. Más bien, temían perder el contacto con Dios. Por ejemplo, el Salmo 6:5 dice: «Porque no hay en la muerte memoria de Ti; / En el Seol, ¿quién te da gracias?». El número de palabras para este lugar de los muertos es sorprendente en las Escrituras: «Seol», «sepulcro», «tumba», «profundidades», «lugar de perdición», «tierra del olvido», «Abadón».
A menudo se pensaba en el Seol como un lugar de castigo divino, un destino que frecuentemente se deseaba para los impíos. Es común que el salmista hable del Seol de forma metafórica. A veces «Seol» se utiliza para describir metafóricamente la intensidad de la aflicción de alguien que no está literalmente en el Seol. Por ejemplo, en el Salmo 88, es evidente que el salmista no se encuentra literalmente en el Seol porque todavía está vivo; por lo tanto, está utilizando un lenguaje figurado para describir su existencia como si ya estuviera entre los que moran en el Seol. A veces «Seol» se utiliza para describir el dolor de estar en el exilio. Hay ocasiones en las que «tinieblas» se utiliza como metáfora de un estado similar al Seol, como en el Salmo 143:3: «Pues el enemigo ha perseguido mi alma, / Ha aplastado mi vida contra la tierra; / Me ha hecho morar en lugares tenebrosos, como los que hace tiempo están muertos».
Cuando el santo del Antiguo Testamento hablaba del «Seol» o alguno de sus sinónimos, lo que más temía era la ausencia de la bendición de Dios, pues uno nunca puede estar completamente fuera de la presencia de Dios. El Salmo 139:7-8 afirma que Dios, en conformidad con Su omnipresencia, también estaba allí en el Seol.
El Salmo 16 suele describirse como un canto de confianza. Sabemos que este salmo se cita en Hechos 2:25-28, 31 y 13:35. En particular, el versículo 10 parece ser una referencia a la inmortalidad, la resurrección y la vida después de la muerte: «Porque Tú no abandonarás mi alma en el Seol, / Ni permitirás que Tu Santo sufra corrupción». El mismo tema se plantea en los Salmos 17, 49 y 73. Es frecuente encontrar en la literatura académica la afirmación de que el salterio no contiene ninguna discusión significativa sobre el concepto hebreo de la vida después de la muerte. La mayoría de los comentaristas prefieren ver las referencias al final del Salmo 16 como una plegaria del salmista para que Dios lo proteja de una muerte prematura. Otra teoría es que la «vida» a la que se refiere el versículo 11 es la «vida eterna» y que, por tanto, se trata de una afirmación sobre la creencia del poeta en la inmortalidad, y de ahí que Lucas la aplique a la resurrección. Tal como reconoció Geerhardus Vos, Lucas aplicó correctamente estas palabras a la resurrección de Jesús (ver Hch 2:25-28).
Con la muerte, resurrección y ascensión de nuestro Señor Jesucristo, la comprensión de la muerte y de la vida después de la muerte cambió radicalmente para los santos. Aquí es importante entender la séptima frase de nuestro Señor en la cruz: «Padre, EN TUS MANOS ENCOMIENDO MI ESPÍRITU» (Lc 23:46). Esta última expresión fue una declaración de consolación y confianza filial. Fue un acto de ofrecimiento de Su espíritu humano a Su Padre celestial (entretanto, Su naturaleza divina permaneció unida a Su naturaleza humana, incluso mientras yacía en el sepulcro; ver Confesión Belga 19). Al hacer esta declaración final en la cruz, Cristo nos da una afirmación de la vida ininterrumpida.
Esteban, el primer mártir de la iglesia, comprendió el significado de esta afirmación, pues mientras era apedreado, invocó a Dios para que le guardara y dijo: «Señor Jesús, recibe mi espíritu» (Hch 7:59). El apóstol Pablo también comprendió la realidad del Señor resucitado y de la vida después de la muerte, pues al darse cuenta de que había ocurrido el verdadero cumplimiento de Oseas 13:14, pudo declarar: «¿DÓNDE ESTÁ, OH MUERTE, TU VICTORIA?» (1 Co 15:55).