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30 abril, 2019Yo y el Padre somos uno

Nota del editor: Este es el sexto capítulo en la serie «Las duras declaraciones de Jesús», publicada por Tabletalk Magazine.
Cuando Jesús dijo: «Yo y el Padre somos uno» (Jn 10:30), ¿a qué se refería? El género de la palabra griega para «uno» en este pasaje no es masculino sino neutro, designando al Padre y a Jesús no como una sola persona sino como una sola entidad («una cosa»). La clara afirmación de la deidad de Jesús en el Evangelio de Juan es sorprendente, ya que plantea algunas preguntas importantes con respecto a Su relación con Dios el Padre. Si Dios el Padre —Yahweh, el gran «Yo Soy», el Dios de Abraham, Isaac y Jacob— es Dios, y Jesús es Dios también, ¿cuántos dioses hay?
En las mentes judías del primer siglo, esto levantó el espectro del diteísmo (la creencia en dos deidades), lo cual violaba la creencia aceptada desde tiempos antiguos de que Dios es uno, y solo uno. Esto es lo que recitaban los judíos diariamente en su credo, el Shema (de la palabra hebrea para «escuchar»): «Escucha, oh Israel, el Señor es nuestro Dios, el Señor uno es» (Dt 6:4).
Esto hace que sea aún más notable que el Evangelio de Juan audazmente atribuya la deidad no solo al Padre, sino también a Jesús (especialmente en 1:1, 18; 20:28). Más de una vez, los oponentes de Jesús intentaron apedrearlo por blasfemia (8:59; 10:31), y la acusación principal es que Él, un simple hombre, se hizo a Sí mismo el Hijo de Dios. Por ejemplo, considera Juan 19:7:
Tenemos una ley, y de acuerdo con esa ley él debe morir porque se ha hecho a Sí mismo el Hijo de Dios.
¿Cómo, entonces, debemos explicar la afirmación de la deidad de Jesús por parte de judíos monoteístas como los apóstoles, que aparentemente no vieron una contradicción insuperable entre la creencia en un solo Dios y la adoración a Jesús? En resumen, la respuesta es esta: ellos creían que la identidad de Jesús estaba envuelta en Yahweh, el Dios de Israel, de tal manera que Él y el Padre eran uno mientras que al mismo tiempo permanecían dos personas distintas. Más tarde, esta afirmación se convirtió en el fundamento sobre el cual los padres de la iglesia construyeron la doctrina de la Trinidad: la creencia de que hay un solo Dios, en tres personas: Padre, Hijo y Espíritu.
Por lo tanto, es imposible dividir a Jesús y al Padre; ambos son divinos y Su misión es la misma.