A lo largo de las Escrituras, encontramos la enseñanza de que los hombres y las mujeres son hechos a imagen de Dios. Esta sesión abordará lo que significa ser hecho a imagen de Dios, enfocándose también en el carácter de Dios —particularmente en Sus atributos comunicables— y llamándonos a reflejar este carácter como parte de lo que significa ser completamente humano. Mostrará que entender quiénes somos como seres hechos a imagen de Dios es fundamental para el crecimiento cristiano y para conocer al Señor.

Dios creó a los hombres y a las mujeres a Su imagen, otorgándonos dignidad y valor muy por encima de cualquier otra criatura. Sin embargo, desde la Caída, no hemos glorificado al Señor como deberíamos. Todas las personas —excepto Cristo— han pecado y están destituidas de la gloria de Dios. Esta sesión considerará cómo el pecado ha estropeado la imagen de Dios en los seres humanos sin borrarla. Nos recordará que el pecado ha afectado todos los aspectos de nuestro ser, al tiempo que explica lo que significa y lo que no significa estar corrompido por el pecado.

Génesis 1:27 dice no solo que hemos sido hechos a imagen de Dios, sino que somos hombres y mujeres hechos a imagen de Dios. Ambos sexos reflejan la imagen de Dios y, sin embargo, las Escrituras también son claras en cuanto a que los hombres y las mujeres no son idénticos. Los hombres y las mujeres han sido llamados a cumplir distintos roles en el mandato a ejercer dominio que el Señor le dio a la humanidad. Esta sesión considerará la realidad de que somos hombres y mujeres hechos a imagen de Dios, abordando la importancia de esta distinción y considerando las formas en que nuestra cultura ha pervertido y confundido esta verdad.

Al principio, Dios ordenó a los portadores de Su imagen que fueran fructíferos y se multiplicaran. Desde ese día, la familia ha jugado un papel central en la experiencia humana. Lamentablemente, con nuestra Caída en el pecado, nuestras relaciones familiares se vieron empañadas por los celos y el asesinato. Esta sesión considerará cómo el ser hechos a imagen de Dios debe informar nuestra vida familiar a medida que nos esforzamos por honrar a Dios en nuestros hogares. Considerará nuestras diversas relaciones familiares y explorará cómo la Biblia describe cómo debemos amarnos y servirnos unos a otros.

El pecado afecta nuestra relación con Dios y nuestras relaciones con los demás. Debido al pecado, no siempre honramos la imagen de Dios en los demás. Nuestra cultura ataca la dignidad humana a través de la tolerancia de la eutanasia, el aborto, el racismo, el tráfico sexual y otras prácticas terribles. Esta sesión considerará la dignidad humana y cómo solo una cosmovisión que crea que todas las personas son hechas a imagen de Dios puede proporcionar una base adecuada para tratar a cada hombre, mujer y niño con la dignidad y el respeto apropiados.

Los portadores de la imagen de Dios han sido llamados a ejercer dominio sobre la tierra (Gn 1:28), trabajando como Sus administradores sobre la Creación. Los hombres y las mujeres glorifican a Dios trabajando con excelencia, creando belleza, promoviendo la verdad y viviendo según el estándar de bondad de Dios. Esta sesión considerará el mandato a ejercer dominio que vemos en las Escrituras y cómo debemos cumplirlo en varias esferas de la vida a través de la sabia administración de nuestros dones, nuestras posesiones y nuestras habilidades.

Solo Jesucristo ha cumplido perfectamente el mandato a ejercer dominio, obedeciendo a Dios en todas las cosas y asegurando la justicia por la cual somos justificados. Esta sesión considerará lo que significa para Cristo ser la imagen de Dios tanto en Su divinidad como en Su humanidad. Considerará cómo la vida y el ministerio de Cristo nos enseñan lo que significa ser verdaderamente humanos y nos señalan a Él como el único que puede reconciliarnos con Dios. También discutirá cómo agradecemos a Dios por nuestra redención al seguir a Cristo y tratar de cumplir el mandato a ejercer dominio por medio de la obediencia a Sus mandamientos..

Génesis 1 – 2 nos dice que Dios hizo que los portadores de Su imagen lo imitaran en el ciclo de trabajo y descanso. Somos llamados a servir a Dios en nuestras vocaciones y a disfrutar el descanso del día de reposo. Esta sesión explicará cómo debemos reflejar la imagen de Dios en nuestro trabajo y en nuestro descanso. Nos recordará que todo trabajo legal es significativo y aprobado por Dios, y también abordará cuestiones relacionadas con el trabajo y el descanso, como sus perversiones en la adicción al trabajo y la pereza, respectivamente.

La imagen de Dios se manifiesta en cada hombre y cada mujer de cada tribu y cada lengua. A medida que Dios va redimiendo a Su pueblo elegido de entre todas las naciones, nos acercamos a la visión de multitudes reunidas ante el trono y ante el Cordero (Ap 7:9-10). De hecho, fue para esto que fuimos creados: para adorar al Señor. Dios ha ordenado que esta visión se haga realidad cuando la iglesia obedezca el mandato de Cristo de hacer discípulos de todas las naciones. Esta sesión considerará el llamado a evangelizar y discipular a los portadores de Su imagen en el hogar, en nuestras comunidades y en todo el mundo.

Efesios 2:11-22 nos dice que el propósito de Dios en la salvación no es simplemente salvarnos como individuos sino reunirnos como Su iglesia. Esta sesión abordará cómo la imagen de Dios debe moldear de manera única nuestro entendimiento y conducta dentro del cuerpo de Cristo. Enfatizará la importancia del amor y la paciencia entre nosotros, y considerará cómo ese amor es un testimonio al mundo (Jn 13:35). También considerará cómo la “infinita sabiduría de Dios” se muestra a través de la iglesia (Ef 3:10) cuando nos tratamos como los portadores de Su imagen que somos.

Pablo nos dice que “estamos siendo transformados en la misma imagen [del Señor] de gloria en gloria” (2 Co 3:17-18). Esta transformación ha comenzado en esta vida, progresa hasta nuestra muerte y luego se consuma en nuestra glorificación. Llegará el día en que seremos completamente como Jesús, porque lo veremos tal como Él es (1 Jn 3:2). Esta sesión discutirá el “sí, pero todavía no” de nuestra transformación, y nos señalará hacia la esperanza de nuestra existencia plenamente glorificada en la Jerusalén celestial mientras disfrutamos de la visión de Dios y la comunión perfecta con Él y con los demás.