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Jonathan Edwards predicó sermones llenos de temas sobre vivir para la gloria de Dios. En este episodio de 5 Minutos en la Historia de la Iglesia, Stephen Nichols explica la conexión entre esta idea teológica y la palabra favorita de Edwards: dichoso.
Transcripción
Bienvenidos a 5 Minutos en la Historia de la Iglesia, un podcast de los Ministerios Ligonier con Steve Nichols.
Tomemos un pequeño examen. Muy sencillo. Solo tiene una pregunta: ¿Cuál es la palabra favorita de Jonathan Edwards? En verdad no me sorprendería si algunos respondieran ira, maldad, pecado o juicio. Algunos incluso podrían haber dicho arañas. Si has pensado así, es porque quizás solo conoces un sermón que predicó Jonathan Edwards durante el Gran Avivamiento. Ese sermón ha sido publicado e incluido en casi todos los libros de texto de historia y literatura estadounidense. Se trata de su sermón «Pecadores en las manos de un Dios airado».
Pero debo decirte algo, y espero que no te molestes conmigo. Si crees que las palabras favoritas de Edwards eran la ira, el pecado o el juicio, reprobarías el examen con una «F». Te diré cuál es la respuesta correcta. En realidad, hay varias respuestas que podrían ser consideradas válidas, como, por ejemplo: gozo, dulzura, deleite. Incluso la palabra «disfrute» sería una opción. Así como cuando disfrutas un helado en un día caluroso. Todas estas palabras son admisibles. Pero la palabra favorita en los escritos de Jonathan Edwards es «dichoso». ¡Qué palabra! ¿Cómo llegamos a ser dichosos?
Esta prueba y esta pregunta de cómo llegamos a ser dichosos son muy importantes. Por un lado, nos ayudan a entender a Jonathan Edwards. Pero, por otro lado, nos llevan a considerar la pregunta más importante: ¿Por qué estoy aquí? ¿Cuál es mi propósito?
Durante la niñez de Jonathan Edwards alrededor de la década del 1710, él fue instruido en el Catecismo Menor de Westminster donde aprendió que el fin principal del hombre es «glorificar a Dios, y gozar de Él para siempre».
El mundo secular cree que la verdadera dicha y el verdadero gozo se obtienen cuando servimos al yo, pero esa es una falsa idea. Jesús lo expresó en esta paradoja: «El que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por causa de Mí, la hallará».
Fuimos hechos para Dios con un propósito único: glorificarlo. Y cuando le glorificamos y vivimos para Él, orientados hacia Él, encontramos el verdadero gozo de nuestra alma. Así es como llegamos a ser dichosos. Y esa es la palabra clave de Jonathan Edwards. Permíteme estimular tu curiosidad para que te animes a estudiarlo un poco más.
Edwards dijo:
La doctrina de la soberanía de Dios me ha parecido muy a menudo una doctrina sumamente agradable, brillante y dulce; y la soberanía absoluta es lo que me gusta atribuir a Dios…Dios mismo es el mayor bien que [los redimidos] son llevados a poseer y a disfrutar con la redención. Él es el mayor bien y la suma de todos los bienes que Cristo compró. Dios es la herencia de los santos, la porción de sus almas. Dios es su tesoro y su riqueza, su alimento, su vida, su morada, sus adornos y diademas, y su honor y gloria eterna.
Al hablar de gozo y dulzura, y de saborear y disfrutar a Dios, Edwards no estaba solo. David también lo expresó de esta manera en el Salmo 34: «Prueben y vean que el Señor es bueno. ¡Cuán bienaventurado [cuán verdaderamente dichoso] es el hombre que en Él se refugia!».
Un poco más adelante, en el Salmo 63, David escribe:
Oh Dios, Tú eres mi Dios; te buscaré con afán. Mi alma tiene sed de Ti, mi carne te anhela cual tierra seca y árida donde no hay agua. Así te contemplaba en el santuario, para ver Tu poder y Tu gloria. Porque Tu misericordia es mejor que la vida, mis labios te alabarán.
Más adelante, David añade: «A la sombra de Tus alas canto gozoso».
Edwards conocía el pecado. Conocía la ira de Dios contra el pecado. Predicó sobre esto a menudo, no hay duda. Pero revisa sus sermones y libros, y verás que dedica mucho más espacio a las buenas nuevas de nuestra dicha y gozo en Dios. Así pues, al escuchar la buena noticia que proclama el amor de Dios por pecadores como tú y como yo, a través de Jesucristo, llegas a ser dichoso, y eres movido a amarlo, y disfrutarlo, y gozarte en Él.
Soy Steve Nichols. Gracias por acompañarnos en 5 Minutos en la Historia de la Iglesia.