El bautismo
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19 marzo, 2022La Cena del Señor
Séptima parte de la serie de enseñanza del Dr. R.C. Sproul «Fundamentos IV: La Iglesia, los sacramentos y el fin de los tiempos».
A lo largo de la historia de la Iglesia, el sacramento de la Cena del Señor ha sido una preocupación central de la Iglesia. En esta lección, el Dr. Sproul presenta y distingue entre las posturas católica romana, luterana y reformada de la Cena del Señor.
Transcripción
Cuando echamos un vistazo al libro de Hechos y a la vida de la comunidad cristiana primitiva, vemos que era muy importante, en medio de la iglesia, que el pueblo se uniera para celebrar la Cena del Señor. Y a lo largo de la historia de la iglesia, el sacramento central de la iglesia ha sido la Cena del Señor. Tiene sus raíces inicialmente en el Nuevo Testamento, pero incluso antes de eso, en la ordenanza de la Pascua en el Antiguo Testamento. Sabemos que antes de que Jesús muriera, Él dijo a sus discípulos que deseaba sinceramente celebrar la Pascua con ellos una vez más antes de que Él saliera de este mundo.
Así que hizo los arreglos para reunirse con sus discípulos en un lugar prestado en un aposento alto, y allí, mientras celebraban la Pascua, Jesús estaba guiando a sus discípulos a través del ‘seder’, a través de la comida pascual. O, el ‘seder’ mejor dicho. Y mientras él hacía eso, de repente, y tal vez abruptamente, cambió las palabras de la liturgia. Y de pronto cambió todo el significado de la Pascua del Antiguo Testamento cuando habló del pan que se estaba usando, que ese pan era su cuerpo, partido en favor de ellos. Y luego tomó el vino que usaban para celebrar la Pascua y de repente instituyó toda una nueva dimensión de la historia redentora. Aquí, en el Aposento Alto, nació el Nuevo Testamento.
Tendemos a pensar que el Nuevo Testamento inicia en el punto donde los escritos del Nuevo Testamento comienzan con el anuncio de la venida de Juan el Bautista. Pero en realidad el período histórico del Nuevo Testamento no inicia sino hasta que un pacto nuevo o acuerdo nuevo se haya establecido, y eso fue anunciado en el Aposento Alto cuando Jesús toma esa copa y dice: «Esto es mi sangre del nuevo pacto”. Sangre “que es derramada… para el perdón de los pecados”. Y allí se estableció e inauguró el sacramento de la Cena del Señor.
Y surgió, como ven, de la Pascua cuando Jesús dijo: Porque, de ahora en adelante, “todas las veces que comáis este pan y bebáis esta copa, la muerte del Señor proclamáis hasta que Él venga”. Y así como Dios había utilizado la Pascua del Antiguo Testamento para que fuera celebrada a fin de que el pueblo recordara su liberación del ángel de la muerte, así ahora Cristo instituye la Cena del Señor para que la iglesia recuerde siempre el sacrificio de su muerte por nuestra redención.
Ahora bien, debido a que la cruz, debido a que su muerte es tan central para la fe cristiana, la celebración de la Cena del Señor también es de extrema importancia y es por esa razón que ha habido una controversia sin fin a lo largo de la historia de la iglesia. Como dije anteriormente, una de las cosas buenas de los argumentos teológicos es que indica que a la gente le importa la verdad y que la gente está preocupada por hacer lo que le agrada a Dios.
Bueno, la forma en que entendemos la Cena del Señor ha sido un punto importante de división entre los cristianos a lo largo de la historia de la iglesia. De hecho, una de las grandes tragedias de la Reforma Protestante del siglo XVI fue que, aunque los protestantes estaban unidos en la comprensión central del Evangelio, de la doctrina de la justificación solo por la fe, no podían llegar a un acuerdo acerca del significado de la Cena del Señor. Por ejemplo, a pesar de la cercanía teológica entre Calvino y Lutero, ellos no pudieron ponerse de acuerdo en temas críticos con respecto a la Cena del Señor. Y el debate central acerca de la Cena del Señor tiene que ver con el tema del modo o la forma de la presencia de Cristo en el sacramento.
Recordamos cuando Lutero y los representantes de Calvino trataron de resolver sus problemas, Lutero repetidamente regresaba a las palabras de la institución cuando dijo en su insistencia que el cuerpo de Cristo estaba físicamente presente en la Cena del Señor. Él sólo seguía diciendo una y otra y otra vez,»Hoek est corpus maem. Hoek est corpus maem«, recitando la versión latina de las palabras de la institución donde Jesús dijo: «Este es mi cuerpo». Y Lutero argumentó que Jesús nunca diría que el pan era su cuerpo si en realidad no era su cuerpo. Así que eso es lo que ha producido tanta controversia sobre el significado de la Cena del Señor.
Por cierto, en esa fórmula, «Hoek est corpus maem«, cuando el sacerdote de la iglesia iba desarrollando la liturgia de la misa y llegaba a las palabras de la institución, él las recitaba en latín. Y, por supuesto, decía «Hoek est corpus maem» y la gente de la congregación no entendía el latín. Y ahí es donde se obtiene la frase que la gente decía: «Oh, el sacerdote está ahí arriba haciendo todo su hocus pocus«. De ahí vino la vieja frase ‘hocus pocus’ (abracadabra), que era una obra de teatro en base a la fórmula «Hoek est corpus maem«.
Muy bien, históricamente los principales puntos de vista sobre la naturaleza de la Cena del Señor son los de la Iglesia Católica Romana, los de la Iglesia luterana, los de los anabaptistas y los de la comunidad reformada. Así que, brevemente, veamos esto. La postura de la Iglesia Católica Romana históricamente se llama transubstanciación. Y es una doctrina muy complicada de entender. Entender, en términos simples, lo que Roma está enseñando aquí es decirlo de esta manera: Que la Iglesia Romana cree que, durante la misa, durante la oración de consagración, se realiza un milagro donde los elementos ordinarios del pan y del vino son transformados en el cuerpo y la sangre reales de Jesucristo. De modo que lo que antes era pan ahora es el cuerpo de Jesús.
Pero, por supuesto, el problema inmediato que ellos tendrían al articular y declarar esto a la gente, es que la gente miraría eso y diría: «Espera un momento. Antes de que ocurriera este milagro ese pan lucía como pan, sabía a pan, si lo dejaba caer en el suelo sonaba a pan. Huele a pan y se siente como pan. Y desde mi perspectiva, si esto camina como un pato y hace cua cua como un pato, con toda probabilidad ¡es un pato! Y ahora tú me estás diciendo que esta cosa que se ve, sabe y huele y para todos mis sentidos parece ser pan, ahora es el cuerpo de Jesús. Y lo que todavía se parece al vino y sabe a vino y se siente como vino y todo lo demás, ahora es la sangre de alguien. ¿Cómo puede ser eso?»
Bueno, fue para definir el milagro que esta doctrina de la transubstanciación fue desarrollada y se utilizaron algunos conceptos o categorías antiguas extraídas de la filosofía de Aristóteles en donde Aristóteles, al tratar de definir la realidad, dijo que cada objeto se compone de su forma, o de su materia, y de su sustancia – que es su elemento esencial – y lo que se denominó como sus accidentes. Veré si puedo hacer un gráfico de eso.
Una cosa o un objeto estaba formado por su esencia o sus cosas, su sustancia y lo que Aristóteles llamaría sus cualidades perceptibles externas – aquellas cosas que se pueden ver y percibir al respecto. Ahora, no creían en la teoría atómica de la materia como lo hacemos hoy en día, pero sabes que, cuando vas a la escuela y pones algo bajo un microscopio se ve muy diferente de cómo se ve si lo miras a simple vista. Yo digo que este es este pedazo de tiza, pero si empezamos a analizar dentro de este pedazo de tiza, vemos estos átomos girando alrededor y todo lo demás, dependiendo cuán profundo es el análisis de este pedazo de tiza. Cuando digo que esto es un pedazo de tiza, lo identifico porque es blanco, es cilíndrico, tiene esta sensación como de talco y lo describo según lo capta mis sentidos. Pero no puedo entrar a su núcleo interno de existencia.
Ahora, lo que Aristóteles estaba diciendo es que lo que está en su núcleo más interno es su sustancia. Lo que está externamente, por fuera, lo que ves, son los accidentes. Ahora, aquí está la fórmula para la transubstanciación. En el milagro de la misa, la sustancia, las cosas, el núcleo interior del pan y del vino cambian del pan y del vino al cuerpo y la sangre. Pero los accidentes siguen siendo los mismos. Ahora, esto constituyó, en realidad, un doble milagro porque para Aristóteles, cada objeto en este mundo – cualquiera que fuera su sustancia – sus accidentes estaban debidamente relacionados con su sustancia.
La razón por la que podemos identificar un pato – si luce como un pato, y si camina como un pato, y si hace cua cua como un pato, sabemos que es un pato porque sólo los patos caminan como patos y hacen cua cua como patos y lucen como patos porque sólo los patos tienen los accidentes de patos. De modo que, si tienes la sustancia de un pato siempre vas a tener los accidentes de un pato, y si tienes los accidentes de un pato, sólo puedes tener la sustancia que un pato confiere.
Ustedes no plantan bellotas y obtienen canguros de esa bellota. ¿Qué obtienen? ¿Qué sale? ¡Árboles de bellotas! ¿Y cómo llamamos a los árboles de bellota? ¡Robles! ¡Muy bien! Eso se debe a que siempre hay una relación perfecta entre la sustancia de una cosa y sus cualidades externas – sus accidentes. Pero en la misa, tú tienes la sustancia del pan que sale mientras que los accidentes del pan se quedan. Así que, tú tienes los accidentes del pan sin su sustancia y tienes la sustancia del cuerpo de Jesús sin sus accidentes. ¿Ven? Eso es un milagro doble.
Bien, ahora en contra de esta teoría, Lutero se opuso diciendo que era frívola e implicaba más milagro de lo necesario. Dijo que no era necesario tener todo este cambio elaborado de sustancia y accidentes para que Cristo esté verdaderamente presente en la Cena del Señor. Entonces, argumentó que Cristo está verdaderamente presente – físicamente presente – en, con, y a través o bajo los elementos, por lo que en ese sentido la presencia de Cristo no está tomando el lugar de la presencia del pan y vino, sino que se añade al pan y al vino, aunque invisiblemente.
Ahora, a los luteranos, particularmente, no les gusta esta designación, pero históricamente la teología ha llamado a la postura luterana «consubstanciación». ¿Y qué significa el prefijo ‘con’ en latín? Tengo algunos estudiantes aquí, hoy, de la Escuela de Ginebra, una escuela clásica cristiana en Orlando, y ellos estudian latín desde el principio y sé que todos saben lo que significa la palabra ‘con’. ¿Qué significa?’ convicto’ Un tipo que va a prisión, ¿cierto?
¿Qué significa ‘con’?
¿Qué?
Ah, ¡pro y contra! Contra significa en contra. Así es.
¿Pero solo ‘con’?
Déjenme darles una pista. Si nosotros fuéramos a comer para el almuerzo chili con carne, ¿qué vamos a tener? ¿Les gusta el chili? ¿Y qué tienen cuando comen chili? ¿Qué usas para hacer chili? Frijoles con – ¿Qué es carne? ¡Carne! ¡Vamos, señores! ¡carne! Así que frijoles, chili con carne.
¿Qué significa ‘con’? ¿Qué? ¡Con! ¡Muy bien! No puedo pasar de esta línea o saldré de la cámara, pero ¡choca esos cinco!
Por lo tanto, la consubstanciación significa que hay ‘con sustancia’ que el cuerpo y la sangre de Jesús está presente con los elementos físicos del pan y el vino. Ahora, el gran problema aquí con los Reformadores no era tanto sobre qué sustancia y qué accidentes estaban apareciendo aquí o allá. Pero era un tema más profundo. Era un asunto de cristología. Era un tema de cómo entendemos el misterio de la encarnación; de la naturaleza divina de Cristo y la naturaleza humana de Cristo.
Calvino, por ejemplo, creía que el cuerpo de Cristo pertenece propiamente a su naturaleza humana. Su carne no es parte de su naturaleza divina. Y siguiendo el Concilio de Calcedonia que vimos anteriormente en este curso, vimos que la fórmula de Calcedonia decía que, en el misterio de la encarnación, las dos naturalezas están perfectamente unidas de tal manera que están sin mezcla, confusión, división o separación, cada naturaleza conservando sus propios atributos. Y Calvino dice que para que el poder esté en más de un lugar al mismo tiempo es un poder divino, no un poder de carne humana.
Y entonces él se hace la siguiente pregunta: Si la Cena del Señor se celebra en Bogotá, Santiago, Lima, Madrid y Orlando, todas al mismo tiempo, ¿cómo podría estar el cuerpo físico y la sangre de Jesús en todos estos lugares distintos al mismo tiempo? Y Calvino diría que no es posible porque no es propiedad de la naturaleza humana de Cristo ser omnipresente o ser ubicuo, estar en todas partes. Ahora, ubicuo, U-BI- ¿qué?, ¿ah? ¿ubico qué? Ubi. Igual ‘dónde’, ¿cierto? Esto es ahora una clase de latín. ¡Bien! Ahora. Para Calvino, el cuerpo físico de Jesús en su estado glorificado está ahora en el cielo. Él está a la diestra de Dios Padre. Ahora, el cuerpo físico de Cristo sigue perfectamente unido a la naturaleza divina. Y la naturaleza divina puede estar en Bogotá, Santiago, Orlando, Moscú, Lima – todos estos lugares diferentes – al mismo tiempo, porque Dios tiene el poder de estar en todas partes.
Entonces, Calvino lo vio de esta manera: Que el cuerpo físico de Cristo está en el cielo, pero el cuerpo físico de Cristo todavía está unido a la naturaleza divina y la naturaleza divina puede extenderse a todas partes. Y así Él puede estar realmente presente en Bogotá, Santiago, y así sucesivamente al mismo tiempo. Entonces, Calvino insistió en la presencia real de Cristo en la Cena del Señor. Eso es algo que estos tres grupos tienen en común. La Iglesia Católica Romana, la Iglesia Luterana y, por supuesto, la Iglesia Anglicana y las Iglesias Reformadas están de acuerdo en esto.
Todos ellos creen que Cristo está realmente, verdaderamente presente en la Cena del Señor.
El debate es cómo es que Él está presente. Ya sea que esté presente física o espiritualmente.
Pero cuando los calvinistas hablan de presencia espiritual, no se refieren a sólo en la mente o en los recuerdos de la gente o simbólicamente por los signos que se utilizan, sino que se refieren a que es por su naturaleza divina que realmente está allí. De modo que cuando nos juntamos para la Cena del Señor, llegamos a entrar a la comunión real con la presencia de Cristo.
Ahora, rápidamente en el tiempo que queda, es importante que comprendamos con respecto a la Cena del Señor, que el factor tiempo involucrado en la Cena es triple. Y los tiempos básicos que tenemos del tiempo son el pasado, el presente y el futuro. Y la Cena del Señor se relaciona con los tres aspectos. Con respecto al pasado, la Cena del Señor está diseñada para recordar algo que sucedió en el espacio y en el tiempo siglos y siglos atrás. Saben, cualquier cosa que Jesús enseñó a sus discípulos era importante. Y sería importante para ellos que lo recordaran, pero había ciertas cosas que Él dijo: ‘Nunca lo olviden’.
Y cuando Él los reunió a todos juntos en el Aposento Alto y les anunció su muerte inminente en favor de ellos, dijo: ‘Quiero que hagan esto. Nunca olviden esto. Quiero que hagan esto en memoria de mí’. Y así todos los días en este mundo, en algún lugar, se reúnen personas que recuerdan la muerte del Señor. Él dijo: «Porque todas las veces que comáis este pan y bebáis esta copa, la muerte del Señor proclamáis hasta que Él venga». Y Él dijo que no lo volverá a hacer hasta que ellos se sienten con Él en el cielo.
Así que, la Cena del Señor es también algo que nos dice que pensemos en el futuro donde nos sentaremos en la mesa del Señor, en el cielo, en la fiesta matrimonial del Cordero y entraremos en ese gran banquete y gran celebración del pueblo de Dios con su Rey en el cielo. Así que hay una orientación futura a la Cena del Señor. Pasado y futuro y, sin embargo, al mismo tiempo hay un beneficio presente de encontrarse con Cristo resucitado en persona, en su mesa, en cada celebración que tenemos con Él allí. De modo que hay una realidad presente, un recordatorio de cosas pasadas y una anticipación del bendito futuro que Dios ha prometido para su pueblo. Y estos son sólo algunos de los elementos involucrados en el significado de la Cena del Señor.