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La Biblia dice que todos los hombres son mentirosos, y me consta, por lo menos en mi caso, según vimos esto en la última sesión, concluí la última sesión diciendo que a partir de ahora solo íbamos a considerar los distintivos de la teología reformada. Y en las próximas dos sesiones estudiaremos la doctrina de Sola Scriptura y la Sola Fide, como ya lo he mencionado, son doctrinas cruciales que tienen en común los evangélicos, en sus tradiciones. Así que mentí. No mentí intencionalmente, pero me equivoqué. No quiero dejarles con la impresión de que la doctrina de Sola Scriptura es un principio distintivo o teológico reformado singular. Es parte de ese grupo de verdades que tenemos en común con el evangelicalismo histórico.
Dicho esto, veamos a continuación el principio que los historiadores llaman el Principio Formal de la Reforma Protestante: Sola Scriptura. En cierto sentido, este concepto nació públicamente en la famosa confrontación que Lutero tuvo con los jefes de Estado y de la iglesia en la Dieta de Worms, en el cual Lutero fue llamado a retractarse de su enseñanza, y recuerdan esa ocasión cuando se presentó en ese lugar solemne, y dijo: «Si no me convencen con la Sagrada Escritura o por la razón evidente, yo no puedo retractarme porque mi conciencia es cautiva de la Palabra de Dios.
Y actuar contra la conciencia», dijo Lutero, «no es ni seguro ni saludable. Aquí estoy. Dios me ayude». Ahora, eso ha sido perpetuado en el cine tradicional, en la historia en libros y así sucesivamente. Pero, aunque este fue el debut en público en un sentido histórico en Worms, no fue un concepto que apareció con Lutero. Lutero había sido más o menos obligado a decir esto en debates anteriores con algunos de los teólogos que trataban de persuadirlo a cambiar su punto de vista. Él había dicho antes, que era posible que los Papas se equivoquen, que cometan errores, aún los concilios de la iglesia podían equivocarse, que la única fuente de revelación divina absolutamente autoritativa es la Escritura misma. Y así tenemos esta palabra ‘sola’ colocamos antes de la palabra Scriptura y la frase significa simplemente por la Escritura sola. Ahora, ¿qué significa esto? ¿Cuál es el punto de vista que nos preocupa aquí con el uso de la palabra «sola»?
En realidad, hay más de una observación, aunque todas están interrelacionadas entre sí. En primer lugar, una de las disputas a nivel del siglo XVI fue el tema de la fuente de la revelación divina. Todos los cristianos en el Siglo XVI creían que el cristianismo era una fe revelada cuyo contenido provenía de Dios, y ambos lados de la disputa —Roma y el protestantismo— en el siglo XVI estaban de acuerdo en que había al menos dos formas distintas donde Dios se revela a sí mismo. Una es en la naturaleza, que se llama revelación natural o revelación general donde los cielos cuentan la gloria de Dios, y la otra, por supuesto, es la Biblia.
Ahora ambas partes acordaron que la Biblia era la revelación. Y ambas partes acordaron que la naturaleza también es reveladora. Pero la disputa sobre «sola» era si había más de una fuente en lo que llamamos revelación especial. Y el Movimiento protestante dijo que solo hay una fuente en lo que se llama revelación especial o escrita, y ésta es la Escritura, en cambio Roma confesó su confianza en dos fuentes de la revelación especial: Escritura y tradición.
He hablado de esto en otros cursos, pero quiero revisar la secuencia de esto ahora en el contexto del estudio de la esencia de la Teología Reformada. En el Concilio de Trento del siglo XVI, el cual fue la respuesta de la Iglesia de Roma a Lutero y al protestantismo, el Concilio se realizó en distintas sesiones en diferentes momentos durante algunos años, y en la cuarta sesión del Concilio de Trento, la Iglesia de Roma declaró que las verdades de Dios se encontraban en las Escrituras y en la tradición.
La palabra latina que está en el texto final del Concilio de Trento y que vincula la Escritura y la tradición es una palabra un tanto llana y simple: et, Se trata simplemente de la palabra latina equivalente a ‘y’. Bueno, esta es una discusión complicada ya que un erudito anglicano del siglo 20 estaba haciendo su investigación de tesis doctoral, y él se estaba basando en la cuarta sesión del Concilio de Trento, la cual terminó de forma inesperada y abrupta debido al estallido de la guerra en el continente y habían quedado algunos cabos sueltos, y algunas cosas difíciles de explicar a partir de los debates que se iniciaron en ese momento.
Y lo que este erudito anglicano observó fue que en el primer borrador de la cuarta sesión del Concilio de Trento. La declaración fue hecha en latín, que la verdad de Dios está contenida en parte, partim, en parte en la Escritura y en parte en la tradición, lo que indicaría claramente que hay dos fuentes distintas y separadas para la doctrina de la iglesia: una viene de la Biblia, y la otra de la tradición histórica de la iglesia.
Ahora, cuando el primer borrador se presentó al Consejo dos sacerdotes que eran delegados en el Consejo se pararon y protestaron por el lenguaje. No sé por qué recuerdo sus nombres, pero sus nombres fueron Bonuccio y Noccianti. Estos dos sacerdotes italianos protestaron por el lenguaje diciendo que socavaba la suficiencia de la Escritura. Y allí el registro se detiene, y no sabemos lo que ocurrió después en los nuevos debates acerca de su objeción.
Todo lo que sabemos es que en el borrador final había un cambio. Y las palabras partim, partim, que claramente indicaban una doble fuente de revelación especial fueron tachadas, y en su lugar se usó la palabra et, que pudiera o no significar dos fuentes separadas. La palabra «y» aquí es un poco ambigua, ¿no creen?
Porque si me preguntan: «¿dónde encuentra usted la fe reformada?», yo diría, » pueden encontrarla en dos lugares. La pueden encontrar en la Biblia, o la pueden buscar en las confesiones que aparecen en la historia de la Iglesia tratando de resumir la Doctrina Reformada».
En la medida en que esos credos son consistentes con la Biblia, lo están repitiendo, y solo es otro lugar donde ir para encontrarlo. La iglesia puede haber querido decir que en primer lugar nos encontramos con la verdad de Dios en las Escrituras y luego tal como se nos presenta de nuevo en los concilios históricos o en los decretos de la iglesia; ese es el otro lugar donde se puede buscar, donde alguien podría decir, y aún sostener la Sola Scriptura.
Ahora, ese debate continúa hasta el día de hoy entre los estudiosos católicos contemporáneos en cuanto a si su iglesia tiene el compromiso de dos fuentes o una. Por desgracia, hay conservadores en la iglesia que dijeron que el cambio de partim, partim desde partim, partim a et no era una modificación de fondo, sino simplemente un cambio de estilo, y que la iglesia estaba claramente confirmando en el siglo XVI dos fuentes de revelación escrita.
Ahora, a pesar de que este debate aún continúa, fue más o menos resuelto por una encíclica papal en el Siglo 20, el cual se refiere inequívocamente a las dos fuentes de la revelación, ese ha sido la corriente principal de pensamiento en la Iglesia romana desde el Siglo XVI, que las verdades que se fundan en la tradición de la iglesia son tan obligatorias para las conciencias de los creyentes como las verdades de las Escrituras.
Mientras que en la herencia protestante el principio de semper reformanda es, es abrazado casi por todos los protestantes, esto es que, la iglesia está siempre llamada a someterse a la reforma y a revisar sus propios credos y confesiones para asegurarse de que están en conformidad con la Sagrada Escritura.
Y prácticamente las iglesias protestantes que tienen un credo o confesión que es única para su comunión se esforzaran en decir que sus propias confesiones no son infalibles y que no llevan el peso de la Escritura, excepto en la medida en que reproducen fielmente las doctrinas de la Escritura, porque se afirma el principio general, a saber, que solo la Biblia es la fuente escrita que tiene la autoridad de Dios mismo, la autoridad para obligar a nuestras conciencias de manera absoluta.
Y aunque estamos llamados a someternos a autoridades menores y respetar otras autoridades. En mi propia Iglesia estoy llamado a someterme a la autoridad del presbiterio o a la Asamblea de la iglesia local. Hay todo tipo de niveles de autoridad, y se me ha dicho que, si conscientemente veo que no puedo someterme genuinamente, entonces es mi deber retirarme de esa comunión en paz.
Pero por lo demás no debo perturbar la paz de la iglesia, actuando en conflicto directo con las confesiones o con el gobierno de la iglesia. Sin embargo, al mismo tiempo, la iglesia dice: sabemos que nuestras confesiones pudieran estar equivocadas y algunas ordenanzas de la iglesia posiblemente pudieran estar incorrectas, pero esto es lo que creemos que es la verdad y durante el tiempo que vamos a servir aquí tenemos esta obligación de someternos. No hay nada en Sola Scriptura que elimine otras autoridades, pero lo que dice es que solo hay una autoridad que puede atar a la conciencia de manera absoluta, y que esa es: la Sagrada Escritura, y que todas las controversias sobre la doctrina y la teología deben ser resueltas en el análisis final por la Escritura.
Ahora bien, hay otros aspectos, como ya he dicho, sobre esta sola, además del asunto de ser la única fuente de revelación escrita y segundo la única autoridad que puede obligar absolutamente pero no la única autoridad en absoluto, pero también estaba involucrada en esta afirmación del siglo XVI una clara afirmación de que la Biblia es la Vox Dei o la Verbum Dei, la palabra de Dios, o la voz de Dios siendo infalible e inerrante, ya que llega a nosotros por la superintendencia de Dios, el Espíritu Santo, que la Biblia es inspirada en el sentido de que su autor es, en última instancia, Dios.
A pesar de que se transmite a través de escritores humanos, la fuente última de su verdad y de su contenido proviene de Dios, y Dios, por supuesto, es infalible. Los escritores humanos en sí mismos son falibles, pero el punto de vista del protestantismo histórico fue que Dios ayudó en las debilidades de nuestra humanidad caída para que se preserve la Biblia de la corrupción que normalmente se esperaría encontrar en los escritos de los seres humanos por su superintendencia divina y por el ministerio especial del Espíritu Santo.
Y que a pesar de que la Biblia llega a nosotros en palabras humanas, y por autores humanos, se considera que es de origen divino. Ahora me doy cuenta de que a la luz de la controversia hoy en día sobre la infalibilidad de la Escritura, la inspiración de la Escritura y la inerrancia de la Escritura, palabras que han engendrado todo tipo de controversia teológica, están aquellos que han protestado en voz alta de que la idea misma de Escritura infalible o inerrante no era algo que se enseñaba y se abrazaba por los reformadores del siglo XVI, sino que fue el resultado de la intromisión de un tipo de Escolasticismo Protestante que aconteció en el siglo XVII y que se llamó la Edad de la Razón, donde estos racionalistas estaban tan preocupados por la certeza de que tenían casi una necesidad psicológica o emocional por la certeza en tal medida que se inventó este concepto de la inerrancia y la infalibilidad.
Bueno, ahora que el tema no es directamente un asunto de si la Biblia es infalible, es un asunto de dónde viene la doctrina. Es un tema histórico. ¿Será esto algo que fue inventado en el siglo XVII o en el siglo XVI?
Déjenme tomar unos momentos para leerles simplemente algunas citas de los reformadores magistrales del siglo XVI y decidan por ustedes mismos. Estas son algunas observaciones que vienen de la pluma de Martín Lutero que he incluido en mi libro. Lutero dice esto: Cita: «El Espíritu Santo mismo y Dios, el Creador de todas las cosas es el autor de este libro».
Otra cita: «La Escritura, aunque también es escrita por hombres no es de hombres, ni viene de hombres, sino de Dios». Una vez más, «Aquel que no lea estas historias en vano sostiene firmemente que la Sagrada Escritura no es sabiduría humana, sino divina». Otra vez, «La palabra debe permanecer, porque Dios no miente. Y el cielo y la tierra se arruinarán antes que la ‘j’ o una tilde de Su Palabra no se cumpla.” Y entonces cita a Agustín. «San Agustín dice en su carta a San Jerónimo, Cita: ‘he aprendido a tener sólo la inerrante Sagrada Escritura'». No es que Lutero esté citando a un erudito del siglo XVII. Lutero está citando a Agustín de finales del siglo cuarto, donde Agustín dice: «He aprendido a confiar solo en la inerrante Escritura».
Otra vez dice, «En los libros de San Agustín se encuentran muchos pasajes dichos por la carne y la sangre. Y en relación a mí mismo también debo confesar que cuando hablo aparte del ministerio en casa, en la mesa o en otra parte, hablo muchas palabras que no son la palabra de Dios. Es por esto que San Agustín, en una carta a Jerónimo, ha arrojado un hermoso axioma, que sólo la Santa Escritura ha de ser considerada inerrante».
Así que vemos que Lutero apenas cede. Otro pasaje que podía citar de Lutero es el que dice: «Las Escrituras nunca erran». Ahora, no sé si Lutero alguna vez usó la palabra inerrancia. Él solo usó la palabra inerrante. Y dijo que la Biblia nunca se equivoca, que es la esencia misma del concepto de inerrancia. Así que creo que es una tontería tratar de argumentar que los reformadores del siglo XVI eran ajenos e indiferentes a la idea de la inspiración y la autoridad y la infalibilidad y la inerrancia de la Sagrada Escritura.
Pero otro de los puntos importantes de Sola Scriptura en el siglo XVI, que se ha convertido en un principio muy importante para el evangelicalismo histórico, fue un principio hermenéutico. Y los reformadores no solo confesaron su visión de lo que son las Escrituras y de dónde vienen, sino que también expresaron sus opiniones sobre la forma en que la Biblia debe ser interpretada y quién tiene el derecho y la responsabilidad de leerla.
Una de las cosas radicales que ocurrieron en la Reforma fue la traducción de la Biblia a la lengua vernácula, quitándola de las manos de aquellos que eran capaces de leer latín y/o griego o hebreo y poniéndola en manos de personas que solo podían leer en su lengua nativa.
Como lo hizo Lutero que tradujo la Biblia al alemán y Wycliffe la tradujo en Inglaterra al inglés y así sucesivamente, y en algunos casos la gente que hizo esto, lo pagó con sus vidas, porque el principio que se afirmaba en el evangelicalismo histórico era en primer lugar el principio de interpretación privada, lo que significa que cada cristiano tiene el derecho y la responsabilidad de leer la Biblia por sí mismo.
Y tiene el derecho de interpretarla por sí mismo. Ahora eso llegó a oídos de Roma, como consta en la cuarta sesión de Trento, lo que significa que los protestantes estaban dando licencia a los miembros de la iglesia no solo de leer la Biblia por sí mismos, sino de distorsionarla a voluntad.
Y, por supuesto, los reformadores se horrorizaron ante esa idea. Dijeron que todo cristiano tiene el derecho de interpretar la Biblia por sí mismos, pero ningún cristiano tendrá nunca derecho a malinterpretarla o distorsionarla de acuerdo a sus propios caprichos o sus propios prejuicios.
Pero el principio era que la interpretación privada se basa en otro principio que era el principio de la perspicuidad de las Escrituras, que es una palabra muy compleja. Ahora bien, Lutero dijo que hay muchas partes de la Escritura que son difíciles de manejar y que es por eso que necesitamos maestros en la iglesia y comentarios y todo eso, pero que el mensaje básico, ese mensaje que es necesario que una persona comprenda y asimile es evidente para cualquier persona que lo vea.
Y cuando Lutero habló acerca de cómo obtener la Biblia para los laicos, la iglesia dijo que, si se hace eso, se abriría una compuerta de iniquidad, porque la gente va a empezar a crear todo tipo de distorsiones horribles que es exactamente lo que pasó, pero Lutero dijo: «Si ese es el caso, y si una compuerta de la iniquidad se abre al abrir las páginas de la Biblia a la gente, que así sea».
Pero el mensaje que está claro es tan importante. Contiene el mensaje de nuestra salvación. Es tan importante y tan claro que tomaremos el riesgo de las posibles distorsiones y herejías que vengan con ello. Con tal de asegurar que el centro del mensaje de las Escrituras se oiga. Y como resultado de esta afirmación sobre la Sola Scriptura la Biblia fue puesta en la iglesia y la lectura de las Escrituras y la predicación de las Escrituras se convirtió en el centro de la liturgia y el culto del protestantismo histórico.