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Suscríbete para recibir notificaciones por correo electrónico cada vez que salga un nuevo programa y para recibir la guía de estudio de la serie en curso.Cuando miramos a las culturas de la antigüedad, una de las cosas que nos salta a la vista en términos de la gran mayoría de las civilizaciones antiguas es el compromiso que encontramos en su cultura con un sistema altamente desarrollado de politeísmo. Pensamos, por ejemplo, en los griegos quienes tenían su panteón de deidades y en los romanos que tenían sus dioses y diosas respectivos, un dios para esto y un dios para esto otro, cubriendo todas las esferas de preocupación humana y esfuerzo humano. Y, sin embargo, en medio de ese mundo mediterráneo de la antigüedad, hay una cultura que destaca por su compromiso desarrollado singular con el monoteísmo.
Ahora, me doy cuenta de que hay estudiosos críticos que sostienen que la religión judía como se refleja en el Antiguo Testamento no era realmente monoteísta, sino que era una mezcla sutil de formas de politeísmo, y que las Escrituras tal como la recibimos hoy fueron trabajadas por editores posteriores, y una postura más moderna del monoteísmo fue escrita en los períodos patriarcales anteriores del registro bíblico. Pero a pesar de esas teorías críticas, una de las cosas que nos salta a la vista es que, desde la primera página de la Sagrada Escritura, hay una declaración inequívoca de que el Señor Dios no es simplemente una deidad cuyo reinado y autoridad está restringido a las fronteras o límites de Israel, sino que es el Dios más alto. Es el Dios del cielo y de la tierra. Es el Dios que crea y gobierna todas las cosas.
Ahora, el trabajo real del desarrollo de la comunidad religiosa de Israel en el Antiguo Testamento puso gran hincapié y gran énfasis en este punto que Dios es singular – que sólo hay un Dios y ninguno fuera de Él. Y pensamos, por ejemplo, en el Pentateuco, en el libro de Deuteronomio, el shemá, que era algo tan profundamente arraigado en la conciencia de la gente. Y esta fue una idea que fue recitada en su liturgia, y la encontramos en Deuteronomio capítulo 6, comenzando en el versículo 4 – y estoy seguro de que todos están familiarizados con esto, ya que han oído esto en muchas ocasiones. Es como sigue: “Escucha, oh Israel, el SEÑOR nuestro Dios, el SEÑOR uno es”. Y “amarás al SEÑOR tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu fuerza.”
Ahora, estamos familiarizados con esas palabras, ya que tiene para nosotros el contenido del Gran Mandamiento. Bueno, en el contexto del shemá aquí, donde se da la llamada a la asamblea y se hace el anuncio: “Escucha, oh Israel, el SEÑOR nuestro Dios, el SEÑOR uno es”. Y luego, lo que inmediatamente sigue al Gran Mandamiento aquí son estas palabras: “Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón; y diligentemente las enseñarás a tus hijos, y hablarás de ellas cuando te sientes en tu casa y cuando andes por el camino, cuando te acuestes y cuando te levantes. Y las atarás como una señal a tu mano, y serán por insignias entre tus ojos. Y las escribirás en los postes de tu casa y en tus puertas”.
Ahora, la razón por la que leí esa amonestación es que lo que el autor de Deuteronomio nos está diciendo aquí es que este anuncio de la naturaleza de Dios, de su unidad, de su singularidad, de su unicidad, es tan importante y tan central para la vida religiosa del pueblo que este punto es uno que debe ser dado por medio de la instrucción a los niños diariamente.
Se supone que deben ponerlo en sus muñecas, en sus frentes, y en los postes de las puertas. Hablar de ello cuando se sienten; hablar de ello cuando se levanten. En otras palabras, toda la pasión de este concepto aquí es que hay una diligencia impuesta a los padres, en Israel, para asegurarse de que el pueblo y los niños, a medida que crecen, entiendan la singularidad de Dios, porque la seducción que les espera es el politeísmo en las falsas religiones del mundo que los rodean.
Y si leemos la historia del Antiguo Testamento, vemos que la mayor amenaza para Israel era la corrupción que incluía a las personas que iban tras otros dioses y muchos dioses. Y vemos que la unidad de Dios también está circunscrita en el Antiguo Testamento por el primer mandamiento de los Diez Mandamientos: “No tendrás otros dioses delante de mí”, y eso, “delante de mí”, no significa, ubicado por delante de mí’, queriendo decir que puedes tener cinco, seis o cincuenta dioses, si quieres, mientras sea considerado como el Dios más exaltado y número uno. No, el ‘delante de mí’ significa ‘en mi presencia’, y la presencia de Yahvé se extiende a lo largo de toda la creación, y así cuando Dios dice: “No tendrás otros dioses delante de mí”, lo que está diciendo aquí es: “No tendrás otros dioses”, porque no hay otros dioses porque sólo Dios reinará como deidad.
Ahora, hoy me he tomado el tiempo de mirar brevemente algunas de las declaraciones centrales del Antiguo Testamento para ver cuán extenuantemente se establece el concepto de monoteísmo en el Antiguo Testamento, y sin embargo, al mismo tiempo, una de las doctrinas más importantes que definen la fe cristiana es la doctrina de la Trinidad, en la que confesamos nuestra fe en el Dios trino – que Dios es tres personas en una esencia. Y exploraremos esa fórmula no en esta sesión, sino en la próxima sesión, después de ésta. Pero por ahora, queremos ver este asunto de la trinidad porque es una de las doctrinas más difíciles, misteriosas, desconcertantes y controversiales de toda la fe cristiana.
Quiero decir, ¿cómo fue – la pregunta se planteó en los primeros años de la fe cristiana, pueden los cristianos ser fieles a la religión del Antiguo Testamento, la cual hace un hincapié tan importante en el monoteísmo, y al mismo tiempo hablar de trinidad? Porque por lo menos a primera vista, cuando hablamos del Dios trino, la forma en que a menudo es entendida y escuchada por las personas que nos rodean es que creemos en tres Dioses: un Dios Padre, un Dios Hijo y un Dios Espíritu Santo. Puede que no tengamos tantas deidades como se encontró en la religión de Roma o en la griega antigua, pero no las tenemos: tenemos dos más de las que se encontró en Israel, que tenemos tres dioses, o triteísmo, que es una forma de politeísmo.
Así surge inmediatamente la pregunta, ¿por qué la iglesia cristiana, que se consideraba que crecía inseparablemente de la nueva situación de pacto de Israel, cómo pudo la iglesia cristiana
hacer una afirmación como la que se encuentra en la Trinidad, de que Dios es Padre, Hijo y Espíritu Santo? Bueno, una vez más, la respuesta a esa pregunta no se puede encontrar simplemente en un análisis histórico de la especulación de los teólogos de la iglesia primitiva.
Las raíces por las cuales fue establecida la doctrina de la Trinidad – o se estableció, fue el Nuevo Testamento mismo, y el hecho de que el Nuevo Testamento, cuando habla de Dios, habla de Dios en términos de Dios Padre, en términos de Dios Hijo y en términos de Dios el Espíritu Santo. Y no hay ningún texto en el que este concepto se exprese más claramente de lo que encontramos en el capítulo inicial del Evangelio de Juan, de hecho, en el prólogo del Evangelio de Juan, el cual sienta las bases para la confesión de fe de la iglesia sobre la Trinidad.
Así que vamos a tomar un tiempo para mirar este texto en Juan. Leemos en Juan, capítulo 1, estas palabras: “En el principio existía el Verbo, y el Verbo estaba con Dios, y el Verbo era Dios. Él estaba en el principio con Dios. Todas las cosas fueron hechas por medio de Él, y sin Él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho. En Él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres. Y la luz brilla en las tinieblas y las tinieblas no la comprendieron”. Ahora, creo que la mayoría de ustedes son conscientes de que descansando detrás de este texto en español está el uso de la famosa palabra griega ‘logos’, que es la palabra griega para ‘palabra’, y por lo tanto el texto en español se traduce: “En el principio existía el Verbo o Palabra”. En griego, diría: “En el principio existía el logos y el logos estaba con Dios, y el logos era Dios”.
Ahora, esto es algo confuso porque este concepto de la Palabra de Dios se expresa aquí en el primer capítulo de Juan de diferentes maneras. En primer lugar, se hace una distinción entre Dios y el logos. Se nos dice: “En el principio existía el logos” o “en el principio existía la Palabra, y la Palabra estaba con Dios”. Ahora, cuando digo que alguien estaba con otra persona, estoy haciendo una clara distinción entre esas dos personas quienes, en algún sentido, estaban estrechamente relacionadas entre sí, lo suficientemente cerca como para que digamos que estaban entre nosotros, pero cuando digo que una persona está con otra persona, esto está claro en tu mente, ¿no es así?, que hay dos entidades involucradas aquí, dos personas distintas.
Así que lo primero que leemos aquí es que Juan está haciendo una distinción entre el logos o la Palabra, y Dios, y esa distinción se hace con respecto al uso de la palabra, ‘con’. Ahora, también quiero tomar un momento más o menos para desarrollar un poco este concepto aquí de ‘con’. Y cuando hicimos nuestra serie de un panorama general de la Escritura llamada ‘Del Polvo a la Gloria’, también pasé algún tiempo en esto desde una perspectiva bíblica, porque esta pequeña palabra, ‘con’, puede parecer algo insignificante y que apenas lleva alguna profundidad de significado o peso, pero en el idioma griego, hay al menos tres términos que pueden ser y son traducidos por la palabra española, ‘con’.
Está la palabra,’sun’, S-U-N, que, cuando se une a otras palabras y a las raíces, por ejemplo, en hebreo, tienes la sinagoga, la sunagoga, que es el lugar donde la gente viene y se reúnen juntos unos con otros. Por cierto, este prefijo ‘sun’, en griego se encuentra con el prefijo español ‘sin’, S-I-N. Cuando sincronizamos nuestros relojes, los ponemos en la misma página, por así decirlo; nos estamos reuniendo el uno con el otro en el mismo momento, y así la sincronía y similares se refieren a un “junto con” de más de una persona. Ahora, para hacerlo simple, aquí estamos en esta audiencia en vivo aquí hoy y estamos presentes el uno con el otro. Eso significa que somos socios en un grupo de personas. Esa es una manera en que la palabra ‘con’ se usa en griego.
Otra forma es con la palabra ‘meta’. Tenemos la palabra ‘metafísica’, que significa, ‘con’, en el sentido de estar al lado de algo. Si me permiten pedirle a mi estudiante favorito, Roger, que venga y me ayude a ilustrar esto. Roger, ¿adónde vas la semana que viene? (Inglaterra) Vas a Inglaterra a ver a la reina. Muy bien, ¿y quién va a estar contigo? (Mi mamá, mi papá y mis abuelos) Tu mamá, tu papá y tus abuelos. Eso es genial. Bueno, ahora mismo, estás aquí conmigo, ¿no es así, Roger? y estamos de pie uno al lado del otro. Él está a mi lado; él está conmigo.
Ves a dos personas caminando por la calle y están juntas. Y tal vez veas a un marido y a una esposa; y dices, “Oh, aquí está el señor y la señora Tal-y-Tal. Están caminando juntos esta noche. Y la relación es de lado a lado, hombro con hombro. Y así estamos en este lugar, ¿cierto, Roger? Muy bien amigo, muchas gracias. Bien, ese es otro tipo de ‘contigüidad’.Pero todavía hay un tercer tipo de ‘con’ que utilizan los griegos, y está indicado por la palabra griega, «pros» que por cierto, constituye la base de otra palabra griega, que es la palabra griega, «prosopon».
Y la palabra griega ‘prosopon’ es la palabra griega para cara, y lo que tienes aquí con la definición ‘pros’ de ‘con’ es una descripción más íntima de la contigüidad, si se quiere. Describe una relación cara a cara, que es la forma más íntima en que las personas pueden estar unas con otras, en una perspectiva cara a cara de intimidad. se es el término que Juan usa aquí cuando dice: “En el principio existía la Palabra, y la Palabra estaba con Dios”. La palabra estaba pros Dios; el logos estaba en esta relación más cercana posible con Dios. Pero no importa cuánto nos esforcemos aquí con estas diferencias sutiles del uso del término, ‘con’, no importa cómo cortes la palabra, ‘con’, todavía indica una distinción entre dos partes, ¿cierto? Y hasta ahora, todo bien.
En primer lugar, estamos aprendiendo aquí que el logos estaba con Dios desde el principio en una relación íntima, y ahora de repente, toda consternación viene a nuestras mentes cuando vamos al siguiente versículo o a la siguiente cláusula: “Y la Palabra era Dios”, y el logos era Dios. Bueno, espera un minuto, nos estás diciendo por un lado que la Palabra está con Dios; ahora vas al siguiente paso y dices que la Palabra era Dios. Y el verbo que se utiliza aquí es una forma común del verbo griego, ‘ser’; es un verbo de enlace, y se utiliza aquí en la función copulativa, en la que lo que se afirma en el predicado ya se encuentra en el sujeto, de modo que son reversibles: La Palabra era Dios y Dios era la Palabra.
Así que aquí tenemos una clara adscripción de la deidad a la Palabra. Así, por un lado, la Palabra se diferencia de Dios, y de otra manera, la Palabra se identifica con Dios. Ahora, no es solo por este texto, sino por muchos de estos textos en el Nuevo Testamento que la iglesia desarrolló la doctrina de la Trinidad. Hay muchos términos descriptivos utilizados para Jesús en el Nuevo Testamento, pero en los primeros 300 años de la reflexión de la iglesia, lo que dominaba absolutamente el pensamiento de los teólogos era este concepto del logos porque no sólo era muy difícil, sino que nos dio una visión tan exaltada de la naturaleza de Cristo.
Pero de lejos, este no es el único texto, o el único escritor. Juan, por supuesto, es quien nos da el registro de la respuesta de Tomás en el aposento alto, cuando Tomás se mostró escéptico sobre los informes que recibió de las mujeres y de sus amigos de la resurrección de Cristo. Y él dijo: “Si no veo en sus manos la señal de los clavos, y meto el dedo en el lugar de los clavos, y pongo la mano en su costado, no creeré”. Recordamos el registro dramático en el que Cristo se aparece a los discípulos, y muestra sus manos heridas a Tomás e invita a Tomás a poner su mano en la mano, en las heridas de Cristo, o en su costado. Encuentro interesante que las Escrituras nunca nos digan si Thomas lo hizo. Todo lo que sabemos es que vio a Cristo resucitado delante de él, y Cristo hizo la oferta a Tomás de tocarlo, y lo siguiente que las Escrituras nos dicen es que Tomás está de rodillas clamando: “Señor mío y Dios mío”.
Una vez más, los escritores judíos del Nuevo Testamento, en particular, eran muy conscientes no sólo del primer mandamiento del Antiguo Testamento, sino también del segundo mandamiento, el no hacer imágenes talladas y la prohibición que estaba profundamente arraigada en el Antiguo Testamento contra toda forma de idolatría. Y la idolatría se comete cuando a cualquier criatura se le da adoración, de modo que la comprensión de los escritores del Nuevo Testamento era la siguiente: que adorar a Cristo sólo puede ser justificado, si de hecho de alguna manera es divino, porque si no lo es, entonces, en el mejor de los casos, es una criatura.
Y la adoración de la criatura es una violación de la verdadera religión. Es la esencia de la idolatría. Y que Jesús mismo aceptó la adoración de Tomás es muy significativo. Jesús, en otras ocasiones en el Nuevo Testamento, cuando sana en el día de reposo, cuando perdona el pecado, y los fariseos se oponen a eso, dicen: “¿Quién crees que eres? Este hombre se está haciendo igual a Dios”, entendieron la implicancia de lo que Jesús estaba diciendo, porque Jesús dijo: “Hago esto para que sepan que soy el Señor del Día de reposo.”
Ahora, todo judío entendía que el único que era el Señor del día de reposo era Dios, quien instituyó el día de reposo, y Jesús dijo: “Hago estas cosas “para que sepáis que el Hijo del Hombre tiene autoridad en la tierra para perdonar pecados.” Y de nuevo, los judíos reaccionaron con ira porque dijeron que se está atribuyendo los derechos y privilegios y las autoridades que pertenecen a Dios solamente. Y de nuevo, de vuelta al prólogo de Juan, el que se desprende de la declaración: “Y la Palabra era Dios, que estaba en el principio con Dios.“Todas las cosas fueron hechas por medio de Él, y sin Él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho”. Aquí, el logos se identifica con el Creador. Y finalmente, “En él estaba la vida”.
Recuerden lo que Pablo dice en Hechos – que es en Dios que vivimos, nos movemos y tenemos nuestro ser. Decir que la vida está en el logos, que esa es la fuente de la vida, el suministro de energía de la vida, es claramente atribuir deidad a este que se llama el Verbo ola Palabra, y así vemos que, si vamos a tratar el concepto bíblico de Cristo y del Padre y del Hijo, tenemos que tener una fórmula que por un lado hace una clara distinción entre las personas de la trinidad, y una distinción que no destruye la deidad de cada uno, y veremos cómo ocurrió eso en nuestra siguiente lección.
io y me dicen: “Bueno, ¿qué enseñas?” Y les digo: “Enseño teología sistemática”. Ahora, cuando alguien dice que enseña astronomía, todos saben de lo que está hablando, o si está enseñando física, saben de lo que está hablando. Cuando le digo a la gente que enseño teología sistemática, a menudo recibo miradas perplejas inevitablemente la pregunta es: “¿Qué es eso?”
Ahora, ellos han oído hablar de teología, pero la idea de teología sistemática es un término que se ha convertido en una especie de anacronismo para una ciencia misteriosa y lo que vamos a hacer ahora, al embarcarnos en esta nueva serie completa, es ver todo el alcance de lo que llamamos teología sistemática. Habrá una introducción a la teología sistemática. Y, de lo que se trata la teología sistemática es de un estudio sistemático de las principales doctrinas de la fe cristiana. Y lo que quiero hacer hoy en nuestra primera lección es dar una breve introducción a esta ciencia de la teología sistemática y empezar con algunas definiciones básicas. Empecemos con la palabra “teología”.
Todos hemos escuchado esta palabra y vemos que tiene algo en común con muchas de las disciplinas y ciencias. Tiene ese sufijo común, ‘‘logía. Ustedes han oído hablar de biología, fisiología y antropología y de muchas otras ciencias que terminan en esa palabra, ‘logía’. Eso se debe a que el sufijo proviene de la palabra griega ‘logos’ que encontramos en el primer capítulo del Evangelio de Juan, donde leemos: “En el principio existía el Verbo, y el Verbo estaba con Dios, y el Verbo era Dios”. Y esa palabra ‘logos’ es la palabra griega que en español se traduce por la palabra “palabra”. No estoy tartamudeando. Es la palabra griega que se traduce por la palabra en español ‘palabra’. Significa “palabra” o “idea”, o, como un filósofo incluso se arriesgó a traducirlo, como “lógica”, porque es el término del que obtenemos la palabra en español “lógica”.
Entonces, cuando estudiamos biología, estamos viendo una palabra, o la idea, o el concepto, o la lógica de la vida. Si estudiamos zoología, estamos viendo un tipo diferente de palabra, o de lógica, de la vida. Antropología es la palabra o lógica sobre los humanos, siendo anthropos la palabra griega para hombre. Bueno, en el término ‘teología’ la parte principal de la palabra es la palabra griega theos, que significa Dios, de modo que el estudio de la teología es el estudio de la palabra, o la idea, o el concepto, o la lógica de Dios mismo.
Ahora, cuando usamos el término “teología” en la disciplina de la teología, es un término muy, muy amplio. No se refiere exclusivamente a Dios, sino a todas aquellas cosas que Dios nos ha revelado en las Sagradas Escrituras, de modo que parte del estudio de la teología es el estudio de Cristo. A eso llamamos cristología. Al estudio del Espíritu Santo, a eso lo llamamos pneumatología. Al estudio del pecado le llamamos hamartiología. Al estudio de cosas futuras, a eso llamamos escatología. Todas estas son subdivisiones del concepto amplio de lo que llamamos teología; y luego a veces hablamos de teología propia.
Ahora, la teología propia no es para distinguirla de la teología impropia, sino que tiene una referencia específica al estudio de Dios mismo. Ahora, me gusta contar la historia en la que hace varios años me invitaron al campus de una conocida institución cristiana, una universidad cristiana, en la zona central poniente, no era Wheaton. Y en ese momento en particular la institución estaba sin presidente. Su presidente había jubilado y estaban en los trajines de la búsqueda de un nuevo presidente y en el proceso estaban haciendo un auto-análisis de su plan de estudios, de su facultad y de las metas y el propósito de la institución; y se me pidió que viniera al campus para dirigirme a la facultad y a la administración sobre la pregunta: ‘¿Qué es una institución o universidad cristiana? ‘ es decir, ¿Qué es lo que hace ‘cristiana’ a una universidad o institución en sentido específico o único?
Entonces, acepté esa tarea y cuando llegué al campus, el decano me dio un tour por las instalaciones y me mostró la biblioteca y todos los distintos sitios que se podían ver; y me llevó a un breve recorrido por el edificio de oficinas de las facultades y pude ver el departamento de Biología y Economía y todo lo demás. Y noté, cuando pasamos por un par de puertas, que en la oficina de este departamento en particular estaban inscritas las palabras “Departamento de Religión”. No dije nada; solo lo dejé en mi mente. Y esa noche, cuando llegó el momento de dirigirme al profesorado, hice la pregunta frente a los profesores, dije: “Saben, me di cuenta, mientras caminaba por el campus, que tienen un departamento de Religión. ¿Ese departamento siempre se llamó departamento de Religión? Y todos abrieron los ojos.
Finalmente, había un hombre en la parte de atrás que tenía pelo blanco y levantó la mano e indicó que había estado en la facultad durante unos cuarenta años y dijo: “Oh, no, no”. Dijo: “Cambiamos eso hace unos treinta años”. Dije: “¿Cómo se llamaba antes?” Dijo: “Solía llamarse departamento de Teología”. Le dije: “Así que, hace treinta años lo cambiaron de departamento de Teología a departamento de Religión. ¿Por que lo cambiaron?” Y su respuesta fue: “No lo sé”. Y de nuevo, el profesorado me miraba pensando: “¿De qué está hablando este tipo? ¿Qué diferencia hace? “Y dije: “Permítanme decirles cuál es la diferencia”.
Clásicamente, el estudio de la religión está vinculado en el mundo académico al contexto más amplio de la sociología o la antropología porque la religión es un estudio de cómo se comportan los seres humanos en un entorno específico con sus prácticas de culto; es decir, cómo adoran, cómo oran y de qué se trata su vida religiosa en la tierra, es decir, es un estudio de las prácticas humanas; mientras que el estudio de la teología es el estudio de Dios.
Y hay una gran diferencia entre estudiar las aprehensiones humanas de la religión y estudiar la naturaleza y el carácter de Dios mismo. El primero es puramente natural en su orientación. El segundo es sobrenatural, que trata de lo que está por encima y más allá de las cosas de este mundo”. Y dije: “Me pidieron que hablara sobre ‘¿qué es una institución cristiana?’ Una institución o universidad cristiana es aquella que está comprometida con la premisa de que la verdad suprema es la verdad de Dios y Él es el fundamento y la fuente de toda otra verdad; y todo lo demás que aprendemos, ya sea economía, filosofía, biología o matemáticas, tiene que entenderse a la luz de la realidad general del carácter de Dios “. Por eso, en la Edad Media, a la teología se la llamaba la “reina de las ciencias” y a la filosofía “su sirvienta”.
Ahora, por supuesto, la reina ha sido arrancada de su trono y, en muchos casos, ha sido llevada al exilio y ahora reina un suplantador. Y reemplazamos la teología con la religión y tienes departamentos de Religión en prácticamente todas las universidades seculares del país. Y sospecho que la razón por la cual esa universidad cambió de teología a religión fue para alinearse con los movimientos y las corrientes actuales del mundo académico en la arena secular, o tal vez simplemente para poder transferir créditos de sus estudiantes de una institución cristiana a una no cristiana. Pero lo que nos toca tratar en este curso no es el estudio de la religión, sino el estudio de la teología, las cosas de Dios como Dios se revela a nosotros desde arriba.
Ahora, ¿qué pasa con la segunda parte del título donde usamos esta palabra: sistemática? Ahora, encuentro que hay muchas, muchas personas que se sienten cómodas con la palabra “teología”, pero tiemblan cuando escuchan el término calificativo “sistemática”. Vivimos en una época en la que existe una aversión o alergia generalizada a los sistemas, no a los sistemas inanimados. Seguimos respetando y honrando la importancia de los sistemas informáticos, los sistemas de alarma de incendios, los sistemas de circuitos eléctricos. Entendemos cosas tan importantes como ese tipo de sistemas, pero cuando piensas en un sistema de pensamiento o un sistema para comprender la vida y el mundo de una persona de una manera coherente, es allí donde la gente tiende a ahogarse con la palabra ‘sistémico’ o ‘ sistemático’. Y hay una razón para eso.
Hemos visto, en los últimos cien años más o menos, una revuelta masiva en el mundo filosófico contra los sistemas de pensamiento. Una de las filosofías más influyentes que haya surgido en la historia occidental ha sido la filosofía conocida como existencialismo y una de las razones por las que se llama “existencialismo” y esa es otra pregunta que me hacen todo el tiempo. Cuando la gente escucha “existencialismo”, dice: “¿Qué es el existencialismo?” Yo digo, “El existencialismo es una filosofía de la existencia” y ellos dicen: “Oh. ¿Qué significa eso?” Bueno, realmente es una forma de ver la experiencia humana de una manera que presupone que no existe la verdad esencial, solo una existencia particular, discreta y distintiva, no esencia, sino existencia.
Por definición, el existencialismo aborrece algún sistema genérico de realidad. Es un sistema, quiero decir, es un antisistema que cree en verdades, pero no en la verdad, en propósitos, pero no en el propósito porque no cree que la realidad deba entenderse de manera ordenada, porque para el existencialista, estamos metidos en un mundo que, en última instancia, es caótico y, a menudo, se entiende que carece de significado, de propósito. Simplemente enfrentas la vida tal como se presenta en los pequeños fragmentos de la experiencia diaria, pero no hay un punto de vista general que le dé sentido a toda la vida porque, en última instancia, la vida no tiene sentido. Y eso ha tenido un impacto tremendo en nuestra cultura con su fruto del relativismo y el pluralismo, y ustedes han oído hablar de esas escuelas de pensamiento, donde el relativista dice: “No hay verdad absoluta excepto la verdad absoluta de que no hay absolutamente ninguna verdad absoluta. Toda verdad es relativa.
Es relativo a la persona que lo tiene y lo que es cierto para uno puede ser falso para otro”, por lo que no hay ningún esfuerzo por llevar los dos puntos de vista a una armonía o a un acuerdo, que es lo que un sistema buscaría hacer, porque según el relativismo, no hay posibilidad de tener una comprensión sistemática de la verdad. Ahora, eso ha tenido un gran impacto en la teología y lo encontramos todos los días, incluso en los seminarios. En cierto sentido, el arte de la teología sistemática rápidamente está siendo una disciplina perdida y olvidada, y algunos, incluso en el seminario, le dicen a la teología sistemática, “¡Que te vaya bien!”
La teología sistemática tiene mala reputación, no solo por el impacto del pensamiento existencial y del relativismo y el pluralismo, sino también porque algunas personas entienden que la teología sistemática es esto: que alguien desarrolla un sistema filosófico, dígase, Descartes y su racionalismo o un John Locke y su empirismo, él o ella aprenden una red o sistema filosófico natural, y luego ellos llegan a la fe cristiana, y llegan a la Biblia y tratan de encajar a la fuerza la Biblia dentro de ese sistema filosófico preconcebido para que el sistema filosófico preconcebido empiece a dictaminar cómo entender las Escrituras.
Así que no vienes a las Escrituras y escuchas la Palabra de Dios y buscas entenderla en sus propios términos, sino que vienes a las Escrituras con este sistema preconcebido, que funciona como una especie de lecho de Procusto. Y ustedes recuerdan la historia de Procusto, que no cabía en la cama, así que la solución fue hacer ¿qué? Cortar los brazos y las piernas para que el hombre se ajuste a la cama, en lugar de agrandar la cama. Y entonces vemos que, a veces, una aversión a la teología sistemática, con el supuesto de que, si alguien tiene un sistema filosófico, llega a las Escrituras y luego trata de encajar, forzar y apretar cada pieza de la Escritura en este sistema de pensamiento preconcebido.
Bueno, históricamente, la teología sistemática clásica se ha opuesto tan fuertemente a ese tipo de cosas como algunos incluso lo han hecho hoy. La idea de la teología sistemática, originalmente, se basaba en ciertas suposiciones y aquí están las suposiciones: Primero, que Dios se ha revelado a sí mismo, no solo en la naturaleza, sino a través de los escritos de los profetas y apóstoles y que la Biblia es la Palabra de Dios. Es la teología por excelencia. Es el logos completo del theos. Es la divina Palabra de Dios. Y la segunda suposición es que cuando Dios se revela a sí mismo, se revela de acuerdo con su propio carácter y de acuerdo con su propia naturaleza, y como nos dicen las Escrituras, Dios no es el autor de la confusión.
Dios es el Dios que crea un cosmos ordenado. No es el autor del caos. Dios no es autor de la confusión porque Dios no está confundido. Nunca se confunde. Dios piensa con claridad y habla de una manera que es entendido, que debe ser inteligible. Y así, una suposición adicional sobre las Escrituras es que la revelación que Dios nos da en las Sagradas Escrituras es una revelación que manifiesta estas cualidades: que hay una unidad en la Palabra de Dios.
Evidentemente, existe una gran diversidad. La Palabra de Dios está escrita a lo largo de muchos siglos, por muchos autores, sobre una variedad de temas diferentes, pero dentro de esa diversidad de información y contenido que encontramos en las Escrituras, donde aquí habla de cosas futuras, aquí habla de una expiación, aquí habla de una encarnación, aquí habla del juicio de Dios, allí la misericordia de Dios, aquí la ira de Dios; todos estos temas diferentes, sin embargo, tienen su unidad en Dios mismo y en la mente de Dios, de modo que cuando Dios habla y se revela a sí mismo, hay una unidad de ese contenido y hay una coherencia o congruencia.
El Espíritu Santo no es incoherente. Las cosas que Dios revela no son incoherentes. Están unificados, son coherentes y, finalmente, son consistentes. Son consistentes. Ahora, en ese sentido, son racionales. No son el fruto de una especulación racional, pero no son irracionales en el sentido de que la verdad de Dios encaja en un todo maravilloso. Tiene sentido, es consistente, es coherente y está unificado. Ustedes han oído la afirmación de que la coherencia es el duende de las mentes pequeñas. Si eso es cierto, entonces tendría que decir que la mente más pequeña que existe es la mente de Dios porque una de las cosas que podemos decir con confianza acerca de Dios, en Su ser y en Su carácter, es que Él es consistente. Es coherente consigo mismo. Él es el mismo ayer, hoy y siempre.
Ahora, cuando estamos involucrados en la tarea de la teología sistemática, lo que eso significa es que llegamos a todo el alcance de las Escrituras y estamos tratando de mirar cada pieza de ese libro que Dios nos ha dado y hacer la pregunta: “¿Cómo encaja todo junto?” de modo que el sistema que estamos buscando no es un sistema que traemos a la Biblia y forzamos la Biblia, exprimimos para que se ajuste a ella, sino que queremos llegar a las Escrituras y aprender el sistema que está allí. Queremos ver cómo encajan todas las partes de la Biblia.
Entonces, en los seminarios, donde tienes un departamento de teología sistemática, a diferencia del departamento del Nuevo Testamento, o el departamento del Antiguo Testamento, la idea es que el teólogo sistemático no trabaja en el vacío, ignorando la investigación académica del profesor de Antiguo Testamento o del profesor de Nuevo Testamento; de hecho, el sistemático siempre depende de la información traída a la mesa por los estudiosos bíblicos y es tarea del sistemático reunir todo y mostrar cómo encaja en un todo significativo.
Ahora, esa es una tarea intimidante, sin duda, y estoy convencido de que nadie lo ha hecho nunca a la perfección. Sin embargo, una de las grandes alegrías de mi vida, en el estudio de la teología sistemática y una de las cosas que nunca deja de asombrarme, quiero decir que me abruma a veces, es la simetría detallada, específica e intrincada de todo el alcance de la revelación divina. Y una de las cosas que incluso es frustrante como maestro, es que estaré enseñando un alcance limitado de teología en el seminario, digamos en la cruz y alguien de aquí hará una pregunta en medio de la clase sobre el nacimiento virginal y quieren saber cómo encajan esos dos. Y me siento tentado a decir: “Oh, lo estudiaremos en otro momento”.
Pero los estudiantes parecen estar siempre adelantados, anticipando más preguntas porque entienden que un punto de la teología se refiere a todos los demás puntos de la teología. Cuando Dios habla de manera coherente, cada detalle que dice tiene un impacto en todos los demás detalles, por lo que es una tarea continua en la búsqueda de que veamos cómo todas las piezas encajan juntas en un todo orgánico, significativo, consistente y coherente. Ese es el trabajo que tenemos y eso es lo que les presentaremos en esta serie de conferencias.