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Cuando ministerios Ligonier empezó hace muchos, muchos años atrás, fuimos visitados por un hombre cuyo trabajo era ser consultor para varios negocios y ministerios cristianos. Él nos estaba ayudando a definir nuestro propósito, y me dijo: «RC, ¿qué es lo más importante que este ministerio está diseñado para hacer?» Yo dije, «Eso es fácil», me preguntó, «¿Qué?» Le respondí: «Para ayudar a la gente a descubrir quién es Dios», y me apresuré a agregarle: «No que Dios sea», porque como ya hemos visto en nuestro estudio de la revelación general, Dios ha manifestado claramente su existencia a todas las criaturas de este planeta, y todos, sea que lo reconozcan o no, saben que Dios existe.
Pero necesitamos llegar a una comprensión más profunda de quién es Él, cuál es su carácter, cuál es su naturaleza, porque no hay nada en la teología que defina todo lo demás tan exhaustivamente como nuestra comprensión de Dios. De hecho, llegaré hasta el punto de decir que, a medida que entendamos el carácter de Dios, entenderemos cualquier otra doctrina en nuestro pensamiento. Ellos están tan estrechamente relacionados. Ahora, en la historia de la teología sistemática académica, es costumbre que lo primero que estudies o trates en teología propia o sobre la doctrina de Dios es la doctrina de lo que se conoce como la incomprensibilidad de Dios.
Ahora, eso casi parece al inicio del comienzo de tu estudio de Dios como un descargo de responsabilidad que dice, «Bueno, vamos a empezar a estudiar algo de lo que no sabemos nada, y no sólo no sabemos nada, sino que no podemos saber nada al respecto», porque cuando usamos el término, ‘incomprensible’, en nuestras formas de hablar habituales, lo que queremos decir es ininteligible, incomprensible, simplemente no puede comprenderlo, es inconcebible. Y entonces, ¿por qué ir más allá en el estudio de la teología si al inicio dices que la doctrina de Dios es tal que Dios mismo es incomprensible?
Bueno, este es uno de esos casos en los que un término teológico se utiliza de una manera más estrecha, distinta y precisa de lo que se utiliza comúnmente en el habla cotidiana. Lo que significa “incomprensible” con respecto a Dios no es que no podamos saber nada de Él, sino que nuestro conocimiento de Dios siempre será limitado, que podemos tener un conocimiento perceptivo de Dios, un conocimiento significativo de Dios, pero nunca podremos, ni siquiera en el cielo, tener un conocimiento de Dios que comprenda totalmente, exhaustivamente todo lo que Él es. En este sentido, estamos hablando de ser integrales en términos de ser totales o completos en nuestro entendimiento y, por lo tanto, al principio, decimos que Dios es incomprensible en el sentido de que ninguno de nosotros tiene o nunca tendrá una comprensión exhaustiva de Dios.
Ahora, una de las razones para esto fue articulado por Juan Calvino en una famosa frase latina que le dio a la iglesia. Fue utilizado en dos arenas diferentes de la teología, y es la frase, «Finitum non capax infinitum». Ahora, incluso esta frase en latín, para confundir las aguas un poco más, se puede interpretar de dos maneras distintas. Dice que lo finito no puede llenar lo infinito, y la razón por la que se puede traducir de dos maneras distintas es que esta palabra, ‘capax’, se puede traducir de dos maneras distintas. Y esas dos maneras diferentes son las siguientes: una, lo infinito no puede contener – o lo finito no puede contener lo infinito. Eso es simple, ¿no? Si tuviera un vaso que equivale a un vaso de 250ml, ese vaso no podría contener un millón de litros de agua o una cantidad infinita de agua porque sólo tiene un volumen finito, por lo que lo finito no puede contener el infinito.
Pero otro significado de la palabra ‘capax’ es la palabra, ‘captar’ y eso es, de nuevo, para comprender en su totalidad. Entonces, una vez más, mi mente es finita, y mi mente finita no tiene la habilidad o la capacidad de captar todo lo que Dios es. Sus caminos no son nuestros caminos. ¿Quién puede ascender a los cielos y bajar a Dios, y todo lo demás? Sus pensamientos no son nuestros pensamientos; Supera nuestra capacidad de comprenderlo en su plenitud. Ahora, si ese es el caso y que lo finito no puede captar lo infinito, ¿cómo podemos nosotros como seres humanos que somos finitos, aprender algo sobre Dios o tener algún conocimiento valioso o significativo de quién es Dios?
Una vez más, puedo referirme a Calvino, quien dice que parte de la gracia y la misericordia de Dios es que Dios es condescendiente y; Él, por así decirlo, lo hace para nuestro beneficio, dirigiéndose a nosotros en nuestros términos y en nuestras propias formas de lenguaje; al igual que un padre puede balbucear cuando habla con un bebé; lo llamamos hablar como bebito. Pero se comunica algo que es significativo e inteligible. Así que lo primero que entendemos sobre nuestro conocimiento de Dios y sobre el lenguaje que la Biblia utiliza sobre Dios es que ese lenguaje es denominado lenguaje antropomórfico.
Ahora, no dejes que esta palabra grande y larga te asuste, porque incluye dentro de ella palabras con las que estás muy familiarizado. Has oído hablar del término «antropología», que es la ciencia o el estudio de los seres humanos; y la antropología se llama antropología porque viene de la palabra anthropos, que es la palabra griega para hombre, humanidad o humano. Y la morfología es el estudio de las formas y los moldes; de hecho, cada uno de nosotros tiene una forma física distintiva; hay mesomorfos y endomorfos y cosas así. Y entendemos que hay – que existe una subdivisión de la ciencia que se llama morfología. Así que antropomórfico simplemente significa, ‘en forma humana’.
Ahora, vemos esto muy simplemente cuando Dios nos habla en las Escrituras y Él dice que la tierra es su trono – Quiero decir, los cielos son su trono y la tierra es su estrado, y visualizamos o imaginamos en nuestra mente a esta inmensa deidad que está sentada en el cielo y extendiendo sus pies sobre la tierra, la cual usa como estrado de sus pies o como su otomano. Pero ninguno de nosotros, espero, realmente piensa que Dios sea así. A menudo se describe a Dios con el uso de descripciones físicas. Hay menciones de sus ojos, de su cabeza, de la fuerza de su brazo derecho, de sus pies, y de su boca y cosas por el estilo; sin embargo, al mismo tiempo, las Escrituras vienen y nos dicen que Dios no es hombre, que es espíritu y que Él no es físico. No obstante, la Biblia habla de Dios en términos físicos. Y no sólo utiliza el lenguaje físico humano para describir a Dios, sino que incluso usará el lenguaje emocional físico. Dirá que Dios se arrepintió de hacer algo, y más adelante, la Escritura nos recordará que Dios no es un hombre para que se arrepienta, sino que describirán a Dios en términos humanos en ciertos casos y narraciones en la Biblia porque es la única manera en que podemos hablar de Dios.
Podemos decir que es dueño del ganado en mil colinas; ¿interpretamos que eso significa que Dios es el gran ganadero en el cielo que baja y tiene un tiroteo de vez en cuando en el rancho con el diablo? No, lo que esa imagen nos comunica es que Dios es poderoso, es rico, es autosuficiente como lo estaría un ranchero en la tierra cuando posee el ganado en mil colinas.
Así que usamos lenguaje antropomórfico. La Biblia utiliza lenguaje antropomórfico o lenguaje humano para hablar de Dios, y tenemos que ser muy cuidadosos como lo es la Biblia cuando la Biblia, por un lado, afirma lo que dice sobre Dios usando estas formas, y luego más adelante, de una forma didáctica más abstracta, nos advierte que Dios no es hombre.
Ahora, a veces pensamos que cuando entramos en el lenguaje teológico técnico abstracto, escapamos del lenguaje antropomórfico. En lugar de decir que Dios es dueño del ganado en mil colinas, podría decir que Dios es omnipotente; y digo, ahora tengo una palabra elegante aquí, un término abstracto que significa ‘omni’ – todo, ‘potente’ – ‘poderoso’, y creo que tal vez porque ahora tengo una palabra técnica más sofisticada, abstracta, ahora estoy por encima del reino del ser humano. No, todavía la única manera en que puedo entender la palabra ‘omni’, o ‘todo’, es por mi punto de referencia como ser humano para entender lo que ‘todo’ significa. Cuando miro a la gente de esta sala y digo, «Toda la gente aquí en esta sala» – o mi comprensión del poder, porque no tengo la mente de Dios.
No concibo el poder de la misma manera que Dios concibe el poder. Tiene una comprensión infinita del poder; Yo tengo una comprensión finita del poder, y Dios, afortunadamente, no nos habla en su idioma. Nos habla en el nuestro. Y debido a que nos habla en el único idioma que podemos entender, somos capaces de captarlo. En otras palabras, todo el lenguaje bíblico es antropomórfico, y todo el lenguaje sobre Dios es antropomórfico, porque el único idioma que tenemos a nuestra disposición es el lenguaje antropomórfico porque somos anthropoi; somos seres humanos. Ahora, debido a estos límites impuestos por la diferencia, el abismo, entre el Dios infinito y los seres humanos finitos, la iglesia ha tenido que ser muy cuidadosa al definir las diferentes maneras en las que describimos a Dios, y mencionaré algunas de esas ahora.
Una de las formas más comunes en la teología que hablamos sobre Dios o describimos a Dios es por lo que se llama el via negationis. Y la vía, si alguna vez has estado en Europa o en Italia, se ve lo que la palabra vía significa. Dije que estamos hablando de maneras de hablar; la Vía Dolorosa en Jerusalén es el «camino del dolor» o el «camino de sufrimiento». Una vía es un camino o una ruta; y la palabra, ‘negationis’, simplemente significa ‘negación’. Así que el camino de la negación es una de las principales formas en que hablamos de Dios.
Ahora, ¿qué es esto? Bueno, todo eso usamos para describir a Dios a veces diciendo lo que no es. Y hasta ahora hemos dicho que Dios es infinito. Bueno, ¿qué significa esa palabra? Que no es finito. Entendemos lo que es la finitud, que es limitada, está ligada, y cosas así; y cuando hablamos de Dios, decimos que Dios no es como nosotros en ese sentido. Todos somos finitos, pero Dios no es finito. Él no es finito, es infinito. Y una de las otras características que encontramos en todas las criaturas en este mundo es que todas cambian de tiempo en tiempo – como mínimo envejecemos – y somos, por lo tanto, mutables, ¿no lo somos?, porque sufrimos cambios o sufrimos alteraciones, mutaciones. Cuando hablamos de Dios, ¿qué decimos? Él es inmutable; eso significa que no es mutable. Entonces, ¿puedes ver en este punto lo que estamos diciendo sobre Dios es lo que Él no es.
Ahora, hay algunas personas, escépticos, quienes dicen que eso es todo lo que puedes decir sobre Dios es lo que Él no es, pero la teología bíblica enseña que, además de hablar de Dios por medio de la negación, hay otras dos maneras en que hablamos de Dios. Una es la que se llama la vía eminentiae o el camino de la eminencia, y ahí es donde tomamos conceptos o referencias humanas conocidas y los llevamos al grado n, como lo hacemos con las palabras que ya he mencionado, omnipotencia, omnisciencia. Si tienes alguna comprensión de lo que es la ciencia o lo que es el conocimiento, y sabes que hay un límite a tu conocimiento, y que tienes algún conocimiento, entonces eres algo-sciente; no eres omni-sciente.
Tomamos la palabra «conocimiento» o «ciencia», en este caso, «sciente»; lo elevamos hasta el grado supremo y lo aplicamos a Dios; es decir, que tiene un conocimiento eminente. Es omni-conocedor; Es omni-presente. Estás localmente presente, estás presente localmente, estoy presente localmente, pero Dios está todo presente y todopoderoso y así sucesivamente. Y así construyes esta visión intensificada donde proyectas hasta el grado n los conceptos con los que puedes relacionarte, y lo entiendes como parte de tu punto de referencia común y los refieres a Dios.
Y el tercero es lo que se llama el via affirmatos. No me molestaré en escribirlo; simplemente significa, ‘el camino de la afirmación’, donde hacemos declaraciones específicas sobre el carácter de Dios, es decir, que Dios es uno, que Dios es santo, que Dios es soberano, etc., donde estamos atribuyendo positivamente ciertas características a Dios y afirmando que son verdaderas en Él.Ahora, otra cosa que tenemos que ver como un modo de hablar de Dios con respecto a su incomprensibilidad son otras tres formas distintivas de habla humana, tres tipos de lenguaje que la iglesia ha delineado históricamente. El primer tipo se llama univocal repito otra vez, univocal; el segundo es equivocal; y el tercero es analógico. Ahora, esta es la diferencia entre estos términos.
El lenguaje univocal o unívoco significa o se refiere al uso de un término descriptivo que, cuando se aplica a dos seres diferentes, significa exactamente lo mismo; hay una unidad de lo que se está diciendo. Por ejemplo, si mi entendimiento del amor de Dios, y yo tomo el término ‘amor’ como lo entiendo como ser humano y dije que Dios tiene amor exactamente de la misma manera que yo tengo amor, estaría hablando unívocamente. Es decir, el significado del amor significaría lo mismo si se aplica a ti o si se aplica a Dios. Permítanme usar un término más fácil, la palabra ‘bueno’. Si digo que Dios es bueno, ¿quiero decir con eso exactamente lo mismo que lo que quiero decir cuando me refiero a un ser humano como «Esa es una buena persona», o quiero decir algo más cuando hablo de la bondad de Dios?
Para ilustrarlo de una manera más sencilla, tengo algunos perros en casa, y si alguien dice, «¿Son buenos perros?», respondo, «Sí, son buenos perros». ¿Qué quiero decir con eso? No estoy diciendo lo mismo cuando digo que mi perro es bueno que cuando digo que mi vecino es bueno. Cuando digo que mi perro es bueno, lo que quiero decir es que viene cuando lo llamo, está domesticado, y no muerde al cartero en la pierna. Pero si me dijeras, «Bueno, qué opinas de fulano de tal sobre esto», y digo, «Bueno, este tipo es un buen hombre», no quiero decir con eso que está domesticado, que venga cuando lo llame, y no muerda al cartero en la pierna.
El término ‘bueno’ adquiere una nueva connotación cuando me refiero a un ser humano, que cuando me refiero a un perro. Así que allí, el significado del término cambia cuando se aplica a dos seres diferentes. Ahora bien, univocal no permitiría tales cambios y el punto que hacemos aquí, tal como dijo Agustín, de que todo lo que se afirma de Dios unívocamente o que se afirma de Dios de alguna manera debe ser negado en su sentido unívoco porque Dios nunca es exactamente lo mismo que nosotros.
Equívoco es cuando el significado de un término cambia radicalmente cuando se utiliza para dos seres diferentes. Mi ilustración para esto es si vas a una lectura dramática en algún lugar público, y tal vez Vargas Llosa estaba en la ciudad o García Márquez u Octavio Paz o algún gran dramaturgo y fuiste a verlos leer una porción de poesía o prosa. Y volviste a casa, y te decepcionaste, y alguien te dijo: «Bueno, ¿cómo te fue?» Y tú dijiste, «Bueno, fue una narrativa pelada». ¿Qué quieres decir con «Es una narrativa pelada»?
No estás queriendo decir que la narrativa no tenía un pelo en la cabeza. Lo que quieres decir es que algo está faltando. No había ningún dinamismo; no había ninguna pasión. Y al igual que algo falta en la cabeza de una persona pelada, es decir, el pelo, por lo que había algo que faltaba en la lectura dramática. Y eso es suponer mucho. Es un uso metafórico de pelado, ¿no? Y te estás yendo bastante lejos de significar lo mismo cuando lo estás aplicando a dos asuntos diferentes.
Ahora, en algún lugar entre unívoco y equívoco es lo que llamamos análogo. Y una analogía se llama analogía porque es un tipo de representación que se basa en la proporción, donde el significado cambia en proporción directa a la diferencia de las cosas que se describen. Eso es lo que estaba resaltando con el perro bueno, el hombre bueno, el Dios bueno, para que haya un aumento en los significados; que cuando decimos que Dios es bueno, queremos decir que su bondad es como o similar a nuestra bondad, no es idéntica, sino suficientemente parecida como para que podamos hablar de forma significativa unos con otros.
Entonces, el principio fundamental aquí es que a pesar de que no conocemos a Dios de forma exhaustiva y completa, tenemos una manera significativa de hablar de Dios porque Dios se ha dirigido a nosotros en nuestros términos y nos ha hecho a su imagen para que haya una analogía entre nosotros y Él, y eso nos da una vía de comunicación entre Dios y nosotros.