
El Espíritu Santo
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Este artículo forma parte de la colección 5 cosas que debes saber.
Recientemente me he convertido en bisabuelo, recibiendo a dos bisnietas y a un bisnieto en nuestra familia. Aquí te presento algunos pensamientos bíblicos sobre la crianza de los hijos y que estoy transmitiendo a mis nietos y a sus cónyuges.
1. La crianza es un llamado importante que Dios te ha dado.
El Salmo 78 viene a la mente:
Porque Él estableció un testimonio en Jacob,
Y puso una ley en Israel,
La cual ordenó a nuestros padres
Que enseñaran a sus hijos,
Para que la generación venidera lo supiera, aun los hijos que habían de nacer,
Y estos se levantaran y lo contaran a sus hijos,
Para que ellos pusieran su confianza en Dios,
Y no se olvidaran de las obras de Dios (Sal 78:5-7).
¿Qué podría ser más importante que transmitir la verdad acerca de Dios a la próxima generación? ¿Qué legado podría ser más significativo que generación tras generación ponga su esperanza en Dios? Tendrás muchas oportunidades desafiantes en tu vida, pero pocas serán tan impactantes como criar a los hijos «en la disciplina e instrucción del Señor» (Ef 6:4).
2. Es fundamental aprender a vivir bajo autoridad.
En Efesios 6:1-3, Dios se dirige a los hijos: «Hijos, obedezcan a sus padres en el Señor, porque esto es justo. Honra a tu padre y a tu madre (que es el primer mandamiento con promesa), para que te vaya bien, y para que tengas larga vida sobre la tierra». Dios ha trazado un círculo en el cual los niños deben vivir. El límite del círculo es honrar y obedecer a los padres. Dios promete bendiciones maravillosas cuando un niño vive dentro del círculo: le irá bien y disfrutará de una larga vida.
Estas son bendiciones que todo niño y padre desean. Honrar y obedecer es más profundo que simplemente hacer lo que se nos dice. Confiar y obedecer a Dios es un compromiso de fe. Cuando enseñas a tus hijos a estar bajo autoridad, les muestras la verdad fundamental de que la sumisión a la autoridad de Dios es el camino hacia la bendición.
3. El corazón es el manantial de la vida.
Con toda diligencia guarda tu corazón,
Porque de él brotan los manantiales de la vida (Pr 4:23).
La vida fluye desde el corazón. El problema que enfrentamos no se limita únicamente a las formas en que pecamos, sino al pecado que subyace bajo el pecado. Son el orgullo, el egocentrismo compulsivo, el amor propio, la envidia y las diversas actitudes pecaminosas del corazón lo que motiva el comportamiento. Para los padres es fácil centrarse en el comportamiento y pasar por alto el corazón.
Jesús nos recuerda que comportamientos como la codicia, el engaño, la envidia, la calumnia, la arrogancia y el orgullo fluyen desde el corazón (ver Mr 7:22-23). Una parte fundamental de la tarea de ser padres es ayudar a los hijos a identificar las actitudes del corazón que subyacen en las formas en que pecan. Por supuesto, comprender las actitudes del corazón que yacen bajo tus propios pecados persistentes facilitará el hacer buenas preguntas que ayuden a tus hijos a entender sus corazones.
4. Mantén el evangelio en el centro.
El corazón de nuestra fe no radica en cómo ser lo suficientemente buenos para ganar la vida eterna. El corazón de nuestra fe es Aquel que fue lo suficientemente bueno. Jesús se encarnó para ser nuestro Salvador. Él vivió la vida que nosotros no podíamos vivir; vivió sin pecado para que pudiéramos tener justicia. Él murió la muerte que nosotros no podíamos morir; entregó Su vida en la cruz para librarnos de la culpa y la condenación de nuestro pecado. Fue resucitado para nuestra justificación. Incluso ahora, Él ora por nosotros a la diestra del Padre.
Esta esperanza de gracia, perdón, salvación y empoderamiento es una verdad que nuestros hijos (y nosotros mismos) siempre necesitamos. Al corregir y discipular, mantén siempre ante tus hijos la esperanza del evangelio. Negamos el evangelio cuando les decimos a los niños que pueden ser buenos por su propia fuerza. El ánimo que nos da Hebreos 2:17 es que Jesús, como hombre, sufrió la tentación y puede ayudarnos en la nuestra.
5. Lo que modelas es poderoso.
Deuteronomio 6:5 capta esta verdad: «Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu fuerza». Tu amor por Dios, tu gozo en Él, y tu gratitud y satisfacción por todo lo que Dios es para ti en Cristo son verdades importantes que debes modelar para tus hijos. Los siguientes versículos capturan cuán esencial es este modelo: «Estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón. Las enseñarás diligentemente a tus hijos…» (Dt 6:6-7).
Cada día, al convivir con tus hijos, estás presentando una perspectiva de la realidad. Les estás mostrando que crees que Dios es bueno y que recompensa a quienes lo buscan. Al amar a Dios y a los demás, demuestras la verdad de que la ley de Dios es buena. Al dar prioridad a la adoración, les comunicas que la vida se encuentra en Dios. Cuando eres amable con quienes no lo son, demuestras la magnanimidad y bondad de Dios. Todo lo que haces ofrece una narrativa de verdad para tus hijos.
Tu sumisión a Dios en todas las cosas, tu honestidad acerca de las formas en que tu corazón tiende a desviarse y tu esperanza en la gracia del evangelio, todo ello ofrece una narrativa para tus hijos. Criar hijos para Dios es una de las obras más grandiosas que jamás realizarás.