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Nota del editor: Este es el segundo capítulo en la serie de artículos de Tabletalk Magazine: Lo que realmente dijo N.T. Wright
«No somos justificados por la fe al creer en la justificación por la fe. Somos justificados por la fe al creer en el evangelio mismo, en otras palabras, que Jesús es el Señor y que Dios lo resucitó de entre los muertos». — N.T. Wright, New Perspectives on Paul [Nuevas perspectivas sobre Pablo], en Justification in Perspective [La justificación en perspectiva], p. 261.
En los últimos años, el obispo británico y erudito del Nuevo Testamento N.T. Wright se ha convertido en un icono de la teología bíblica en todo el mundo. Su excelente trabajo sobre la resurrección de Cristo ha influido en muchas personas, incluyendo al filósofo más famoso de su país y ex ateo Antony Flew, que se ha convertido al deísmo. Sin embargo, Wright también es conocido por ser uno de los principales artífices de la llamada nueva perspectiva sobre Pablo, en la que refunde la doctrina de la justificación de forma que trasciende la disputa histórica entre el catolicismo romano y el protestantismo de la Reforma. En cierto sentido, Wright dice que es «una viruela en ambas casas», afirmando que tanto Roma como la Reforma malinterpretaron y distorsionaron la visión bíblica de la justificación. En su respuesta a la crítica de John Piper a su obra, Wright deja ver un menosprecio condescendiente hacia Piper y hacia los que abrazan la visión protestante tradicional de la justificación. Él critica las tradiciones teológicas que, en su opinión, no tienen en cuenta el punto de vista bíblico.

En el transcurso de un debate, uno de los argumentos más eficaces y falaces que a menudo se utilizan es la falacia del «hombre de paja». La utilidad que tiene un espantapájaros es que es un ser humano falso, diseñado para ahuyentar a los cuervos. Es un dispositivo eficaz, pero no tanto como un granjero real patrullando sus campos con una escopeta en mano. El granjero hecho de paja no es ni de lejos tan formidable como el real. Esto es lo que ocurre cuando comparamos lo auténtico y lo falso. La falacia del hombre de paja se produce cuando uno crea una visión falsa de la posición de su oponente, crea una caricatura distorsionada y luego la desmonta fácilmente en una refutación total.
Una de las afirmaciones que N.T. Wright emplea, utilizando esta misma estratagema, es la afirmación de que «no somos justificados por la fe al creer en la justificación por la fe». Insinuar que la ortodoxia protestante cree que somos justificados por creer en la doctrina de la justificación por la fe es crear al rey de todos los hombres de paja. Es el Goliat de los espantapájaros, el King Kong de las falacias de los hombres de paja. En otras palabras, es un cuento. No conozco a un solo teólogo en la historia de la tradición reformada que crea o argumente que una persona puede ser justificada por creer en la doctrina de la justificación por la fe. Esto no es más que una distorsión pura y dura de la tradición reformada.
En la declaración de Wright vemos un argumento de hombre de paja que se cae por su propio peso. Contiene más paja de la que el palo puede soportar. La doctrina de la justificación por la fe sola no solo no enseña que la justificación sea por creer en la doctrina de la justificación por la fe sola, sino que, de hecho, enseña algo completamente antitético a esa idea. La frase «justificación por la fe sola» es una abreviatura teológica para decir que la justificación es por Cristo solo. Cualquiera que entienda y defienda la doctrina de la justificación por la fe sola sabe que lo que justifica es su punto central: la confianza en Cristo y no la confianza en una doctrina.
Uno de los términos clave de la frase «justificación por la fe» es la palabra «por», que señala que la fe es el medio o instrumento que nos vincula a Cristo y a Sus beneficios. El concepto indica que la fe es la causa «instrumental» de nuestra justificación. Lo que se plantea en la formulación protestante es una diferencia con la visión católica romana de la causa instrumental. Roma declara que el sacramento del bautismo en primer lugar y la penitencia en segundo, son las causas instrumentales de la justificación. Así que la disputa sobre cuál instrumento es la base por la que somos justificados fue y sigue siendo fundamental en la disputa clásica entre Roma y el protestantismo. El punto de vista protestante, siguiendo la enseñanza de Pablo en el Nuevo Testamento, es que la fe es el único instrumento por el que estamos vinculados a Cristo.
Estrechamente relacionado con esto está el tema tan disputado de los fundamentos de nuestra justificación ante Dios. Aquí es donde el concepto bíblico de imputación es tan importante. Los que niegan la imputación como fundamento de nuestra justificación declaran que se trata de una ficción legal, de un error judicial o incluso de la manifestación de un abuso infantil cósmico. Pero, al mismo tiempo, es la explicación bíblica del fundamento de nuestra redención. Ningún texto bíblico enseña más claramente este concepto de transferencia o imputación que el de Isaías 53, que la iglesia del Nuevo Testamento señaló como una explicación profética crucial del drama de la redención. El Nuevo Testamento declara que Cristo es nuestra justicia, y es precisamente nuestra confianza en la justicia de Cristo, como fundamento de nuestra justificación, lo que constituye el centro de la doctrina de la justificación por la fe. Entendemos que creer en la doctrina de la sola fide no salva a nadie. La fe en una doctrina no es suficiente para salvar. Sin embargo, aunque no podemos ser salvos por creer en la doctrina de la justificación, la negación de esta misma doctrina sí puede ser fatal, porque negar la doctrina de la justificación por la fe sola, como indicó el apóstol Pablo en Gálatas, es rechazar el evangelio y sustituirlo por otra cosa, lo que daría lugar a lo que Pablo declara como anatema. El evangelio es demasiado importante como para desestimarlo agitando espantapájaros.