


El hombre como la imagen de Dios
25 julio, 2023


Lugares altos
29 julio, 2023El hombre como alguien compuesto de cuerpo y alma


Nota del editor: Este es el tercer capítulo en la serie de artículos de Tabletalk Magazine: La doctrina del hombre
Con pocas excepciones, la iglesia cristiana ha afirmado que la naturaleza humana es un compuesto de cuerpo y alma. Como creados por Dios, el cuerpo y el alma de un ser humano están unidos como una persona consciente de sí misma en una unidad psicosomática, una perspectiva conocida como dicotomía. El propósito de este ensayo es examinar las enseñanzas bíblicas sobre el cuerpo (el elemento físico/material de la naturaleza humana) y el alma (el elemento inmaterial descrito en la Biblia como «alma» o «espíritu»). Después de considerar la información bíblica, abordaremos una desviación popular de la enseñanza bíblica conocida como tricotomía —la perspectiva de que los seres humanos están compuestos de cuerpos, almas y espíritus— que niega que la naturaleza humana sea un compuesto de cuerpo y alma.
Comenzamos con nuestra existencia corporal. Ya que se enseña en el relato de la creación, los cristianos han afirmado esta verdad contra los desafíos del pensamiento no cristiano y pagano. La Biblia nos dice que la existencia corporal es esencial para la naturaleza humana, lo que debilita la tendencia a despreciar el cuerpo porque es material, como ocurre en la filosofía platónica (que afirma que el alma es inmortal y esencial para la naturaleza humana, mientras que el cuerpo no lo es), o en las distorsiones gnósticas de la enseñanza cristiana (que sostienen que nuestra naturaleza espiritual divina domina la existencia humana). Por el contrario, el cristianismo enseña que el cuerpo no es un mero apéndice del espíritu y que el espíritu no migra a formas de vida superiores o inferiores (como en la reencarnación). El cuerpo tampoco es la prisión del alma, una noción popular pero no bíblica. El cuerpo es un elemento esencial de la existencia humana. El cuerpo no es malo solo porque sea material.


La muerte y la separación resultante entre el cuerpo y el alma se deben a la paga del pecado, la ruptura de la unidad de cuerpo y alma que Dios estableció en la creación. Dios creó primero el cuerpo humano, y solo entonces sopló aliento de vida en el cuerpo que hizo del polvo de la tierra, el cual diseñó para existir en un mundo material (Gn 2:7). Dios declaró que todo lo que había hecho era «bueno en gran manera» (1:31), incluido el cuerpo, como se ratifica en el Salmo 139. Nuestro regreso al polvo en la muerte, después de la partida del alma de nuestro cuerpo, no es la liberación final de lo espiritual de lo material, sino la triste consecuencia del pecado de Adán y la maldición (muerte).
Además del relato de la creación, hay otras consideraciones importantes sobre el elemento material de la naturaleza humana. En Su encarnación, Jesucristo, la segunda persona de la Santa Trinidad, tomó para Sí una verdadera naturaleza humana (Gá 4:4), lo que indica que nuestra existencia corporal era adecuada para la encarnación de Cristo. Una segunda consideración es que el cuerpo de Jesús resucitó de entre los muertos (Lc 24:40-43; 1 Co 15:3-8). Se le describe como las primicias de la resurrección de los cuerpos de los que están en Cristo (1 Co 15:35-58). Contrario a la creencia popular, no pasaremos la eternidad como espíritus incorpóreos, flotando sin gravedad en las nubes. Más bien, seremos redimidos en cuerpos resucitados y glorificados, unidos para siempre a nuestra alma-espíritu con la plenitud de la persona totalmente restaurada. Mediante Su resurrección y glorificación corporal, Jesús ha revertido el castigo del pecado: la separación del cuerpo y el alma en el momento de la muerte.
El hecho de que tenemos un elemento inmaterial, espiritual, además de nuestros cuerpos materiales, es igualmente claro en la Escritura. Este elemento inmaterial se identifica en la Escritura como «alma» (griego psych) o «espíritu» (pneuma). Jesús habla de «alma y cuerpo» en Mateo 10:28, mientras que en Mateo 26:41 contrasta «carne» y «espíritu». Los términos «alma» y «espíritu» se utilizan indistintamente. Un «espíritu» es inmaterial (Lc 24:39) y se dice que está dentro de nosotros (1 Co 2:11). En otro lugar, Pablo habla de la santificación como purificación de «toda inmundicia de la carne y del espíritu» (2 Co 7:1). Santiago habla de un cuerpo sin espíritu como «muerto» (Stg 2:26) porque, al morir, el espíritu abandona el cuerpo (Mt 27:50; Hch 7:59).
El término griego que puede traducirse como «alma» en español se utiliza de diversas maneras a lo largo de la Escritura, pero generalmente se refiere a la vida de la que está compuesta el cuerpo (como en Mt 16:25-26; 20:28; Lc 14:26; Jn 10:11-18; Hch 15:26; 20:10; Fil 2:30; 1 Jn 3:16). La palabra sirve a menudo como sinónimo de la persona completa (p. ej., Lc 12:19; Hch 2:41, 43; Ro 2:9; 3:11; Stg 1:21; 5:20; 1 P 1:9). «Espíritu» puede referirse igualmente a la vida humana en sentido general (como en Mateo 27:50, cuando Jesús entregó Su espíritu), o puede referirse al aspecto espiritual de la vida humana en contraste con la carne (del griego sarx, como en 1 Tesalonicenses 5:23).
Los tricotomistas sostienen que el cuerpo es el elemento material de la naturaleza humana, el alma es la fuerza vital y el espíritu es el elemento inmortal de la existencia humana que se relaciona con Dios. Prácticamente todos los teólogos cristianos han rechazado la tricotomía por considerarla una noción filosófica griega especulativa y no una concepción bíblica. Es cierto que una doctrina no es necesariamente falsa solo por sus orígenes, pero es importante recordar que las raíces de una doctrina son a menudo un buen indicador sobre sus consecuencias finales. Desde la perspectiva de la observación cristiana a lo largo del tiempo, la tricotomía tiene una ascendencia dudosa. Con sus raíces en la separación del cuerpo y el alma de Platón y la posterior división del alma en elementos «animales» y «racionales» de Aristóteles, la noción tricotomista de la naturaleza humana como tripartita es inequívocamente pagana y no bíblica.
La tricotomía se ha defendido de varias maneras. En la literatura cristiana popular y en la predicación, se afirma que, puesto que Dios es una Trinidad (Padre, Hijo y Espíritu Santo) y puesto que los humanos han sido creados a imagen de Dios, los humanos también son tripartitos, compuestos de un cuerpo, un alma y un espíritu. Pero tales analogías son inferencias innecesarias y no se extraen adecuadamente de la información bíblica.
A menudo se utilizan dos textos bíblicos para demostrar que la tricotomía es la enseñanza bíblica. Varios de los primeros escritores cristianos encontraron la confirmación de la tricotomía en las palabras de Pablo en 1 Tesalonicenses 5:23: «Y que el mismo Dios de paz los santifique por completo; y que todo su ser, espíritu, alma y cuerpo, sea preservado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo».
Sin embargo, a la luz de los datos bíblicos acumulados, resulta evidente otra intención por parte de Pablo. El apóstol no está haciendo una lista de los elementos constitutivos de la naturaleza humana, como tampoco lo estaba haciendo Jesús en Lucas 10:27 cuando dijo: «AMARÁS AL SEÑOR TU DIOS CON TODO TU CORAZÓN, Y CON TODA TU ALMA, Y CON TODA TU FUERZA, Y CON TODA TU MENTE, Y A TU PRÓJIMO COMO A TI MISMO». Al igual que Jesús, Pablo utiliza varios términos para dar énfasis.
El texto más utilizado como evidencia de la tricotomía es Hebreos 4:12: «La palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que cualquier espada de dos filos. Penetra hasta la división del alma y del espíritu, de las coyunturas y los tuétanos, y es poderosa para discernir los pensamientos y las intenciones del corazón». Los tricotomistas argumentan que se hace una división entre alma y espíritu, indicando que no pueden ser sinónimos. Pero la idea de «división» nunca se usa en la Escritura en el sentido de distinguir entre dos cosas diferentes. Siempre se utiliza al distribuir y dividir varios aspectos de la misma cosa (Mt 27:35; Lc 11:17-18; Jn 19:24; He 2:4). El punto del autor no es que la Palabra divide el alma del espíritu como si estos fueran dos elementos distintos de la naturaleza humana, sino que la Palabra de Dios divide el alma y el espíritu en el sentido de penetrar en nuestras partes más íntimas.
La diferencia entre la tricotomía y la dicotomía bíblica tiene consecuencias significativas que inevitablemente influyen en la comprensión cristiana del relato de la creación y de la naturaleza humana esencial. Por ejemplo, la tricotomía sostiene que Dios no redime a toda la persona en esta vida (cuerpo y alma), sino que coloca en nosotros un espíritu regenerado (eterno) que no necesita redención.
Dios nos ha hecho a Su imagen, lo que implica un elemento corporal adecuado para la existencia terrenal y prefigura la encarnación de Cristo. Dios nos da almas (o espíritus) con conciencias de sí mismas que desean y pueden estar en comunión con Él. La muerte (nuestro gran enemigo) es la separación de lo que Dios ha unido. Es la maldición sobre una raza caída, no nuestra liberación de las cosas materiales. En la resurrección general al final de los tiempos, Dios nos resucitará como «cuerpos espirituales» (cuerpos y almas redimidos) que son incorruptibles y que, como dice Pablo en 1 Corintios 15, son resucitados con poder y por lo tanto aptos para las glorias eternas del cielo.