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Nota del editor: Este es el cuarto capítulo en la serie especial de artículos de Tabletalk Magazine: La historia de la Iglesia | Siglo XIX
¿Has visto los letreros a lo largo de la carretera? Esos que dicen: «Avivamiento, Esta semana, Todas las noches, 7:00 p.m.». Es difícil pensar en el cristianismo estadounidense sin los avivamientos. Los historiadores a veces dividen la historia de la iglesia estadounidense por diferentes tiempos de avivamiento o despertar. Está el Primer Gran Despertar en la década de 1740, seguido por el Segundo Gran Despertar desde 1800 hasta la década de 1820, y así sucesivamente.
Estos avivamientos no son exclusivos de Estados Unidos. Tanto el Primer Gran Despertar como el Segundo fueron transatlánticos. De hecho, los avivamientos bien podrían ser la exportación número uno de Estados Unidos, ya que los avivadores y predicadores han viajado en botes y aviones por todo el mundo, organizando avivamientos en todo tipo de lugares, desde tiendas de campaña hasta estadios gigantescos.
Los avivamientos y despertares son parte de la urdimbre y la trama no solo del cristianismo estadounidense, sino también del cristianismo global. En consecuencia, necesitamos entender este fenómeno y cómo impacta la teología y la vida de la iglesia hoy. Para hacer eso, debemos mirar hacia atrás al Segundo Gran Despertar y su figura clave, Charles Grandison Finney.
Finney (1792-1875) fue un ministro presbiteriano, la figura principal del Segundo Gran Despertar y una figura destacada de la reforma social. También fue autor y publicó su libro más popular, Lectures on Revivals and Religion [Discursos sobre avivamientos y la religión], en 1835.
Finney persiguió en un comienzo la profesión de abogado, pero decidió dedicarse al ministerio después de una conversión dramática. No tuvo un entrenamiento formal, pero fue aprendiz de George Washington Gale. Aunque era presbiteriano, Finney tenía dudas sobre el calvinismo y despreciaba los Estándares de Westminster. Al terminar su discipulado, comenzó a predicar avivamientos, los cuales culminaron en los avivamientos de 1830-1831 en Rochester, N.Y. Luego siguieron avivamientos en la ciudad de Nueva York hasta 1835, cuando obtuvo una posición como profesor y luego presidente en el Oberlin College de Ohio.
En su práctica de avivamientos y en sus escritos sobre avivamientos, Finney legó al cristianismo estadounidense las «Nuevas Medidas». Estas incluyen reuniones prolongadas, elementos dramáticos o hasta teatrales, nombrar a las personas públicamente por sus pecados y llamarlos públicamente al arrepentimiento, y el «banco ansioso». Los puritanos decían que el que estaba bajo convicción de pecado estaba básicamente en un estado de ansiedad; su alma estaba ansiosa. Antes de Finney, si los pecadores sentían la convicción del Espíritu Santo durante un sermón, generalmente esperaban unos días y lo notificaban al pastor. El ministro entonces haría una visita pastoral y aconsejaría al pecador. La nueva medida de Finney del banco ansioso cambió todo eso.
Finney instituyó el llamado al altar, suplicando a los pecadores durante ese servicio prolongado que pasaran al frente, se arrodillaran en el banco frente a la plataforma, confesaran sus pecados y fueran salvos. Las Nuevas Medidas estaban necesariamente ligadas a la teología de Finney, que no solo era nueva sino que era una desviación intencional y decidida del calvinismo y de la doctrina de la soberanía de Dios que dominó al Primer Gran Despertar. Quizás Benjamin B. Warfield fue quien resumió mejor la teología deficiente de Finney al notar que se podía sacar a Dios de ella sin que cambiara mucho.
Finney comienza sus Discursos sobre avivamientos y la religión con una declaración asombrosa: «La religión es obra del hombre. Es algo que el hombre debe hacer». Cuando el hombre actúa, Dios responde y, a través de la obra del Espíritu Santo, produce avivamiento. No solo le corresponde al pecador dar el primer paso, sino que también le corresponde al predicador del avivamiento establecer las condiciones adecuadas. En otras palabras, Finney les dijo a los aspirantes a predicadores del avivamiento que usaran medios, que usaran técnicas. Ahora entendemos por qué estas no solo fueron medidas nuevas sino medidas incorrectas, y medidas que enviaron al cristianismo estadounidense y al avivamiento hacia una trayectoria peligrosa y herética.
Finney creía que la doctrina de la soberanía de Dios solo servía para enviar a la gente al infierno. De hecho, en una ocasión afirmó que «más de cinco mil millones se han ido al infierno» a causa de enfatizar que la verdadera religión, la salvación de un alma, es obra exclusiva de Dios.
El Segundo Gran Despertar provocó una división en el presbiterianismo. Aquellos que apoyaron el avivamiento y las Nuevas Medidas fueron llamados presbiterianos del «nuevo lado». Los que los criticaron fueron llamados presbiterianos del «viejo lado». La institución principal del presbiterianismo del «viejo lado» fue el Princeton Theological Seminary, hogar de los teólogos Charles Hodge y, más tarde, Warfield.
Princeton fue producto del Primer Gran Despertar. Eso nos lleva a preguntarnos qué cambió desde la década de 1740 a la de 1820 en adelante. La respuesta, como se mencionó anteriormente, es que la teología cambió. Y cuando la teología cambió, la predicación cambió. Y cuando la predicación cambió, los resultados fueron perjudiciales.
Los avivamientos ocurren durante tiempos de decadencia, tiempos de «recaída». Hay una hambruna en la tierra, y llega la predicación sencilla del evangelio.
Luego viene el alimento de la Palabra de Dios a través de los medios ordinarios de la predicación de la Palabra de Dios, y el alma es despertada para Dios. Los avivamientos empezaban en grandes valles y conducían a grandes alturas. Eso es lo que sucedió en el Primer Gran Despertar cuando se predicó la Palabra y el Espíritu de Dios se movió. Fue una obra de Dios.
El problema con el Segundo Gran Despertar es que hundió aún más a personas que ya estaban en grandes valles. La solución a nuestro problema del pecado y de estar bajo la ira de Dios no es depender de nosotros mismos para regresar poco a poco a Dios. Los muertos no pueden moverse.
Iain Murray nos ayuda distinguiendo entre avivamientos y revivalismo. Él usa el término revivalismo para capturar las nuevas medidas y la nueva teología que trágicamente sustenta no solo el Segundo Gran Despertar sino también los movimientos que han venido desde entonces y que han surgido de él. El revivalismo enfatiza la obra del hombre y la decisión del hombre, a expensas de la obra soberana de Dios. Por otro lado, el término avivamientos tiene un significado más enfocado. El avivamiento es cuando un alma, muerta en sus delitos y pecados, es vivificada. También usamos la palabra despertar para describir la obra de Dios al traer vida de la muerte, luz de las tinieblas.
Finney pudo haber dominado el Segundo Gran Despertar, pero no fue el único avivador. Los años de los avivamientos comenzaron justo a principios del siglo XIX. Los historiadores estiman que menos del diez por ciento de la población estadounidense asistía regularmente a la iglesia en la década de 1790. La nueva identidad de Estados Unidos y su prosperidad como nación condujeron a un declive religioso, sin mencionar la fascinación por la Ilustración de pensadores seminales como Thomas Jefferson y Thomas Paine. Pero algo sucedió en los campus universitarios en los primeros años del siglo XIX.
Timothy Dwight, nieto de Jonathan Edwards, fue nombrado presidente de la Universidad de Yale en 1795. En ese tiempo, se ofreció esta descripción de Yale: «La iglesia universitaria estaba casi extinta. La mayoría de los estudiantes se mostraban escépticos y abundaban los alborotadores». Dwight se había dado cuenta de que el pensamiento de la Ilustración, «La Edad de la Razón», había influenciado a los estudiantes, así que comenzó a realizar debates públicos sobre la autoridad de las Escrituras y a predicar el evangelio con pasión. En unos pocos años, más de un tercio del alumnado profesaba la fe. La iglesia universitaria, que anteriormente tenía bancos vacíos, recibía nuevos miembros por docenas. Yale tenía poco más de doscientos estudiantes en esos días, pero estos cristianos jóvenes, elocuentes y apasionados comenzaron a tener un impacto. Los avivamientos se extendieron a otras universidades de Nueva Inglaterra. De esto surgió el Movimiento de Estudiantes Voluntarios, que marcó el inicio de las misiones al extranjero desde los Estados Unidos. Cuando Dwight habló del avivamiento, lo llamó un triunfo de la gracia y dijo repetidamente: «Ciertamente Dios está en este lugar».
Además de llegar a las universidades de Nueva Inglaterra, el avivamiento también alcanzó la frontera salvaje de Estados Unidos. Cane Ridge, en Kentucky, fue testigo de un avivamiento masivo durante una semana en agosto de 1801. Los escoceses-irlandeses que se asentaron a lo largo de estas líneas fronterizas trajeron consigo la práctica de la «temporada de comunión» o «feria sagrada». Estas fueron semanas intensas de autoexamen; estaban llenas de sermones y culminaban con la celebración de la Cena del Señor. Una de estas «ferias sagradas» en Cane Ridge inició grandes olas de avivamiento con cientos de conversiones. Este bien podría ser el origen de la semana de sermones de avivamiento, algo muy común en el cristianismo estadounidense actual. Estos avivamientos llevaron a un enfoque completamente nuevo en la religión en la frontera. Allí nació el Movimiento Stone-Campbell. En poco tiempo el metodismo también se extendió a medida que los predicadores itinerantes llevaban sus sermones de iglesia en iglesia.
Los avivamientos también ocurrieron durante la Guerra Civil. Más de un general, tanto de la Unión como de la Confederación, se quejó de que los soldados pasaban demasiado tiempo en su religión, descuidando su deber como soldados. Uno de los evangelistas del norte fue Dwight Lyman Moody. A través de la Asociación Cristiana de Jóvenes (YMCA, por sus siglas en inglés) y la Comisión Cristiana de los Estados Unidos, predicó a los soldados en el frente de batalla, como en la Batalla de Shiloh. A finales del siglo XIX, Moody, acompañado por el cantante Ira Sankey, atravesó los Estados Unidos y cruzó el Atlántico.
La historia de la iglesia es una historia de pasos y traspiés. Esto también es cierto cuando se trata de la historia de los avivamientos y despertares. Sigue siendo cierto de nuestra experiencia hoy en día. Nos damos cuenta de que hay tiempos de decadencia, tiempos de hambruna. Clamamos para que la Palabra de Dios sea predicada con denuedo. Sabemos que solo la Palabra de Dios tiene palabras de vida eterna. Estamos más de acuerdo con el nieto de Edwards, Timothy Dwight. El verdadero avivamiento es un triunfo de la gracia de Dios. Solo nos queda decir: «Ciertamente Dios está en este lugar».