
Interpretando correctamente la Escritura
30 noviembre, 2020
Isaías 43:25
2 diciembre, 2020El temor a la muerte

Nota del editor: Este es el décimo segundo capítulo en la serie de artículos de Tabletalk Magazine: El temor.

Cuando se trata del proceso de la muerte y sus resultados, ¿qué es lo que más temen los cristianos? A continuación, veremos seis temores o miedos comunes y un breve remedio bíblico para cada uno de ellos.
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El miedo a morir una muerte dolorosa (el proceso de la muerte).
«Mi miedo no es tanto a la muerte sino al tramo final del viaje».
Dios promete nunca dejarnos ni desampararnos, no tentarnos más allá de lo que podamos soportar por Su gracia, y proveer la gracia que necesitamos para resistir las pruebas y tentaciones que Él permite que enfrentemos. Esto no significa que la muerte no sea dura o difícil, pero Dios promete en 1 Corintios 10:13 que tanto el alcance como la duración de las tentaciones del creyente (y de las pruebas relacionadas con ellas) son y estarán limitados por Dios.
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El temor a no poder seguir disfrutando de los placeres de este mundo.
«Me temo que el cielo será un poco aburrido. Estoy seguro de que estar sentados en las nubes adorando al Señor será agradable, pero si eso es todo, creo que nos cansaremos».
Debido a que seremos transformados desde que lleguemos al cielo, aun si todo lo que hiciéramos allí fuera adorar a Dios, el cielo sería agradable. Pero estaremos haciendo mucho más que eso. La Biblia dice que vamos a cantar, a comer, a trabajar, a juzgar y a aprender. Además, la tierra nueva se parecerá a esta, así como nuestros cuerpos glorificados se parecerán a nuestros cuerpos terrenales. ¿Disfrutaron Adán y Eva de la vida en el huerto? Pues piensa que el cielo será una versión mejorada del huerto del Edén. Todo lo que sea necesario para nuestra felicidad y disfrute nos estará esperando allí.
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El temor a vivir eternamente.
«A algunas personas les da una sensación de claustrofobia cuando piensan mucho en el cielo. Sé que será maravilloso, más allá de mis sueños más descabellados, pero hay una parte de mí que no quiere estar atrapado en un eterno pliegue en el tiempo… Da temor pensar en que uno vivirá para siempre».
Al hombre finito le es imposible comprender plenamente lo infinito. Nuestra incapacidad para comprender la infinitud ciertamente puede ser atemorizante. Pero el cielo es un lugar de felicidad inimaginable. No habrá claustrofobia en el cielo porque la claustrofobia es un tipo de temor. La idea de que Dios permitiría que Sus hijos se preocupen con tan solo una pizca de la miseria asociada con el temor no encaja con todo lo que dice la Biblia sobre el cielo. Simplemente no habrá ningún tipo de temor en el cielo, porque cuando Cristo aparezca, seremos como Él: sin pecado (1 Jn 3:2).
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El miedo a tener que enfrentarnos a todos nuestros pecados pasados.
«Mira, sé que fui perdonado y que mis pecados no serán usados en mi contra, pero francamente la idea de tener que dar cuentas por mis pecados le resta un poco a la emoción por todo lo bueno que sé que vendrá después del juicio».
En realidad, este temor puede ser bueno si nos impulsa hacia la santificación. «Y todo el que tiene esta esperanza puesta en Él, se purifica, así como Él es puro» (1 Jn 3:3). Por otro lado, es normal que uno sienta temor al imaginarse estando de pie en la presencia de un Dios tres veces santo, no solo para ver cada una de nuestras acciones pecaminosas, sino también cada uno de nuestros pensamientos y motivaciones. Quizás la mejor manera de eliminar (o al menos disminuir) este temor es dando gracias a Dios inmediatamente por el hecho de que, como creyentes en Cristo, no tendremos que enfrentar Su ira eterna y de que Él enjugará toda lágrima de nuestros ojos. (Incluso durante el juicio final, tendremos la certeza de que no seremos condenados gracias a Cristo.)
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El miedo a que nuestros seres queridos queden desprovistos después de nuestra partida.
«Mi familia depende de mí para tantas cosas. Yo soy quien les provee alimento, sabiduría, dirección, apoyo emocional y muchas otras necesidades diarias».
Es importante que pensemos sobre estas cosas con antelación y que nos preparemos lo mejor que podamos. Enseñar a nuestros seres queridos a confiar en Cristo y en Su provisión para sus necesidades espirituales y temporales también es parte de nuestra responsabilidad como cristianos. Una vez hayamos hecho esto (e incluso si no lo hemos hecho), podemos aliviar nuestra ansiedad encomendando nuestros seres queridos a Dios y orando para que Él haga lo que más les convenga y lo que más glorifique Su nombre.
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El temor a ser descalificados y no recibir las recompensas.
«He trabajado tan duro por tantos años que la idea de perder todo, o incluso una parte de lo que he ganado, es escalofriante».
Pablo habla de ser descalificado (luego de haberle predicado a otros; 1 Co 9:27). Él llama a Timoteo a considerar que si no compite según las reglas, es posible que no sea recompensado por su ardua labor (2 Tim 2:5). Juan habla de esforzarnos por obtener una abundante recompensa, implicando que algunos podrían perder parte de lo que han ganado (2 Jn 8).
No estoy seguro de si quiero que este temor desaparezca. Pienso en esto casi todos los días. Pero si te obsesionas con esta preocupación sin haber hecho algo que lo amerite, es muy probable que te estés preocupando innecesariamente y que tengas que aprender a manejar tu ansiedad bíblicamente. Supongo que a medida que aprendas a lidiar con la preocupación en general, esta preocupación en particular (y casi todas las demás mencionadas anteriormente) menguará.