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Nota del editor: Este es el tercer capítulo en la serie de artículos de Tabletalk Magazine: Los evangelios
Mateo contiene el noventa y siete por ciento de los versículos de Marcos. Entonces, ¿por qué tenemos el Evangelio de Marcos, ya que podríamos simplemente leer Mateo? Dos teorías alternativas sugieren que Marcos fue escrito como un compendio de Mateo, siendo este último más extenso, o que Mateo fue escrito posteriormente como una extensión de Marcos. Independientemente de los posibles orígenes del evangelio, no debemos dejar de apreciar que Marcos tiene su propio valor en el canon del Nuevo Testamento aparte de la comparación con los otros evangelios. Marcos es una presentación brillante, vívida y emocionante de Jesús como el Mesías que caminó inevitablemente hacia la cruz donde estuvo decidido a entregarse en rescate por Su pueblo y, después de la muerte, ser resucitado como el glorioso Rey del reino de Dios. Veamos algunos de los detalles de este libro tan vital.
Marcos empieza y finaliza abruptamente. El inicio del libro es como el comienzo de una carrera de caballos sin tener narración del nacimiento de Juan el Bautista o Jesús. El primer versículo se lee como un título: «Principio del evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios». Después de una cita breve y combinada del Antiguo Testamento con Isaías, un profeta importante, refiriéndose a Juan como el precursor (Mr 1:2-3), se nos da solo un breve resumen de la vida y ministerio de Juan (1:4-8). No hay tiempo para recuperar el aliento antes de que Jesús aparezca y asuma la narrativa del resto del libro al mismo ritmo galopante.


La velocidad narrativa de Marcos se debe a su enfoque en las acciones y pocas veces en las palabras. En contraste, por ejemplo, con el extenso Sermón del monte en Mateo (Mt 5 — 7; cp. Lc 6; 12 — 13), Marcos tiene dos bloques breves de la enseñanza de Jesús (caps. 4 y 13), y algunos pequeños segmentos esparcidos por todas partes. En general, Marcos se enfoca en las obras del Señor.
Por ejemplo, compara la tentación de Jesús. Marcos tiene solo dos versículos (Mr 1:12-13) en comparación con la descripción más amplia de los otros evangelios sinópticos (Mt 4:1-11; Lc 4:1-13). En los otros evangelios, Jesús es «llevado» al desierto y la tentación es registrada, pero en el libro de Marcos, Jesús es impulsado a ir al desierto para estar entre las fieras y no se registra el contenido de la tentación. Marcos se enfoca en el hecho de que Jesús fue tentado y cómo Su bautismo inauguró Su experiencia por el desierto y la maldición de estar entre las fieras en favor de Su pueblo (ver Mr 10:39; Lv 26:22; Jer 12:9; 50:39; Ez 14:21) para que como resultado podamos ahora habitar seguros en el desierto (Ez 34:25; Ap 12:14-16).
La rapidez del estilo de Marcos está caracterizada de muchas formas. Él utiliza declaraciones breves y activas en vez de un estilo más complejo preferido por los autores griegos. Marcos también prefiere citas vivas y directas, y hace uso de algunas redundancias inusuales como: «A la caída de la tarde, después de la puesta del sol…» (Mr 1:32) o «cuando tuvo necesidad y sintió hambre…» (2:25). La característica más destacada de Marcos es su forma favorita de presentar un nuevo evento: «e inmediatamente», usada alrededor de cuarenta veces, que es casi el doble de lo que encontramos en Mateo y Lucas juntos.
Cuando lees a Marcos versículo por versículo, se pierde todo el efecto de las características inusuales del estilo redundante y vivo de Marcos, pero esto nos lleva a una observación importante. En la antigüedad, la mayoría de los libros fueron escritos para ser leídos en voz alta y, por lo tanto, para ser experimentados por el oír (ver especialmente Ap 1:3). La alfabetización no era común en aquellos tiempos, e incluso aquellos que sabían leer preferían escuchar una obra leída y experimentarla siendo bien presentada por un lector que pudiera agregar emoción, gestos e incluso diferentes voces a los personajes de la lectura. En un entorno público, era normal que la audiencia se adentrara en la historia, se burlara de los malos, aplaudiera y aclamara a los buenos.
Durante los últimos años, las características orales de Marcos han sido exploradas de manera más fructífera. Una conclusión de eso es que frases repetidas como «e inmediatamente», que pueden parecer entrecortadas al leer a Marcos en fragmentos como lo hacemos hoy, en realidad ayudan a orientar al oyente hacia un nuevo desarrollo de la trama y a mantener una narración fluida. Al igual que Jesús con Sus parábolas, Marcos es un narrador magistral. Para experimentarlo, escucha la lectura de Marcos en voz alta. Solo necesitas alrededor de noventa minutos para escuchar el libro completo y vale la pena esforzarse por la experiencia.
Una característica de Marcos que se destaca al escucharlo es la interconexión entre episodios separados por divisiones de capítulos. Veamos algunos episodios centrales, que mostrarán el bosquejo principal del Evangelio de Marcos.
En Marcos 6:30-44, Jesús alimenta a cinco mil personas y los discípulos se desconciertan ante el mandato de Jesús: «Dadles vosotros de comer» (v. 37). Luego, la narración avanza rápidamente a Marcos 8:1-10, donde Jesús les dice a los discípulos que Él tiene compasión de las cuatro mil personas que lo siguen y quiere alimentarlas. Pero los doce respondieron: «¿Dónde podrá alguien encontrar lo suficiente para saciar de pan a estos aquí en el desierto?» (v. 4). Como oyentes, estamos pensando: «¡Un momento!, ¿no vieron a Jesús alimentar a cinco mil personas hace poco?, ¡¿no entienden que Jesús puede hacer cualquier cosa?!». Marcos nos ha adentrado en la historia.
A medida que Marcos se desarrolla después de la segunda alimentación milagrosa en Marcos 8, Jesús les dice a los discípulos que eviten la levadura de los fariseos, pero los discípulos solo pueden pensar en el único pan físico que llevan consigo. Así que Jesús les recuerda las dos alimentaciones (8:14-21). A estas alturas de la narración de Marcos, nosotros, los oyentes, empezamos a desesperarnos con respecto a los discípulos, pero luego sucede lo milagroso en Marcos 8:27-30. Jesús sondea a los discípulos respecto a Su identidad, y Pedro, representando a los torpes discípulos, finalmente confiesa: «Tú eres el Cristo» (8:29; cp. Mt 16:16 y Lc 9:20).
La confesión de Pedro sobre Jesús es el gran elemento central y determinante del Evangelio de Marcos, que él magistralmente nos ha hecho ver como tal. En la primera mitad del evangelio, las poderosas obras de Jesús testifican Su identidad como el Cristo (o Mesías) que gobernará en el reino de Dios. Esta ha sido la idea central de la enseñanza de Jesús: «El tiempo se ha cumplido y el reino de Dios se ha acercado; arrepentíos y creed en el evangelio» (Mr 1:15). Pero a excepción de Marcos 1:1, el título «Cristo» no ha sido usado hasta el punto central del evangelio en el momento que Pedro confiesa cuando Jesús lo presiona: «Tú eres el Cristo» (8:29). ¡Ahora los discípulos lo entienden! Las alimentaciones nos llevan —y también a ellos— a comprender finalmente quién es Jesús.
La primera parte del Evangelio de Marcos, entonces, gira en torno a Jesús manifestando Su identidad mesiánica a todos. No obstante, todos están confundidos acerca de Él, ¡excepto los demonios! (Mr 1:24, 34; 3:11). Marcos pone en evidencia la reacción confusa de la gente ante Jesús en veintinueve lugares a través de ocho palabras griegas diferentes para expresar su miedo, sorpresa, asombro, perplejidad e incluso estupefacción. ¿Quién es este Jesús que no es como los escribas (1:22)? Los fariseos piensan que Él es un endemoniado (3:22-30); Herodes piensa que es Juan que ha vuelto a la vida; mientras que otros piensan que es Elías o un gran profeta (6:14-16; cf. Dt 18:15); La familia de Jesús piensa que está fuera de sí (Mr 3:20-21), e incluso Sus discípulos están desconcertados: «Y se llenaron de gran temor, y se decían unos a otros: ¿Quién, pues, es este que aun el viento y el mar le obedecen?» (4:41).
La reacción confusa de la gente destaca la auténtica autoridad real de Jesús: «Se admiraban de su enseñanza; porque les enseñaba como quien tiene autoridad» (Mr 1:22). Jesús, el Hijo de Dios (1:9-11) y uno que es más poderoso que Juan (1:7-8); provoca un temor santo y asombro con palabras y hechos poderosos al perdonar pecados (2:1-12); lucha victoriosamente contra una legión de demonios (5:1-20; cp. con los pasajes más breves, Mt 8:28-34 y Lc 8:26-39), y finalmente entra en conflicto con las autoridades en Jerusalén sobre Su autoridad para hacer estas cosas (Mr 11:27-33). No obstante, el gobierno de Jesús es completamente diferente al de los gobernantes gentiles en que Él vino a cumplir la profecía de Isaías del Siervo Sufriente (Mr 10:42-45; ver Is 40 — 66).
Con la confesión de Pedro, entonces, ahora sabemos quién es Jesús: el Mesías soberano, divino y humano. Jesús ha estado obrando hacia esta confesión de fe en Él en la primera mitad de Marcos, de modo que en la segunda mitad Él empieza a revelar a Sus discípulos Su verdadera misión redentora en la cruz. Esta transición en Marcos, en contraste particularmente con el Evangelio de Juan, se destaca en que la acción en la primera mitad de Marcos tiene lugar casi exclusivamente en Galilea, sin embargo, en la segunda mitad Jesús se dirige hacia Jerusalén, donde debe sufrir a manos de los líderes de Israel en rescate por Su pueblo (p. ej. Mr 8:31; 9:12 y 10:45).
En conclusión, Marcos proporciona al oyente un relato dinámico de la majestuosa autoridad de Jesús en palabra, pero especialmente en hechos poderosos que asombraron a Sus contemporáneos con su carácter sobrenatural. Estos hechos fueron una demostración de que el reino de Dios ciertamente se había acercado con Su llegada. No obstante, la inauguración de este reino no fue una revolución política sino más bien el propio sacrificio sustitutivo del Rey por Su pueblo antes de Su resurrección y ascensión a «LA DIESTRA DEL PODER Y VINIENDO CON LAS NUBES DEL CIELO» (Mr 14:62). Marcos ha contado esta historia de tal manera que aquel que sabe escuchar atentamente será guiado a confesar, así como los primeros discípulos: «Tú eres el Cristo».