


Reino de sacerdotes
13 junio, 2022


Las esposas de los ancianos
15 junio, 2022El testimonio de Mateo


Nota del editor: Este es el segundo capítulo en la serie de artículos de Tabletalk Magazine: Los evangelios
En la historia de los estudios de la Biblia, hemos visto en los dos últimos siglos el auge de la llamada «alta crítica». Gran parte de la alta crítica está alimentada por el escepticismo con respecto a la fiabilidad de los textos bíblicos. Dado que los cristianos ortodoxos se oponen a muchos de los argumentos de la alta crítica, a veces pasan por alto las lecciones valiosas que se pueden obtener mediante el análisis crítico del texto. Algunos de estos análisis pueden ser muy útiles en nuestra búsqueda de una comprensión exacta de la Biblia.
Un elemento de la erudición crítica que puede hacer esto es la dimensión conocida como crítica de las fuentes. Como sugiere el título, este tipo de crítica intenta reconstruir el modo en que se escribieron los evangelios sinópticos (Mateo, Marcos y Lucas).


La suposición general entre los críticos de las fuentes es que Marcos fue el primer evangelio escrito. Esto se ve al analizar Mateo y Lucas: tanto Mateo como Lucas tienen material en sus evangelios que es común al Evangelio de Marcos. Al mismo tiempo, hay material común en Lucas y en Mateo que no se encuentra en Marcos. Los eruditos entonces intentan explicar esta información común que se encuentra en estos dos evangelios y que está ausente en el Evangelio de Marcos. La teoría es que Mateo y Lucas, además de tener a Marcos como fuente de información, tenían una segunda fuente independiente que Marcos no utilizó. Esta segunda fuente independiente se llama simplemente «fuente Q».
Se utiliza la letra Q porque es la primera letra de la palabra alemana quelle, que es simplemente la palabra para fuente. Es decir, la fuente Q es una fuente desconocida para nosotros pero conocida por los escritores de los evangelios de Mateo y Lucas. Gran parte de este análisis es especulativo e hipotético. Los estudiosos difieren en cuanto a si la supuesta fuente Q era una fuente escrita compartida por Mateo y Lucas, o simplemente una tradición oral a la que ambos tenían acceso. Sea cual sea la conclusión que saquemos sobre el método por el que los escritores de los evangelios recopilaron sus textos, el análisis mismo que hemos visto nos proporciona un claro beneficio. Al aislar el material que se encuentra en Mateo y solo en Mateo, o al aislar el material que se encuentra en Lucas y solo en Lucas, o al aislar el material que se encuentra en Marcos y solo en Marcos, obtenemos pistas sobre la audiencia a la que el autor dirigía su información y también sus temas principales en el evangelio particular.
Por ejemplo, al examinar el Evangelio de Mateo, encontramos más citas y alusiones a las Escrituras del Antiguo Testamento que en cualquiera de los otros evangelios. Este hecho por sí solo da crédito a la idea de que Mateo dirigía su evangelio principalmente a un público judío para mostrar cómo Jesús, el Mesías tan esperado, cumplía las profecías del Antiguo Testamento.
También vemos en el Evangelio de Mateo una fuerte condena del clero judío de ese período de la historia que fue responsable de la muerte de Jesús. Los escribas y los fariseos son particularmente señalados, ya que Mateo nos registra el juicio de los ayes pronunciados contra los escribas y los fariseos por su hipocresía. Relacionado a esto, también encontramos en Mateo más información relativa a las enseñanzas de Jesús sobre el infierno que la que encontramos en cualquier otra parte de los cuatro evangelios.
Sin embargo, si tuviéramos que buscar un solo tema que parece ser el más central y más importante de todo el Evangelio de Mateo, sería el tema de la llegada del reino. Vemos en primer lugar que el término evangelio se refiere al evangelio del reino: la buena nueva del anuncio de la llegada del reino de Dios. En el caso de Mateo, utiliza la frase «reino de los cielos» en lugar de «reino de Dios». No lo hace porque tenga una visión diferente del significado o del contenido del reino de Dios; más bien, por sensibilidad hacia sus lectores judíos, hace un uso común de lo que se llama perífrasis, un cierto tipo de circunloquio para evitar mencionar el nombre sagrado de Dios. Así que para Mateo, la doctrina del reino de los cielos es el mismo reino del que hablan los demás escritores como reino de Dios.
Mateo habla de la llegada del reino y de la llegada de Jesús en Su encarnación. Anuncia la llegada del reino al principio del ministerio público de Jesús, y al final del libro Mateo habla de la consumación final de la llegada de ese reino en el discurso del monte de los Olivos. Entonces, desde la primera página de Mateo hasta la última, vemos el tema unificador de la llegada del reino de Dios en la aparición del propio Rey, que es el Mesías de Israel y el cumplimiento del reino dado a Judá.
El Evangelio de Mateo es rico en información detallada sobre las enseñanzas de Jesús y, en particular, en Sus parábolas, que no siempre se incluyen en los otros evangelios. Una vez más, el enfoque central de las parábolas de Jesús es el reino, donde Él introduce las parábolas diciendo: «El reino de los cielos es como esto…» o «el reino de los cielos es como aquello…». Si queremos entender el significado de la venida de Jesús en la plenitud de los tiempos para inaugurar el reino y todo el significado de la historia redentora, vemos que ese enfoque se pone de manifiesto en el Evangelio de Mateo.