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La fidelidad en las cosas pequeñas – Ejemplos bíblicos – 5ta parte
10 marzo, 2020La fidelidad en las cosas pequeñas – Ejemplos bíblicos – 4ta parte

Nota del editor: Esta es la cuarta parte del tercer capítulo en la serie de artículos de Tabletalk Magazine: Fidelidad en las cosas pequeñas.

En la primera parte de este artículo, nos enfocamos en el testimonio escritural sobre la fidelidad en las cosas pequeñas durante la era primitiva. En la segunda parte vimos algunos ejemplos bíblicos durante la era patriarcal. En la tercera parte, tratamos algunos ejemplos durante la era del éxodo. En esta ocasión, nos enfocaremos en el testimonio escritural sobre la fidelidad en las cosas pequeñas en la era de Josué y los jueces.
La era de Josué y los jueces
Como en todas las eras de la historia de la redención, la fidelidad en las cosas pequeñas —o la falta de ella— tuvo un impacto increíble durante la era de Josué y de los jueces. Recordamos la era de Josué como una que estuvo caracterizada principalmente por la fidelidad. Por ejemplo, Rahab fue fiel en las cosas pequeñas al mostrar hospitalidad a los espías israelitas. La práctica ordinaria de mostrar bondad a sus huéspedes a la larga les salvó la vida y permitió que ellos le pasaran información confidencial clave a Josué con respecto a la ciudad de Jericó (Jos 2).
Ser fiel en las cosas pequeñas requiere de mucho esfuerzo, el cual suele pasar desapercibido, pero esta fidelidad es lo que caracteriza a los siervos nobles de Dios.
Sin embargo, en los días de Josué, un episodio de infidelidad en las cosas pequeñas casi saboteó la conquista. Dios ordenó a los israelitas que no se quedaran con ninguna de las «cosas dedicadas al anatema» —oro, plata y otros elementos preciosos— cuando asediaran Jericó. No obstante, Acán, de la tribu de Judá, fue infiel. Se quedó con un hermoso manto y doscientos cincuenta siclos de plata y oro (equivalentes a menos de 3,5 kg en la actualidad) en vez de colocarlos en el tesoro del Señor. A la luz de la riqueza disponible en Jericó, esta era una cantidad pequeña. Lo que Acán no tomó en serio fue algo pequeño, y su desobediencia pareció minúscula. Sin embargo, el pecado de Acán terminó causando la derrota de los israelitas en su primer ataque contra Hai, casi impidiendo la conquista de Canaán (caps. 6-7).
Bajo el liderazgo de los jueces, la infidelidad en las cosas pequeñas estaba a la orden del día. Recordamos a Sansón quizás como el más grandioso de los jueces; sin embargo, él fue infiel en los detallitos de su voto de nazareo. Hacia el fin de su vida, Sansón había violado todos los requisitos del nazareato (cosas relativamente sencillas como no beber alcohol, no cortarse el pelo y no acercarse a cuerpos muertos). Dios lo utilizó para eliminar a muchos filisteos, pero su infidelidad en las cosas pequeñas lo llevó a tener que perder la vida para lograrlo (Jue 13 – 16; ver Nm 6).
Por supuesto, durante el período de los jueces también hubo miembros del pueblo de Dios que fueron fieles en las cosas pequeñas. Considera a Rut la moabita, quien no quiso quebrantar el quinto mandamiento aun cuando su suegra Noemí le dio la opción de irse. Rut se apegó a Noemí y fue mucho más allá en el honor que le mostró. Sus pequeñas acciones de fidelidad en el cuidado de Noemí y en la recolección de alimento para ella no fueron ignoradas por Booz. Él vio su fidelidad en las cosas pequeñas —el trabajo corriente y cotidiano necesario para sustentar a su familia— y se dio cuenta de que ella no era una mujer común. Eso es lo que pasa con los asuntos «pequeños»: puede que sea más fácil ser fiel en las cosas grandes de la vida, tomar las decisiones verdaderamente importantes, que perseverar en el trajín cotidiano de la obediencia y el cuidado habituales. Ser fiel en las cosas pequeñas requiere de mucho esfuerzo, el cual suele pasar desapercibido, pero esta fidelidad es lo que caracteriza a los siervos nobles de Dios. La fidelidad de Rut hacia Noemí permitió que el linaje de Judá llegara hasta David y más allá, hasta el Hijo supremo de David: el Señor Jesucristo (Rt 1 – 4; Mt 1:1-17).