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Nota del editor: Este es el decimosexto capítulo en la serie «Las duras declaraciones de Jesús», publicada por Tabletalk Magazine.
¿Es nuestra doctrina de Cristo lo suficientemente grande como para acomodar a un Jesús que es verdaderamente Dios y verdaderamente hombre? Quizá esa parece ser una pregunta extraña en este contexto, pero realmente llega al meollo del porqué muchas personas consideran la afirmación de Jesús en Mateo 24:36: “Pero de aquel día y hora [de Su retorno] nadie sabe, ni siquiera los ángeles del cielo, ni el Hijo, sino solo el Padre”, como una declaración dura.
Mateo no tenía problemas en afirmar tanto la completa deidad como la completa humanidad de Cristo, por lo tanto, nosotros tampoco debemos tenerlos.
Algunos han sostenido una cristología que dice que Cristo es verdaderamente Dios pero no verdaderamente hombre. Para ellos, este versículo ha sido difícil debido a que pone en duda la deidad de Cristo. Si Cristo no sabe algo que el Padre sabe, entonces a Cristo le falta omnisciencia, ¿verdad? Y si Cristo no sabe todas las cosas, no puede ser Dios encarnado, ¿correcto?
Otros han sostenido una cristología que dice que Cristo es verdaderamente hombre pero no verdaderamente Dios. Para ellos, este versículo en sí mismo no ha sido un problema. La dificultad está en el mal uso de este versículo para negar la enseñanza del Nuevo Testamento de que Jesús es el Hijo de Dios encarnado.
Si nuestra cristología admite tanto la verdadera humanidad como la verdadera deidad de Jesús, esta declaración no es dura en lo absoluto. La presentación de Mateo de la verdadera humanidad de Jesús es clara en este versículo y en otros pasajes que atribuyen limitaciones humanas a nuestro Señor (por ejemplo, Jesús está dormido en 8:24). Mateo también presenta la verdadera deidad de Cristo. En el Evangelio de Mateo, Jesús hace lo que solo Dios puede hacer, como es el perdonar los pecados (9:1-8).
Mateo no tenía problemas en afirmar tanto la completa deidad como la completa humanidad de Cristo, por lo tanto, nosotros tampoco debemos tenerlos. La singular persona de Cristo tiene tanto una naturaleza humana como una naturaleza divina, cada una manteniendo su integridad y atributos particulares. La persona de Cristo tiene atributos humanos y atributos divinos, y vemos los atributos de cada naturaleza manifestados a lo largo de Su ministerio. Su ignorancia del día y la hora de Su regreso pertenece a Su humanidad. De acuerdo con Su naturaleza humana, la cual incluye una mente humana con limitaciones, Él no sabía cuándo regresaría. Pero de acuerdo con Su naturaleza divina, la cual incluye la mente divina con Su omnisciencia, Él sabía y siempre ha sabido el día y la hora de Su regreso.