
Cómo los reformadores veían el islam
24 enero, 2025
¿Qué significa que la iglesia sea «apostólica»?
28 enero, 2025¿Qué significa que la iglesia sea «católica»?

Este es el tercer artículo de la colección de artículos: La iglesia es una, santa, católica y apostólica
Desde sus primeros días, la iglesia de Jesucristo ha sido descrita como «católica». El término aparece por primera vez en los escritos de hombres conocidos como los padres apostólicos, entre principios y mediados del siglo II (Ignacio de Antioquía, Esmirneos 8.9; El martirio de Policarpo, Introducción). La palabra proviene del griego katholikos, que significa ‘a lo largo de todo o universal’. Este fue su uso eclesiástico general en los primeros siglos. Sin embargo, hoy en día, la palabra «católica» se asocia casi exclusivamente con la iglesia de Roma. Pero esta asociación es un desarrollo histórico relativamente reciente. La Iglesia primitiva aplicó el término a la iglesia en su conjunto, tanto a la de Oriente como a la de Occidente.
Hoy, muchas personas buscan la única iglesia verdadera, la iglesia católica con continuidad histórica rastreable hasta Jesús y los apóstoles. Jesús declaró en Mateo 16:18, «[Yo] edificaré Mi iglesia». Como Jesús tiene una sola iglesia, la cuestión de la catolicidad está directamente relacionada con la verdadera naturaleza de la iglesia. Roma y la ortodoxia oriental definen a la iglesia de manera institucional; la catolicidad se entiende como comunión con una institución visible. Los protestantes, por otro lado, explican la iglesia, principalmente —aunque no exclusivamente— en términos doctrinales o espirituales. Para los protestantes, la catolicidad se refiere principalmente a lo espiritual. Esto, por supuesto, trae a discusión la distinción entre la iglesia visible y la iglesia invisible. Los reformadores incluyeron esta distinción como un elemento vital de su eclesiología. ¿Fue esto mera apologética o fue un argumento bíblico legítimo? ¿Su posición se promulgó alguna vez antes de la Reforma?
En Mateo 16:16, Pedro confesó que Jesús es «el Cristo, el Hijo del Dios viviente». Jesús respondió diciendo: «Yo también te digo que tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré Mi iglesia» (Mt 16:18). Históricamente, este pasaje ha generado gran controversia. ¿Es esa «roca» la confesión de Pedro y por lo tanto Cristo mismo, como insisten los protestantes? ¿O está la iglesia construida sobre Pedro y posteriormente sobre sus sucesores, los obispos de Roma, como afirma la Iglesia romana? ¿Cómo debemos entender lo que Jesús realmente quiso decir?
El libro de Efesios proporciona un comentario útil sobre este pasaje. En Efesios 2:20, Pablo afirma que la iglesia «[está edificada] sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo Cristo Jesús mismo la piedra angular». La palabra griega para edificados sobre es la misma palabra que usó Jesús en Mateo 16:18. ¿Cómo está construida la iglesia sobre los apóstoles y profetas? Inicialmente, fue edificada a través de su predicación (Hch 2:42; 5:42) y luego históricamente a través de sus escritos inspirados. A través del evangelio, dieron testimonio de Jesucristo —de Su Persona y obra— como el fundamento supremo de la iglesia (1 Co 3:11). En Efesios 1:13, Pablo escribe: «en Él también ustedes, después de escuchar el mensaje de la verdad, el evangelio de su salvación, y habiendo creído, fueron sellados en Él con el Espíritu Santo de la promesa». Pablo está explicando cómo se construyó la iglesia de Éfeso, y al hacerlo, describe cómo se construye la iglesia católica. El evangelio fue proclamado, los efesios respondieron con fe y fueron sellados en una unión espiritual con Jesucristo. Por lo tanto, el medio para construir la iglesia es el evangelio apostólico, un mensaje de salvación por la gracia sola a través de la fe sola en Cristo solo. Este mensaje fue profetizado por los profetas y atestiguado por los relatos de testigos oculares de los apóstoles. Por lo tanto, la roca de Mateo 16 debe referirse a la confesión de Pedro sobre Cristo.
La primacía e importancia del evangelio en la comprensión de la naturaleza y la catolicidad de la iglesia verdadera no puede ser sobreestimada. Pablo advirtió a los gálatas que quienes abrazaban y enseñaban un evangelio distorsionado han abandonado a Cristo y están bajo una maldición divina (Gá 1:6-8). Estas personas no forman parte de la verdadera iglesia católica. Por lo tanto, según la clara enseñanza de la Escritura, la iglesia está compuesta por aquellos que han abrazado el evangelio verdadero, han sido unidos espiritualmente con Cristo y se han convertido en miembros de Su Cuerpo que es Su iglesia (Jn 15:4-5; 17:23; Ro 12:12-13; Ef 1:22-23). Siendo espiritual por naturaleza, se deduce que esta unión es invisible. Pablo explicó la distinción entre la iglesia visible y la invisible al utilizar a Israel como ejemplo. No todos los que formaban parte de la nación visible de Israel eran parte del reino espiritual de Dios (Ro 2:28-29; 9:6-7). La Escritura deja claro que es posible ser miembro de la iglesia visible y no formar parte de la iglesia invisible de Jesucristo. Primero que todo, la naturaleza de la iglesia única y verdadera es espiritual e invisible.
Sin embargo, aunque esta unión espiritual no sea visible, la unión en sí producirá manifestaciones visibles en las vidas de todos los que están unidos a Cristo. Los miembros de la iglesia católica se evidenciarán por nuevas naturalezas y vidas transformadas caracterizadas por sumisión, obediencia, amor y compromiso con Dios y Su Palabra, en particular con Su evangelio (Jn 3:3-8; 8:31-32; Ro 6:1-22; 2 Co 5:17; Gá 1:6-9; Fil 3:3-11; Tit 2:11-14; 1 Jn 2:3-6). El apóstol Juan advirtió que donde no hay santidad de vida, no hay unión con Cristo, incluso si el profesante es un miembro con un carné de una iglesia visible (1 Jn 2:3-6; 3:4-10). Jesús dio advertencias similares en Su predicación y en Sus parábolas (Mt 7:13-23, 13:18-30; Jn 8:30-44). Aquellos individuos que están unidos con Cristo también son miembros de comuniones visibles organizadas como cuerpos locales, lo que permitió a Pablo hablar de las iglesias en Roma, Corinto y Éfeso.
Jesús ordenó que Su evangelio fuera proclamado a todo el mundo (Mt 28:18-20). Su iglesia católica, única y verdadera, abraza a personas de todas las culturas, razas, géneros (hombre o mujer) y antecedentes sociopolíticos (Ef 2:11-12; Col 3:11; He 12:22-23). Es la congregación de aquellos que han creído y obedecido el evangelio, dando evidencia de su unión con Cristo por la santidad de vida. Estos formarán la iglesia católica perfeccionada en el cielo donde, por toda la eternidad, adorarán, servirán y glorificarán a Dios y al Cordero (Ap 5:8-14, 22:1-4). La verdadera catolicidad es espiritual en su esencia, no institucional.
La doctrina de la iglesia invisible no fue una enseñanza novedosa de los reformadores. Uno de sus defensores más sólidos en la Iglesia primitiva fue Agustín. Él enseñó que la iglesia fue construida, no sobre Pedro, sino sobre su confesión, y por lo tanto, sobre Cristo: «Cristo, puedes ver, construyó Su iglesia no sobre un hombre, sino sobre la confesión de Pedro» (Sermón 229 P.1., en las Obras de San Agustín, Sermones, vol. III.vi).
Esta exégesis es representativa de la posición de los primeros padres de la iglesia. Agustín enseñó que había muchos en la iglesia visible que habían profesado a Cristo, habían sido bautizados y habían participado de los sacramentos, pero no eran miembros de la iglesia invisible (Tratados sobre el Evangelio de San Juan, tratado 27:11; Tratado sobre el bautismo, libro IV, capítulo 3.5). Según Agustín, la verdadera iglesia consiste en aquellos que se han arrepentido y creído, que están espiritualmente unidos a Cristo como su Cabeza, y que viven vidas santas como evidencia de su unión mística con Él. Quienes no manifiestan una vida transformada, son caracterizados por él como cristianos solo de nombre, no genuinos. Él apeló a la enseñanza del Nuevo Testamento sobre la cizaña, la red barredera, los cabritos, y el trigo y la cizaña (Sermones 5.3; 23.4; 88.19; 149.4; 137.9; Réplica a las cartas de Petiliano, libro 3, capítulo 2.3; Comentarios a los Salmos 965.15; Sobre la moral de la iglesia católica 34.76; Ciudad de Dios, libro I, capítulo 35, Sobre la unidad de la iglesia 34, 35). En su tratado La fe y las obras, Agustín advirtió contra una fe muerta que profesa a Cristo, pero no produce una vida transformada porque carece de un arrepentimiento genuino, lo cual invalida los sacramentos. Agustín ciertamente veía a la iglesia como visible, pero hizo una distinción explícita entre la iglesia visible y la iglesia invisible.
Ser un miembro verdadero de la iglesia católica es ser parte de ese augusto cuerpo de santos, los elegidos de Dios que han sido convertidos y espiritualmente unidos a Jesucristo. Es unirse a la gran congregación de los rescatados, sanados, restaurados y perdonados. A la luz de la seria posibilidad de profesión sin posesión, el Nuevo Testamento nos exhorta a ponernos a prueba a nosotros mismos para ver si estamos en la fe, para poder asegurar nuestra vocación y elección (2 Co 13:5). Tenemos la obligación moral de alentar a otros a hacer lo mismo. Es la unión con Cristo, no la membresía en una organización visible, lo que nos da un lugar en la única y verdadera iglesia católica. Por ello, los santos de todas las edades proclaman con la Escritura: «Digno eres […] porque Tú fuiste inmolado, y con Tu sangre compraste para Dios a gente de toda tribu, lengua, pueblo y nación» (Ap 5:9).