Los procedimientos de la Dieta
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Nota del editor: Este es el noveno capítulo en la serie de artículos de Tabletalk Magazine: Lo que realmente dijo N.T. Wright
«Lo que hago [con la doctrina de la justificación], a menudo, es exactamente paralelo, en cuanto al método, a lo que hizo Martín Lutero… Por mi parte, me siento orgulloso de continuar esa tradición, si es necesario, contra quienes han convertido la propia Reforma en una tradición que se levanta sobre la propia Escritura».—N.T. Wright, The Shape of Justification [La forma de la justificación].
La acusación de que la teología sistemática (las formulaciones doctrinales, en particular las del periodo de la Reforma) gobierna excesivamente (distorsiona) la exégesis no es nueva, y el obispo N.T. Wright la saca a relucir con renovado celo en su último libro, Justification: God’s Plan and Paul’s Vision [Justificación: El plan de Dios y la visión de Pablo] (SPCK, 2009). Según él, la Confesión de Westminster y los Treinta y Nueve Artículos se escribieron en contextos específicos, surgiendo…
…de la lucha titánica por predicar el evangelio, ordenar la iglesia y dejar que ambos tuvieran su propio impacto en el mundo político y social de la época… Cuando las personas en esa situación están ansiosas por hacer valer su punto de vista, es probable que lo exageren, al igual que nosotros hoy. Los lectores sabios en el futuro los honrarán, pero no los canonizarán, al reflexionar de nuevo sobre sus afirmaciones a la luz de la propia Escritura (p. 29).
¿Y quién podría estar en desacuerdo con eso? Todo suena terriblemente razonable y obvio. Todos aportamos nuestros propios prejuicios y cosmovisiones a la literatura que leemos; de hecho, en su forma más exagerada esto conduce al escepticismo de la posmodernidad respecto a una exégesis de cualquier texto que sea «verdad para todos, para cada individuo en todo momento». Esta no es la posición de Wright. No está abandonando la noción de pretensiones de verdad, ¡ni mucho menos! Simplemente quiere sugerir que las pretensiones de verdad de los siglos XVI y XVII se formularon con preocupaciones sistemáticas/doctrinales que dieron forma (errónea) a la exégesis de la Escritura. El enfoque «crítico-realista» de Wright sugiere que debemos apreciar la «cosmovisión bíblica» en cualquier punto de la Escritura. O, para decirlo en un lenguaje más propio de Wright: ¿Podemos identificar las «historias» que dan forma y rigen, por ejemplo, la comprensión de la realidad de Pablo, junto con los «símbolos» que la definen?
Un ejemplo es la doctrina de la justicia imputada, que él y otros afirman que no se encuentra explícitamente en ninguna parte de los escritos de Pablo, pero que la ortodoxia reformada afirma que es vital en cualquier formulación de la redención realizada y aplicada. El «sesgo» impuesto a la exégesis por las preocupaciones sociales, eclesiásticas y políticas de la época nos obliga, insiste Wright, a preguntar:
¿Por qué enfatizaron ese punto de esa manera? ¿Qué querían salvaguardar, qué querían evitar y por qué? ¿Qué temían perder? ¿Qué aspecto de la misión de la iglesia querían llevar adelante, y por qué? Y, en particular ¿A cuáles escrituras apelaban y cuáles parecían ignorar? ¿Qué piezas del rompecabezas tiraron al suelo «accidentalmente a propósito»? En los pasajes que destacaron, ¿introdujeron distorsiones? ¿Estaban prestando atención a lo que los escritores realmente decían, y si no, qué diferencia hacía? (p. 29).
Las mismas preguntas deben hacerse al método exegético de Wright. ¿Qué consideraciones previas emplea para llegar al significado de un texto? Wright insistirá en que para entender el Nuevo Testamento, por ejemplo, debemos leerlo en su contexto del siglo I. ¡Sí! Y para ello necesitamos estudiar el judaísmo del siglo I, la arqueología y la cosmovisión grecorromana, para empezar. ¡Sí! Tales descubrimientos —por ejemplo, la opinión de que el judaísmo del segundo templo era esencialmente una religión de justicia por las obras— deben ser probados mediante un estudio minucioso, algo que hace el primer volumen de Justification and Variegated Nomism [Justificación y nomismo abigarrado] (eds. D.A. Carson, P.T. O’Brien y M.A. Seifrid), aunque Wright diga que no lo hace. Y, además, eso significa que los estudios lexicográficos sobre el significado de las palabras —encontrar, por ejemplo, que existen concurrencias sustanciales en el uso (y el significado) de las palabras y frases en la literatura de la época— deben reflejar de algún modo cómo se emplea una palabra o frase en el Nuevo Testamento. Sí, pero no necesariamente (a la palabra agapē, por ejemplo, se le da un significado casi totalmente nuevo en el Nuevo Testamento), y la fuerte insistencia de John Piper en que hay que dar prioridad al uso de la palabra o frase «ahí mismo en la Biblia» parece sensata y necesaria como principio de control de la interpretación (The Future of Justification: A Response to N.T. Wright [El futuro de la justificación: una respuesta a N.T. Wright], p. 36, n. 5).
Por supuesto, todo esto suena como si el obispo Wright afirmara que, a diferencia de sus oponentes, su metodología es «volver a la Biblia» y, más significativamente, «volver a Cristo». A diferencia de la interpretación prejuiciosa de los reformadores y de quienes se adhieren a ellos en la actualidad, su punto de vista parte de una tabula rasa, un punto de vista imparcial y sin prejuicios que lee a Pablo firmemente dentro del marco de la época y no a través de la lente (distorsionada) de las disputas de los siglos XVI y XVII. Que esto suene demasiado limpio, demasiado inocente, es un juicio que debemos hacer por nosotros mismos y que el resto de los artículos de esta serie de Tabletalk deben tratar de convencernos. Es mucho lo que está en juego, pues en el crisol de estos debates no hay una cuestión periférica de poca o ninguna importancia, sino la propia doctrina de la salvación, la respuesta a la pregunta más básica de todas: ¿Cómo puede un pecador ser salvo? Se nos pide que creamos que la iglesia ha entendido mal la cuestión más fundamental de todas, hasta que llegó un obispo que vio las cosas con claridad.