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He hablado en más conferencias de las que puedo recordar, y uno de los aspectos más destacados de estos eventos es la firma de libros en que los asistentes comparten con los expositores y ellos firman sus libros. Estas firmas son un privilegio, porque le permiten al expositor hacerse una idea del impacto que sus palabras han tenido en las personas. He hablado con seminaristas, abuelas, empresarios y casi cualquier otra clase de persona que puedas imaginar durante estas firmas de libros. En algunas ocasiones, incluso los niños me han regalado dibujos que me han hecho.
Por muy agradable que puedan ser esas firmas de libros, hay un fenómeno al que no he podido acostumbrarme por completo, y es que me pidan firmar un libro que no escribí: la Biblia. Sin embargo, estoy feliz de hacerlo y, con frecuencia, las personas que quieren que firme su Biblia me solicitan que indique el versículo lema de mi vida. La primera vez que alguien me solicitó ese versículo, quedé perplejo. «¿Qué es un versículo lema?», pregunté, pues nunca había oído de la tradición de que las personas eligieran un versículo de la Biblia como lema para basar sus vidas. De todas maneras, elegí Romanos 12:12 la primera vez que me solicitaron que indicara un versículo lema de mi vida durante una firma de libros. Este versículo presenta uno de los grandes resúmenes de la vida cristiana de Pablo: «Gozándoos en la esperanza, perseverando en el sufrimiento, dedicados a la oración».
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Cuando pienso en lo que significa perseverar en el sufrimiento, ser dedicados a la oración y hallar gozo en la esperanza que tenemos por delante, pienso en una persona que representa esa tríada de virtudes mejor que casi cualquier otro individuo de la historia. Estoy hablando del hombre perseverante más famoso de todos los tiempos: Job. Si alguna vez un hombre fue llamado a aferrarse a su fe y su devoción a Dios en medio de la aflicción, ese fue Job.
Estoy seguro de que todos conocemos bien la historia de Job. Comienza con un pequeño vistazo al cielo. Satanás desafió a Dios y afirmó con una especie de gozo perverso que la humanidad se había rebelado contra su Creador y ya no estaba de Su lado. El Señor respondió presentando a Job como ejemplo de un hombre que todavía lo amaba y servía. Pero Satanás replicó que Job servía a Dios solo por lo que podía obtener de ese servicio, así que el Señor probó a Job para mostrarle al acusador que estaba equivocado. Lo que sucedió fue que Satanás atacó a Job con más violencia que a cualquier otra persona en la historia del mundo excepto a Jesús.
Para complicar más las cosas, Job tuvo que lidiar con tres «amigos» que le dijeron que él estaba sufriendo a causa de su propio pecado. Pero Job, paciente y repetidamente, afirmó su inocencia, exigiendo saber las razones de su sufrimiento, ya que era un hombre justo que no había hecho nada para merecer tanto dolor.
Job no fue paciente en el sentido de tener una sonrisa falsa en el rostro y silbar durante toda su miseria y aflicción. En cambio, Job fue paciente en el sentido de que hizo dos cosas: resistió y se negó a maldecir a Dios. Job ciertamente se quejó, ¡en voz alta!, y desafió a Dios, haciéndole muchas preguntas. Pero a diferencia de sus «amigos», Job siempre habló lo recto acerca de Dios (Job 42:8). Además, en medio de todo su sufrimiento, Job hizo lo que creo que es una de las declaraciones más heroicas expresadas por un ser humano. En medio de la más absoluta miseria, exclamó: «Aunque Él me mate, en Él esperaré» (Job 13:15).
La Escritura dice que el justo por la fe vivirá, pero eso no significa creer algo cuando no estás seguro de que es cierto. Significa que el justo vivirá al confiar en Dios. Pablo destila la esencia de la vida cristiana cuando dice «Gozándoos en la esperanza», ya que nuestro gozo está depositado en el futuro que Dios promete para Su pueblo. Nuestro gozo como extranjeros y peregrinos en este valle de lágrimas es que Dios ha preparado un lugar para nosotros, un mundo mejor que será consumado cuando Cristo regrese.
Pablo no usa la palabra esperanza en la forma en que usamos el término hoy para referirnos a cosas que son inciertas. Él y los otros autores bíblicos hablan de la esperanza segura, la esperanza que no puede fallar y la esperanza que nunca te decepcionará ni avergonzará (Rom 5:5). El Nuevo Testamento llama a la esperanza el ancla del alma (Heb 6:13-20). ¿Por qué? ¿Qué es lo que la vuelve segura? La respuesta son las promesas seguras de Dios y la demostración de Su fidelidad en la historia de Israel, en la vida de los apóstoles y, con mayor claridad, en la persona y obra de Jesucristo.
Job tenía muy poco gozo, pero aún quedaba una parte de su espíritu que se regocijaba en medio de su tribulación. En otro lugar, dice: «Yo sé que mi Redentor vive, y al final se levantará sobre el polvo». Él sabía que hay Uno que vindicaría sus oraciones, que lo restauraría algún día. Los detalles exactos de la vindicación que él tenía en mente están sujetos a especulación, ya que vivió mucho antes de la plenitud de la revelación de Dios en Cristo. Pero sí sabemos que Job estaba seguro de una cosa, a saber, de que Dios no permitiría que su dolor, sufrimiento y aflicción fueran el último capítulo. Job gimió en el presente, pero nunca perdió la confianza en el futuro.