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Nota del editor: Este es el segundo capítulo en la serie «Las duras declaraciones de Jesús», publicada por Tabletalk Magazine.
Las llamadas duras declaraciones de Jesús se incorporaron al léxico cristiano en 1983 con la publicación del libro de F.F. Bruce que lleva el mismo nombre. Sin embargo, individuos han estado lidiando con las enseñanzas de Jesús mucho antes de que el padre de la erudición bíblica evangélica británica del siglo veinte escribiera su ahora famosa obra.
Luego del discurso de Jesús sobre el pan de vida en Juan 6, muchos seguidores profesantes de Cristo abandonaron Su grupo de discípulos porque se sintieron ofendidos por lo que denominaron como Sus «duras declaraciones» (vv. 60-65). No todos estaban desconcertados por las palabras de Cristo. El apóstol Pedro respondió a las mismas palabras «ofensivas» con confianza, exclamando: «Tú tienes palabras de vida eterna» (v. 68). ¿Cómo responderemos a las duras declaraciones de Jesús?
Una de las razones por la que nos esforzamos por entender de manera correcta las duras declaraciones de la Biblia es porque creemos, como Pedro, que ellas contienen las palabras de vida eterna.
Incluso una lectura rápida de Juan 6:22-71 revelará una serie de desafíos interpretativos. El sermón de Jesús aborda doctrinas tan amplias como la Trinidad, la elección y la reprobación, el propósito de Su misión, la naturaleza de la fe, la relación entre el Antiguo y el Nuevo Testamento, el lugar de Israel dentro de la historia de la redención y la obra del Espíritu Santo. Como lo ilustra esta lista, las dificultades en la interpretación bíblica no se limitan a las duras declaraciones de Jesús, sino que están presentes en toda la Biblia.
Una de las razones por la que nos esforzamos por entender de manera correcta las duras declaraciones de la Biblia es porque creemos, como Pedro, que ellas contienen las palabras de vida eterna. En muchos sentidos, luchar con estas duras declaraciones es la quintaesencia de la ocupación evangélica. Dado que creemos que la Biblia es la inerrante Palabra de Dios, examinamos detenidamente cómo es interpretada cada «iota y tilde». La vocación más básica de cada cristiano es ser un buen exégeta de la Palabra de Dios. La razón por la cual nos preocupa tanto la tarea de la hermenéutica es porque creemos que la interpretación correcta de la Sagrada Escritura es esencial para la fe y la práctica. Nuestro compromiso con la inspiración y la autoridad de la Biblia requiere el estudio, la explicación, la defensa y la aplicación cuidadosa de la revelación bíblica.
El vínculo entre la autoridad bíblica y la interpretación es un sello distintivo del pensamiento protestante. Un subproducto de la doctrina de la Reforma de la sola Scriptura, con su insistencia en una lectura literal de la Biblia, fue el desarrollo de recursos tales como concordancias y guías de estudio, para ayudar a los lectores a ser más diestros en la exposición de las Escrituras. Basándonos en las ideas de los reformadores, aquí hay cuatro herramientas útiles de hermenéutica para ayudarte a «manejar con precisión» las duras declaraciones de la Biblia (2 Tim 2:15).
Primero, conoce el contexto. La regla más fundamental en la interpretación bíblica es la analogía de la Escritura. Deja que la Escritura interprete la Escritura. Cada texto bíblico está situado en un contexto bíblico. Toma el tiempo para definir palabras difíciles, localizar lugares desconocidos y resumir el punto principal del pasaje. Pregúntate cómo el versículo en cuestión contribuye a la lógica del capítulo y a la trama del libro. Compara pasajes poco claros con porciones más claras de la Biblia que se refieren a la misma enseñanza o evento. Volviendo a Juan 6, los comentarios de Jesús sobre el pan de vida no solo deben leerse en el contexto de la alimentación de los cinco mil, sino también en referencia a la provisión de Dios de maná para Israel en Éxodo 16 y Números 11.
Segundo, revisa tu teología. Los reformadores también enfatizaron la analogía de la fe. Ninguna interpretación debe contradecir la teología general de la Escritura. Aunque tu análisis gramatical-histórico pueda ser completo, si esta interpretación compromete las verdades de la fe cristiana, puedes estar seguro de que has interpretado el texto incorrectamente. Una sólida confesión de fe y una teología sistemática confiable son recursos invaluables para delinear los límites ortodoxos dentro de los cuales florece la exégesis bíblica.
Tercero, escucha a los santos. Si bien la historia de la iglesia y la erudición bíblica actual no son inherentemente autoritativas y en ocasiones pueden reflejar un consenso doctrinal mínimo, la exégesis no ocurre en un vacío histórico. Los mejores exégetas aprenden de la comunión de los santos. El Cristo que ascendió ha dado maestros y predicadores con el propósito de ayudar a Su pueblo a entender mejor Su Palabra. Los comentarios, las Biblias de estudio y los sermones están entre los mejores amigos de los exégetas. Verifica tus interpretaciones comparándolas con los hallazgos de los mejores intérpretes bíblicos tanto en el pasado como en el presente.
Finalmente, confía en el Espíritu. La interpretación bíblica es un ejercicio espiritual. Debemos depender de la obra iluminadora del Espíritu Santo para evitar el error y para interpretar correctamente la Palabra de Dios. Como Jesús dice: «El Espíritu es el que da vida; la carne para nada aprovecha» (Jn 6:63). Las palabras de Jesús son difíciles, no porque sean oscuras, sino porque son imposibles de creer sin el Espíritu Santo.