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¿Te imaginas empezar un proyecto de construcción que sabes que no se terminará ni en tu vida ni en la de tus nietos? En este episodio de 5 Minutos en la Historia de la Iglesia, Stephen Nichols explica por qué la construcción de una catedral medieval tardó varias generaciones.
Transcripción
Bienvenidos a 5 Minutos en la Historia de la Iglesia, un podcast de los Ministerios Ligonier con Steve Nichols.
En episodios anteriores hemos mencionado lugares emblemáticos desde las catacumbas de Roma, hasta llegar a lugares en Escocia e Inglaterra donde han sido construidos edificios icónicos de la historia del cristianismo como el caso de la famosa catedral de Canterbury. Esto me ha hecho pensar en el fenómeno arquitectónico que ha prevalecido a través del tiempo: la catedral medieval. Me gustaría que consideres lo siguiente: ¿Te podrías imaginar, en nuestros días, iniciar un proyecto de construcción que sabes que no terminarás en diez, veinte o incluso treinta años? Para nosotros es casi imposible siquiera pensar así. Ahora, imagina empezar un proyecto de construcción que no verás terminado en toda tu vida. Ni siquiera lo verás terminado durante la vida de tus hijos o ni siquiera en la vida de tus nietos. Bueno, pues bienvenido a la construcción de una catedral medieval.
Las catedrales eran edificios tan grandiosos que se tardaba literalmente siglos en construirlos, y mostraban una gran variedad de estilos. Hay catedrales normandas; hay catedrales inglesas. Algunas tienen arcos arbotantes que soportan su gran altura y, por supuesto, su considerable peso. Otras tienen techos abovedados; la famosa catedral del King’s College en Cambridge incorpora el estilo de techo abovedado.
Pero estas catedrales también tienen muchos puntos en común, así que hablemos de cinco elementos que caracterizan una catedral. Por ejemplo, quisiera hablarles del nártex o vestíbulo; la nave; los pasillos; el ábside; y los transeptos. Ahora, es importante aclarar que no te vamos a dar un examen después de esto para ver si memorizaste todos estos detalles, sino que la idea es darte una descripción de los elementos de las catedrales medievales y la razón detrás de cada diseño arquitectónico. Así que tranquilo, que no hay examen después de esto.
El primer elemento que debemos mencionar es el nártex o vestíbulo. Es la parte de la catedral a la que entras desde el mundo exterior, antes de pasar al santuario. El nártex es una especie de espacio de transición que te prepara para la adoración. Sería como el vestíbulo o lo que llamamos en un hotel, el lobby. Eso es el nártex.
Al entrar en una catedral, ese largo pasillo central se llama nave. Algunos creen que su nombre proviene de la palabra «naval», derivado de la forma de un barco.
A cada lado de la nave están los pasillos. Los laterales de la catedral se consideran pasillos.
En el extremo, está el ábside. El ábside es la parte abovedada semicircular de una catedral. En él se encuentra el púlpito o altar. En la parte posterior del ábside suele haber vitrales. Y, como las catedrales están orientadas al este, cuando sale el sol, sus rayos penetran por esos vitrales e inundan de luz la catedral.
Delante del ábside, la catedral se ramifica a cada lado. Estas ramificaciones se llaman transeptos. La palabra transepto significa literalmente «una división que cruza». Y esto forma una especie de brazos que se extienden desde el centro de la catedral. Si miras una catedral desde arriba, verás claramente una estructura en forma de cruz.
Cuando entras en una catedral, tus ojos se sienten atraídos a mirar hacia arriba por medio de las columnas y la arquitectura. Incluso las formas geométricas de las catedrales atraen tu mirada hacia arriba; te separan de este plano horizontal humano y te dirigen hacia Dios. Estas catedrales medievales son maravillosas proezas de la arquitectura, en forma de cruz y enfocadas hacia el cielo.
Soy Steve Nichols. Gracias por acompañarnos en 5 Minutos en la Historia de la Iglesia.