Recibe programas y guías de estudio por email
Suscríbete para recibir notificaciones por correo electrónico cada vez que salga un nuevo programa y para recibir la guía de estudio de la serie en curso.
Transcripción
Al acercarnos ahora al final de nuestro estudio del amor de Dios, les dije que nos tomaríamos un tiempo para ver 1 Corintios 13 y tú puedes preguntarte por qué dirigiría nuestra atención a eso, porque en 1 Corintios 13 tenemos la exhortación y amonestación apostólica con respecto a cómo debemos comportarnos, cómo debemos practicar el amor que hemos definido como agapé, y por ende, qué eso nos enseña sobre el carácter de Dios y Su amor. De nuevo, entendemos que el amor, el amor agapé, está arraigado y cimentado en el carácter de Dios. El amor que estamos llamados a manifestar entre nosotros es el amor que viene de Dios y un amor que imita y refleja Su carácter.
De modo que, cuando vemos cuidadosamente estas advertencias sobre cómo debemos demostrar amor, aprendemos, al menos por analogía, algo sobre cómo Dios ejerce Su amor hacia nosotros. Con eso en mente, quiero buscar por unos momentos en 1 Corintios 13. Antes de hacer eso, hay otro asunto que quiero decir. No sé cuántos libros he leído en mi vida, pero sé que ciertamente se cuentan por miles y, sin embargo, si me preguntaran cuáles son los diez mejores libros que he leído en términos de impacto en mi propio pensamiento, sería difícil para mí nombrar con precisión cuáles son los diez primeros, pero ciertamente incluiría en esa lista este pequeño libro que no es tan conocido, por Jonathan Edwards llamado El amor y sus frutos.
Ahora, hemos oído hablar de Los afectos religiosos de Edwards y también de La libertad de la voluntad y de su sermón Pecadores en las manos de un Dios airado, pero este libro es una exposición de 1 Corintios 13 y es por mucho la mejor exposición de ese libro que he visto. Este libro, El amor y sus frutos fue publicado por Banner of Truth Trust y también los tenemos en stock aquí en Ligonier Ministries. Pero recomiendo mucho a los cristianos que quieran profundizar su comprensión de lo que significa practicar el fruto del Espíritu de amor y el don del amor, que este es el mejor recurso que conozco como comentario del mismo. Permítanme resumirlo muy brevemente, al principio, las siete formas en las que Edwards dice que 1 Corintios 13 nos instruye en la naturaleza del amor verdadero.
A modo de un simple resumen, voy a enumerar brevemente, estos siete. Número uno, el amor revela cuál es el espíritu cristiano correcto. El tipo de espíritu que debemos de mostrar como personas está definido por el amor. En segundo lugar, el amor revela a aquellos que profesan fe en Cristo si su experiencia cristiana es genuina, porque si no tenemos amor, no hemos nacido de Dios. Recuerden que Juan dijo que los que aman son nacidos de Dios y todos los que nacen de Dios aman, en esta forma agapé. Así que, si el agapé está ausente de nuestras vidas, incluso si hacemos una profesión de fe apasionada, no tenemos la fe que estamos profesando, porque todos los que tienen verdadera fe también tienen amor verdadero.
Tercero, ese amor revela un espíritu amistoso, cuyo espíritu es el espíritu del cielo mismo. Cuarto, el amor muestra lo agradable de la vida cristiana. Hacemos distinción en la Biblia y en teología entre la virtud del amor y la virtud del gozo. Las personas que no tienen gozo no tienen amor. Así como el amor está inseparablemente relacionado con la fe, así el amor está inseparablemente relacionado con el gozo. No puedes tener amor y no tener gozo al mismo tiempo.
El amor revela por qué los conflictos y las contiendas tienden a la ruina de la religión. Seis, el amor revela una necesidad urgente de protegerse contra la envidia, la malicia, la amargura y otros espíritus oscuros que derrocan la obra del amor. La idea allí, por supuesto, es que con un espíritu de envidia hacia otras personas, realmente no puedo amar a otra persona y envidiarla. No puedo sentir malicia hacia alguien a quien realmente amo. Así que, la amargura, la malicia, la envidia, los celos, son los vicios que van en contra de la virtud del amor. Finalmente, en su resumen, dijo que el amor nos llama a amar incluso al peor de nuestros enemigos, ya que templa el espíritu del cristiano y es la suma del cristianismo.
Bueno, viendo esto como un breve panorama general, echemos un vistazo ahora al texto mismo donde leemos en 1 Corintios 13 estas palabras: «Si yo hablara lenguas humanas y angélicas, pero no tengo amor, he llegado a ser como metal que resuena o címbalo que retiñe». Permítanme detenerme con esa primera declaración. Noten que el contexto en el cual el apóstol Pablo nos da esta magnífica exposición de la naturaleza del amor está en medio de una discusión más amplia sobre los dones del Espíritu Santo. Mientras escribe a la iglesia de Corinto, es consciente de que la iglesia está siendo desgarrada por rivalidades sobre los dones del Espíritu. Que en el centro de la controversia estaba la práctica de la glosolalia o del hablar en lenguas, de modo que en el capítulo 12 y en el capítulo 14 Pablo hace una reflexión más profunda de todo este fenómeno de hablar en lenguas y cómo no debe perturbar y destruir el amor que debe manifestarse en el cuerpo de Cristo.
Por eso en 1 Corintios 13 se empieza con este segmento, recuerden que esto no se escribió en capítulos, hemos agregado las separaciones de capítulos. Entonces el contexto en donde presenta la idea de agapé, dice: «Incluso si hablo con lenguas de hombres y de ángeles», si tengo el don de lenguas, pero no tengo amor, solo soy ruido. Eso es todo lo que sale de mi vida y todo lo que sale de mi boca es estática. No es sinfonía, es cacofonía. Entonces, lo que está diciendo es que, si fueras la persona más talentosa y carismática que jamás haya existido, pero no tienes el don del amor, no eres más que un metal que resuena y un címbalo que retiñe, solo un ruido chocante. Luego continúa: «Y si tuviera el don de profecía, y entendiera todos los misterios y todo conocimiento, y si tuviera toda la fe como para trasladar montañas, pero no tengo amor, nada soy».
Es decir, incluso el don de profecía, el don de conocimiento, todas estas dotes que Dios el Espíritu Santo otorga a Su pueblo, no tienen valor si no hay amor en ellos. Ahora, algo que quiero decir en términos de traer esto a nuestra situación contemporánea, tenemos esta idea en nuestra cultura de que el talento cubre una multitud de pecados. Si alguien es una actriz de cine exitosa o un actor de cine, no importa en cuántos asuntos de adulterio estén implicados. Si una persona es un atleta sobresaliente, no importa cuántos hijos ilegítimos tenga, porque no buscamos que nuestros líderes sean modelos a seguir, si son talentosos, si son capaces, eso es todo lo que cuenta. Incluso una persona puede ser el presidente de los Estados Unidos y cuando pasamos por la controversia de Monica Lewinsky en este país, comentarista tras comentarista tras comentarista dijeron que no importa la moralidad personal del presidente. Queremos a alguien que pueda dirigirnos eficazmente a lo económico y todo lo demás.
Lo mismo es cierto en la iglesia. Si una persona es educada y está bien informada y es sofisticada como profesor o como teólogo, está por encima de la crítica en muchos sentidos. O si una persona es un orador con una voz de oro, un gran predicador, no importa. Todavía exaltaremos a estos héroes a pesar de su comportamiento. Eso no es lo que el apóstol está diciendo. Lo que el apóstol está diciendo es: «No me importa cuán dotado seas, no me importa cuán exitoso seas, no me importa cuán celebrado seas, si tú no tienes agapé no eres nada a los ojos de Dios». Esto trae a la mente, por supuesto, la terrible advertencia que Jesús dio al final del Sermón del monte cuando dijo: «Muchos me dirán en aquel día: “Señor, Señor, ¿no hicimos esto en tu nombre, no hicimos aquello en tu nombre?” y Jesús los ve y dice: “Apártense de mí. Nunca los conocí”».
Todavía hay personas que están descansando su esperanza y su confianza en su desempeño para llevarlos al reino de Dios. Cuando Jesús dijo: «Si ustedes practican la iniquidad, no sé quiénes son. Por favor, váyanse». Es decir, eso da miedo. Eso es particularmente aterrador para alguien que está involucrado como yo en lo que llamamos servicio cristiano de tiempo completo. A menudo me pregunto eso. Recuerdo una vez caminando por el pasillo y justo pase de reojo y vi un reflejo de mí mismo en un espejo y me di la vuelta y me vi en el espejo y dije: «¿Qué pasa si estoy viendo la cara de un hombre que está en camino al infierno?». Pensé: «Oh, pero yo predico y enseño y hago todo esto». Es por eso que dije que no puedo entender por qué la gente ama tanto 1 Corintios 13, porque cuando vemos el estándar de lo que es el verdadero amor, por revelación divina, me golpea, me devasta; porque veo cuán corto y lejos de ese estándar me he quedado en mi vida.
Da miedo cuando Pablo dice: «No me importa si tienes profecía, si entiendes todos estos misterios y tienes todo este conocimiento y si tienes suficiente fe para mover montañas, si no tienes amor, no eres nada». Luego escuchen lo que dice: «Y si diera todos mis bienes para dar de comer a los pobres, y si entregara mi cuerpo para ser quemado, pero no tengo amor, de nada me aprovecha». Si me despojo de toda mi propiedad personal, si doy todo a los pobres, si sacrifico cada posesión que tengo, incluso la posesión de mi propia vida, pero no tengo amor, la conclusión es tinta roja: no tengo ganancias, no hay activos, no soy nada. Lo que Pablo está haciendo aquí es construir un caso para demostrar la importancia suprema del amor sobre todos estos otros asuntos, porque esto es lo que define la esencia de la vida cristiana.
Así se pasa todo este tiempo introduciendo el tema en ese párrafo inicial, que podríamos estudiar durante muchos, muchos días, incluso antes de entrar al tema y se toma el tiempo para describir y definir qué es este amor. Pero antes de definir qué es el amor, primero establece su importancia. Más importante que las lenguas, más importante que la profecía, más importante que la esperanza, más importante que la fe, más importante que el sacrificio, más importante que el ministerio de misericordia, más importante que el martirio, es este amor del que habla. Bueno, ahora veamos entonces el contenido y la naturaleza del agapé. Empieza diciendo: «El amor es paciente, es bondadoso». «El amor es paciente y es bondadoso». ¿Hemos visto esas palabras en otros lugares de las Escrituras? ¿Cuántas veces describe la Biblia el carácter de Dios como alguien que es paciente? Paciente.
Estuve en el centro médico el otro día para una resonancia en mi hombro y en la sala de espera vi a un anciano que trajo a una anciana a la sala de espera en una silla de ruedas. Cuando la vi entrar, pude ver que estaba angustiada. Mientras estaba sentada allí en la silla de ruedas, esperando que la llamaran para ir al consultorio médico, empezó a llorar suavemente. Yo estaba sentado allí leyendo una revista, leyendo una revista deportiva y la seguí observando a detalle, porque su angustia se hizo cada vez más severa. Ella empezó a llorar más fuerte y finalmente le dijo a su esposo: «¿Hay algún lugar donde pueda recostarme? No puedo soportar esto».
Entonces, él se levanta y golpea la ventana de vidrio y habla con la gente detrás de la ventana y dice: «Mi esposa tiene un gran dolor, ¿puede encontrar un lugar para ella acostarse mientras espera para ir a ver a los médicos?». La señora que aparece en el vidrio le dice: «Oh, la van a llamar en un minuto, ahora vienen por ella». Entonces dijo: «Cariño, vienen por ti ahora, está bien». Así que dejó de llorar por un segundo y pensé: «Oh, estoy tan feliz de que no tenga que soportar más esto». Pero pasó un minuto, pasaron cinco minutos, pasaron diez minutos, pasaron quince minutos y está llorando de nuevo y dice: «¿Dónde están? No han venido». Finalmente miró a su esposo y le dijo: «Llévame a casa. No lo puedo soportar más». Él dijo: «Pero cariño, tendríamos que volver y pasar por esto de nuevo. Déjame ir a preguntar».
Bueno, justo cuando él sube para preguntar, finalmente la llaman y ella se siente muy aliviada e ingresa. No sé qué le pasaba, no tengo la menor idea de lo que tenía, pero puedo decirles esto, no podía estar sentado allí en esa sala de espera durante media hora y viendo a alguien sufrir en estos tiempos, con todos los analgésicos que tenemos, escuchando a alguien muy angustiado por un período tan tan tan corto. Pensé en otra oportunidad en la que visité a una mujer, me pidieron que fuera a visitarla a su casa, que había estado sufriendo en cama durante diez años con cáncer terminal. Cuando fui a su casa y me senté y hablé con ella, ella me miró y solo una lágrima escapó por su mejilla y me dijo: «R. C.», ella era cristiana, dijo: «R. C., simplemente no creo que pueda soportar más esto».
¿Qué responderían? Verán, ella no estaba enferma con una gripe de veinticuatro horas. Ella no soportó el dolor durante una semana o incluso durante un mes, fueron diez años y ella había enfrentado eso como cristiana hasta que finalmente dijo: «No puedo soportar más esto». A la semana siguiente, el Señor la llevó a casa y me alegré mucho al escuchar eso. Nos resulta muy difícil sufrir durante un largo período de tiempo. Queremos que el dolor termine rápidamente. Una cosa es un sufrimiento corto y otra cosa es un sufrimiento largo. Pero este sufrimiento no solo está relacionado con el dolor físico y el tener que soportar ese tipo de situaciones, sino que también tiene que ver con soportar la hostilidad de otras personas, los insultos de otras personas, la calumnia de otras personas.
Edwards, hablando de esto, dijo: «Algunos hieren a otros en su buen nombre reprochándoles o hablando mal de ellos a sus espaldas. Ninguna lesión es más común, ninguna iniquidad es más frecuente o básica que esta. Otras formas de lesión son muchas, pero la cantidad de lesiones por hablar mal de esta forma son sin número. Algunos hieren a otros haciendo o difundiendo informes falsos y calumniándolos cruelmente. Otros, sin decir lo que es directamente falso, tergiversan enormemente la verdad imaginando todo de sus vecinos en el peor de los aspectos posible, exagerando sus faltas, exponiéndolas como mucho más grandes de lo que realmente son, siempre hablando de ellas de una manera injusta e indebida.
Se hace mucho daño entre los vecinos al juzgarse unos a otros sin amor y al atribuir argumentos dañinos y malvados a las palabras y acciones de los demás». Edwards está hablando de calumnias. Uno de los dolores más difíciles que hay que soportar. ¿Y cómo lo soportamos? Alguien nos acusa falsamente, nuestro instinto natural es retribuirle de alguna manera y tomar represalias de alguna manera. Hablo con la gente todo el tiempo sobre esto y le digo: «Hay una manera en la que estamos llamados a absorber una gran cantidad de pecado contra nosotros», pero también es peligroso.
Vesta dice que mi personalidad es así; al tratar de vivir conmigo todos los días es que ella dice: «Esto es lo que haces». Ella dijo: «Si hago algo que no te gusta, no dices nada al respecto. Actúas como si no hubiera nada malo. Y luego lo hago de nuevo y pienso que no es importante porque no dices nada y está bien. Luego lo hago de nuevo, yo creo que está bien y luego, en algún momento, después de haber guardado esto por dentro todo este tiempo, hay una explosión que no entiendo». Y le dije: «Ese es mi pecado». Porque digo: «Está bien, no me gusta esto, pero se supone que debo soportarlo y ser paciente y no ser crítico y todo esto, pero si elijo absorberlo, entonces tengo que absorberlo». No puede haber un punto en el que la represa se rompe y toda el agua fluya e inunde a todos a tu alrededor.
Así que tenemos diferentes maneras de lidiar con los insultos y las ofensas de este tipo. Pero lo que estamos llamados a ser es pacientes y tolerantes, no reaccionar con furia la primera vez que alguien nos menosprecia. No podemos hacer eso. Se necesita gracia para poder sufrir por mucho tiempo en estas situaciones y noten lo que está conectado con la paciencia aquí: «El amor es paciente y es bondadoso». Bondadoso. ¿Qué significa eso? Ser una persona bondadosa es no ser una persona mala. Ser una persona bondadosa es ser paciente, ser amigable, no ser desagradable, mezquino y amargo en el espíritu.
Uno de los grandes privilegios de mi vida en el pasado fue en los primeros días del inicio del ministerio de confraternidad carcelaria, estaba en la junta directiva y estaba en una reunión un día con Chuck Colson y estábamos hablando de crear un logotipo para el ministerio. Hablamos de diferentes imágenes y finalmente sugerí: «¿Sabes lo que me viene a la mente sobre este ministerio?». Y él dijo: «¿Qué?». Le dije: «Que lo que estamos tratando de hacer en el ministerio a los reclusos no es golpear a estas personas, sino traerles la gracia de Dios.
Porque Jesús dijo: “No quebrará la caña cascada”. Y claro, algunas de estas personas son criminales endurecidos, no hay duda, no podemos ver esto a través de lentes de color rosa, lo entendemos, pero muchas de estas personas son solo seres humanos rotos. Fue a esas personas a quienes Jesús dio Su ministerio. Salió a buscar la caña cascada y amablemente, tiernamente, les ministró». Chuck dijo: «¡Eso es!» Y cada vez que veo el pin de solapa de la confraternidad carcelaria, que es una imagen de un tallo de trigo que está doblado por la mitad, como una caña rota o magullada que aún no se ha roto del todo, eso se convirtió en el logotipo de ese ministerio. De eso es de lo que estamos hablando aquí: un amor que es bondadoso.
Verán, el amor bondadoso nunca, nunca dice: «Te lo dije». Porque cuando nos han dado consejo y lo ignoramos y luego viene el desastre, lo último que queremos escuchar es: «Te lo dije», porque somos muy conscientes de que nos dijeron que no hiciéramos eso. Pero la persona bondadosa se traga esas palabras y no busca romper la caña cascada. En nuestra próxima sesión trataremos de llegar al final de 1 Corintios 13 para ver el resto de las descripciones que Pablo da.