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Estamos viviendo en un tiempo en la historia cristiana que es extremadamente inusual, al menos en este sentido; ha habido más libros escritos sobre la persona y obra de Dios Espíritu Santo, en los últimos 50 años, que en todo el resto de la historia cristiana combinada. Y eso inmediatamente plantea la pregunta ¿por qué?, ¿por qué de repente este tremendo flujo de literatura sobre la persona y obra del Espíritu Santo? Bueno, la respuesta es obvia. Es debido al impacto, en el mundo, del llamado movimiento carismático que realmente tuvo sus raíces en el siglo XIX, pero que llegó a las llamadas denominaciones principales a mediados del siglo XX.
Ahora, hay una historia inusual detrás del llamado ministerio carismático (o movimiento), y esa historia tiene que ver con las raíces originales del pentecostalismo y su doctrina y enseñanza sobre el concepto del bautismo del Espíritu Santo. Creo que todos hemos oído a la gente referirse al bautismo del Espíritu Santo y suelen decir: ‘me convertí en cristiano en tal y tal fecha; fui bautizado en el Espíritu en otra fecha y así sucesivamente. O pueden preguntarte: “¿Has sido bautizado en el Espíritu Santo?” Y también, en especial la forma en que ese concepto del bautismo del Espíritu Santo se ha relacionado tan estrechamente con el fenómeno de hablar en lenguas, que es glosolalia o el hablar en lenguas.
Ahora, en la teología pentecostal original, el concepto del bautismo del Espíritu Santo y el hablar en lenguas estaba vinculado a una doctrina de santificación, una especie de perfeccionismo que se expresaba en términos de ‘la segunda bendición’, o ‘la segunda obra de gracia’. Y la idea era que la primera obra de gracia está en la conversión, pero más allá de ser convertido a Cristo a través del poder y la presencia del Espíritu Santo, y todos reconocieron que la obra de regenerar el alma era, sin duda, la obra de Dios el Espíritu Santo, pero hubo una segunda operación del Espíritu Santo que fue igualmente dramática, igualmente instantánea y completa, llamada la segunda obra de gracia por la cual una persona podría tener una santificación total en esta vida, con lo que una persona sería perfeccionada con respecto a su obediencia espiritual y rectitud, y entonces, el movimiento se llamaba perfeccionismo.
Ahora, estoy pintando con una tiza ancha aquí porque había muchos representantes diferentes de ese movimiento y de esa teología y no todo el mundo creía exactamente lo mismo. Había distintos grados y distintos tipos de perfeccionismo que se propugnaban. Pero el punto es este, originalmente la idea del bautismo del Espíritu Santo era que estaba relacionado con este derramamiento de Dios el Espíritu Santo en el alma y cuya función era perfeccionar o santificar a la persona, y la señal de haber recibido ese bautismo del Espíritu Santo era el hablar en lenguas. Ahora, en el impacto más amplio del movimiento carismático, donde toda la experiencia de hablar en lengua y el concepto del bautismo del Espíritu Santo cruzó los límites denominacionales, y empezó a ser de impacto en la Iglesia Católica Romana, la Iglesia Luterana, la Iglesia Episcopal, la Iglesia Presbiteriana, prácticamente todas las denominaciones; allí, se puso mucha atención a esta idea en un intento de integrar la teología del bautismo del Espíritu Santo con el cristianismo histórico.
Y entonces, ahora tenemos lo que se llama la teología neo-pentecostal. El prefijo ‘neo’ la distingue de la antigua teología pentecostal, y la principal diferencia es esta, que ahora en el movimiento carismático, más amplio, la idea del bautismo del Espíritu Santo ya no se ve como una segunda obra de gracia con fines de santificación, sino más bien se ve – y en este sentido creo en un sentido mucho más bíblico – es visto como una obra de gracia, como una operación divina del Espíritu diseñada para dar dones a las personas o capacitar a las personas para el ministerio. Y en ese sentido, creo que, como dije, encaja mucho más estrechamente con el concepto del Nuevo Testamento de la función del Espíritu en el bautismo del Espíritu Santo.
Pero lo que ha surgido de la teología neo-pentecostal, de nuevo, todavía no es un acuerdo monolítico entre todas las partes. Hay muchas personas hoy en día que todavía creen que la señal indispensable de recibir el bautismo del Espíritu Santo es hablar en lenguas.
Y si no has hablado en lenguas, simplemente no has recibido el bautismo. Pero hay otros que creen que hablar en lenguas puede o no acompañar la experiencia del bautismo del Espíritu Santo de tal modo que ellos no insisten en que la presencia de hablar en lenguas esté allí como evidencia para el concepto del bautismo.
Sin embargo, lo que es prácticamente monolítico es la idea de que para el cristiano promedio hay una brecha de tiempo, no necesariamente cada vez, sino en su mayor parte, hay una brecha de tiempo entre la conversión a Cristo y la recepción del bautismo del Espíritu Santo, lo que significa que tú puedes ser un cristiano, un verdadero cristiano, y no tener el bautismo del Espíritu Santo. También significa que hay algunos cristianos que son bautizados en el Espíritu Santo y otros cristianos que no son bautizados en el Espíritu Santo. La idea es que todo cristiano tiene la posibilidad de ser bautizado en el Espíritu Santo, pero no todos hasta ahora han sido bautizados por el Espíritu Santo. Así que, en cierto sentido, tienes los que ‘tienen’ y los que ‘no tienen’ dentro del cuerpo de Cristo.
Ahora, la justificación bíblica para esta idea de una brecha temporal entre la conversión y el bautismo en el Espíritu y entre la idea de que algunos cristianos hayan sido bautizados y otros no hayan sido bautizados en el Espíritu son las partes narrativas del libro de Hechos, principalmente lo que leemos en el libro de Hechos en el capítulo 2 con respecto al día de Pentecostés. Y es debido al vínculo entre lo que está experimentando la gente hoy en día, al hablar en lenguas y todo eso, y la narrativa bíblica sobre lo que ocurrió en el día de Pentecostés, que esta teología ha surgido. Así que tomemos unos momentos para ver el registro bíblico.
En el capítulo 2 de Hechos que inicia en el primer versículo leemos esto: “Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos juntos en un mismo lugar. De repente vino del cielo un ruido como el de una ráfaga de viento impetuoso que llenó toda la casa donde estaban sentados, y se les aparecieron lenguas como de fuego que, repartiéndose, se posaron sobre cada uno de ellos. Todos fueron llenos del Espíritu Santo y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les deba habilidad para expresarse”. Y luego, al leer el texto de esas personas de las distintas provincias que estaban allí y hablando en lenguas y todo lo demás; en el versículo 12 leemos: “Todos estaban asombrados y perplejos, diciéndose unos a otros: ¿Qué quiere decir esto?”
Entonces, de nuevo, Lucas incluye en su narrativa allí en el capítulo 2 esto – no sólo la descripción de lo que sucedió, sino la pregunta de, ¿cuál es el significado de lo que ha sucedido aquí? Así que veamos lo que dice. “Pero otros se burlaban y decían: Están borrachos. Entonces Pedro, poniéndose en pie con los once, alzó la voz y les declaró: Varones judíos y todos los que vivís en Jerusalén, sea esto de vuestro conocimiento y prestad atención a mis palabras, porque estos no están borrachos como vosotros suponéis, pues apenas es la hora tercera del día; sino que esto es lo que fue dicho por medio del profeta Joel”.
Y ahora cita de la profecía de Joel. “Y SUCEDERÁ EN LOS ÚLTIMOS DÍAS —DICE DIOS—QUE DERRAMARÉ DE MI ESPÍRITU SOBRE TODA CARNE; Y VUESTROS HIJOS Y VUESTRAS HIJAS PROFETIZARÁN, VUESTROS JÓVENES VERÁN VISIONES, Y VUESTROS ANCIANOS SOÑARÁN SUEÑOS; Y AUN SOBRE MIS SIERVOS Y SOBRE MIS SIERVAS DERRAMARÉ DE MI ESPÍRITU EN ESOS DÍAS”, etc. Ahora, es extremadamente importante para nosotros entender que cuando este evento sucedió, había todo tipo de señales visibles, y, obviamente, el hablar en lenguas no era una señal visible, era una señal audible. Pero había también el sonido del viento poderoso soplando. Hubo la aparición de las columnas de fuego que bajan del cielo, lo que, obviamente, no acontece en el mismo tipo de experiencias hoy en día.
Pero cuando Pedro interpreta el significado de estas acciones en el Día de Pentecostés, él le señala al pueblo la profecía del Antiguo Testamento de Joel, donde Joel predicaba sobre la futura venida del Reino de Dios, en la que cuando ese reino viniera, Dios iba a derramar su Espíritu Santo sobre toda carne. Y, si lo recuerdan, cuando vimos la función del Espíritu Santo en el Antiguo Testamento, donde vimos la ‘charismata’, los dones del Espíritu Santo, siendo restringidos sólo para ciertas personas, como Moisés o los jueces o los profetas, y hablamos de lo que sucedió en Números 11 cuando Jetro reprendió a Moisés por asumir toda la responsabilidad y la carga del ministerio sobre sus hombros, y él dijo: “No está bien lo que haces”. Y Dios le dijo a Moisés que iba a bajar y tomar del Espíritu Santo que estaba sobre él y distribuirlo a 70 ancianos de la comunidad. Y cuando hizo eso y el Espíritu cayó sobre los 70 ancianos, ellos empezaron a profetizar.
Ahora, dos de ellos, Eldad y Medad no estaban presentes allí en ese lugar y Josué vio esto y se molestó y vino a Moisés y le dijo: “Moisés, “Eldad y Medad están profetizando en el campamento”. “Detenlos”. Debido a que Josué se había acostumbrado a pensar que sólo Moisés había sido ungido para el ministerio, y ahora aquí están esos otros compañeros dando señales externas de haber sido investidos y capacitados por el Espíritu Santo, y él pensó que era una especie de grupo rebelde inconformista de profetas autonominados, porque Josué no estaba allí cuando Moisés recibió las instrucciones.
La clave es que cuando Moisés escuchó la queja de Josué, le dijo: Josué, “¿Tienes celos por causa mía?” Dijo: “Ojalá todo el pueblo del SEÑOR fuera profeta, que el SEÑOR pusiera su Espíritu sobre ellos”. Así que lo que Moisés está diciendo es: “No deberías estar celoso de lo que está pasando aquí, porque Dios ahora ha ampliado la distribución del poder de unción del Espíritu Santo”. ‘Sólo deseo’, dijo Moisés, ‘que fuera mayor’. ‘Deseo que dé Su Espíritu a toda la gente de la comunidad, no sólo a 70 de ellos’. Y esa fue la súplica de Moisés; esa fue su oración. No fue una profecía.
Pero para cuando llegamos a Joel, la oración de Moisés se convierte en una profecía, y Joel estaba diciendo que llegará el momento en que Dios derramará su Espíritu sobre todo el pueblo de Dios, no sólo sobre algunos de ellos. Así que no habría ningún este ‘tiene’ y este ‘no tiene’. Ahora, me llama mucho la atención que cuando este evento es registrado en el libro de Hechos, que Pedro lo vea como el cumplimiento de Joel. Y, lo cual sería completamente contrario a la idea de que Dios estaba dando ahora su Espíritu Santo a algunos de los creyentes y no a todos los creyentes en la experiencia de Pentecostés.
Ahora, hay algunas otras cosas que tenemos que notar, y considerar cuidadosamente lo que se está registrando en el libro de Hechos. La primera es que cuando leemos el capítulo 2, vemos un par de cosas que son importantes notar, primero que las personas que se reunieron allí, en esta ocasión, eran creyentes judíos de todas las distintas provincias. Estos creyentes judíos se reunieron ahora para celebrar la fiesta del Antiguo Testamento, Pentecostés. Y mientras los creyentes judíos estaban reunidos por este motivo, el Espíritu Santo vino sobre ellos, y es instructivo para nosotros notar que cuando el Espíritu cayó sobre los creyentes judíos, cayó sobre todos ellos. Cada uno de esos creyentes judíos, que estaban reunidos en Pentecostés, recibió este derramamiento del Espíritu Santo, no vino sólo a una parte de ellos. Llegó a todos ellos.
Ahora, habían sido creyentes antes de haber estado experimentando este bautismo, si se quiere, del Espíritu Santo, debido a este período en la historia redentora. Pentecostés marca un nuevo incidente en el plan de redención de Dios; así que obviamente, había personas que habían sido creyentes antes de recibir esta investidura o dotación de Dios el Espíritu Santo. Pero luego vemos, espera un minuto; vemos otros tres episodios en el libro de Hechos que son lo que yo llamo ‘mini-Pentecostés’. Si lees en el capítulo 7 del libro de Hechos, leemos de la entrega del Espíritu Santo a los creyentes samaritanos.
En el capítulo 7 – perdón – capítulo 8 versículo 14. “Cuando los apóstoles que estaban en Jerusalén oyeron que Samaria había recibido la palabra de Dios, les enviaron a Pedro y a Juan, quienes descendieron y oraron por ellos para que recibieran el Espíritu Santo, pues todavía no había descendido sobre ninguno de ellos”. Así que aquí se ve por qué la gente dice que hay una brecha de tiempo entre la conversión y la recepción del Espíritu, porque sin duda fue el caso de los creyentes samaritanos, que habían recibido a Jesús, creían en Jesús, pero aún no habían recibido el Espíritu Santo, “pues todavía no había descendido sobre ninguno de ellos; solo habían sido bautizados en el nombre del Señor Jesús. Entonces les imponían las manos, y recibían el Espíritu Santo”. Entonces, ahora los samaritanos tienen un Pentecostés, y todos los samaritanos creyentes reciben el Espíritu Santo.
Luego vas al capítulo 10 de Hechos, al relato de lo que sucede en la casa de Cornelio, con Pedro, versículo 44, “Mientras Pedro todavía hablaba estas palabras, el Espíritu Santo cayó sobre todos los que escuchaban el mensaje. Y todos los creyentes que eran de la circuncisión, que habían venido con Pedro, se quedaron asombrados, porque el don del Espíritu Santo había sido derramado también sobre los gentiles, pues les oían hablar en lenguas y exaltar a Dios”. ¿Entiendes lo que está pasando aquí? Pedro está visitando a Cornelio, quien es identificado en el Nuevo Testamento como un temeroso de Dios. Es un gentil creyente del judaísmo. Aquellos gentiles que se convirtieron al judaísmo pero que permanecieron incircuncisos fueron llamados temerosos de Dios. Y Pedro ahora está en la casa de Cornelio y el Espíritu Santo cae sobre estos gentiles temerosos de Dios.
Ahora, y Pedro dijo: “¿Puede acaso alguien negar el agua para que sean bautizados estos que han recibido el Espíritu Santo lo mismo que nosotros? Y mandó que fueran bautizados en el nombre de Jesucristo. Entonces le pidieron que se quedara con ellos unos días”. Ahora, los comentarios de Pedro, en respuesta al asombro del contingente judío cuando vieron al Espíritu Santo caer sobre los gentiles, por amor de Dios. Pedro dice, “¿Qué quiere decir esto?” El significado es que tenemos que bautizar a estas personas. Tenemos que injertarlos en la Iglesia del Nuevo Testamento. Deben ser miembros plenos de la nueva comunidad del pacto, porque Dios les ha dado lo mismo que nos dio a nosotros’.
Ahora, de nuevo, más adelante en Hechos 19 tenemos el mismo tipo de cosas que sucede con los cristianos de Éfeso, lo cual también, luego, reciben el Espíritu Santo igual que leemos en esas otras experiencias. Para que lo que tenemos sean cuatro relatos de derramamientos pentecostales del Espíritu Santo en el libro de Hechos. Ahora, dos cosas que quiero que vean, son estas: número uno, que todas las personas que estuvieron presentes como creyentes en estos episodios recibieron el Espíritu Santo; eso es significativo. Número dos, que el registro que tenemos aquí describe cuatro grupos distintos de personas que encontramos en el Nuevo Testamento. Y estos son: en primer lugar, los judíos; en segundo lugar, los samaritanos; tercer lugar, los temerosos de Dios; y cuarto, los gentiles, los efesios.
Ahora, si leemos atentamente Hechos, el libro de Hechos y las epístolas del apóstol Pablo, vemos que una de las mayores controversias en los años de inicio de la iglesia cristiana era la pregunta: “¿Dónde encajan los gentiles en el cuerpo de Cristo?” Los gentiles eran extranjeros a la comunidad de Israel. Eran extraños al pacto del Antiguo Testamento. Había una membresía parcial otorgada a los temerosos de Dios, absolutamente ninguna membresía a los samaritanos, y los gentiles eran considerados fuera del campamento. Entonces, ahora que el Evangelio se predica a estos grupos, el problema era, ¿qué hacemos con los samaritanos que se convierten en creyentes?, ¿qué hacemos con los temerosos de Dios que se convierten en creyentes?, ¿qué hacemos con los gentiles que se convierten en creyentes? ¿Deben tener plena membresía en el cuerpo de Cristo, o no?
Ahora, me llama la atención que, si nos fijamos en la estructura literaria y el progreso del bosquejo del libro de Hechos, veremos que lo que Lucas hace en su narrativa es que traza la expansión de la iglesia apostólica de Jerusalén a Judea, a Samaria, hasta los confines de la tierra. Así como Cristo da la gran comisión, donde manda a sus discípulos a que permanezcan primero en Jerusalén hasta que el Espíritu Santo venga sobre ellos en el poder, entonces deben llegar a Judea, a Samaria, hasta los confines de la tierra. Y así es como el libro se desarrolla. Y a medida que se alcanza cada elemento, se toca cada segmento, los samaritanos, los temerosos de Dios, los gentiles, Dios verifica su inclusión con privilegios completos y la membresía a la iglesia del Nuevo Testamento dándoles el Espíritu Santo.
Mi problema con la teología pentecostal es que, en mi opinión, tiene una opinión demasiado pobre de Pentecostés. El significado que el Nuevo Testamento le da a Pentecostés es que esta es el derramamiento del Espíritu Santo a toda la iglesia, lo cual es incluir a todo creyente en la iglesia. Como dice Pablo en la literatura didáctica: “¿No fuimos todos bautizados en un solo Espíritu?” Entonces, la doctrina bíblica no tiene lugar, en mi juicio, para una definición de cristianos que tienen el bautismo del Espíritu Santo y cristianos que no lo tienen. Ahora, viene con la conversión. No es lo mismo que la conversión, pero el principio es que todos los cristianos reciben el bautismo del Espíritu Santo. Analizaremos esto más completamente cuando veamos los dones del Espíritu Santo, que son parte integral de la preocupación del siglo XX.