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Transcripción
Hace poco, leí una novela en la que había un debate entre un sacerdote y un científico, y en un momento de la discusión el científico le dijo al sacerdote: «Tú declara tu fe, y yo te daré mi razón». Y expuso el debate entre ellos en términos de una disputa entre la fe y la razón, no muy diferente de algunas de las diferencias de opinión que he tenido con mi esposa, donde a veces se queja, y dice: «No puedo debatir contigo. Siempre quieres recurrir a la lógica cuando sé que esta posición es falsa». Y yo digo: «Un hombre con lógica nunca está a merced de una mujer con intuición». Y así, tenemos nuestras pequeñas disputas que siguen el mismo tipo de disyunción.
Pero esta parece ser la percepción que tenemos hoy: que la teología implica un salto de fe, mientras que la ciencia implica una búsqueda convincente e implacable de la racionalidad, como si la fe y la razón estuvieran completamente divorciadas una de la otra.
También plantea la pregunta del método. Nosotros decimos: «Hay un método para su locura». Bueno, toda investigación de la verdad, ya sea en el ámbito de la teología, de la filosofía o de la ciencia, implica la aplicación de algún tipo de método, y ese método puede o no incluir una dependencia de la razón. Ahora, en nuestro primer segmento, hablamos sobre el esfuerzo tanto de la ciencia como de la teología de interesarse por la salvación. La salvación primordial para el científico era salvar los fenómenos, como sugirió Platón; y hablé de una revolución que tuvo lugar en el siglo XVI con las teorías postuladas por Copérnico en la llamada Revolución de Copérnico.
Ahora, como mencioné, hubo una reacción feroz de la iglesia. Galileo fue puesto bajo la excomunión papal. Pero no solo fue la Iglesia Católica Romana la que reaccionó contra Copérnico y sus teorías. El naciente movimiento reformado que había surgido en el siglo XVI también se posicionó directamente en oposición contra Copérnico. Los dos reformadores magisteriales del siglo XVI, por ejemplo, Juan Calvino y Martín Lutero, pensaban que las teorías de Copérnico eran ridículas. La pregunta es esta: ¿Por qué tanto alboroto? La gente creía que la integridad de la Biblia estaba en juego, y que las opiniones humanas ahora iban a suplantar la revelación divina. Ahora la pregunta es esta: ¿Por qué los teólogos de ese día pensaban que la integridad de la Biblia estaba en juego?
Bueno, si nos fijamos en las enseñanzas de las Escrituras y lo que dicen con respecto a la naturaleza y los fenómenos naturales, leemos, por ejemplo, en la Biblia, descripciones del sol moviéndose a través de los cielos; y es muy evidente en la literatura de la Escritura que la Biblia respalda un entendimiento de la cosmología, una visión de la astronomía y la física, que sugiere que la tierra es estacionaria y el sol se mueve en órbita alrededor de la tierra. Entonces, si aceptamos la teoría copernicana de que es el sol el centro del sistema solar y no la tierra, se puede ver lo que sucede con la credibilidad de los documentos bíblicos. Es por eso que el debate fue tan intenso, hasta que la gente se calmó un poco y dijo: «Espera un minuto». Cuando la Biblia describe el mundo externo, cuando la Biblia discute los fenómenos que observamos, usa un tipo de lenguaje que simplemente llamamos «fenomenológico», o en términos simples, el «lenguaje de los fenómenos».
Es decir, describimos las cosas de la manera en que aparecen a simple vista. Y, por supuesto, los escritores bíblicos, cuando describen el día como lo perciben, hablan del sol cruzando los cielos porque cuando estamos parados aquí en la tierra y miramos hacia el cielo, ¿qué vemos? ¿Cuál es la experiencia fenomenológica que tenemos? Para los sentidos, parece perfectamente claro que el sol se está moviendo y nosotros estamos quietos. En este momento, mientras hablo, de acuerdo con la teoría moderna, estoy girando a una velocidad super rápida, y estoy en esta orbe, y no sé si debería estar derecho o al revés en este momento, en qué extremo de la tierra estoy en este momento, y el sentido común nos dice que si la tierra es redonda, entonces solo puedes vivir en la parte superior de ella porque cualquiera que estuviera destinado a vivir en el lugar inferior del planeta se caería. O, si realmente está girando sobre su eje, todos estaríamos mareados todo el tiempo. Eso es lo que llamamos «sentido común».
¿Cómo se usa la palabra «sentido» allí? Es decir, es la sensación común, universal, fenomenológica que todos tenemos. Pero, ¿realmente esperas que los escritores bíblicos, hace cientos de años, expusieran teoremas científicos técnicos y abstractos? Su preocupación principal es la obra de Dios en la historia, la obra de la redención de Dios, la obra de Sus promesas que tienen lugar en esta esfera del mundo natural. Pero las operaciones del mundo natural se describen en lenguaje fenomenológico. Alguien podría mirarme y decir: «Oye lo estás forzando. Sabes que estás haciendo un montón de acrobacias, para salvar la integridad de las Escrituras». No, estoy tratando de salvar la integridad del lenguaje, el lenguaje tal como lo usamos en el discurso ordinario. Con frecuencia uso la ilustración de ver la transmisión diaria por televisión del clima. Ya ni siquiera lo llaman el pronóstico del tiempo.
Ahora, es el «análisis meteorológico», y el meteorólogo debe tener un título en meteorología. Esa también es una palabra interesante porque se remonta al mundo antiguo y la comprensión que tenía el mundo antiguo de la forma en que los meteoritos afectaban el clima. De todos modos, todavía usamos este lenguaje de «resumen meteorológico» y ves a los meteorólogos salir en la televisión y poner estos gráficos, y muestran sistemas de alta presión y sistemas de baja presión y presión barométrica y los cocientes de probabilidad de precipitación, y toda esta jerga técnica que se usa, cuando todo lo que quiero saber es si: ¿llevo mi paraguas al trabajo o no?
Pero después de toda esta tecnicidad, al final del pronóstico del tiempo, tienen esta pequeña recapitulación donde te dicen cómo será el clima del día, y luego agregan: «El sol saldrá a las 6:45. El sol se pondrá a las 6:23 p.m.», ¿y qué hacemos? Corremos a nuestros teléfonos y llamamos a nuestra compañía de radiodifusión local, y decimos: «¿No han oído hablar de Copérnico? ¿Todavía estás tratando de convencernos de que sale el sol y se pone el sol? ¿Qué locura es esta que hemos estado cegados durante todos estos siglos a las conclusiones claras y ciertas de Galileo y Copérnico y todo lo demás?». Nadie se queja de eso porque entendemos que estamos usando el lenguaje de la fenomenología.
Ahora, cuando hablamos de ciencia, uno de los avances más importantes que ocurrieron como resultado de la Revolución Copernicana fue afinar el método en que se aborda los datos de la investigación científica, y lo que todos aprendimos en la escuela cuando éramos niños fue un resumen simple de lo que se llama el «método científico». El método científico. Y cuando miramos el método científico, vemos que hay dos elementos distintos críticamente importantes que están unidos en la búsqueda de la verdad. Y estos dos elementos importantes que juntos comprenden el método científico son los que conocemos como «inducción» y «deducción». A veces esto se conoce con otro nombre, cuya expresión es el «método analítico».
A veces describimos nuestra cultura actual como «posmoderna» o «post-ilustración» para darnos una especie de punto de referencia de dónde estamos en el continuo de la historia, y pensamos en la Ilustración del siglo XVIII, lo que se llamó en Alemania el Aufklärung. Uno de los elementos de la Ilustración fue el establecimiento de una metodología para abordar los temas de la verdad, lo cual se llamó el método analítico, que no era otra cosa que una mejora del método científico clásico. El método analítico se autodefinió, en términos sencillos: que es la tarea del científico el descubrir la lógica de los hechos. Permítanme decirlo de nuevo: descubrir la lógica de los hechos.
Una vez tuve un consultor que me dijo: «Si vas a tomar decisiones en tus operaciones sobre cómo vas a asignar tus recursos, necesitas información para tomar decisiones inteligentes e informadas. Necesitas la información correcta, y necesitas una cantidad suficiente de la información correcta». Y dijo esto, y tenía toda la razón: «Si obtienes suficientes datos, suponiendo que la data esté correcta y que sea la información apropiada», dijo, «las decisiones saltan hacia ti». ¿Qué estaba diciendo? Simplemente estaba aplicando el método analítico. Simplemente estaba diciendo: «Reúnes todos los datos que puedas, obtienes tantos hechos como puedas reunir, y luego ves si surgen patrones, ves si hay alguna lógica que esté comenzando a tomar forma». Esto es lo que hacemos en el mundo científico, por lo que utilizamos tanto la inducción como la deducción.
Ahora, todos recordamos que cuando éramos niños aprendimos la diferencia entre inducción y deducción, es decir, recordamos que cuando éramos niños aprendimos esa distinción. Eso no significa que recordemos la distinción. A algunos de nosotros se nos hace difícil tratar de expresar la diferencia entre inducción y deducción. En términos simples es esto: En el proceso de inducción, lo que hacemos es que pasamos de lo particular a lo general. Es decir, la inducción se encarga de experimentar, observar, recolectar materiales, etc. Miramos una ardilla, y notamos que la ardilla tiene un pelaje tupido en la cola.
Luego encontramos otra ardilla, y esa ardilla también tiene el pelaje tupido. Y luego miramos a una tercera ardilla, y esta también tiene un pelaje tupido, y hacemos esto hasta que obtenemos miles y miles y miles de ejemplos de ardillas. Y miramos todos estos detalles, y sabemos que no tenemos el tiempo o la capacidad de examinar cada ardilla concebible que alguna vez vivió o podría vivir en el universo, pero ahora nos inclinamos a generalizar, y sacamos una conclusión universal de la base de datos particular que hemos examinado, y llegamos… ¿a cuál principio? Todas las ardillas tienen pelajes tupidos en la cola, a menos que una haya sido cortada por una cortadora de césped. Pero nos movemos inductivamente a partir de los datos de nuestra experiencia que medimos, observamos, recopilamos, analizamos y luego llegamos a nuestras conclusiones extraídas de lo que llamamos los hechos.
Ahora, ese es un polo del método científico. La otra parte del método científico implica la deducción, que implica el paso de lo general, o lo universal, a lo particular. El ejemplo más famoso de esto es el silogismo, y el ejemplo más famoso del silogismo, que también aprendiste cuando estabas en la escuela primaria. «Todos los hombres son mortales». Ahora, ¿qué clase de declaración es esa: «Todos los hombres son mortales»? Es un juicio universal. ¿Si? Estás haciendo una declaración sobre todos en una clase en particular. Todos los hombres son mortales. Sócrates es un hombre, por lo tanto, ¿qué? Sócrates es mortal. Bien, ¿es ese un argumento verdadero? Me están mirando perplejos.
La respuesta ya debería ser evidente. ¿Es esto verdadero? Todos los hombres son mortales. Sócrates es un hombre, entonces, Sócrates es mortal. ¿Cierto? No. Mueve la cabeza así. No es verdad. Los argumentos no son verdaderos o falsos. Los argumentos son válidos o inválidos. Las proposiciones son verdaderas o falsas. Te engañé, ¿no? Bien. ¿Es un argumento válido? Sí. El argumento es válido. La conclusión puede ser falsa, aunque el argumento sea válido porque la conclusión se basa en la veracidad de las premisas o las proposiciones. ¿Sabemos con certeza que todos los hombres son mortales? Algunos de ustedes están moviendo la cabeza. No, no lo sabemos. No lo sabemos inductivamente. ¿Hemos examinado a cada ser humano que alguna vez vivió para asegurarnos de que murieran? ¿Qué parte aún no ha muerto? Todos los que siguen vivos.
La única forma en que puedes saber con certeza que todos los hombres son mortales es póstumamente porque incluso si eres la última persona viva en este planeta, puedes ser la única excepción. Pero tenemos una selección razonable, un universo razonable de casos particulares para sacar la inferencia, o la conclusión, de que todos los hombres son mortales. Si esa afirmación es cierta, si todos los hombres son mortales, y si Sócrates es un hombre, entonces ¿qué pasa con la conclusión? ¿Cierto o incierto? Absolutamente cierto. Si todos los hombres son mortales, y si Sócrates es un hombre, entonces se deduce por consecuencia necesaria que Sócrates es mortal. Ahora, este es el lado deductivo. Este es el lado que hace uso de la lógica.
La inducción es el lado material, el lado material. La inducción implica el uso de los cinco sentidos e instrumentos sofisticados como microscopios y telescopios, etc., para observar las particularidades, y no estamos usando la ciencia correctamente si ignoramos los datos. Has escuchado la expresión: «Este tipo no permitirá que los hechos se interpongan en el camino de su argumento», o puedes decir: «No me confundas con los hechos». Están diciendo allí: «No me des trozos de realidad que puedan desafiar mi sistema». Pero la verdadera ciencia está tratando de salvar los fenómenos, y la forma en que nos encontramos con los fenómenos es a través de los sentidos. No sé si hay un pedazo de tiza aquí sobre la base de la pura lógica deductiva.
No puedo meterme en el horno holandés de Descartes y derivar la existencia de este trozo de tiza. Me veo obligado a creer que hay un pedazo de tiza aquí porque lo estoy viendo, lo estoy sintiendo, estoy en contacto por los sentidos. Es parte del mundo material, el mundo que se puede percibir, el mundo de los fenómenos. Entonces, examino este pedazo de tiza y un montón de otros pedazos de tiza, y trato de ver si hay algún tipo de «ticería» incorporada que tenga lógica. Y vamos a ver más sobre el papel de la lógica y el papel de la lógica en la ciencia, pero la crisis actual, en mi opinión, entre la teología y la ciencia, y lo que espero mostrar, no es tanto una crisis entre la fe en la teología y la razón en la ciencia. Estoy convencido de que la crisis es más profunda que eso. Estoy convencido de que la crisis tiene que ver con la relación entre fe y razón en teología porque hay mucha teología irracional por ahí.
Hace poco estaba enseñando un curso de filosofía, y hablé sobre la ciencia de la teología, y una de las personas de mi clase tenía un doctorado en una de las ciencias naturales, y se opuso a que llamara a la teología una ciencia. Él dijo: «La teología no es ciencia». Le dije: «¿Es ignorancia?». Él dijo: «No». Le dije: «Bueno, ¿qué significa la palabra ‘ciencia’? Significa ‘conocimiento’, y es un campo de conocimiento». Aquí hay un esfuerzo que tiene lugar y una búsqueda del conocimiento, una búsqueda de la verdad, y en la medida en que está interesada en la verdad y en el conocimiento y en la realidad, tiene que ver con la ciencia. Pero no podemos, entonces, si vamos a decir que es científica, cortar la rama que nos sostiene y decir: «Bueno, cuando estudiemos la teología podemos dejar nuestros cerebros en el estacionamiento», o «Podemos abandonar la razón y simplemente dar saltos cuánticos de fe».
Hay una crisis real en la teología de hoy donde la gente quiere que la religión sea irracional. Pero lo que también quiero que veamos es que esa crisis entre la fe y la razón también ha infectado a la comunidad de las ciencias naturales donde se ha negociado la mitad del método científico, donde hemos creado una generación de científicos que están extremadamente bien entrenados en la inducción, pero igualmente mal entrenados en la deducción. Ahí es donde encontramos conclusiones comúnmente irracionales que se extraen de los datos. Veremos esas áreas de conflicto en nuestra próxima sesión.