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31 julio, 2021Cómo no hacer teología


Nota del editor: Este es el segundo capítulo en la serie de artículos de Tabletalk Magazine: Cómo hacer teología
El huracán Irma atravesó el centro de Florida en septiembre del 2017 tras pasar por varias islas del Caribe y los Cayos de Florida. Cuando el huracán pasó, más de 130 personas en estas zonas habían perdido la vida como consecuencia de la tormenta, y se calcula que los daños materiales llegaron cerca de los 63 000 millones de dólares. Es uno de los huracanes más destructivos que han azotado esa región.
Tras la tormenta, varios millones de personas en toda Florida se quedaron sin electricidad. Los barrios zumbaban con el sonido de generadores eléctricos portátiles mientras la gente esperaba que las compañías eléctricas restablecieran el servicio. Pero al seguir las noticias durante esos días, nos enteramos de que mucha gente nunca aprendió cómo no operar un generador. Varias personas en el centro de Florida murieron por envenenamiento con monóxido de carbono porque hicieron funcionar sus generadores en el interior de sus viviendas. Si hubieran sabido cómo operar correctamente un generador, sus vidas no se habrían perdido.
Cuando hay mucho en juego, es importante conocer la forma correcta y la forma incorrecta de hacer las cosas. Lo que está en juego es lo mayor cuando se trata de nuestra teología, nuestras ideas sobre Dios, Cristo y cómo podemos ser salvos, entre otras. Nuestra teología determinará lo que nos suceda por toda la eternidad, por lo que es importante ocuparse de ella correctamente. Eso significa saber cómo no hacer teología tanto como saber cómo sí hacerla. Entonces, ¿cuáles son algunas de las formas en que no debemos hacer teología?
POR PENSAR QUE NO ESTAMOS HACIENDO TEOLOGÍA
El Dr. R. C. Sproul ha dicho que todos somos teólogos, y tiene razón. Dado que la teología puede definirse como una palabra o un pensamiento sobre Dios, todas las personas son teólogos porque todas las personas tienen algún pensamiento sobre quién o qué es lo divino, lo que Dios espera de nosotros y una serie de otros temas relacionados. Sin embargo, aunque todos tenemos estos pensamientos, ¿cuántos de nosotros nos consideramos teólogos? ¿Cuántos de nosotros somos conscientes de que al estudiar la Escritura estamos desarrollando algún tipo de teología? ¿Cuántos de nosotros sabemos que estamos desarrollando una teología incluso cuando pensamos en el mundo que nos rodea?
No ser conscientes de que estamos haciendo teología hace que sea difícil reconocer nuestra teología y corregirla cuando sea necesario. Empezamos a pensar que todos nuestros pensamientos sobre Dios son verdades autoevidentes y nos cuesta creer que nuestros pensamientos son realmente distintos de la revelación divina. Esto puede estar bien cuando nuestros pensamientos coinciden con lo que la Escritura enseña, pero fallar en reconocer que siempre estamos interpretando y haciendo teología hace que nos resulte difícil ser apropiadamente autocríticos con nuestras creencias. Así nos volvemos menos aptos para medir nuestras creencias con la Escritura y menos propensos a refinarlas o cambiarlas cuando sea necesario hacerlo.
AL PRACTICAR SOLO SCRIPTURA
No reconocer que en realidad estamos haciendo teología todo el tiempo y especialmente cuando leemos la Biblia es un aspecto de lo que significa practicar solo Scriptura. En esencia, podemos definir solo Scriptura como la creencia de que no necesitamos la ayuda de la iglesia, los credos y los maestros a lo largo de la historia para entender correctamente la Biblia. El practicante de solo Scriptura piensa que no trae ninguna noción preconcebida a su estudio de la Biblia. Cree que el simple estudio de la Palabra de Dios por su propia cuenta es suficiente para guiarlo a toda la verdad.
Por otro lado, sola Scriptura dice que aunque la Biblia es la única autoridad infalible para la Iglesia, los creyentes en verdad necesitan la ayuda de autoridades secundarias y falibles para entender correctamente la revelación divina. Los credos, los teólogos del presente y del pasado y la propia iglesia local proporcionan una guía útil para entender la Palabra de Dios. Nos proporcionan una forma de medir la exactitud de nuestras interpretaciones privadas de la Escritura. Cristo ha prometido estar con Su Iglesia y guiar a Su pueblo en la comprensión de Su verdad (Mt 28:20; Ef 4:11-13). Entre otras cosas, eso significa que Él no habla en un código que solo unos pocos pueden entender, ni que como individuos nos concede una visión que no da a otras personas. Si pensamos que hemos descubierto algo nuevo en la Escritura, probablemente no sea cierto y probablemente tampoco sea un error nuevo.
Como protestantes, tenemos que pensar cuidadosamente en el derecho a la interpretación privada y en cómo nos relacionamos como individuos con la sabiduría de la Iglesia. La historia de la Reforma se cuenta a veces como la historia de un individualismo rudo, de individuos que llegaron a conclusiones independientes y que se resistieron al error porque tuvieron el valor de defender la verdad cuando nadie más lo hacía. Ciertamente, muchos de los reformadores llegaron a puntos en los que sentían que nadie les apoyaba, pero también reconocieron que, de hecho, no estaban enseñando nada nuevo. Martín Lutero defendió la justificación por la fe sola y la Escritura como única autoridad infalible, pero otros llegaron a las mismas conclusiones que él, independientemente de su obra, aunque la personalidad de Lutero influyó decisivamente en la Reforma. Lutero y otros llegaron a estas conclusiones reconociendo que la autoridad final de la Escritura no significa que otras autoridades subordinadas no tengan nada que enseñarnos. De hecho, una de sus críticas a la Iglesia católica romana fue que no era ni católica —universal— ni suficientemente antigua. Los reformadores apelaron a los padres de la Iglesia, a los teólogos medievales y a los credos anteriores para demostrar que era el papado el que había actuado por su cuenta, no los reformadores.
AL ESCUCHAR SOLO A UNOS POCOS MAESTROS SELECCIONADOS
Dios ha dotado a Su Iglesia con una variedad de maestros, cada uno con un estilo único de enseñanza. Por lo general, nos encontraremos gravitando hacia determinados maestros porque su estilo y su manera se adaptan particularmente a nuestras personalidades. En cierto sentido, esto no tiene nada de malo. Es bueno seguir a aquellos que nos ofrecen la mayor ayuda para entender la Palabra de Dios. El problema viene cuando escuchamos solo a esos pocos seleccionados y nunca nos aventuramos fuera de nuestro conjunto de maestros favoritos.
Seguir solo a uno o a unos pocos maestros puede moldearnos de forma poco saludable. El hecho es que necesitamos escuchar a muchos instructores diferentes. Pablo nos dice que Dios ha dado a la iglesia apóstoles, profetas, evangelistas, pastores y maestros para que podamos crecer hasta la madurez (Ef 4:11-16). Nota el uso del plural por parte del apóstol. Un solo apóstol era insuficiente para nuestra instrucción, así que Dios nos dio a Pedro, Pablo, Santiago, Judas, Mateo, Juan y varios más. Un profeta no era suficiente, así que Dios nos dio a Elías, Moisés, Isaías, Jeremías, Oseas, Malaquías, Amós, Eliseo, Miqueas y varios otros. Los oficios apostólico y profético han pasado, pero no nuestra necesidad de más de uno o más de unos pocos hombres en los demás oficios. Escuchar a muchos buenos maestros, tanto aquellos que son conocidos como los que no lo son, significa que nos beneficiaremos de las fuerzas de muchos y no solo de las de unos pocos.
AL HACERLO SOLO A TRAVÉS DE LAS REDES SOCIALES
Facebook, Twitter y otras redes sociales pueden ser grandes recursos. A través de estos medios, a menudo encontramos artículos perspicaces, clips de audio y vídeos sobre diversas doctrinas, así como buenas conversaciones sobre cuestiones teológicas que mejoran nuestra comprensión de diversos temas. Sin embargo, hacer teología solo a través de las redes sociales nos dejará empobrecidos. Podríamos incluso dejarnos llevar por una entrada de blog bien escrita u otro recurso porque no nos tomamos el tiempo de leer libros teológicos más densos o de asistir regularmente a la predicación de la Palabra de Dios en nuestras iglesias. Internet nos proporciona grandes recursos teológicos, pero necesitamos abrir un libro y sentarnos bajo la predicación de la Palabra de Dios en persona de forma regular para desarrollar nuestro discernimiento y ser capaces de reconocer cuando lo que está recibiendo muchos «me gusta» y retuits es en realidad un grave error.
AL PENSAR QUE LO TENEMOS TODO RESUELTO
Por último, no debemos hacer teología con arrogancia, dando por sentado que tenemos resueltos todos los temas difíciles y que nadie puede enseñarnos nada. La Iglesia ha tardado dos mil años en descubrir lo que tiene en la Palabra de Dios, y aún apenas está arañando la superficie. No podemos pensar que hemos llegado a una comprensión completa tras hacer teología durante cinco, quince o incluso cincuenta años.
Hacer teología con arrogancia adopta muchas formas, pero una de la que muchos de nosotros debemos cuidarnos es la de creer que no podemos aprender de aquellos que tienen menos experiencia haciendo teología que nosotros. Algunos de nosotros hemos recibido formación teológica formal. Eso da ciertas ventajas, pero no significa que los cristianos más nuevos o los que no tienen formación formal no sepan nada de Cristo. A veces pueden recordarnos cosas que hemos olvidado. Aquellos que nunca han recibido una formación formal en teología —pero que han seguido a Cristo fielmente durante años— pueden decir verdades profundas al haber experimentado la fidelidad de Dios y haber estudiado Su Palabra durante toda su vida. En otras palabras, el estudio de la teología es encomiable pero, si no tenemos cuidado, puede hacer que nos llenemos de orgullo (1 Co 8:1).
Debemos hacer teología desde una posición de humildad. Tanto los que hemos estudiado teología durante años como los nuevos cristianos nunca debemos pensar que hemos aprendido todo lo que hay que saber. No somos infalibles y necesitamos aprender unos de otros para que todos crezcamos continuamente hacia la madurez en Cristo.