El significado de la voluntad de Dios
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4 julio, 2018El mandato del discipulado
Nota del editor: Este es el primer capítulo en la serie «Discipulado», publicada por la Tabletalk Magazine.
Algunos años atrás, en el condado donde trabajaba como pastor asociado, unas iglesias evangélicas decidieron unirse para patrocinar una campaña evangelística. Serví como líder del comité de organización de dicha campaña y tomamos la decisión de invitar a un predicador de radio bien reconocido para que fuese el evangelista. Miles de personas asistieron a la primera noche de campaña. Nunca olvidaré la invitación del predicador al final de su sermón.
Primeramente invitó a pasar al frente a todos los que habían aceptado a Cristo como su Señor y Salvador. Unas treinta o cuarenta personas pasaron al frente. Luego dijo algo que me asombró. Invitó a pasar a todos aquellos que ya eran cristianos pero que nunca habían sido discípulos de Cristo. Para mi sorpresa, muchos creyentes, algunos a quienes conocía muy bien, pasaron al frente pensando que en ese instante se estaban haciendo discípulos de Jesucristo por primera vez.
Esta segunda invitación me perturbó. En esencia, el predicador estaba enseñando que hay dos tipos de cristianos: los convertidos y los discípulos. Conforme a su enseñanza, los convertidos son los que confían en Cristo como su Salvador; discípulos son aquellos que toman un paso posterior para seguir a Cristo como su Señor. Técnicamente, alguien podría convertirse y ser cristiano sin ser un discípulo. No obstante, en los evangelios, Jesús no hace tal distinción. Ser cristiano es ser discípulo; ser discípulo es ser cristiano.
La verdadera fe salvífica es la fe que nos obliga a seguir y a obedecer a Cristo como Sus discípulos.
Precisamente eso es lo que Jesús le recuerda a Sus discípulos en la Gran Comisión al final del evangelio de Mateo. Nota lo que dice Jesús: «Id, pues, y haced discípulos de todas las naciones» (Mat. 28:19). El imperativo de Jesús no es de convertir personas sino de hacer discípulos. En otras palabras, para el cristiano no es opcional el seguir y obedecer a Cristo. El apóstol Juan es aún más franco cuando escribe: “El que dice: Yo he llegado a conocerle, y no guarda Sus mandamientos es un mentiroso y la verdad no está en él” (1Jn. 2:4).
La verdadera fe salvífica es la fe que nos obliga a seguir y a obedecer a Cristo como Sus discípulos. Nuestros primeros pasos como cristianos, aunque a menudo pequeños y titubeantes, son pasos que siguen a nuestro Salvador.
Me temo que mucho de lo que podríamos llamar cristianismo evangélico ha perdido de vista esta verdad importante. Muchos se han dejado engañar al pensar que por tan solo haber orado una oración, firmado una tarjeta o pasado al altar ya tienen el cielo garantizado. Pero Jesús nos pide algo más. Jesús nos exige confiar en Él con nuestras vidas. Jesús nos exige seguirle (Lc. 9:23). En pocas palabras, Jesús exige que seamos Sus discípulos.