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Nota del editor: Este es el séptimo de 13 capítulos en la serie de artículos de Tabletalk Magazine: El Mesías prometido.

El Salmo 2 enfatiza el reinado mesiánico o mediador de nuestro Señor Jesucristo. Es decir, Cristo siempre ha sido eternamente Rey como el segundo miembro de la Deidad, pero el Salmo 2 habla de Su reinado como el Dios-hombre y mediador del pacto de la gracia.
Este salmo ayudó a los escritores del Nuevo Testamento a comprender partes de los aspectos multifacéticos del reinado de Jesús. El Salmo 2 es citado explícitamente cuatro veces: dos veces en Hechos (Sal 2:1-2 en Hch 4:25-27; Sal 2:7 en Hch 13:33) y dos veces en Hebreos (Sal 2:7 en Heb 1:5; 5:5). Porciones del Salmo 2:9 también son mencionadas en Apocalipsis (2:27; 12:5; 19:15). Examinaremos estas cuatro citas específicas.
El Salmo 2 fue escrito por David y trata, en última instancia, acerca del Señor Jesucristo. Se divide en cuatro secciones: (1) hay enemigos contra Dios el Padre y Su «ungido», Jesús (vv. 1-3); (2) Dios el Padre se ríe de Sus enemigos y declara que ha puesto a Su «Rey sobre Sión» (vv. 4-6); (3) Jesús dice lo que el Padre le ha dicho: Jesús es el «Hijo», y Él destruirá a los enemigos de Dios con una «vara de hierro» (vv. 7-9); y (4) David alienta/advierte a todos que sirvan a Dios el Padre y a Jesús Su Hijo, concluyendo que «bienaventurados son todos los que en Él [Jesús] se refugian» (vv. 11-12).
Habrá enemigos contra Jesús y Su reino, pero Él triunfará.
En Hechos, Pedro y Juan son arrestados por hablar sobre la resurrección de Cristo y afirmar que un hombre cojo fue sanado en el nombre de Jesús. Posteriormente, ellos son liberados (Hch 4:1-22). Al regresar al cuerpo de la Iglesia, los creyentes citan el Salmo 2:1-2: «¿Por qué se enfurecieron los gentiles y los pueblos tramaron cosas vanas? Se presentaron los reyes de la tierra, y los gobernantes se juntaron a una contra el Señor y contra Su Ungido [griego Christos]» (Hch 4:25-26). Los creyentes concluyen que este texto se refería a aquellos que conspiraron y actuaron contra Jesús el Cristo: Herodes, Poncio Pilato, algunos gentiles y algunos judíos (v. 27). Además concluyen que este texto también se refiere a Pedro, Juan y a ellos mismos debido a su conexión con Jesús (v. 29). Por supuesto, como el Salmo 2 continúa indicando, el Cristo sería victorioso, al igual que aquellos conectados a Su reino. En el contexto de Hechos 4, Jesús había resucitado; Pedro, Juan y otros continuaron sanando y hablando con valentía acerca de Cristo (vv. 30-31). Sí, habrá enemigos contra Jesús y Su reino, pero Él triunfará (ver Ap 12:5; 19:15).
El Salmo 2:7: «Mi Hijo eres Tú, Yo te he engendrado hoy», es citado tres veces en el Nuevo Testamento: Hechos 13:33 y Hebreos 1:5; 5:5. La palabra hijo era una forma común en el Antiguo Testamento para referirse a varios reyes davídicos y también al Rey davídico, el futuro Mesías. Indica una relación especial entre el rey y Dios.
En su primer viaje misionero, Pablo pronunció un sermón en la sinagoga de Antioquía de Pisidia (Hch 13:16-41). Él cuenta las buenas noticias de salvación que están relacionadas con la muerte y resurrección de Jesús. En relación específicamente con la resurrección, Pablo cita tres textos del Antiguo Testamento: Sal 2:7; 16:10; e Is 55:3. El Salmo 2:7 es citado en Hechos 13:33: «Hijo Mío eres Tú; Yo te he engendrado hoy». Por supuesto, aquí «engendrado» no significa biológicamente nacido, sino que, en Su resurrección, Jesús ha entrado en otra etapa de Sus deberes reales. Como el poderoso Rey sentado a la diestra de Dios, Él puede efectuar la salvación de Su pueblo (ver Hch 4:11-12).
En Hebreos 1:5, el Salmo 2:7 es citado y la palabra «Hijo» es enfatizada. El autor de Hebreos está señalando que Jesús es mejor que los ángeles porque es llamado el «Hijo», y a ellos no se les da este título. Un segundo texto es citado para demostrar que Jesús es este Hijo especial: «Yo seré Padre para Él, y Él será Hijo para Mí» (2 Sam 7:14; Heb 1:5). El contexto de 2 Samuel 7:14 es la iniciación trascendental del pacto davídico. Estos dos versículos se combinan para enfatizar aún más la relación única entre Dios el Padre y Su Hijo Rey. Después de la resurrección de Jesús, un aspecto de Su reinado mediador (Heb 8:6; 9:15) es el poder: «se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas» (1:3).
La tercera cita del Salmo 2:7 está en Hebreos 5:5. Aquí se resalta un aspecto diferente. En el contexto de discutir los aspectos sacerdotales y reales del ministerio de Jesús, se señala que Jesús no se exaltó a Sí mismo sino que fue designado («engendrado») por Dios el Padre. Este aspecto de no exaltarse a Sí mismo fue prefigurado por el sumo sacerdote del Antiguo Testamento, quien tampoco se eligió a sí mismo (5:4-6). Además, la vida terrenal de Jesús exhibió esta humilde cualidad como nuestro líder/rey: «Porque ni aun el Hijo del Hombre vino para ser servido, sino para servir, y para dar Su vida en rescate por muchos» (Mr 10:45).
Ciertamente, puede decirse acerca de Jesús el Rey: «bienaventurados son todos los que en Él se refugian» (Sal 2:12).