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Nota del editor: Este es el quinto capítulo en la serie «Discipulado», publicada por la Tabletalk Magazine.
Si me permiten tomar prestado (y ligeramente modificar) un modismo que escuché una vez, diría que existe el discipulado porque no existe la adoración. La razón misma por la cual Jesús ha dado el mandato de discipular a las naciones es porque Él desea que gente de cada tribu, lengua y nación se reúna en una eterna sinfonía armoniosa de adoración al trino Dios. Eso quiere decir, que en la medida en que cumplimos fielmente el mandato del discipulado, debemos buscar la manera de concientizar a la gente de cuán importante es la adoración.
Al escribirle a la iglesia en Filipo, el apóstol Pablo conecta el discipulado con la adoración: “Porque nosotros somos la verdadera circuncisión, que adoramos en el Espíritu de Dios y nos gloriamos en Cristo Jesús, no poniendo la confianza en la carne” (Fil. 3:3). La razón por la cual Pablo apela a la circuncisión es por el contexto en que está escribiendo. Tal como fue ordenado por Dios, la circuncisión tuvo la intención de servir por una señal en la carne que visualmente marcaba al pueblo de Dios, era una muestra del pacto de Dios. Aquellos que habían sido circuncidados conforme a la promesa hecha a Abraham eran seguidores de Jehová. Otra manera de verlo es que en el Antiguo Testamento, la marca de un discípulo era la circuncisión.
La adoración es una respuesta que surge cuando el Espíritu Santo le da a nuestros corazones un entendimiento de la justicia de Jesús provista en el evangelio al nosotros adorar Su gloriosa gracia.
Sin embargo, en Filipo, ciertos maestros habían intentado enseñar su propio estilo de justicia o rectitud. Ellos insistían en lo que Pablo llamaba “la mutilación de la carne”. Al hacer esto, estaban demostrando que no entendían el propósito de la circuncisión al poner su confianza en la carne y no en Jesús. Esto contradice por completo al evangelio de la gracia gratuita de Dios. Cuando no entendemos lo que es el evangelio, trágica e inevitablemente, no logramos entender lo que es la adoración. Eso se da porque reemplazamos a Jesús de tal modo que no le podemos dar toda nuestra adoración, honor y gloria. Ese fue el paso fatal que dieron estos falsos maestros. La circuncisión tenía como propósito ver más allá de la señal física, pero ellos eran de vista muy corta para poder ver la verdad espiritual y se gloriaron en un sustituto de Cristo. Pablo no contuvo su lengua al denunciar esta malvada y vana confianza en la carne.
Los que verdaderamente han sido circuncidados, no en la carne, son aquellos que adoran por medio del Espíritu de Dios y que se glorían en Cristo Jesús. Pablo insiste en esto porque la adoración verdadera no es solo superficial. La adoración es una respuesta que surge cuando el Espíritu Santo le da a nuestros corazones un entendimiento de la justicia de Jesús provista en el evangelio al nosotros adorar Su gloriosa gracia. Esto, según el apóstol, caracteriza una vida de discipulado. El ser un discípulo de Jesús significa renunciar a toda confianza en cualquier cosa fuera de Jesús y gloriarnos en Su persona y obra con la melodía de nuestras bocas y corazones.