La autoridad femenina
28 junio, 2022La necesidad de silenciar a los falsos maestros
28 junio, 2022Las señales del falso maestro
Porque los tales son esclavos, no de Cristo nuestro Señor, sino de sus propios apetitos, y por medio de palabras suaves y lisonjeras engañan los corazones de los ingenuos. Romanos 16:18
La manera en que los falsos maestros usualmente entran en las iglesias no es anunciando sus planes de llevar a las ovejas de Cristo por el mal camino, o proclamando que están ahí para anular el evangelio. En realidad, la historia ha demostrado que los falsos maestros a menudo son algunos de los individuos más carismáticos que se pueden encontrar. Tienen una «forma de hablar» que los hace sonar mayormente ortodoxos mientras niegan, tal vez sutilmente, puntos particulares que son necesarios para la fidelidad a nuestro Señor. Si se les confronta al respecto, a menudo harán un llamado dulce a la unidad, aprovechando la inclinación de la gente a evitar la controversia siempre que sea posible.
Por supuesto, no hay nada malo en hablar bien o en elaborar sermones elocuentes. Además, como creyentes, buscar la unidad entre los hermanos es uno de nuestros más altos llamamientos (Sal 133:1). Pero cuando las personas desvían a otros utilizando palabras suaves, o buscan una unidad que no está fundamentada en la verdad, deben ser evitadas e incluso expulsadas de la iglesia (Ro 16:17-18; 1 Jn 2:19). Por el bien del cuerpo, la falsa enseñanza no puede ser tolerada.
La advertencia de Pablo sobre los falsos maestros nos muestra cómo identificarlos a través de señales distintas a la falsedad de la enseñanza en sí. La primera señal que el apóstol da es que los falsos maestros sirven «a sus propios apetitos». Literalmente, Pablo dice que los falsos maestros sirven a sus vientres. Con ello se refiere, a modo de metáfora, a un estilo de vida que refleja complacencia y egocentrismo. A los maestros cristianos no se les prohíbe disfrutar de cosas buenas, pero sí se les prohíbe vivir con ostentación y hacer de su salario el objetivo principal de su trabajo. Asimismo, en otro lugar Pablo enseña que los hombres aptos para ocupar el oficio de anciano no serán amadores del dinero (1 Ti 3:1-7).
La segunda señal de los falsos maestros es el uso de «palabras suaves y lisonjeras». Esto no significa que los pastores y maestros no puedan tener un discurso suave que la gente encuentre agradable, pues la Escritura dice que «la lengua apacible es árbol de vida» (Pr 15:4). Lo que el apóstol condena es el discurso deshonesto que se esconde en comentarios aduladores y en palabras que elogian a las personas para obtener su aprobación, no porque haya un sentimiento genuino detrás. Los falsos maestros usan sus palabras para atraer y retener a otros, no para la causa de Cristo, sino para la suya propia. Juan Calvino comenta: «Los predicadores del evangelio poseen dulzura y bondad, pero acompañadas de honestidad, de modo que no lisonjean a nadie con alabanzas necias y no defienden los vicios por medio de lisonjas. Mientras, los impostores procuran ganar los corazones por medio de adulaciones, permitiendo el desenfreno y el vicio para mantenerse siempre en buen lugar».
Coram Deo: vivir delante del rostro de Dios
Cuando se trata de falsas enseñanzas, lo que realmente importa no es la forma en que se pronuncian las palabras, sino su contenido y la intención que hay detrás de ellas. A veces hay que presentar la verdad con palabras duras, pero a menudo se puede transmitir con dulzura. Del mismo modo, las palabras de elogio no tienen por qué ser poco sinceras. Seamos o no maestros, procuremos decir solo la verdad, y hagámoslo con la dulzura o firmeza que requiera la ocasión.
Para estudiar más a fondo
Salmo 12:3-4 |
Proverbios 29:5 |
Daniel 11:32 |
1 Tesalonicenses 2:5 |