Evitar una conciencia endurecida
17 octubre, 2023Restaurar nuestra relación
17 octubre, 2023Reconocer nuestra enemistad
De niños jugábamos a juegos sacados del escenario de la guerra. Cuando un amigo se acercaba fingíamos que éramos centinelas. El diálogo era simple: «¡Alto! ¿Quién anda ahí? ¿Un amigo o un enemigo?». Nuestras categorías no permitían una neutralidad indiferente. Estaban restringidas a dos opciones: amigo o enemigo. Esas son las únicas opciones que tenemos en nuestra relación con Dios. Nadie es neutral. O somos amigos de Dios o somos Sus enemigos.
Jonathan Edwards predicó una vez un sermón titulado «Los hombres, enemigos naturales de Dios». En este sermón, Edwards afirma: «En general, los hombres reconocen que son pecadores. Son pocos, si es que hay alguno, aquellos cuyas conciencias están tan cegadas como para no ser conscientes de que han sido culpables de pecado… Y, sin embargo, pocos de ellos son conscientes de que son enemigos de Dios. No ven realmente cómo pueden ser llamados así, pues entienden que no le desean ni le han hecho mal alguno a Dios».
No obstante, a pesar de las protestas humanas en sentido contrario, las Escrituras describen claramente a los hombres naturales caídos como enemigos de Dios. Al hablar de nuestra salvación, Pablo escribió: «… cuando éramos enemigos fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo…» (Rom 5:10). También: «… vosotros antes estabais alejados [de Dios] y erais de ánimo hostil, ocupados en malas obras…» (Col 1:21). Y otra vez: «… la mente puesta en la carne es enemiga de Dios» (Rom 8:7).
Coram Deo: vivir delante del rostro de Dios
Piensa en las características y cualidades de una amistad íntima, luego aplícalas a tu relación espiritual con el Padre celestial. ¿Realmente eres amigo de Dios?
Para estudiar más a fondo
Colosenses 1:21-22
Romanos 7:18