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Jonathan Edwards es conocido por sus sermones y escritos, pero ¿por qué más se le recuerda? En este episodio de 5 Minutos en la Historia de la Iglesia, Stephen Nichols explica las muchas razones por las que debemos celebrar la vida y el legado de este teólogo del siglo XVIII.
Transcripción
Bienvenidos a 5 Minutos en la Historia de la Iglesia, un podcast de los Ministerios Ligonier con Steve Nichols.
Jonathan Edwards nació el 5 de octubre de 1703 por lo que en el año 2023 se cumplen 320 de su natalicio. Por eso he querido hacer un episodio especial en el que veamos cinco razones para celebrar el aniversario de su nacimiento.
Conocemos a Edwards como pastor y teólogo, escritor de grandes libros como Los afectos religiosos y La generosidad y sus frutos, pero también debemos ver a Edwards como esposo y padre devoto.
Conoció a Sarah, su esposa, cuando era profesor en Yale y ella era hija del pastor de la Primera Iglesia en New Haven. Cuando la conoció quedó impresionado por ella. Volvió a su habitación, tomó el libro sobre el que estaba enseñando, lo abrió y en la página en blanco escribió un párrafo sobre esta joven de New Haven. Se casó con ella y tuvieron once hijos. Al final de su vida pudo dar testimonio de la unión extraordinaria con la que Dios les había bendecido.
No solo era un esposo devoto, también era un padre devoto. Como dije antes, tuvo once hijos. Su hija Ester estudió en Princeton; se casó con Aaron Burr y tuvieron un hijo, al que llamaron Aaron Burr hijo. En un momento dado, mientras Esther estaba en Princeton y aparentemente pasaba por un momento difícil, Edwards le escribió una carta y en ella le decía: «Aunque estás lejos de casa, no quiero que te sientas desanimada o triste, Dios está en todas partes, y espero que camines cerca de Él, y que experimentes mucho de Su presencia».
Otra razón para recordar a Jonathan Edwards es su inquebrantable compromiso con la verdad, lo cual le costó su trabajo. En 1750 lo expulsaron de su iglesia. En realidad, su posición era la correcta y la iglesia estaba equivocada. Pero ellos tenían la última palabra. Y el 22 de junio de 1750 decidieron por votación despedir a su ministro. De modo que, Edwards, indudablemente el predicador más popular de Nueva Inglaterra, y quizás de ambos continentes, fue expulsado de su iglesia por causa de su compromiso con la verdad.
La tercera razón por la que deberíamos celebrar la vida y el legado de Edwards es que estaba comprometido con la proclamación del evangelio. Esta fue su singular tarea como ministro: proclamar fielmente el evangelio. Pero vemos esto especialmente al final de su vida. Mencioné que fue expulsado de su iglesia en North Hampton, y entonces se le presentaron varias opciones. Fue invitado a pastorear en Boston, incluso fue invitado a pastorear iglesias en Escocia. Pero Edwards eligió ir a unos 64 kilómetros al oeste, a Stockbridge. Bien podría haber sido mil kilómetros hacia el oeste. Era la frontera, y allí, en la llanura esculpida en las montañas Berkshire por el río Housatonic, había unos 250 nativos americanos. Había indios mohawks y mohicanos que vivían en tipis y cabañas de madera rústicamente construidas. Y durante ocho años Jonathan Edwards fue su pastor. Era un misionero, proclamando el evangelio.
La cuarta razón por la que debemos recordar a Jonathan Edwards es que dejó una vida y un legado piadosos. Puedes encontrar sus libros y sermones en línea. Puedes encontrar tributos hacia él. Un hecho singular y fascinante es que Jonathan Edwards es una figura histórica conocida al día de hoy, y sus obras fueron publicadas tanto por Banner of Truth Trust como también por Yale University Press. No conozco ninguna otra figura histórica cuyas obras hayan sido publicadas por una editorial cristiana tan conservadora y por una de las mejores editoriales universitarias de nuestros días. Eso dice mucho de Edwards. Dice que tenemos algo que aprender de él. Incluso muchos años después de su nacimiento. Así que, Edwards dejó un legado piadoso.
Hay muchas cosas que podríamos decir sobre Edwards, pero creo que terminaré con esto: a él le encantaba montar a caballo y también veía la la vida como una revelación de la bondad de Dios y de la gloria de Dios, ya sea que estuviera cabalgando por el valle del río Connecticut, preparando sermones en su estudio, escribiendo cartas a otros pastores o sus hijas, o pensando en ir a Stockbridge y ministrar a los indios de allí. A todos nos vendría bien adoptar esta perspectiva. Damos gracias al Señor por el legado de Jonathan Edwards.
Soy Steve Nichols. Gracias por acompañarnos en 5 Minutos en la Historia de la Iglesia.