Las 95 tesis de Martín Lutero no eran una recopilación de ideas al azar. Eran refutaciones bíblicas a las enseñanzas erróneas de la Iglesia católica romana. Esta semana en 5 Minutos en la Historia de la Iglesia, Stephen Nichols analiza el trasfondo de la primera tesis de Lutero.
Bienvenidos a 5 Minutos en la Historia de la Iglesia, un podcast de los Ministerios Ligonier con Steve Nichols, donde viajamos en el tiempo para observar eventos, personajes y lugares que han dado forma a la historia del cristianismo.
En episodios recientes, hemos estado haciendo un recorrido por la vida, el pensamiento y el legado de Martín Lutero, y ahora nos encontramos en un momento muy importante: la publicación de las 95 tesis en Wittemberg, Alemania.
Esas tesis permanecen escritas hoy día en puertas de bronce. Estas son probablemente las puertas más famosas de la historia de la iglesia; incluso, podrían ser consideradas las puertas más famosas de la historia universal. Nos referimos a las puertas de la Schlosskirche, la Iglesia del Palacio, conocida como la «Iglesia conmemorativa de la reforma protestante» en Wittenberg, Alemania. Las puertas que están ahí ahora no son las puertas de madera originales en las que Las noventa y cinco tesis de Lutero fueron clavadas. Esas puertas desaparecieron hace mucho tiempo, pues se quemaron en el año 1760 y han sido reemplazadas por puertas de bronce. Las puertas de bronce son muy pesadas, pesan alrededor de una tonelada y en ellas están inscritas Las noventa y cinco tesis en latín.
Cuando Lutero publicó las tesis, él estaba muy preocupado por lo que ocurría en la iglesia de su época. Le preocupaba la práctica de la venta de indulgencias y otras prácticas de la iglesia. En el prefacio de Las noventa y cinco tesis, Lutero escribió: «Por amor a la verdad y en el afán de sacarla a luz, se discutirán en Wittenberg las siguientes proposiciones bajo la presidencia del Reverendo Padre Martín Lutero, Maestro en Artes y en Sagrada Escritura y Profesor Ordinario de esta última disciplina en esa localidad. Por tal razón, ruega que los que no puedan estar presentes y debatir oralmente con nosotros, lo hagan, aunque ausentes, por escrito. En el nombre de nuestro Señor Jesucristo. Amén». Y luego pasó a presentar Las noventa y cinco tesis.
En las tesis, Lutero convocaba a un debate. En su papel de sacerdote, se veía a sí mismo con una intensa responsabilidad respecto a las almas eternas de aquellos bajo su cuidado. Y como teólogo, también tenía la obligación para con la iglesia de velar por la preservación de la verdad y la enseñanza ortodoxa. Cuando Lutero estudió la Biblia y la comparó con lo que estaba viendo en la iglesia, entendió que no eran compatibles, que había un gran abismo entre ellas. Entonces, convocó a un debate. Podemos ver en las dos primeras tesis lo que Lutero pretendía. En la primera tesis, escribió: «Cuando nuestro Señor y Maestro Jesucristo dijo: “Arrepiéntanse”, quería que toda la vida de los creyentes fuera una vida de arrepentimiento». Ahora, es fascinante que Lutero dijera eso. En 1516, Erasmo de Rotterdam publicó su crucial Nuevo Testamento griego, el cual tenía en un lado el texto en griego y en el otro, el texto en latín. Una copia llegó a Wittenberg y Lutero la leyó. Se entregó por completo al estudio de este texto griego, y pronto se dio cuenta de que el texto en latín traducía mal el primer sermón de Cristo, en el que dice: «Arrepiéntanse». El latín dice poenitentiam agite, que se traduce como «haz penitencia». Lutero conocía suficiente griego para saber que esa no es una buena traducción. De hecho, continúa diciéndonos en la tesis 2: «La palabra “arrepentimiento” no puede entenderse como el sacramento de la penitencia o el acto de confesión y remisión administrado por los sacerdotes».
Así que, el escenario está preparado. Por un lado, tenemos la enseñanza bíblica, y por otro lado, tenemos la enseñanza de la iglesia. A medida que Lutero exponía Las noventa y cinco tesis, continuaba desafiando a la iglesia. Buscaba la verdad, así que caminó desde el Monasterio negro, el monasterio agustino hasta la Iglesia del Palacio y clavó sus Noventa y cinco tesis. Lutero estaba llamando a su iglesia al debate, y podemos dar gracias a Dios que lo hizo.
Soy Steve Nichols. Gracias por acompañarnos en 5 Minutos en la Historia de la Iglesia.