


La controversia de las indulgencias
21 febrero, 2023


La postura católica romana de la justificación, 1a parte
21 febrero, 2023De camino a Worms


Sexta lección de la serie de enseñanza del Dr. R.C. Sproul «Lutero y la Reforma».
Después de clavar sus noventa y cinco tesis, Martín Lutero se encontró en el centro de numerosas disputas con la Iglesia católica romana. En esta lección, R.C. Sproul describe cómo este conflicto culminó en la famosa defensa de Lutero ante la Dieta de Worms.
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Transcripción
Continuamos ahora con nuestro estudio de Martín Lutero y la Reforma protestante del siglo XVI. En nuestra última sesión, mencioné la visita de Lutero a Heidelberg y cómo esa fue una ocasión maravillosa para ganar a muchas más personas, en Alemania, para la causa luterana. Bueno, la siguiente gran crisis tuvo lugar el mismo año en 1518, cuando en lugar de que Lutero fuera a Roma para ser juzgado por herejía, Roma vino a Alemania en la persona de su teólogo más hábil, el cardenal Cayetano. Y a Lutero se le prometió un salvoconducto si se reunía con Cayetano en la ciudad de Augsburgo.
Ahora, algunos de sus amigos lo instaron a no ir, temiendo que sería traicionado y sería llevado a Roma y quemado en la hoguera como un hereje. Pero Lutero quería ir porque este era su deseo hecho realidad, que tendría la oportunidad de tener un debate razonado y una discusión con los príncipes de la iglesia sobre esos asuntos. Bueno, en Augsburgo Lutero tuvo cuatro entrevistas con el cardenal Cayetano y no salieron como Lutero esperaba.
En lugar de un debate y discusión abierta, el cardenal simplemente insistió en que Lutero primero se arrepintiera, en segundo lugar, se retractara de sus enseñanzas y, en tercer lugar, prometiera que nunca volvería a enseñar esas doctrinas otra vez. Lutero se sintió cada vez más frustrado a medida que Cayetano se enojaba más y más. Pero los estudiantes de historia dicen que, de una manera muy clara, Cayetano en su erudición realmente obtuvo lo mejor de Lutero, porque fue capaz de manipular a Lutero para que tomara una postura que claramente lo puso en conflicto con la Iglesia católica romana.
Gran parte de su discusión en Augsburgo se centró en el tesoro de los méritos y el tema de las indulgencias que Lutero había cuestionado en sus 95 tesis. Cayetano, armado de su conocimiento de la historia de la iglesia, señaló a Lutero que en 1300 el papa Bonifacio VII había autorizado, por autoridad papal, todo el principio de las indulgencias y su venta. Luego, en 1343, todavía en el siglo XIV, el papa Clemente VI, en su encíclica papal Unigenitus, desarrolló y autorizó la doctrina del tesoro del mérito. Y así, con estas enseñanzas históricas de los mismos papas, Cayetano pudo demostrar que el antagonismo de Lutero hacia el tesoro de los méritos y la venta de indulgencias estaba en conflicto con dos papas históricos.
En ese momento Lutero dijo: «pero eso no está en la Biblia» y se atrevió a desafiar la autoridad de los papas en estos asuntos, diciendo que los papas en estos casos, tan solo se equivocaron. Ahora, tienen que entender que la doctrina de la infalibilidad papal aún no había sido decretada oficialmente. Eso no ocurriría hasta el siglo XIX en el concilio Vaticano I en 1870 bajo el papa Pío IX. Y, por supuesto, aunque la iglesia dijo que la declararon en 1870, eso no significa que creyeran que, por primera vez en la historia, el papa se volvió infalible en 1870. Simplemente se convirtió en una de fide, un tema de fe, una doctrina oficial de la iglesia.
Pero, por supuesto, el argumento era que la tradición siempre había mantenido esta idea de infalibilidad y, por lo tanto, se demostró que Lutero estaba en conflicto directo, como dije, con dos papas. Cayetano se enojó tanto con él y todo se complicó tanto, que Lutero apenas pudo escapar de Augsburgo con vida y regresar a Wittenberg. Así que, de nuevo, debido a este debate, los problemas de la ortodoxia de Lutero y los cargos en su contra como hereje, solo se exacerbaron, lo cual llevó a la siguiente disputa, que tuvo lugar en 1519 en Leipzig. Y en esa ocasión en Leipzig, Lutero se reunió con Johann Eck quien, como dije, era el principal teólogo católico romano en Alemania.
Este debate en particular tomó un rumbo diferente al de Augsburgo con Cayetano. En esta ocasión, Eck pudo incluir las enseñanzas del reformador bohemio, de cien años atrás, Juan Huss, a quien ya hemos visto brevemente. Y él indicó que había ciertas doctrinas por las cuales Huss fue condenado y quemado en la hoguera, y que eran similares a las enseñanzas de Lutero, dado que Huss había estado argumentando, cien años atrás, que la autoridad máxima de la iglesia cristiana y la única autoridad que podía obligar la conciencia cristiana era la Sagrada Escritura, la Palabra de Dios. Y Lutero, después de cuestionar la autoridad del papa en Augsburgo, ahora estaba dando el mismo mensaje.
Así como Cayetano había logrado que Lutero admitiera sus diferencias con dos papas de la historia, ahora Eck, con sus propios métodos brillantes, consiguió que Lutero admitiera que creía en algunas de las cosas por las que la iglesia había condenado a Juan Huss y por las cuales fue quemado en la hoguera, y que la iglesia estaba equivocada. Ahí es donde Huss fue condenado, no solo por un obispo local, sino por un concilio eclesiástico y ese concilio fue el Concilio de Constanza que condenó a Huss a la muerte.
Así que ahora Lutero es manipulado a decir que los papas pueden equivocarse… y los concilios de la iglesia también, porque había algunos, antes de la definición formal de la infalibilidad papal, que argumentaban que los papas, no el papa individualmente, sino que era la iglesia en concilio, la que tenía la autoridad suprema en el sistema católico romano. Pero ahora Lutero había puesto su hacha en la raíz tanto de los árboles del papado, como de la autoridad de los concilios eclesiásticos. Así que de nuevo Lutero es comparado ahora con Juan Huss y es llamado el Huss alemán y adquiere esa reputación.
Los informes regresan a Roma, de modo que, al año siguiente, en 1520, León X emitió una bula papal. La bula papal no es un alimento hecho con papas. Una bula papal es un edicto escrito por el papa, con su autoridad, a través de la cual, él comunica algo a la iglesia a modo de encíclica, por ejemplo. Y el papa escribió una bula papal condenando a Martín Lutero como un hereje. Todas las encíclicas papales son tituladas por las palabras iniciales que tienen en latín, humani generis, por ejemplo, solo por nombrar una.
Pero el nombre de esta bula papal era Exsurge Domine, que traducido significa: «Levántate, oh, Señor. Levántate, oh, Señor, hay un jabalí suelto en tu viña» y luego continúa diciendo: «Levántate, san Pedro. Hay alguien que desafía tu autoridad. Y levántate, san Pablo…» y de este modo el papa llama a Cristo a levantarse, y a los apóstoles a levantarse contra Lutero.
Mientras tanto, las obras de Lutero habían llegado a Roma y habían sido quemadas públicamente en la plaza de San Pedro. Tardó tres meses para que la bula papal llegara a Wittenberg y cuando lo hizo, Lutero la quemó en una hoguera allí en Wittenberg. La suerte estaba echada y no había marcha atrás.
Ahora, debido a esto, las autoridades del Imperio, del Sacro Imperio Romano se estaban involucrando en el tema. Antes de morir, el emperador Maximiliano estaba indignado por el furor que esta revuelta luterana estaba creando no solo en Alemania, sino que había cruzado las fronteras hacia otros países del Sacro Imperio Romano. Pero, por supuesto, antes de que pudiera hacer algo para apagarla, murió y fue reemplazado, como ya vimos, por Carlos de España. Mencioné que el papa estaba presionando a Federico, elector de Sajonia, para ser el nuevo emperador del Sacro Imperio Romano, en lugar de las facciones rivales de Francisco en Francia y Carlos en España.
De hecho, esto no es muy conocido, en la primera votación de los electores, ellos no eligieron ni a Francisco, ni a Carlos, ni a Enrique VIII. Eligieron a Federico y Federico, por supuesto, se negó a aceptar y dio su apoyo a Carlos, quien luego se convirtió en el emperador del Sacro Imperio Romano. Bueno, Carlos estaba implicado en guerras aquí y allá. Lo último que necesitaba era que este tipo de agitación tuviera lugar en la iglesia, por lo que los líderes de la iglesia lo instaron a llamar a un concilio imperial o una dieta imperial, que es una especie de juicio supervisado por el propio emperador.
Es así que esta dieta imperial fue convocada para 1521, en la ciudad alemana de Worms, W-O-R-M-S. Algunas personas leen eso en su literatura y ven las palabras Dieta de Worms y piensan que es un método bastante exótico para perder peso, pero la dieta fue el juicio imperial al que Lutero fue convocado por el emperador y se le dio un salvoconducto para ir y tener su día crucial en la corte, con respecto a sus escritos. Y una vez más, quizás un poco ingenuo, Lutero esperaba ahora poder ir ante la iglesia y el estado y dar una defensa razonada de sus escritos.
Sus amigos no confiaban en el emperador, ni en las autoridades de Roma, que estarían representadas en Worms e instaron mucho a Lutero a no ir, incluso con el salvoconducto que le había dado Carlos V, el nuevo emperador del Sacro Imperio Romano. Le dijeron a Lutero, ¿no entiendes que la ciudad se va a llenar de demonios, cada uno de ellos listo para atraparte? Ahora, Lutero estaba bien familiarizado con Satanás. Escribió sobre experimentar implacablemente lo que él llamó: el Anfechtung, el asalto implacable de Satanás contra él. Pero estaba convencido de la verdad de su enseñanza, que ahora ya incluía la doctrina de la justificación por la fe sola, que tenía que defender eso públicamente y les dijo a sus amigos: «Aunque haya tantos demonios en Worms como tejas naranjas en los techos de la ciudad, igual iré».
Ahora, si alguna vez han estado en el este de Alemania y en algunas de las ciudades allí, verán que prácticamente todas las casas tienen estos techos de tejas naranjas. Así que, si hubiera tantos demonios en Worms, como tejas naranjas en los techos, habría habido muchos demonios reunidos allí en ese lugar. Pero Lutero y un par de sus amigos hicieron el viaje de Wittenberg a Worms y lo hicieron en un carruaje cubierto que se movía sobre dos ruedas. Y no sé si alguna vez han visto carruajes cubiertos. Cuando pensamos en carruajes cubiertos, pensamos en cuentos o películas del oeste, la gente de antaño en nuestro país que iba en carruajes Conestoga con cuatro ruedas.
La variedad de carruajes cubiertos de madera de dos ruedas, si alguna vez han estado en Europa, particularmente en Europa del este y han tenido la oportunidad de ver los carruajes utilizados por los gitanos hoy en día, pueden hacerse una idea del tipo de transporte incómodo con el que Lutero y sus amigos se dirigieron a Worms. Lutero estaba preocupado por lo que le esperaba cuando llegara allí. No esperaba que a kilómetros de la ciudad de Worms, las calles estuvieran llenas de campesinos gritando, animándolo y apoyando a Lutero. Lo que estaba poniendo nerviosas a las autoridades al ver cuánta popularidad había ganado Lutero en ese tiempo en particular.
Finalmente entró en la Dieta y cuando entró en este gran salón donde el emperador estaba sentado y los legados papales estaban también allí, representando a Roma, a Lutero no se le dio la oportunidad de debatir. El interrogador que estaba allí también, irónicamente, su nombre era Eck, no el mismo Eck que debatió con él en Leipzig. Había una mesa en medio de la sala y estaba llena de libros y folletos que Lutero había producido en un período de tiempo muy corto. La gente no podía creer cuántos libros había escrito desde el momento en que empezó esto, hasta su juicio ahora en Worms. Pero, de todas formas, el interrogador le dijo a Lutero: «¿Son estos tus libros?». Y él dijo: «Sí». Entonces Eck le dijo: «Debes decir ante las autoridades que se reúnen aquí hoy, “revoco”, es decir, me retracto de lo que he escrito aquí».
Y Lutero dijo: «¿Qué tienes específicamente en mente? He escrito sobre todo tipo de temas, muchos de los cuales no están en lo absoluto en conflicto con la enseñanza clásica de la Iglesia católica romana. ¿Cuáles son los problemas específicos que tienen?». Y Eck tan solo dijo: «No importa, solo di, “revoco”. Y queremos que nos respondas ahora mismo, non curnunum, es decir, sin rodeos. Queremos una respuesta directa». Y entonces, el lugar se volvió silencioso y tranquilo. Y Lutero respondió a Eck inaudiblemente. Y Eck dijo: «Habla claro. ¿Qué dijiste?». Esta es la parte que Hollywood olvida.
Por cierto, de paso, si vieron esa versión hollywoodense de Lutero, la película, pensé que hicieron un excelente trabajo al elegir a los personajes que rodeaban a Lutero, pero un pésimo trabajo al elegir al actor de Martín Lutero. Pero una de las escenas más interesantes allí, era que tenían una escena del emperador Carlos montando un caballo que participaba en una cacería de jabalíes y la mayoría de las personas que vieron esa película no tenían idea de la importancia de por qué el papa estaba tratando de matar a un jabalí en el viñedo. En todo caso, le están diciendo: «Respóndenos non curnunum, sin rodeos». Y Lutero dijo: «¿Podría tener 24 horas para pensarlo?».
Ahora, él ha tenido cuatro años para pensarlo, ha pasado por estos consejos, toda esta discusión y ahora en el momento de la crisis, flaquea. Y acordaron darle un intervalo de 24 horas, para asegurarse de que apareciera al día siguiente. Ahora, esa noche en su celda, Lutero escribió un poema, no un poema, una oración que me gustaría leerles ahora, porque creo que es una de las oraciones más conmovedoras que he leído en mi vida. Lutero solo en su celda, una celda monástica, esperando el día siguiente donde su destino se determinaría, oró así: «Oh Dios, Dios todopoderoso y eterno. Cuán terrible es el mundo. ¡Mira cómo su boca se abre para tragarme y cuán pequeña es mi fe en Ti!
¡Oh, la debilidad de la carne y el poder de Satanás! Si tengo que depender de cualquier fortaleza de este mundo, todo ha terminado. Las campanas han sonado. La sentencia ha sido promulgada. ¡Oh Dios! ¡oh Dios! ¡oh Dios mío, ayúdame contra toda la sabiduría de este mundo! Hazlo, te lo suplico. Hazlo por Tu inmenso poder, porque la obra no es mía, sino Tuya. No tengo nada que hacer aquí. No tengo nada para contender con estos grandes hombres del mundo. Con mucho gusto pasaría mis días en felicidad y paz, pero la causa es Tuya, y es justa y eterna. Señor, ayúdame, oh fiel, inmutable Dios. No me apoyo en el hombre. Eso sería en vano. Todo lo que es del hombre se tambalea. Todo lo que procede de él ha de fallar.
Dios mío, Dios mío, ¿acaso no me oyes? ¿Acaso ya no vives? No, no puedes morir. No haces más que esconderte. Tú me has elegido para esta labor. Yo lo sé. Por lo tanto, Dios cumple Tu propia voluntad. No me abandones por amor a Tu amado Hijo Jesucristo, mi defensa, mi escudo y mi fortaleza. Señor, ¿dónde estás? Dios mío, ¿dónde estás? Ven, te ruego. Estoy listo. He aquí que estoy preparado para dar mi vida por Tu verdad, sufriendo como un cordero. Porque la causa es santa. Es Tu causa. No te soltaré. No, ni por toda la eternidad. Y aunque el mundo esté lleno de demonios, y este cuerpo, que es obra de tus manos, sea desechado, pisoteado, cortado en pedazos, consumido hasta las cenizas, mi alma es tuya. Tengo Tu propia palabra que me lo asegura. Mi alma te pertenece y permanecerá contigo para siempre. Amén. Oh, Dios, envía ayuda. Amén».
Al día siguiente fue llevado una vez más al salón de la asamblea y entonces dijeron: «Ahora, Lutero, ¿te retractarás, dirás, “revoco”?», Lutero dijo: «Ya que me han pedido que responda de forma clara y sin rodeos, lo haré. A menos que sea convencido por la Sagrada Escritura o la razón evidente, no puedo retractarme, porque mi conciencia está cautiva por la Palabra de Dios y actuar contra la conciencia no es ni correcto ni seguro. Aquí estoy. No puedo hacer nada más. Que Dios me ayude». Ese fue el momento decisivo de la Reforma protestante.
Con esas palabras la audiencia explotó en furia y confusión. Algunos querían agarrar a Lutero y lincharlo. Pero, cuando salió de la sala, sus amigos organizaron un secuestro falso y lo llevaron a lo profundo del bosque hasta el castillo de Wartburg, donde trabajó durante un año traduciendo el Nuevo Testamento al alemán bajo el disfraz de un caballero, sir Jörg.
En nuestra próxima sesión, veremos la teología que estaba en disputa aquí, empezando con una comprensión de la teología de la doctrina católica romana de la justificación.