Historias de la gracia de Dios: Conoce a Anais
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R.C. Sproul describe por qué nadie en el infierno puede levantar una queja justa contra Dios.
Transcripción
«Allí será el llanto y el crujir de dientes».
Algunas personas cuando despierten en el infierno estarán devastadas. No encontrarán suficiente agua en sus ojos para satisfacer su necesidad de llorar. Estarán sollozando: «¡Oh no, aquí no! ¡Oh Dios, por favor ten piedad de mí!». Será la mayor decepción que puedan experimentar al despertar en el infierno. Pero entonces, el otro grupo que estará allí no estará llorando un poco, ellos estarán crujiendo los dientes, lo cual es una metáfora bíblica para la furia humana. «¿Cómo te atreves, Dios, a ponerme aquí?». La ira de los condenados no conocerá límites. Ahora, como dije, yo no quiero terminar en el infierno. Pero una cosa sé con certeza: Si eso pasa, si me he engañado todos estos años y si soy uno de los que dicen: «Señor, Señor, ¿no hice esto o hice aquello», y Él me mira y dice: «Por favor retírate, no te conozco» y me envía al infierno. Algo que te puedo asegurar es que seré un llorón, no uno que cruje, porque si sé algo de teología, yo sé que, si me envía al infierno esta noche, no podría levantar queja alguna contra Él.
Yo he sido culpable de traición —traición cósmica. Cada vez que he pecado, he afirmado mi voluntad sobre la voluntad de mi Creador. He declarado que yo soy soberano, no el Señor Dios. He obrado en contra de Su reino, no a favor. He pecado contra el ser santo e infinitamente justo, quien no me debe nada. Y si me despierto en el infierno, me daré cuenta de que solo he recibido lo que mi vida se merecía: no crueldad, no injusticia, sino perfecta justicia.