Sal y luz — Aunque los enemigos de la verdad tratarán de desacreditar el carácter de los siervos de Dios, los ancianos deben mantener «entre los gentiles una conducta irreprochable» (1 P 2:12).

Sal y luz — Los héroes de la fe siempre han sido aquellos que sacrificaron sus vidas, fortunas y reputaciones en aras del evangelio.

Sal y luz — Debemos hacer todo esto para conducirnos «honradamente para con los de afuera», es decir, para ser sal y luz en nuestros lugares de trabajo.

Sal y luz — La Escritura nos llama a hablar con un lenguaje «sazonado como con sal» (Col 4:6), que refleje la gracia de Dios.

Sal y luz — Creyentes e incrédulos pertenecen a dos reinos tan completamente diferentes que simplemente no pueden estar unidos. No es que tiran en direcciones diferentes, sino que tiran en direcciones completamente opuestas.

Sal y luz — Al amar a Dios de forma suprema y a las personas con sinceridad, una iglesia mantendrá su carácter distintivo frente al mundo.

Sal y luz — La parábola del buen samaritano define claramente a nuestro «prójimo» como cualquier persona cuya necesidad veamos.

Sal y luz — Las palabras de Jesús son un llamado a los creyentes a un discipulado radical, a ser una luz para un mundo caracterizado por la oscuridad de la venganza.

Sal y luz — Estamos llamados a buscar el bienestar de la ciudad al orar por la economía, la seguridad, el liderazgo y las personas de la ciudad. Oramos por la prosperidad financiera de las personas, para que tengan seguridad económica.