La Iglesia: católica y apostólica
19 marzo, 2022Los sacramentos de la Iglesia
19 marzo, 2022La adoración en la Iglesia
Cuarta parte de la serie de enseñanza del Dr. R.C. Sproul «Fundamentos IV: La Iglesia, los sacramentos y el fin de los tiempos».
La adoración es el propósito central de la Iglesia y, por lo tanto, no debe ser descuidada ni pasada por alto. En esta lección, el Dr. Sproul examina la pregunta: ¿Qué es la verdadera adoración?
Transcripción
Cuando vemos en el Nuevo Testamento, el libro de Apocalipsis, en el capítulo 5, tenemos un vistazo del santuario interior del cielo mismo y escuchamos allí el canto de los seres vivientes, los ancianos y el ejército angelical, y ellos están diciendo esto: “El Cordero que fue inmolado digno es de recibir el poder las riquezas, la sabiduría, la fortaleza, el honor, la gloria y la alabanza. Y a toda cosa creada que está en el cielo, sobre la tierra, debajo de la tierra y en el mar, y a todas las cosas que en ellos hay, oí decir: Al que está sentado en el trono, y al Cordero, sea la alabanza la honra, la gloria y el dominio por los siglos de los siglos. Y los cuatro seres vivientes decían: Amén”. Y los 24 ancianos se postraron y adoraron a Aquel que vive por siempre y para siempre.
No puedo escuchar este texto, sea que lo lean o leerlo yo mismo, sin que realmente me den escalofríos que suban y bajen por mi columna vertebral, ya que es casi como que mientras leemos este texto o escuchamos que lo leen, estamos escuchando algo extraordinario con lo que todo cristiano debe relacionarse en lo más hondo de su alma, porque lo que está pasando aquí en este texto, simple y llanamente, es adoración pura, sin matices, no adulterada. Y cuando digo que ningún cristiano realmente puede escuchar este tipo de experiencia celestial sin sentir algo de estremecimiento dentro de su alma, lo digo porque estoy convencido de que, como criaturas hechas a imagen de Dios, fuimos hechos para adorar a nuestro Creador. Este fue uno de los grandes propósitos por el que fuimos creados en primer lugar, y es el propósito del cual nos alejamos por nuestra caída y nuestra naturaleza humana pecaminosa.
Pero una vez que el Espíritu de Dios cambia el corazón y el alma del ser humano, los regenera, los vivifica para la vida espiritual, ahora tienen una capacidad de adoración que nunca habían tenido anteriormente. Y no sólo una capacidad, sino que, creo que todos nosotros, en el fondo de nuestro ser, tenemos hambre y anhelo de poder encontrar un lugar, de encontrar una manera de expresar esta actitud de adoración. Y cada vez que hablamos de la naturaleza de la Iglesia, seríamos totalmente negligentes si pasamos por alto uno de los propósitos centrales – quizá la función más importante del pueblo de Dios, ya que se reúnen corporativamente en una asamblea solemne común – es que el propósito de esa experiencia es expresarnos en adoración. Yo sé que cuando a la gente se le hace encuestas de opinión pública y se les pregunta por qué van a la iglesia, la razón número uno por la que van a la iglesia es por compañerismo, o por obtener algo de ella; para ser instruidos o edificados.
Pero todos sabemos que la razón principal por la que estamos allí, y se supone que estamos allí, es para la adoración. Bueno, hoy tomaré un poco de tiempo tocando la pregunta, en realidad, ¿qué es la adoración? Bueno, en primera instancia, toda la idea de adoración es como la palabra misma sugiere, asignar importancia o valor a Dios. Y te das cuenta cómo empieza la canción del ejército celestial, aquí en el libro del Apocalipsis: “El Cordero que fue inmolado digno es”. Están atribuyendo valor a la persona de Cristo y lo que Él ha logrado. Y a esa atribución de valor lo llamamos en el idioma español ‘honor’. Vemos las calcomanías en los parachoques por todas partes hoy en día; “Mi hijo o mi hija es estudiante sobresaliente en el colegio tal y tal”, donde la gente está aprovechando la oportunidad para presumir un poco si su hijo está en el cuadro de honor. Si están en el cuadro de honor, eso significa que han sido dignos de una notificación especial o una forma particular de confirmación. Han realizado algo, han logrado algo que consideramos como algo valioso.
Ahora, en cambio, cuando vamos a Romanos 1 y recordamos que Pablo habla de la revelación de la ira de Dios contra toda la raza caída del pueblo humano, que la razón principal por la que el mundo entero está expuesto a la ira de Dios es que, aunque Dios se ha manifestado claramente, incluyendo su poder y deidad eternos, a todas las criaturas, ese hombre en su estado caído se niega a hacer ¿qué? se niega a honrar a Dios como Dios. En una palabra, lo que nos negamos a hacer, en nuestro estado caído, es adorar a Dios porque rehusamos darle el honor que le pertenece realmente. Y en ese texto particular de Romanos 1, Pablo continúa diciendo que lo que hacemos, en vez de honrar a Dios como Dios, es que intercambiamos la gloria de Dios por una mentira y servimos y adoramos a la criatura antes que al Creador.
Nos encanta recibir honores para nosotros mismos en este mundo y nos encanta estar en las celebraciones donde algún ser humano ha logrado el éxito en los deportes o en una lucha o en algún otro logro prodigioso como Lindbergh que voló sin escalas el Océano Atlántico y le hicieron un desfile con confeti – la gente se emociona y se parten el lomo con tal de dar todo tipo de honor y gloria a sus héroes. Así que todo el proceso de honrar es algo con lo que estamos familiarizados. Excepto cuando se trata de dar el honor, donde en el análisis final el honor es debido, y eso es a Dios quien es el Ser de valor supremo y de importancia suprema y quien, de modo supremo, es digno y merece el honor de sus criaturas. ¿Qué significa honrarlo en adoración? Usamos otras palabras para describir esta experiencia. Usamos palabras como “exaltación” o “alabanza”.
Oímos mucho de la música de alabanza y el dar alabanza y eso tiene sus raíces, de nuevo, en el relato bíblico, en especial, en el Antiguo Testamento, donde la adoración era vista como la ofrenda de sacrificios. Pero la ofrenda de sacrificios con la que estamos más familiarizados en nuestro estudio del Antiguo Testamento son aquellos sacrificios que se ofrecen como una ofrenda por el pecado que simboliza la expiación y así por el estilo. Pero incluso antes que la ofrenda de sacrificios de animales, como ofrendas de transgresión, fuera instituida por Dios, desde el principio hubo la ofrenda de sacrificios a Dios, simplemente para honrarlo. Para otorgarle gloria y exaltación. Para darle algo a Él que consideramos valioso, se lo damos como un regalo. Así es como damos honor a la gente. Tratamos de darles una bendición o algún tipo de regalo valioso para darles las gracias por lo que han logrado o por lo que han hecho por nosotros.
Ahora, también tendemos a pensar que, dado que el Antiguo Testamento ha terminado y el sistema de sacrificio que apuntaba a la expiación perfecta de Cristo se ha cumplido de una vez y para siempre, la era del sacrificio ha terminado. Bueno, la era de las ofrendas por el pecado ha terminado porque Cristo ha cumplido esa demanda por nosotros de una vez y para siempre. Y aun así, Pablo nos dice de nuevo en Romanos 12 que no debemos adaptarnos a este mundo, sino ser transformados, ¿cómo? Por la renovación de nuestra mente, etc. Y, para que podamos hacer ¿qué? Presentar nuestros cuerpos como sacrificios vivos a Dios, que es nuestro culto racional – esa es una traducción – otra traducción, “que es vuestro servicio de adoración”. Y entonces, el sacrificio todavía está por ser ofrecido y es el sacrificio de la ofrenda a Dios en alabanza. Y esa ofrenda debe ser ofrecida con la sustancia de toda nuestra vida. Eso es lo que significa adorar a Dios, es darle la alabanza y gloria que es digna de su nombre.
Otra palabra que encontramos en las Escrituras que está estrechamente relacionada con el concepto de alabar y exaltar es la idea de la adoración. Me temo que en muchos sentidos hemos abaratado este término por el uso que le hemos dado en categorías lacrimógenas de romance, en el mundo. Solíamos tener una canción que se llamaba La canción del alfabeto que empezaba: “A, eres Adorable, B, eres tan Bonita, C, eres Cordial llena de Cortesía”. Y decimos que la gente es adorable, queriendo decir que son lindos o atractivos, que son bonitos o lo que sea. Pero como digo, eso abarata el concepto de adoración. Adoración, ¿cómo definimos la adoración? La adoración es un sentimiento de afecto intenso. De nuevo, en el ámbito romántico, si alguien está loco o apasionadamente enamorado de otra persona, se podría decir que adora a esa persona. Pero hablando correctamente, la adoración es más que eso. Una cosa es que ame a mi esposa, otra cosa es que la adore. Yo no debo adorarla. Ese tipo de amor, ese tipo de afecto que se asocia con el concepto de adoración es para ser dado a Dios y solo a Dios.
Aunque creo que todos tenemos alguna percepción de lo que significa estar en una actitud de adoración, la definición precisa de la misma es casi imposible de dar. Es casi algo inefable, porque la adoración tal como la entendemos bíblicamente es algo que se produce en los recovecos más íntimos de nuestras almas, que es de una naturaleza espiritual que desafía la cuantificación y desafía la definición precisa, y sin embargo creo que todos sabemos cuando la experimentamos. Todos sabemos lo que es estar en la iglesia o incluso en nuestro lugar de oración personal – estás leyendo las Escrituras y te sientes abrumado con un sentido interno del éxtasis, por así decirlo, donde tal vez gemimos en términos inaudibles o indecibles porque estamos tan profundamente conmovidos y sentimos esta sensación- no está en nuestro abdomen, no está en nuestros pies, no está en nuestros oídos, es simplemente de alguna manera en lo profundo, dentro de nuestras almas, o lo que yo llamaría el espíritu humano, donde hay una conexión espiritual entre el aspecto no físico de nuestra humanidad con el mismo carácter de Dios donde no sólo lo estamos alabando con nuestros labios o nuestros pensamientos, sino que tenemos esta percepción santa que viene de lo más profundo de nuestro propio espíritu, que fluye sobre el afecto – admiración, reverencia, asombro – ante el Dios viviente.
Y eso es lo que creo que hacemos cuando nos involucramos en la adoración. Es casi similar a lo que experimentan las personas que viven en una monarquía cuando quedan impresionadas por la entrada del rey y hacen reverencia al rey al inclinarse ante él, poniéndose en una posición humilde para que la persona que está siendo reverenciada en tal situación sea entonces exaltada. Pero de nuevo, esa es una analogía pobre porque eso es respeto, admiración y veneración dada a los seres humanos, lo cual no es digno de ser comparado, en el análisis final, con esa veneración que debe ofrecerse a Dios y solo a Dios.
Saben, uno de los textos más difíciles de interpretar, creo yo, en el Nuevo Testamento, es ese texto del Evangelio de Juan cuando Jesús está conversando con la mujer de Sicar, la mujer en el pozo, y la mujer hace una pregunta sobre cuál es el lugar adecuado para la adoración de Dios.
Ella era samaritana y los samaritanos adoraban a Dios en el monte Gerizim, mientras que los judíos centraron su adoración en el santuario principal de Jerusalén. Y entonces la mujer dice en el capítulo 4 de Juan, versículo 19, “Señor, me parece que tú eres profeta. Nuestros padres adoraron en este monte, y vosotros decís que en Jerusalén está el lugar donde se debe adorar”.
Y Jesús le dijo: “Mujer, créeme; la hora viene cuando ni en este monte ni en Jerusalén adoraréis al Padre. Vosotros adoráis lo que no conocéis; nosotros adoramos lo que conocemos, porque la salvación viene de los judíos. Pero la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque ciertamente a los tales el Padre busca que le adoren. Dios es espíritu, y los que le adoran deben adorarle en espíritu y en verdad”.
Bueno, Jesús dice dos cosas acerca de la adoración verdadera, el tipo de adoración que Dios quiere de su pueblo. Y Él dice que esa adoración la cual debe ser agradable a Dios es la adoración que se da en espíritu y en verdad. Dije que este es un texto extremadamente difícil, creo yo, para entender e interpretar. Creo que es bastante fácil entender la mitad del texto, la mitad donde Jesús dijo que debemos adorar en verdad. Porque la verdad se distingue, obviamente, en las Escrituras de la falsedad. Esto excluye todas las formas de adoración idolátrica. 1;16 La adoración falsa es sustituir algo por Dios, que no es el verdadero Dios. Otro tipo de adoración falsa es la adoración hipócrita o la adoración fingida, que no es sincera ni genuina. Pero creo que eso es más lo que salta a la vista con el segundo aspecto que Jesús menciona cuando dice, dos veces aquí, que Dios quiere que la gente lo adore en espíritu y en verdad. De nuevo, ¿qué significa eso? ¿En espíritu? Cuando la Biblia habla del espíritu, habla del espíritu básicamente de dos maneras distintas.
Obviamente, la referencia más frecuente al espíritu en la Biblia es esa referencia que se hace con frecuencia a Dios el Espíritu Santo. Pero la Biblia también habla del espíritu de un hombre que está dentro del hombre. Es decir, el espíritu humano, y prestamos muy poca atención a lo que eso parece en nuestros días. De hecho, casi hemos abandonado, en realidad, el creer que hay tal cosa como un espíritu humano o un alma que es parte integral de nuestra hechura como seres humanos. Creo que de lo que Jesús está hablando aquí es de la adoración que sale del alma. Adoración que, como mencionaba anteriormente, fluye de lo que la Biblia a veces llama el corazón, y no se refiere al órgano que bombea sangre a través de nuestro sistema, sino que se refiere a la profundidad y dimensión central de nuestra personalidad.
Y creo que eso es a lo que Jesús se está refiriendo aquí. Él dice que lo que Dios quiere son personas que vengan y que lo adoren desde ese núcleo profundo del ser que es parte de lo que somos y que nadie más puede ver, que nadie más puede medir porque es único en cada persona humana. De hecho, es la esencia misma de lo que llamamos personalidad. Y no creo que alguno de nosotros pueda negar este aspecto no físico de lo que significa ser una persona porque sin eso ni siquiera seríamos personas; sólo seríamos criaturas despiadadas, brutales o sólo otro animal. Pero tenemos esta capacidad de conexión espiritual entre nosotros y el Dios quien es el Espíritu. Ahora, en los pocos minutos que me quedan, quiero decir dos cosas. En primer lugar, que en el tiempo de la Reforma, todo el mundo recuerda que el centro de todo el debate era la doctrina de la justificación.
Y ciertamente esa era la preocupación de Lutero; y Calvino, por ejemplo, estuvo de acuerdo con Lutero en cada punto de su doctrina de justificación. Pero la gran pasión que consumía a Calvino por una Reforma en el siglo XVI era con respecto a la adoración. Porque Calvino vio que el mayor enemigo para la salud del pueblo de Dios era la proclividad que tenemos en nuestra naturaleza constitutiva natural hacia la idolatría. Y vio que la idolatría se colaría en la vida de la iglesia de miles de formas distintas. Y entonces Calvino estaba poseído con el concepto de ofrecer adoración pura a Dios. Si hay algo que se ha perdido en las iglesias protestantes hoy, me temo que es esa preocupación fundamental por la idoneidad de la adoración.
Nosotros tendemos – tendemos a estar más interesados en nuestro entretenimiento que en expresar la pureza de la adoración que es ofrecida en espíritu y en verdad. Y lo último que quiero decir es lo siguiente: a pesar de que la adoración en el Antiguo Testamento tenía elementos asociados con ella, que estaban ligados a la prefiguración de la obra expiatoria del Cristo que habría de venir, es decir, los sacrificios que se ofrecieron como parte del sistema sacrificial de Israel, sin embargo, este es el único lugar en la historia bíblica, es decir, el Antiguo Testamento, donde tenemos patrones de adoración virtualmente dictados por Dios mismo.
Si examinamos los patrones de adoración que encontramos en el Antiguo Testamento, encontramos patrones de adoración que Dios mismo ordenó y autorizó. Y creo que al examinar esas cosas podemos aprender principios básicos de lo que le agrada. Y lo único que me llama la atención cuando examinamos la adoración en el Antiguo Testamento, es que en la comunidad de adoración de Israel, según el diseño de adoración de Dios, la persona completa participaba en el acto de adoración. Ciertamente no fue algo descerebrado. La mente estaba muy involucrada. Y la gente, en ciertas tradiciones protestantes como la mía – la tradición presbiteriana, – pone un gran énfasis en la mente y la razón y el aprendizaje y todo lo demás en la adoración; y si a veces, si los presbiterianos lo hacen a su modo, todo lo que harían sería tener la predicación el domingo por la mañana porque ciertamente es un elemento importante.
Pero la adoración envuelve más que la mente. Los cinco sentidos de los cuales estamos hechos estaban involucrados en la adoración del Antiguo Testamento. Estaba la vista, con el diseño del tabernáculo, y más tarde el templo estaba lleno de cosas que eran hermosas – que Dios mismo había diseñado diciendo ‘para hermosura y santidad’. Hasta las prendas que llevaban los sacerdotes eran estéticamente agradables. Todo lo relacionado con el ambiente para la adoración atrajo la vista por un sentido de la hermosura trascendente de Dios mismo. Y el oído estuvo involucrado en el servicio de adoración debido al lugar central, en el Antiguo Testamento, que ocupó la música. Es por eso que el libro de Salmos fue escrito en primer lugar. Son básicamente himnos que fueron usados en la adoración por el pueblo de Dios. Pero no sólo el oído y la vista, sino el olfato, ya que tenían el incienso y todo lo demás, porque para el pueblo judío había un cierto aroma que era agradable y que se asociaba con la presencia de Dios. Y esta fue una experiencia sensorial maravillosa para ellos como parte de la adoración.
No me malinterpreten, no estoy diciendo que debamos pasearnos con incienso en nuestras iglesias hoy en día. Sólo digo que en el Antiguo Testamento el sentido del olfato era parte integral de la respuesta de la persona. Y, por supuesto, además de la vista, el oído y el olfato, también estaba el gusto por la comida sacramental, la comida pascual que luego se transfiere a la Cena del Señor en el Nuevo Testamento. Y oirías en el lenguaje de la Biblia: “Probad y ved que el SEÑOR es bueno”. Y finalmente estaba la dimensión del tacto. La imposición de manos por la cual el ministro o el sacerdote tocarían en sí a la persona, indicando el toque de la bendición o bienaventuranza de Dios. Cuando el ministro de la iglesia levanta hoy las manos y pronuncia la bendición, está haciendo una especie de comunicación abreviada, en la que, en la iglesia primitiva el ministro iría y le pondría las manos físicamente sobre cada miembro al pronunciarles la bendición de Dios, tocándolos por amor de Dios.
Pero cuando las congregaciones se hicieron demasiado grandes, eso se convirtió en un símbolo donde las manos se extendían para tocar simbólicamente a todos, y ahora nos reservamos el tocar para estrechar la mano del ministro al final del servicio. Pero el punto es que si miramos el Antiguo Testamento, podemos encontrar principios emocionantes y dinámicos que pueden mezclarse para enseñarnos a ofrecer el tipo adecuado de honor, adoración y alabanza que Dios requiere.