La Iglesia: una y santa
19 marzo, 2022La adoración en la Iglesia
19 marzo, 2022La Iglesia: católica y apostólica
Tercera parte de la serie de enseñanza del Dr. R.C. Sproul «Fundamentos IV: La Iglesia, los sacramentos y el fin de los tiempos».
Las características de la Iglesia como católica y apostólica son a menudo malinterpretadas por los protestantes de hoy. En esta lección, el Dr. Sproul define estos términos según la naturaleza universal y el fundamento apostólico de la Iglesia.
Transcripción
Hace unos años tuve que partir a una gira de conferencias por Europa del Este, eso nos llevó a Praga y lo que ahora es la República Checa; a Budapest en Hungría y luego en un tren antiguo de Budapest a Cluj-Napoca en Rumanía. Y cuando cruzamos la frontera de Hungría a Rumanía,
el tren se detuvo y tuvimos que parar un momento para pasar por el control aduanero, y nos habían advertido que las aduanas en Rumanía podían ser un proceso muy difícil. Bueno, dos soldados se subieron al tren y vinieron hacia nosotros y nos hablaron en un tono un tanto fuerte, y nos señalaron para que bajáramos nuestras maletas y abriéramos todo. Y justo cuando estábamos a punto de hacerlo, su jefe entró, el cual era un guardia muy fornido, y él se acercó y pidió nuestros pasaportes y les dimos nuestros pasaportes, les mostramos que eran pasaportes estadounidenses.
Éramos cuatro: Vesta y yo, y amigos nuestros, los Ingrams. Y la Sra. Ingram estaba allí sentada y tenía una bolsa de papel marrón con algo que sobresalía en el extremo. Y el guardia dijo, «¿Qué es eso?» Y ella abrió la bolsa y le mostró una Biblia. Y él dijo en un inglés muy pobre: «Dame libro». Y tomó el libro y empezó a hojear las páginas y nos miró y dijo: «¡Tú!» Y me miró y me dijo: «¡Tú, no gringo!» Y miró al Sr. Ingram y le dijo: «¡Tú, no gringo!» Y no teníamos ni idea de lo que estaba pasando en ese momento. Él decía que no éramos estadounidenses. Y yo dije, «Sí, vea, tenemos nuestros pasaportes». Él dijo, «¡No! ¡Tú, no gringo!» Y luego la abrió y dijo, señalando a este pasaje, y dijo: «Lee esto». Y leí el texto y decía: “nuestra ciudadanía está en los cielos». Y él dijo, «¿Ves? Yo, no rumano, tú, no gringo; somos ciudadanos del cielo». Y nos abrazó y les dijo a los oficiales: «Esta gente está bien. Son cristianos. Déjenlos ir». Y aquí, en la providencia de Dios, nos encontramos con un oficial de aduanas cristiano en la frontera entre Rumanía y Hungría.
Nunca olvido ese incidente porque eso nos comunicaba la realidad de la carne y la sangre, de lo que significa la tercera característica de la iglesia, la cual ya vimos. La iglesia es una, santa, católica. Que significa universal. Ahora, de nuevo, en el Credo de los Apóstoles decimos que creemos en “la comunión de los santos; el perdón de los pecados; la resurrección del cuerpo” y el alma. Y creemos en la iglesia católica. No estamos hablando de la Iglesia Católica Romana en este punto, porque en la jerga religiosa popular, la frase o el término «católico romano» se ha reducido simplemente a «católico», de modo que en muchas ocasiones cuando la gente hace referencia a la Iglesia Católica, se refieren a la Iglesia Católica Romana, donde técnicamente el término «católico» no se refiere a una institución específica, sino que se refiere a la propagación y extensión de la iglesia de Jesucristo a todas las naciones, tribus y pueblos; a todos los rincones remotos del mundo. Y eso es algo significativo. Por supuesto, ese es uno de los puntos por los que la Iglesia Católica Romana critica el protestantismo, porque la iglesia de la que soy miembro resulta ser la PCA, que es la Iglesia Presbiteriana en América.
Ahora, tenemos misioneros en otros lugares del mundo, pero no hay una Iglesia Presbiteriana en América en China. Nuestra iglesia está organizada dentro de los límites geográficos y límites de los Estados Unidos de América. Y la mayoría de las iglesias protestantes tienen límites nacionales o regionales donde la Iglesia Católica Romana no lo tiene. La Iglesia Ortodoxa Griega no lo tiene. Sino más bien, su membresía se extiende por todo el mundo y todavía están visiblemente vinculados a un tipo de sede multinacional. Y entonces la Iglesia Católica Romana nos dice: «No eres una verdadera iglesia porque no eres católica. Nosotros somos verdaderos porque tenemos miembros en todas las naciones del mundo y todos esos miembros están unidos bajo una sola cabeza, la cabeza de la Iglesia aquí en Roma.» Ahora, y sin embargo, al mismo tiempo responderíamos diciendo que la iglesia universal es la iglesia invisible. Que la iglesia de Jesucristo, de la que formamos parte, se extiende por todo el mundo, tal como lo vi cuando estaba en la frontera de Rumanía y como experimenté en las situaciones allá en Europa del Este.
Una vez más, estuve allá principalmente para enseñar, para dar conferencias en el seminario de Budapest y a los pastores en Praga; y, sin embargo, también tuve la oportunidad de predicar en esos países mientras estuve allí. Y aunque yo no conocía el idioma ni entendía la letra de las canciones que la gente estaba cantando, y cuando prediqué hubo un traductor, experimenté la Cena del Señor con el pueblo húngaro en Budapest y prediqué en una iglesia en Praga e hice que el pueblo, los lugareños del país, los escucharan orar y así sucesivamente. A pesar de que no sabía lo que decían, escuchándolos cantar, no sabía lo que estaban cantando, experimenté la koinonia, la comunión de los cristianos, que la comunión va mucho más allá de los límites regionales de un lugar determinado.
Ahora, a continuación, vemos que la iglesia es una, santa, católica, universal y apostólica. Ahora, mencioné anteriormente que la imagen principal en la metáfora de la edificación de la iglesia en el Nuevo Testamento, la imagen del fundamento es que el fundamento de la iglesia son los profetas y los apóstoles. ¿Cuál es la importancia de eso? La importancia de esto se encuentra aquí; que cuando Cristo estableció la comunidad del pacto del Nuevo Testamento y dio ciertos dones y oficios a la iglesia, Él dio primero el oficio de apostolado, y estableció en el siglo I la autoridad primordial de la comunidad cristiana naciente e inmadura que fue conferida a los apóstoles. Y esa autoridad va con este oficio o el título de ‘apóstol’ que proviene del griego ‘apostolos’. Ahora, un ‘apostolos’ significa literalmente en griego, «uno que es enviado».
Ahora, en la cultura griega, un apóstol sería un enviado o un emisario o un delegado enviado, por ejemplo, por un rey o un general o alguien de un alto nivel de autoridad que llevaba consigo la autoridad delegada del rey para que si el enviado hacía un compromiso, el rey respaldaría eso. Fue un portavoz de la autoridad suprema que él representaba. Ahora, a veces en nuestra comprensión popular de la fe cristiana, escuchamos sobre los discípulos de Cristo y los apóstoles de Cristo, y tendemos a usar esos términos indistintamente como si no hubiera diferencia entre ser discípulo de Cristo o ser apóstol. Bueno, hay una diferencia significativa entre esas dos palabras. Ahora, con la excepción del apóstol Pablo, todos los apóstoles del Nuevo Testamento fueron primeros discípulos. Pero no todos los discípulos se convirtieron en apóstoles. Y Jesús tenía muchos más discípulos que los Doce.
Recordamos que en un momento de su ministerio envió a 70 de sus discípulos a una misión. Y un discípulo – la palabra mathetes en griego – significa ‘estudiante’ o ‘aprendiz’. Y los discípulos fueron aquellos que se reunieron alrededor de Jesús en verdad para estudiar en su escuela rabínica. Lo llamaban «Rabí». Ellos lo seguían y Él les daba lecciones y ellos memorizaban sus enseñanzas y así por el estilo. Y entonces, ellos eran sus estudiantes. Eran sus alumnos. Jesús era un maestro y Él tenía una escuela pequeña y sus alumnos eran sus discípulos. De ahí es donde obtenemos la palabra «discipulado» o «disciplina» en nuestro propio idioma. Sin embargo, hacia el final de su ministerio cuando Él iba a partir de este mundo, eligió de su grupo de discípulos un número selecto de apóstoles y a estos apóstoles Él les transfirió su autoridad diciendo: ‘Los estoy enviando en mi nombre’. “El que os recibe a vosotros, a mí me recibe”. “El que a vosotros rechaza, a mí me rechaza”.
Ahora, eso es un asunto muy serio porque de nuevo en la historia de la iglesia primitiva surgieron grupos heréticos que trataron de suplantar la autoridad de los apóstoles y en el caso de los gnósticos, trataron de reclamar esa autoridad para sí mismos, pero al mismo tiempo reclamando lealtad a Jesús. Diciendo: «Creemos en Jesús, es solo en Pedro y Pablo que no creemos». Ireneo, al responder a los herejes de la época, dio el argumento que Jesús mismo les había dado diciendo que así como Jesús tenía una disputa con los fariseos porque los fariseos decían, ya saben, que eran hijos de Dios, que siguieron a Moisés, siguieron a Abraham, pero ellos rechazaron a Jesús.
Ahora, de nuevo, el primer apóstol y apóstol principal del Nuevo Testamento es Jesús mismo, ya que Él es el que fue enviado por el Padre y autorizado por el Padre a hablar en nombre del Padre. «Toda autoridad me ha sido dada en el cielo y en la tierra «, dijo Jesús. “No he hablado por mi propia cuenta, sino que el Padre mismo…me ha dado…lo que he de decir». Y así Jesús es el apóstol supremo de la iglesia. Y lo que sucedió en la época de Jesús, cuando Él estaba ocupado argumentando con los fariseos, el pueblo quería rechazar a Jesús y afirmar a Dios. Jesús dijo: ‘No pueden hacer eso. Si aceptan a Moisés, recuerden que fue Moisés quien escribió de mí. Si aceptan a Abraham, Abraham se regocijó al ver mi día. No pueden amar al Padre y odiar al Hijo’. Ese es el punto. Y ese es el punto por extensión al que Ireneo hacía referencia contra los herejes de su época cuando dijo: «Si rechazas a los apóstoles, estás rechazando al que los comisionó, es decir, a Cristo, y si lo rechazas, estás rechazando al que lo envió, es decir, a Dios». De modo que hay una línea de autoridad de Dios a Cristo a los apóstoles.
Ahora, eso es muy relevante en nuestros días, porque nunca ha habido un momento en la historia de la iglesia donde la autoridad apostólica haya sido más atacada que en nuestros días. Y tengo que decirlo en voz alta, principalmente por las feministas que tienen problemas con el apóstol Pablo. Ellas creen que él era un machista y así por el estilo. Así que es un buen blanco. Es temporada de caza contra el apóstol. Y por los de la alta crítica que quieren seguir siendo cristianos y profesan lealtad a Cristo mientras rechazan la autoridad de la Sagrada Escritura. Los Salmos tienen una declaración que dice: ‘Si el fundamento se sacude, ¿cómo puede sostenerse el edificio?’ Recuerdo que hace muchos, muchos años vivía en Ohio, Cincinnati y trajimos a un ministro de California para una serie de reuniones. Fue una semana muy, muy fría e invernal; mucha nieve. Recuerdo haber intentado llevarlo al aeropuerto al final del evento y él viajaba desde Cincinnati regresando a Los Ángeles. Y mientras él estaba en el aire, un gran terremoto golpeó el sur de California provocando millones y millones de dólares en daños. Esto fue hace mucho – como, en 1970 o 1971.
Y hablé con él un poco después y le dije: «Bueno, ¿qué pasó con tu iglesia?» Él respondió: «Bueno, al principio, la noticia fue buena». Él dijo: «Había edificios caídos alrededor de nuestra iglesia». Él dijo: «Entonces entré al templo y la iglesia se veía perfecta. No había ni una ventana rota ni nada». Él dijo: «Pero cuando entraron para evaluar los daños, descubrieron que el fundamento se había desplazado por debajo del edificio y nuestro edificio fue clausurado. No se nos permitió reunirnos allí debido al peligro». Al parecer, es decir, según las apariencias externas parecía que el edificio de la iglesia – el templo – estaba bien. El fundamento se había movido. Y una vez que el fundamento se mueve, el edificio ya no queda estable. Y ese es el problema en nuestros días respecto a la naturaleza apostólica de la iglesia. Cuando la gente dice que la iglesia tiene autoridad, pero rechazan la Biblia, están rechazando la iglesia misma a la que se refieren – están rechazando una de las cuatro marcas de la iglesia, es decir, el carácter apostólico de la iglesia. Ese es el fundamento que Cristo estableció.
Y si atacamos la palabra de los apóstoles, la autoridad de la palabra de los apóstoles, esos ataques no van a las áreas exteriores del edificio, sino que atacan el corazón y el alma misma de la iglesia en la medida en que el ataque va al fundamento y destruirá la iglesia visible. Y de hecho lo que hemos visto en los últimos 150 años con el impacto de la teología liberal, con su rechazo categórico de la inspiración y autoridad de la Biblia, es que hemos visto prácticamente la destrucción masiva de la iglesia visible. Vemos países donde las iglesias están absolutamente vacías y otros países donde son afortunados si es que un 2% asiste a esos templos. Y esto es en gran medida el impacto de una institución que abandonó la autoridad apostólica. ¿Quién quiere oír una charla más sobre inquietudes sociales cuando puedo ir a cualquier otra institución, que no sea la iglesia, para oír eso? Así que la autoridad apostólica, que significa autoridad bíblica, es el fundamento de la iglesia. Ahora, eso nos lleva a la última dimensión de las características.
Durante la Reforma, cuando la gente discutía sobre quién es la iglesia verdadera y el protestantismo se dividió y quedó fragmentado en varios grupos distintos. Tenías la Reforma en Suiza, en Escocia; tenías la Iglesia de Inglaterra, en Inglaterra; la Iglesia Anglicana allí; tenías la Iglesia Luterana en Alemania; y los hugonotes en Francia; y así por el estilo. Y la gente se hacía la pregunta: «¿Cómo puedo encontrar la iglesia verdadera?» Roma dijo que era la iglesia verdadera. La Iglesia Ortodoxa dijo que era la iglesia verdadera. Y los protestantes dijeron: «Esperen. La pregunta no es cuál es la iglesia verdadera, la pregunta es ¿qué es una iglesia verdadera? Porque, así como una congregación en particular puede ser un cuerpo mixto que contiene cizaña y trigo, entonces, ninguna iglesia, dijeron los Reformadores, es infalible.
Entonces, cada iglesia tiene alguna mezcla de error o corrupción en ella de manera confesional. No sólo en términos de la parroquia local. Así que la pregunta es ¿cuáles son los elementos esenciales no negociables que se encuentran en una iglesia verdadera o válida, sin la cual no puedes ser una iglesia válida? Básicamente a los Reformadores se le ocurrió tres marcas para una iglesia verdadera. La primera marca es que una iglesia verdadera es una iglesia que tiene y profesa el Evangelio. Y eso significa – y es todo el Evangelio, para que, si una iglesia niega cualquier punto esencial del Evangelio como la deidad de Cristo, la expiación de Cristo, la justificación solo por fe – esos elementos que componen el Evangelio – si el Evangelio es rechazado, esa institución ya no es una iglesia.
Es por eso que los Reformadores dijeron que Roma ha aceptado la deidad de Cristo, la expiación de Cristo y todas esas otras cosas, pero en la medida en que condene la sola fide, que condene la justificación solo por fe, según los Reformadores, Roma estaba negando el Evangelio y al negar el Evangelio ya no era una iglesia. Ahora, por supuesto, Roma respondió de vuelta: «Bueno, los Reformadores son los que están distorsionando el Evangelio. La justificación por fe no es el Evangelio», y así sucesivamente. «Así que ellos no son iglesia». Pero de eso es lo que se trataba esa disputa: se trataba del Evangelio. Y los reformadores dijeron: «No puedes ser una iglesia verdadera si el Evangelio no se mantiene y se proclama».
La segunda cosa que fue una marca de la iglesia verdadera es donde los sacramentos se confieren debidamente. Y para los reformadores hubo dos sacramentos: el bautismo y la Cena del Señor. Ahora, reconocieron que había diferencias – diferencias al interior – entre los cristianos sobre el modo de la presencia de Cristo en la Cena del Señor y lo veremos más adelante; sobre si el bautismo debe extenderse a los bebés o no y cuál es el modo: sumersión, inmersión y aspersión o lo que sea; pero que la fórmula bautismal básica – en el nombre de Cristo – y la celebración básica de la Cena del Señor como Cristo la estableció en el Nuevo Testamento de manera regular – que esos sacramentos son elementos necesarios para una iglesia verdadera. Porque hubo quienes rechazaron tanto el énfasis sacramental de la Iglesia Católica Romana y donde los sacramentos parecían tragarse la predicación de la Palabra, que algunas personas reaccionaron en contra de eso y dijeron: «Bueno, las cosas sacramentales no las necesitamos. Todo lo que necesitamos es la Palabra», y querían crear iglesias con la Biblia sin los sacramentos. Los Reformadores dijeron: «No, no». Disculpen el juego de palabras, «No hay que tirar el bebé con el agua de la bañera.» Así nuestro Señor Jesucristo estableció los sacramentos y son para la edificación del pueblo de Dios y es deber de la iglesia participar en la observación adecuada de los sacramentos.
La tercera marca de una iglesia verdadera, que a veces se divide en dos, es la disciplina, la cual requiere algún tipo de gobierno. La disciplina de la iglesia es donde la iglesia tiene la responsabilidad de la nutrición espiritual de sus miembros, su cuidado pastoral hasta el final, donde las personas están creciendo en su fe hacia la santificación. Y la disciplina es necesaria cuando la iglesia está infectada de impurezas y corrupción. Y lo que se dice aquí es que, por ejemplo, si los clérigos de una determinada iglesia niegan continuamente la deidad de Cristo y la iglesia no los retira o no los censura, no está ejerciendo disciplina en ellos, entonces habrían dejado de ser una iglesia válida y legítima. Así que esa es una pieza crucial del rompecabezas de lo que significa hacer una iglesia verdadera. En nuestra próxima sesión veremos la función de la iglesia en su adoración.