La santidad de Cristo

Sexta y última parte de la serie de enseñanza del Dr. R.C. Sproul "La santidad de Dios".
En este mensaje, el Dr. Sproul nos confronta con la santidad de Cristo, para que así podamos experimentar la paz con Dios que sólo se consigue a través de la justicia del Hijo de Dios.

Si todavía no tienes la guía de estudio de La santidad de Dios, por favor escribe tu correo electrónico en el siguiente formulario para recibirla.

Transcripción

El otro día hablé con un señor que había dado un mensaje en una universidad y en medio de su discurso fue interrumpido por unos estudiantes hostiles. Estaba hablando de Cristo y en medio de su discurso, alguien gritó: “¿A quién le importa?” Y cuando me lo explicaba dijo, “Uy, la audiencia era hostil” y parece que cada vez más hay una creciente hostilidad en nuestra nación hacia la fe cristiana y un creciente sentido de beligerancia de parte de las fuerzas anticristianas y de las procristianas. Una lucha que se ha dado por mucho tiempo, en algunas ocasiones pienso que los incrédulos en este país están muy preocupados de que los cristianos militantes traten de forzar adhesiones religiosas a través de las leyes en los no creyentes y ellos tienen miedo con justa razón. Les recuerdo a mis hermanos y hermanas que la Primera Enmienda de la Constitución de los Estados Unidos protege tanto al no cristiano como protege al cristiano y tenemos que ser muy, muy cuidadosos con eso. Pero a menudo existe este sentido de molestia y hostilidad dirigido contra los cristianos, contra los ministros, los teólogos, los tele evangelistas y así sucesivamente. Pero en medio de todo eso, lo que encuentro, muy rara vez, es que alguien públicamente critique la integridad de Jesús.

Pienso, por ejemplo, en un comentario que George Bernard Shaw hizo una vez donde él estaba criticando a Jesús (él no era cristiano) y Shaw, se refirió de Jesús cuando criticó su comportamiento, él dijo: “Hubo momentos en que Jesús no se comportó como un cristiano” Y pensé que había algo de ironía en eso, que cuando George Bernard Shaw quiso criticar a Jesús, no pudo encontrar una norma moral más alta, con la cual criticar, que el estándar de Cristo mismo.

Y como dije, cuando encuentro focos de verdadera hostilidad dirigida contra mí, contra la Iglesia, contra la historia de la influencia cristiana al parecer hay un tipo de restricción acerca de Jesús, de todos los seres humanos que han vivido dudo que haya habido un ser humano que haya engendrado un respeto más universal por su integridad que Jesús de Nazaret. De hecho, el mundo elogia tanto a Jesús que la pregunta que me queda es esta, ¿Por qué si Él era una persona tan maravillosa y tan amorosa y amable y compasiva, ministrando a todo tipo de enfermos y marginados y una especie de Madre Teresa de Su propia generación y aún más? ¿Por qué lo mataron? No sólo fue ejecutado, sino que las masas clamaron por su sangre. ¿Qué había en Jesús de Nazaret que inflamó las pasiones de la gente, ya fuera a su favor o en contra suya?

Me gustaría leer un pasaje del Evangelio de Marcos que creo que empieza a responder esta pregunta en particular. El cuarto capítulo del Evangelio de Marcos, comenzando en el versículo treinta y cinco leemos esto: “Aquel día, cuando llegó la noche, les dijo: (a sus discípulos) pasemos al otro lado. Y despidiendo a la multitud, le tomaron como estaba, en la barca; y había también con él otras barcas. Pero se levantó una gran tempestad de viento y echaba las olas en la barca, de tal manera que ya se anegaba. Y Él estaba en la popa, durmiendo sobre un cabezal”

Ustedes tienen la idea. Esto pasa en el mar de Galilea, que es un lugar con un fenómeno topográfico anómalo en Palestina a causa de un túnel de viento que existe entre el desierto en Transjordania y el mar Mediterráneo. Así que lo que sucede en esta situación geográfica es que hay una especie de túnel de viento dirigido al Mar de Galilea y tormentas de una proporción violenta pueden aparecer sin previo aviso en ese lago. De hecho, yo estaba allí hace unos años atrás y tomé un crucero de excursión por el Mar de Galilea y aun hoy con el equipo náutico más moderno, los marineros nos decían que todavía vivían con miedo mortal de estas tormentas raras que ocurren, aun hoy, allí.

Pues aquí están los discípulos que eran pescadores experimentados. Ellos habían navegado, en ese lago mil veces y una de estas tempestades violentas estalla en medio de la noche y las olas son de proporciones gigantescas, el viento está soplando y en cada segundo el barco está en peligro inminente de voltearse y matar a los pescadores. Y mientras tanto Jesús está durmiendo en el barco. ¡Me disgusta este tipo de gente! Los he visto en aviones. Estuve en un vuelo donde las azafatas estaban gritando de pánico, donde el avión estaba cayendo mil pies por una turbulencia violenta y el tipo a mi lado está profundamente dormido. Y quería sacudirlo y decirle: “¿Qué? ¿Es usted un calvinista o algo por el estilo? ¿Qué pasa con usted? ¿No se da cuenta que estamos a punto de estrellarnos en cualquier momento?” Estas personas de espíritu calmado y tranquilo pueden dormir en medio de todo. Bueno este es Jesús, profundamente dormido en la parte trasera de la barca. Ahora, la Biblia dice algo fascinante aquí. Dice que los discípulos tenían miedo. Ahora, no hay nada particularmente fascinante acerca de eso, pero yo quisiera aplicar eso a algo. Cuando yo estaba enseñando en un seminario de Filadelfia hace unos años, enseñé un curso sobre el ateísmo académico y a los estudiantes se les exigía leer las fuentes primarias, los escritos de los ateístas más prominentes de la historia occidental. Yo hice que los estudiantes leyeran las objeciones de David Hume y de John Stuart Mill. Hice que los estudiantes leyeran las obras de Nietzsche y de Ludwig Feuerbach. Hice que los estudiantes leyeran la crítica que Marx hizo contra el teísmo cristiano y a Kaufman y a otros, Sartre, Camus; e hicimos estas lecturas y encontramos que los ateos sobre todo en el siglo XIX y el siglo XX estaban tratando de responder a esta pregunta. “Sabemos”, ellos dijeron, “que no hay Dios, pero el problema que aún nos fastidia es que a pesar del hecho de que estamos convencidos de que Dios no existe, ¿Por qué es que la humanidad parece irremediablemente Homo Religiosus? ¿Por qué es que a donde quiera que vayamos en el mundo encontraremos gente dedicándose a la práctica de la religión?” Madeline Murray respondió a esa pregunta. Ella dijo: “Eso es porque las masas simplemente se entregan a la superstición y ellos no piensan críticamente acerca de esto y sólo tenemos que educar a la gente aún más”. Pero la gente como Freud y Marx y Feuerbach y Nietzsche querían una explicación más sólida y así, al unísono, acordaron esto: que la religión surge históricamente de las necesidades psicológicas de las personas, de la fragilidad humana del hombre. Lo único que todos compartimos es nuestra mortalidad y entonces como Freud sugirió y Marx secundó la moción, era que todo ser humano tiene un miedo intrínseco a las fuerzas naturales. que amenazan nuestras propias vidas. Y lo que sucedió históricamente, fue que la gente empezó a inventar religiones donde el primer paso en el proceso evolutivo fue imponer la idea de un alma viviente dentro de estas fuerzas de manera que había un dios en la tormenta, un dios en el terremoto, un dios de la pestilencia. Freud dijo que el primer paso fue la personalización de la naturaleza. ¿Por qué? Una teoría muy, muy fascinante… la idea es esta: que hay todo tipo de cosas ahí fuera, señoras y señores, que amenazan mi existencia: cáncer, incendio, inundación, guerra, otras personas, pero, como humano, he aprendido cómo sobrevivir, al menos hasta ahora, a la hostilidad de otras personas. Cuando vienen a mí y están apretando los dientes y están enojados, o están sacando un arma, he aprendido cómo lidiar con eso. Si usted está enojado conmigo, puedo suplicar por misericordia o puedo adularlo y decirle: “Usted no me quiere disparar. Después de todo soy parte de su club de fans. ¡Oye! ¡Yo te amo!” Y cosas por el estilo. O puedo intentar sobornarlo, puedo decirle: “Mire, si usted me perdona, la mitad de mi reino es tuyo” o algo así. Aprendemos estas tácticas de cómo contrarrestar esos ataques personales hacia nosotros. Pero la pregunta que Freud estaba haciendo es la siguiente: ¿Cómo se puede negociar con un huracán o una inundación? No se puede suplicar a una tormenta. No se puede sobornar a un terremoto. No se puede adular al cáncer y hacerlo desaparecer. Estas son fuerzas impersonales, no personales que amenazan con destruirnos y así Freud dijo: lo que hacemos es proyectar en la naturaleza características personales para que podamos hablar a la tormenta y muy pronto sacralizamos la naturaleza, es decir, hablamos de estas deidades que están en estas fuerzas o por encima, en una versión simplificada, es monoteísmo, donde sólo hay que hablar con un Dios de todos estos problemas. Así que si adoran a Dios y honran a Dios y entregan su diezmo y envían su cheque y hacen todas esas cosas, entonces Dios, con poder suficiente sobre la tormenta, les protegerá de todos estos problemas. Han visto casos en la televisión donde ministerios ponen el énfasis en la prosperidad y en la salud y todo eso. Que Dios siempre quiere estas cosas y oímos este concepto de “Proclámalo y recíbelo” que todo lo que hay que hacer para experimentar la prosperidad y sanación y todo lo demás es mencionarlo con fe y confianza y Dios entregará estas cosas. Yo estaba jugando al golf con un hombre aquí en Texas la última vez que estuve allí. Estaba pasándola muy mal, durante los primeros nueve hoyos botó la pelota por todas partes. Nos fuimos al décimo y evaluó su situación y dijo: “Bueno, a partir de ahora voy a empezar a jugar golf, Basta de tiros malos”. Le dije: “Está bien”, El golpeó la bola y no pasó del piso. Tomó un palo número cinco, se metió en las rocas. Después de dar seis golpes más aún no estaba en el green, se volvió hacia mí y dijo: “¡Ya me cansé de proclámalo y recíbelo!” Pero ciertamente tenemos una capacidad de proyectar nuestras peticiones y deseos sobre la naturaleza, como Freud indicó. Y él dijo: “Religión es lo siguiente: por nuestro miedo a la naturaleza inventamos un Dios. Es así de simple” Así que Dios se convierte en una muleta u opio como Marx sugirió, “para las personas que simplemente no pueden soportar vivir en un hostil o indiferente universo”.

Ahora, la razón por la cual este episodio en la Escritura es tan importante para nuestra consideración, señoras y señores, es ésta: que aquí encontramos a los discípulos de Jesús. aterrorizados debido a un encuentro con las fuerzas destructivas de la naturaleza, sus vidas están en peligro a causa de la tempestad que se levanta en el mar y la Biblia dice que ellos estaban asustados. ¿Y qué hace la gente asustada en medio de una crisis? De inmediato van a su líder y ellos fueron a la parte trasera del barco y sacudieron a Jesús para despertarlo y le dijeron: “¡Maestro, has algo, o perecemos!” ¿Y qué hizo Él? Miró alrededor, evaluó la situación y luego, el Señor Dios encarnado, el Creador del cielo y de la tierra emitió una orden verbal, no a los hombres, sino a las fuerzas impersonales de la naturaleza. Se dirigió al mar y al viento y ordenó en voz alta,

“¡Calla, enmudece!” Y al instante la respuesta del cosmos, en obediencia, se dio así, el mar se volvió como en vidrio y el viento era tan tranquilo que no había ni una brisa en el aire. Ahora, lo que captó mi atención en esta narración es la siguiente línea. ¿Cuál es la respuesta de los discípulos cuando Jesús elimina la amenaza clara y presente de la naturaleza? ¿Acaso dice que lanzan sus gorros al aire de alegría y dicen: “Oh, sabíamos que lo harías”? No. El texto nos dice que en ese momento ellos se llenaron de mucho pánico, es decir, que en vez de que sus miedos se calmaron y se apaciguaron, sus miedos ahora se intensificaron. Lo que Freud no entendió, señoras de señores, es que adentro del corazón humano hay algo a lo que se le teme más que a cualquiera de las fuerzas impersonales de la naturaleza y eso es el poder y la presencia de una persona que es santa. Y ahora los discípulos están temblando y hacen esta pregunta: “¿Qué clase de hombre es este que aún el viento y el mar le obedecen?” ¿Se acuerdan de que anteriormente hablé sobre la xenofobia, el estar apartados de Dios, esa diferencia de Dios que nos amenaza y nos asusta? Los discípulos dicen: “Espera un minuto. Acabamos de ser testigos hoy de una visualización de un tipo de humanidad que nos es completamente desconocido” Cada vez que ustedes conocen a una nueva persona, el cerebro tantea todo un catálogo de respuestas. Si esa persona sonríe, eso dice una cosa. Si esa persona frunce el ceño, eso dice otra cosa, si son personas altas… tenemos todas estas categorías y catálogos que utilizamos desde nuestra experiencia como seres humanos. Y aprendemos cómo estar con otras personas a través de nuestra experiencia.

Hace unos años, había un movimiento en este país. en pro de una terapia en la cual se suponía que todo el mundo tenía que sacarse la ropa, literalmente, que todo esté visible y revelar los secretos más profundos de su corazón. Y se premiaba esa apertura de mente, ¿cierto? ¿Lo recuerdan? Y todo el mundo dijo: “Yo quiero que seas vulnerable” y ese movimiento duró muy poco ya que la gente quedó brutalmente herida cuando se abrían demasiado. Esto me recuerda la historia de tres ministros que llegaron a los camerinos después de jugar golf y tuvieron una sesión espontánea de confesión de pecados. Un ministro dijo: “¿Saben qué?, mi conciencia realmente me molesta. Estoy tratando de ser un pastor y de ser íntegro, pero he tenido esta debilidad con la que he luchado toda mi vida y es una debilidad por la bebida”. El dijo: “Bebo mucho a escondidas y no he sido capaz de tener la victoria.” Los otros dos, dijeron: “Ay hombre. Bueno, vamos a orar por ti” Y el segundo dijo: “Bueno, tengo que confesar que tengo una lucha también, me tienta la lujuria todo el tiempo y he sido capaz de controlar mi comportamiento, pero mis pensamientos no siempre han sido puros y yo simplemente no sé cómo conseguir la victoria en esta situación. Amigos, ¿Van a orar por mí?” Y ellos respondieron: “Sí” Y el tercero no dijo nada y los otros dos, dijeron: “Y tú ¿no tienes alguna tentación?” Él dijo: “Sí” Y ellos dijeron: “Bueno, ¿Cuál es?” Él dijo: “Soy un chismoso compulsivo y no puedo esperar a salir de acá”. La razón por la que somos tan cerrados y tan cuidadosos en no abrirnos con los demás y mostrarnos tal cual somos es porque cada uno de los que están en esta sala ha sido traicionado. Usted derramó su corazón y su alma delante de alguien y ese alguien pisoteó toda su alma. Eso le pasa dos o tres veces a cada persona y aprendemos a ponernos una coraza encima, ¿cierto? Y no queremos ser vulnerables, ser abiertos, por lo que usamos este mecanismo de cómputo para catalogar y analizar con cuidado a cada ser humano. “¿Esa persona es confiable? ¿Esa persona no lo es?” Bueno, los discípulos vieron a Jesús y sus computadoras se volvieron locas y dijeron: “Espera un minuto. No tenemos una categoría para este hombre. Nunca hemos visto a alguien que sea tan “otro”, tan diferente, tan independiente, tan apartado de lo normal que puede ordenar el mar y el mar le obedece; en otras palabras, señoras y señores, lo que espantó a los discípulos es que repentinamente se dieron cuenta de que estaban en presencia del Santo y su miedo se incrementó. Esta no es la única vez que ese tipo de cosas sucede en el Nuevo Testamento.

En otra ocasión, la misma gente, con el mismo mar, leemos que los discípulos estuvieron pescando toda la noche y al volver sus redes estaban vacías. Y Jesús se acerca a ellos, ustedes conocen la historia, y le dice a Pedro “¿Cómo te fue?” Y él le dijo: “Ah, fue una noche pésima. No hay peces.” Y Jesús le dice: “Bueno Pedro, ¿Por qué no tomas las redes y las echas al otro lado de la barca?” Ahora recuerden que el perfil de personalidad de Pedro que muestra la Biblia es uno que lo describe como alguien impetuoso. ¿Se imaginan lo que Pedro pensó cuando Jesús le dijo que lanzara la red al otro lado? Puedo oírlo. Al menos en su mente dijo: “Mira, Jesús: eres un teólogo fantástico un maestro religioso por excelencia, pero dame algo de crédito, por favor. Soy un pescador profesional. He tirado la red por todos los lados del barco durante toda la noche. ¿Vas a tratar de decirme ahora cómo pescar? Pero, tú eres el maestro. Soy el discípulo. Vamos a tomarlo con humor, amigos. Tiren la red por la borda”. Y usted sabe lo que pasó, cada pez en el mar de Galilea saltó a esa red tuvieron que traer otro barco al lado y ahora son dos a punto de hundirse porque están tan llenos de peces.

Ahora ¿qué hace Pedro? Recuerden que Pedro es judío, él es un hombre de negocios, él no pesca por diversión, él pesca con fines de lucro. Yo sé lo que haría si fuera Pedro. Habría buscado en mi túnica un contrato y hubiera dicho: “Bien, Jesús, este es el trato: somos socios, nos vamos cincuenta y cincuenta, todo lo que quiero es cinco minutos al mes. Tú sólo vienes aquí un sábado al mes y me dices dónde pongo las redes y eso sería todo. Es el cincuenta por ciento de las ganancias”. Eso es lo que yo haría. Pero eso no es lo que Pedro hizo. ¿Pueden creer lo que Pedro le dijo a Jesús? Pedro miró a Jesús y le dijo esto, es asombroso, él le dijo: “Apártate de mí, que soy un hombre pecador.” Pedro dijo: “Jesús, por favor vete. No puedo soportarlo.” ¿Ven lo que pasa cuando Aquel que es santo irrumpe en nuestro medio? Inmediatamente nos incomodamos. Somos conscientes, muy conscientes de nuestra falta de santidad y queremos que esa persona se aleje de nosotros lo más que pueda.

Hace unos años se realizó un torneo de golf en Carolina del Norte y el vencedor del campeonato de la PGA había salido el año anterior como el ganador del premio al Golfista del Año y debido a que él se encontraba allá iba a recibir ese premio en el torneo de este año en Carolina del Norte, puesto que también era el campeón del actual torneo. Parte del reconocimiento fue este: iba a jugar su primera ronda de práctica con Billy Graham, con el Presidente de los Estados Unidos y con Jack Nicklaus. Estaban: el golfista del año, Nicholas, Billy Graham y el Presidente de los Estados Unidos; ése es un cuarteto muy pesado. Así que salieron al campo y jugaron una ronda como práctica. Y cuando terminaron, un amigo mío que estaba allí fue hacia donde estaba este golfista y le dijo: “¿Qué tal fue, jugar con Billy Graham, con Jack y el Presidente de los Estados Unidos?” Y este golfista estaba furioso, le respondió con ira y le dijo: “¡Lo odié!” Él dijo: “No necesito tener a Billy Graham pegado a la oreja hablándome de religión durante dieciocho hoyos de golf” y muerto de rabia salió disparado, se acercó al lugar de práctica de tiros, tomó su palo más grande y empezó a golpear bola tras bola con furia a ver si conseguía liberar toda la rabia que traía encima. Mi amigo fue hacia él, se sentó muy tranquilo y lo observó hasta que el balde de bolas se acabó y vino y le dijo, “Hey, Billy realmente te lanzó la artillería pesada, ¿eh?” Y el golfista dijo: “No, no. En realidad, Billy no dijo ni una palabra sobre religión. Solo que yo tuve un pésimo día.”

La Biblia dice que el impío huye cuando nadie lo persigue. Lutero dijo que esa es la experiencia del no creyente, temblar ante el susurro de una hoja. Aquí estaba un hombre que pasó tiempo con Billy Graham, quien es uno de los seres humanos más llenos de gracia que yo haya visto y Billy Graham no tuvo que decir una palabra sobre el cristianismo, pero esta persona estaba sintiéndose incómoda. Cuando estoy jugando golf en el campo y voy a interactuar con un grupo nuevo de personas, hago todo lo que esté a mi alcance para evitar la famosa pregunta “¿A qué te dedicas?” Ya que todo lo que tengo que hacer para acabar con la diversión de las personas en ese momento, es decir: “Soy un ministro”. Así que, trato de evadir la pregunta diciendo: “Bueno, soy un escritor.” “Y, ¿Qué escribes?” “Oh, muchas cosas” O digo, “estoy en el negocio de seguros”, ustedes saben, o cosas así no porque me da vergüenza de ser lo que soy, sino porque no quiero arruinarles su día ya que tan pronto les diga que soy un ministro entonces, empiezan a retirarse y dan todas estas disculpas por su lenguaje.

Las personas se sienten incómodas. Imagínense a alguien que esté incómodo delante de mí. Eso es ridículo, pero las personas se sienten incómodos en nuestra presencia no porque seamos santos sino porque representamos al que sí lo es y es interesante ver que la mayoría de los enemigos vehementes que Jesús tenía en su vida eran los fariseos, aquellos hombres que estaban dedicados a la rectitud. Ellos eran los santurrones y la gente que estaba más cómoda con Jesús eran los pecadores marginados y eso era porque no tenían ilusiones sobre su propia rectitud. Pero aquellos que se enorgullecían de su pureza moral, cuando Jesús vino los expuso, mostró su impiedad. Porque cuando llega la luz, las tinieblas no pueden estar en su presencia. Cuando Pedro le dijo a Jesús: “Por favor, vete” Jesús no se fue para el gozo eterno de Pedro. Jesús no hizo caso a esa invitación. En vez de eso le dijo: “Pedro, ven acá. Tú ven a mí. Estás agobiado; estás cargado, yo te voy a dar paz”.

Ven, señoras y señores, el secreto peor guardado en todo el mundo, está bien escondido, pero es algo terrible que siga oculto, se trata de la invitación a venir a la presencia de un Dios santo. Sartre dijo en sus escritos que la última cosa que él hubiera querido hacer era presentarse ante la mirada implacable de un Dios santo, sin embargo, David, después de haber sido sometido al escrutinio de Dios le dijo al Señor: “Examíname, oh Dios y conóceme”. El secreto que el cristiano lleva a todas partes con él es el conocimiento de que el único lugar donde realmente podemos ser vulnerables, el único lugar donde podemos estar cómodos, donde podemos estar desnudos sin temor, es en la presencia de Cristo. Tenemos que llegar a enteder que a pesar de que tenemos incorporada esta antipatía y este miedo hacia lo Santo, y que aunque reconocemos que no somos santos, en Cristo, señoras y señores, somos bien recibidos. El apóstol nos dice que los primeros frutos de la justificación de una persona son dos cosas: la paz con Dios y el acceso en Su Presencia.

Estoy seguro de que hay gente en esta habitación ahora mismo y otros que verán la grabación de esta serie, que no tienen paz con Dios, que todavía están diciendo como Pedro: “Por favor, vete Jesús. Tú me haces sentir incómodo”. Y yo le digo a usted, le suplico que si ha estado leyendo esta serie sobre el carácter de Dios considere un par de cosas. Uno, que no hay escape posible jamás de la santidad de Dios. Usted va a tener que tratar con Él ahora o en algún momento, por lo que le pido que ahora mismo lo resuelva, entienda que hay una justicia que Dios ha provisto para usted en Cristo y que no es la suya misma. Es una justicia ajena. Es una justicia externa a usted. Es la justicia de Cristo que se ofrece libremente para usted si es que se somete al señorío de Cristo. Todo lo que Él tiene y todo lo que Él ha hecho llega a ser suyo y las peores tormentas de la ira divina que se pueda imaginar son silenciadas para siempre y Dios declara la paz. Y usted experimenta la experiencia de Isaías cuando oyó la palabra de Dios que dice: “He aquí,. tu maldad ha sido quitada” Ser cristiano es ser perdonado. La esencia de la fe cristiana es la gracia. La esencia de la ética cristiana no es arrogancia, sino gratitud y perdónenos si usted no es creyente y nos hemos presentado ante usted como santurrones porque le garantizo que no hay cristiano en esta sala que sea justo por sí mismo.  Pero soluciónelo, ahora y para siempre. Oremos.

Padre, perdónanos por huir de Tu presencia en terror. Padre, perdónanos por participar en hostilidad contra Ti. Padre, cúbrenos con la justicia de Cristo y que por una vez y para siempre en nuestras vidas podamos estar cómodos en tu presencia. Lo pedimos en el nombre de Jesús, Amén.