Gracia irresistible

Undécima exposición del Dr. R.C. Sproul en la serie de enseñanza: ¿Qué es la teología reformada?
¿Cómo es que tú, que tanto odiaste a Dios, ahora lo amas tanto? ¿Qué hiciste para cambiar tu corazón tan radicalmente? ¿Recuerdas haber resistido la gracia? ¿Recuerdas cuando la recibiste? ¿Fue antes o después de que tuviste fe en Jesucristo para tu salvación? En este mensaje, el Dr. Sproul considera estas preguntas mientras examina la doctrina de la gracia irresistible.

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Transcripción

Continuamos ahora con nuestro estudio de «¿Qué es la Teología Reformada?» y vamos a seguir con nuestro análisis del acróstico TULIP, el cual ha dejado de ser una hermosa flor del jardín de Dios ya que hemos cambiado la depravación total por corrupción radical, convirtiendo la T en R. Cambiamos elección incondicional por elección soberana, y luego pasamos de expiación limitada a expiación definitiva, y ahí vamos de nuevo. (jajaja) Vamos a cambiar otra letra aquí.

Esta letra I representa la idea de irresistible grace – gracia irresistible. Y otra vez, tengo un pequeño problema con la terminología, no es porque no crea en la doctrina clásica de la gracia irresistible, sino porque también es confusa para muchas personas cuando la escuchan articulada en estos términos.

Así que vamos a hablar mejor de gracia eficaz; Y lamentablemente, como pueden ver, quedará muy poco de la flor del tulipán (TULIP en inglés) cuando haya terminado con estas modificaciones, y tendremos que buscar algún otro acróstico, al parecer, pero la idea de la gracia irresistible también genera una gran controversia, y hay muchos malentendidos al respecto.

Recuerdo que cuando estudiaba en el seminario, tenía un profesor que enseñaba Nuevo Testamento, y el hombre era también el presidente de ese seminario presbiteriano, y un día, en clase, uno de los estudiantes levantó la mano y dijo: «¿Cree usted en la doctrina de la elección?» Y el profesor mostró un poco de irritación con tal pregunta, y dijo con énfasis que no creía porque él no creía que Dios llevaba a la gente gritando y pataleando contra su voluntad al reino de Dios, personas que no quieren estar allí, y que al mismo tiempo impedía entrar a otras personas que desesperadamente quieren estar en el reino. Y me sorprendió no sólo por ser una distorsión tan grave y una caricaturización de la Teología Reformada histórica, sino por ser pronunciada por un hombre que debería tener un conocimiento mejor, un hombre que ha estado sumido en las normas confesionales de la iglesia y demás.

Pero pensé que si una persona de este nivel en la iglesia, con esta experiencia y educación tenía esta idea falsa sobre la gracia irresistible entonces cuántas otras personas estarían también bajo el mismo concepto erróneo. La idea de irresistible insinúa que uno no tiene posibilidad de poner resistencia alguna a la gracia de Dios.

Ahora amados, la historia de la raza humana es la historia de una resistencia brutal de los seres humanos a la dulzura de la gracia de Dios. Lo que se entiende por gracia irresistible no es lo que la palabra sugiere, es decir que es imposible de ser resistida. De hecho, somos capaces de resistir la gracia de Dios, y sí resistimos la gracia de Dios.

Pero la idea aquí es que a pesar de nuestra resistencia natural a la gracia de Dios esta gracia de Dios es tan poderosa que tiene la capacidad de superar nuestra resistencia natural a la misma. Es por eso que prefiero el término gracia eficaz, en lugar de la gracia irresistible, porque esta gracia tiene los efectos irresistibles que Dios pretende realizar con ella.

Ahora lo que estamos realmente buscando en esta controversia es la relación entre la gracia, la obra de Dios, y nuestra respuesta a ella – la relación entre fe y regeneración.

De hecho, históricamente, si hay un punto que divida la Teología Reformada de otras teologías es el tema de la relación de estas dos ideas. En el pensamiento de la Reforma histórica la idea es esta: que la regeneración precede a la fe.

Ahora permítanme un momento para explicar un matiz sutil de esta palabra. Cuando usamos el término precede, por lo general estamos hablando de algo que viene antes que otra cosa en el tiempo. Es decir, si algo precede a otra cosa en el tiempo, decimos que tiene prioridad temporal.

Una cosa sucede y luego, después o más tarde, la otra cosa viene tras de ella. Pero cuando los teólogos hablan con este lenguaje, ya saben que siempre tenemos que disculparnos como teólogos porque andamos confundiendo a la gente, lo que vemos aquí en esta fórmula, con respecto a lo que se llama el orden de la salvación, es lo que llamamos prioridad lógica – prioridad lógica.

En este caso, por ejemplo, creemos que la justificación es solo por fe. No decimos que la fe es por la justificación. Sabemos que la justificación es por fe. Ahora, creemos que, al momento, el mismo instante que una persona tiene fe, en ese mismo instante Dios lo declara justo en Cristo, por lo que no existe una diferencia de tiempo entre la presencia de la fe y la presencia de la justificación. En el tiempo, son simultáneos.

Pero cuando decimos que la justificación es por fe, y no la fe por la justificación, ¿Qué queremos decir? Queremos decir que la justificación, la realidad de la justificación depende de una condición previa, que es la presencia de algo más para que sea real.

Y en este caso, la justificación depende de la fe, no la fe dependiendo de la justificación. Así que cuando decimos que la regeneración precede a la fe, lo esto que significa es: que antes de que una persona ejerza la fe salvadora antes que crea en Cristo antes de que ejerza su voluntad para abrazar a Cristo, Dios debe hacer algo por ellos y en ellos, para que la fe pueda ser ejercitada.

Ahora, es común en nuestra cultura y en nuestros círculos religiosos decir esto: Que, para que una persona sea regenerada o para nacer de nuevo todo lo que se necesita para volver a nacer es creer. Así que, si usted tiene fe, entonces como resultado de su fe viene a ser una nueva criatura.

Usted ahora es regenerado. Ahora es nueva criatura y ha nacido de nuevo precisamente porque ha ejercido fe. Anteriormente mencionamos la antigua controversia pelagiana sobre ese concepto arcaico del pecado original que dejó una pequeña isla de justicia en el hombre caído por la cual el hombre caído todavía se considera que tiene el poder moral de inclinarse él mismo o ella misma para responder positivamente al bien, de elegir a Cristo y cosas así.

Que la persona no está muerta en delitos y pecados, que esa metáfora de la Escritura es hiperbólica y que realmente los caídos sólo están seriamente enfermos. Ellos han sido debilitados por la caída, pero no hasta el punto de (de) que requieran una renovación, una obra divina de la recreación de su alma para venir a la fe.

Esa es la visión semi-pelagiana, que el hombre caído todavía tiene en su corazón la capacidad de ejercer la fe si Dios lo cautiva, lo incita, o de alguna manera lo atrae. Juan refleja las palabras de Jesús en el capítulo seis de su Evangelio donde Jesús dijo: «Ninguno puede venir a mí, si el Padre que me envió no le trajere.» Y la forma en que muchos cristianos interpretan el texto es diciendo que el traer tiene que ver con el cortejo externo, persuasión, seducción, etc. etc; y que Dios da esta atracción influyente a muchas, muchas personas. Algunos responden positivamente a esto; otros dicen que no a lo mismo.

Así que Dios atrae a todo el mundo, presumiblemente, con un igual poder de persuasión y, en el análisis final, los que consienten a esa atracción son salvos, y aquellos que no lo hacen están perdidos. Una vez tuve un debate sobre este tema en un seminario arminiano en Estados Unidos y tuve un intercambio interesante con el jefe del departamento de Nuevo Testamento cuando él citó este versículo, y me apresuré a decirle: ¿Sabías que la misma palabra griega que Juan usa aquí, se utiliza con frecuencia en otras partes de las Escrituras, en particular en el libro de los Hechos, donde Pablo y Silas son arrastrados a la cárcel?

Y le sugerí que la idea allí en el libro de los Hechos no era que el carcelero entró en la celda y que trató de seducir o convencer a Pablo y a Silas para que volvieran tras las rejas. Le dije que no . le dije que la palabra tenía más fuerza que eso. Y entonces llamé la atención del estudio lexicográfico de esa palabra griega en el «Diccionario Teológico del Nuevo Testamento» de Kittle donde la presentación preferida de la palabra «traer» es la palabra «obligar».

Ahora esto cambia todo si tú lees el texto. Y Jesús está diciendo que nadie puede venir a Mí, si el Padre no le obliga. Eso es mucho más fuerte que usar la palabra débil «traer», la cual podría dejarse para ser interpretado como el concepto de un tipo de cortejo que es una mera persuasión externa.

Y en ese punto de nuestro debate el profesor dio una vuelta de tortilla que no me esperaba. Él me dijo: sí, pero ¿Sabías que la misma palabra griega es utilizada en uno de los poemas griegos?, y mencionó una cita de Eurípides o alguien más; No me acuerdo. Donde se utilizó el verbo para la acción de sacar agua de un pozo. Y él me miró triunfante, y dijo: «Dr. Sproul,» él dijo: «Tú no obligas al agua a salir de un pozo, ¿Verdad?» Y yo dije: «No, señor, no lo hago. Me atrapó, y confieso que no sabía de esa referencia en el idioma griego,». Le dije:» Pero, ¿cómo hace usted para sacar agua de un pozo?” Acaso se para en la parte superior del pozo, y llamas, ‘Ven aquí, agua, agua, agua?’ ¿Tratas de persuadirla, seducirla, de atraerla, o tienes que ir con un cubo y tirar de ella? »

Le dije,» Estoy muy feliz con la ilustración de sacar agua de un pozo, porque eso es lo que Dios hace con nosotros. Estamos sepultados en el agua, y tenemos que ser sacados por el poder de alguien más, no del nuestro». Y de eso es de lo que trata el debate aquí.

Dije al principio que todas estas controversias realmente se desprenden y se basan en nuestra comprensión de la T en TULIP, en nuestra comprensión de la doctrina de la depravación total, y nuestra doctrina de la incapacidad moral. ¿Nuestra condición de esclavitud al pecado es tan grave y la caída tan severa que no tenemos ningún deseo moral de Dios a menos que Dios siembre ese deseo en nuestros corazones?

Ahora bien, Jesús se lo dijo así a Nicodemo. «El que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios.» Él no puede entrar al reino de Dios. Lo que oímos que nuestro Señor le dice en esa discusión con Nicodemo es lo siguiente: «Lo que es nacido de la carne, carne es», y que » la carne para nada aprovecha».

Que hay un requisito previo – una condición sine-qua-non que debemos experimentar como una obra de Dios Espíritu Santo por la cual Él nos saca del estado de muerte espiritual tal como Pablo dice en el segundo capítulo del libro de Efesios. Tomemos un momento para ver esto, donde Pablo dice en Efesios capítulo 2 versículo 1: «Y Él os dio vida a vosotros cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados, en los cuales anduvisteis en otro tiempo, siguiendo la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia, entre los cuales también todos nosotros vivimos en otro tiempo en los deseos de nuestra carne, haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos, y éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás.

Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo» Y luego, entre paréntesis, «Porque por gracia sois salvos, y juntamente con él nos resucitó y así mismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús»

Y luego de nuevo en el versículo 8: «Porque por gracia sois salvos por medio de la fe, y esto no de vosotros.» Una vez más el antecedente inmediato de «que» es fe. «Es el don de Dios.» Entonces lo que Agustín le decía a Pelagio, lo que Lutero le decía a Erasmo, lo que Calvino le decía al mundo, lo que Edwards le decía a Chancey, y lo que nosotros estamos diciendo a nuestros amigos hoy es que la fe misma es un don que es dado, y es gestada en nosotros por la regeneración.

No es que el Espíritu Santo arrastra a la gente pataleando y gritando en contra de su voluntad para venir a Cristo, sino que lo que el Espíritu Santo hace es cambiar la inclinación y disposición de nuestros corazones para que, si antes no estábamos dispuestos a abrazar a Cristo, ahora estemos dispuestos, y más que dispuestos.

De hecho, no somos arrastrados a Cristo, corremos a Cristo, y nos abrazamos a Él con alegría porque el Espíritu ha cambiado nuestros corazones. Y ese corazón ya no es un corazón de piedra que es indiferente a los mandamientos de Dios y a las invitaciones del Evangelio, sino que Dios derrite la dureza de nuestros corazones cuando Él nos hace nuevas criaturas, que estando muertos, el Espíritu Santo nos resucita de la muerte espiritual, para que vayamos a Cristo, porque queremos ir a Cristo.

Pero la razón por la que quiero ir a Cristo es debido a que Dios ya ha hecho una obra de gracia en mi alma. Y sin esa obra yo nunca hubiera tenido el deseo de ir a Cristo. Por eso decimos que la regeneración precede a la fe. También creemos en el pensamiento reformado de que la regeneración es monergista. Ahora esta es una palabra muy compleja—monergista. Y lo que significa básicamente es esto: que en esta operación divina llamada nuevo nacimiento o regeneración, es la obra de Dios en el alma humana y sólo la obra de Dios.

El Ergo es una unidad de medida de energía y trabajo. La palabra energía proviene de esa idea. Mono significa uno. Así que monergismo significa uno trabajando–que la obra de regeneración en mi corazón es algo que Dios hace con su poder, no con un 50% de su poder y un 50% de mi poder, o 99% de su poder y el 1% de mi fuerza, sino que es 100% obra de Dios.

Él, y sólo Él, tiene el poder para cambiar la disposición del alma y del corazón humano, para llevarnos a la fe. Y cuando Él ejerce esta gracia en el alma, Él produce el efecto que pretende lograr con él. Cuando Dios te crea, en primer lugar, Él te trae a la existencia. Tú no lo ayudaste. Fue su obra soberana que te trajo a la vida biológicamente.

Cuando Él te trae a la vida espiritual de manera salvífica, es su obra y sólo de Él, que te lleva a ese estado de nuevo nacimiento y de creación renovada. Y por lo tanto, llamamos a esto gracia eficaz.

Es gracia que funciona. Es gracia que trae consigo lo que Dios quiere, que ocurra. Permítanme leer un pasaje que se encuentra en el histórico ensayo introductorio a la edición Rebelde de la que es quizá la obra más importante que hizo Lutero, al menos un libro que él creyó que fue su obra más importante sobre la «Esclavitud de la Voluntad.» Y esta introducción histórica fue escrita en conjunto por dos hombres, uno de ellos fue J. I. Packer.

Justo aquí tenemos un párrafo de esa introducción que me gustaría que escuchen. Dice así: . «¿Viene nuestra salvación totalmente de Dios, o en última instancia, depende de algo que hagamos nosotros mismos? Aquellos que dicen esto último, tal como lo hicieron los arminianos, niegan la absoluta impotencia del hombre en pecado y afirman que una forma de semi-pelagianismo es cierta después de todo.

No es de extrañar, entonces,» dicen los autores, «que la Teología Reformada posterior condenara el Arminianismo, en principio, como un retorno a Roma—porque en efecto esto convierte la fe en una obra meritoria—y una traición a la Reforma porque niega la soberanía de Dios en la salvación de los pecadores, que fue el principio religioso y teológico más profundo del pensamiento de los reformadores” Lo que ellos dicen aquí en esta introducción, está continuando con el trabajo de Lutero en contra de Erasmo, de que toda la controversia sobre la justificación era un problema superficial que apenas cubría la pregunta más profunda que originó la controversia en primer lugar.

Y esa pregunta fue la pregunta de si nuestra salvación ¿es únicamente por la gracia de Dios o no? Y de esto era lo que Lutero fue celoso al hablar en su obra sobre la «Esclavitud de la Voluntad.» Si, en realidad, estamos muertos en delitos y pecados, si, de hecho, nuestra voluntad está cautiva por los deseos de nuestra carne y que sí necesitamos ser liberados de nuestra propia carne, a fin de ser salvos, entonces, evidentemente, en el análisis final, la salvación es algo que Dios hace en nosotros y por nosotros, no es algo que de alguna manera hagamos por nosotros mismos.