Cómo lidiar con la ansiedad

Quinta parte de la serie de enseñanza del Dr. R.C. Sproul «Cómo enfrentar problemas difíciles».
¿Qué es lo que te produce más ansiedad e intranquilidad? Muchas personas tienen fobias que pueden ser diagnosticadas y tratadas. Otros simplemente no saben qué es lo que específicamente les causa ansiedad, solo que tienen ansiedad en casi todos los aspectos de su vida. Pero ¿cómo podemos librarnos de esta debilidad que a menudo nos paraliza? En esta lección, el Dr. Sproul nos da una idea de los diferentes tipos y causas de ansiedad y cómo lidiar con ella.

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Transcripción

Si miramos el Nuevo Testamento y el registro de la vida de Jesús y nos hacemos esta pregunta, “¿Qué prohibición negativa Jesús pronunció con más frecuencia que cualquier otra prohibición negativa?” La respuesta es simple, porque este mandamiento particular fue pronunciado tantas veces por Jesús que estaba muy por delante del que está en segundo lugar. Si estás pensando ahora en tu mente, dándole vueltas en tu cerebro tratando de resolverlo, déjame ayudarte poniéndolo en la pizarra.

Fueron dos palabras: “No temas”. De hecho, Jesús lo dice tan a menudo, que a veces perdemos su importancia porque parece como si cada vez que se encuentra con sus discípulos, lo primero que les dice es: “No teman”. O, “No tengan miedo”.
Lo dice con tanta frecuencia que se vuelve casi como un saludo. En lugar de “Hola” o “Shalom”, él está diciendo: “No tengas miedo”. Me he preguntado muchas veces por qué Jesús lo hizo tan a menudo, por qué usó esas palabras con tanta frecuencia. Y sospecho que tiene algo que ver con su conocimiento, su conocimiento íntimo y su comprensión de la fragilidad de nuestra constitución humana, porque nosotros, como personas, tendemos a tener miedo. Tendemos a luchar con la ansiedad.

Ahora, hay una palabra que a menudo se usa mal en nuestro vocabulario. Escucharás a alguien decir: “Oh, estoy tan ansioso por que llegue la Navidad”. Y lo que están diciendo realmente es que están entusiasmados. Están anticipando con alegría este próximo evento. Pero lo que en realidad dijeron cuando dijeron que estaban ansiosos es que tienen algún tipo de temor ante la llegada de la Navidad.

Entonces, el término ansiedad se usa a menudo como un sustituto de la palabra entusiasta, cuando en realidad, el término ansiedad se refiere a un espíritu de temor, preocupación o aprensión sobre algo que sucederá en el futuro. Todos en el mundo tienen miedo. No siempre tememos las mismas cosas que temen otras personas, pero todos experimentamos ansiedades y todos experimentamos miedos.

Como ministro, a menudo he dicho que cuando la gente ingresa al hospital no importa cuán insignificante sea el procedimiento al que se enfrentan, hay algún tipo de nivel de ansiedad que debe ser tratado con el paciente. Es parte de la naturaleza humana sentir ansiedad por el bienestar físico cuando uno ingresa a un lugar como un hospital. Las ansiedades pueden volverse tan intensas y paralizantes, que el nivel de miedo en nuestras personalidades puede elevarse hasta ser una fobia.

Una fobia suele ser una especie de miedo que nos paraliza de una forma u otra. Recientemente leí un estudio que indicó las diez fobias más experimentadas entre los estadounidenses. Enumerada entre las 10 fobias más frecuentes estaban las que incluían la acrofobia, que es el miedo a las alturas, la xenofobia, que es el miedo a los extranjeros o personas distintas a nosotros, la claustrofobia, el miedo a estar en espacios reducidos. Pero el miedo número uno en la lista era el miedo a hablar frente a un grupo.

Al mirar eso, yo me dije: “Bueno, puedo identificarme con eso, porque tengo que hacer eso con bastante frecuencia y no puedo imaginarme tener la experiencia de anticipar hablar sin algún tipo de ansiedad”. Podrías pensar que alguien que habla tan a menudo como yo nunca sufriría de ansiedad por hablar en público, pero seré honesto contigo, nunca hay una vez en la que no tenga ansiedad por hablar frente a un grupo. Es algo aterrador. Y algunas personas están tan aterrorizadas por ello que simplemente no pueden hacerlo en absoluto. Pero nuevamente, tenemos todos estos diferentes tipos de ansiedades y estas se relacionan con nuestra relación con Dios.

Permítanme dirigir su atención a una parte del Sermón del Monte donde, creo que todos lo han escuchado en un momento u otro, pero no pasaremos mucho tiempo hablando de eso, encontramos en Mateo, capítulo 6, comenzando en el versículo v. 25, estas palabras de Jesús: “Por eso os digo, no os preocupéis por vuestra vida, qué comeréis o qué beberéis; ni por vuestro cuerpo, qué vestiréis. ¿No es la vida más que el alimento y el cuerpo más que la ropa? Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros, y sin embargo, vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No sois vosotros de mucho más valor que ellas? ¿Y quién de vosotros, por ansioso que esté, puede añadir una hora al curso de su vida? Y por la ropa, ¿por qué os preocupáis?

Observad cómo crecen los lirios del campo; no trabajan, ni hilan; pero os digo que ni Salomón en toda su gloria se vistió como uno de estos. Y si Dios viste así la hierba del campo, que hoy es y mañana es echada al horno, ¿no hará mucho más por vosotros, hombres de poca fe? Por tanto, no os preocupéis, diciendo: «¿Qué comeremos?» o «¿qué beberemos?» o «¿con qué nos vestiremos?». Porque los gentiles buscan ansiosamente todas estas cosas; que vuestro Padre celestial sabe que necesitáis de todas estas cosas. Pero buscad primero su reino y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas. Por tanto, no os preocupéis por el día de mañana; porque el día de mañana se cuidará de sí mismo. Bástele a cada día sus propios problemas”.

Mucho antes de leer la Biblia por primera vez, estaba familiarizado con este pasaje de la Biblia porque era uno de los pasajes favoritos de mi padre. Lo escuché citarlo una y otra vez, particularmente en la mesa del comedor. Utilizaba la versión antigua: “No os congojéis por el día de mañana… que habéis de comer, o que habéis de beber… que habéis de vestir”. (RVA) El hecho es que nos preocupamos por el mañana. Y nuestras preocupaciones por el mañana a menudo provocan un espíritu de ansiedad dentro de nosotros. Creo que Jesús entregó este sermón a una audiencia mixta de hombres y mujeres, pero tiene particular relevancia para los hombres que lo escucharon.

En nuestra propia cultura, nuevamente, vi un informe de un psicólogo que decía que una de las ansiedades más absorbentes para el hombre estadounidense promedio, una ansiedad que rara vez articula y cuando los hombres se reúnen nunca hablan de ella. Hablan de deportes, hablan de negocios, hablan de todas estas cosas, pero no se abren y revelan los miedos que tienen, pensando que es básicamente poco masculino o algo por el estilo. Y esta ansiedad absorbente que los psicólogos han descubierto para el hombre estadounidense es el miedo a no poder proveer para su propia familia.

Es decir, este es un problema específico para los hombres casados y los que tienen hijos. Porque en el momento en que un hombre dice “Sí, acepto” delante de un pastor o una autoridad civil, ha asumido para sí mismo, al menos en nuestra comprensión cultural, la carga del cuidado, no solo de sí mismo, sino también de su esposa y su familia. A pesar de que ahora hemos cambiado mucho en las estructuras culturales donde muchas mujeres están en el mundo laboral y otros cambios, aún así esa vieja expectativa del hombre como el que debe ser el proveedor y el protector de la a familia todavía está profundamente arraigada en la psique masculina del país y sospecho que también en muchas otras naciones.

Otro fenómeno que se ha reportado que se utiliza en el mundo secular de la medicina es la extraña proporción de la experiencia de pesadillas; los hombres tienen el doble de pesadillas que las mujeres. Me pregunto por qué es que los hombres tendrían más pesadillas que las mujeres. Nuevamente, el consenso es que tiene sus raíces en este miedo o ansiedad en particular que el hombre lleva consigo. Estoy seguro de que las mujeres tienen sus propios conjuntos distintivos de ansiedades y dificultades por las que deben preocuparse y también se relacionan con el cuidado de sus hijos, de sus hogares y todo lo demás.

Pero cuando Jesús enfoca su atención en este problema de la ansiedad, está hablando de las necesidades básicas de la vida humana y las preocupaciones y ansiedades que esas provisiones traen consigo. “¿Podré alimentar a mi familia mañana? ¿Podré vestir a mi familia mañana? ¿Cómo voy a lograr todas estas cosas?” Y Jesús dice: “No te preocupes por el mañana”. Ahora, no está diciendo: “No seas previsor”. Tampoco está diciendo, “No seas prudente”. Porque en otras partes de las Escrituras se nos dice que el hombre que deja de proveer para su casa es peor que un incrédulo; que se supone que debemos ser sabios, prudentes y disciplinados al hacer provisiones para nuestra familia.

Entonces Jesús no está dando una prohibición contra la planificación cuidadosa y contra las provisiones. Está dando una prohibición en contra de nuestras actitudes espirituales con respecto a estos esfuerzos y responsabilidades. No está diciendo: “No pienses en el mañana”, en términos de ser diligente para proveer para el mañana. Él está diciendo: “No te preocupes por el mañana”. Haz lo que tienes que hacer, pero al mismo tiempo, el mañana está en manos de Dios. Realmente es nuestro miedo al futuro más que cualquier otro el que genera ansiedades, miedos y preocupaciones.

No nos preocupamos nunca por lo que pasó ayer. No tenemos que preocuparnos por lo que pasó ayer, porque ayer se acabó. Es posible que nos preocupemos por las consecuencias de lo que sucedió ayer y cómo funcionarán hoy o mañana. Pero una vez que ha pasado el momento, nuestra ansiedad al respecto pasa con él. Y por eso podemos entender en este punto que el punto focal de nuestras preocupaciones y el punto focal de la ansiedad es siempre el futuro. Es siempre en lo que aún no ha ocurrido.

Solía jugar mucho golf y tiraba pelotas en algunos lugares malos. Y puedo recordar una vez que enfrenté una situación horrible en la que estaba fuera de los límites, por un lado, agua en el otro lado y árboles frente a mí y parecía que no había una manera segura de salir. Realicé mi tiro, chocó contra los árboles, rebotó en los árboles y cayó en el agua y estaba en un gran problema. Pero sonreí en ese momento y mi compañero de golf dijo: “¿Cómo puedes estar feliz?” Y le respondí, “Porque se acabó. Lo único que sé es que nunca tendré que hacer ese tiro de nuevo mientras viva. Puede que tenga que hacer uno semejante, pero no el mismo. Se acabó”. No hay nada que temer cuando termina. Es antes de que suceda cuando la ansiedad se apodera de nosotros, porque no sabemos cuán difíciles, dolorosos o problemáticos serán los problemas que enfrentaremos en el día de mañana.

Ahora, cuando Jesús les dice a los que están reunidos que no estén ansiosos, que no se preocupen y les dice que no pueden añadir una hora a su vida con su ansiedad, la preocupación no resuelve ningún problema y luego los reprende por ser de poca fe. Ahora ¿por qué hace eso cuando está en nuestra naturaleza preocuparnos por las cosas que nos podrían pasar y que muchas cosas que nos pueden pasar y nos pasarán son dignas de temor? Porque hay cosas espantosas allá afuera. Hay cosas dolorosas que podemos experimentar. Y no todas nuestras preocupaciones pasan desapercibidas.

Podemos recordar a David diciendo: “Lo que más yo temía, finalmente me ha sucedido”. Sin embargo, al mismo tiempo, el dolor de eso que más temía es algo que lo lastimó por muchos, muchos años antes de que realmente sucediera, lo cual, nos han dicho que el cobarde muere 1,000 veces, pero la persona valiente, solo una vez. Pero el cobarde atraviesa la experiencia preocupándose por ella y temiendo muchas, muchas veces antes de que eso suceda realmente. No puedo pensar en muchas cosas en mi vida que me han pasado, cosas malas que me han pasado, que en realidad fueron peores de lo que pensé que serían. Hay algunas. Hubo momentos en que fui al consultorio del dentista y no anticipé un dolor inmenso, donde el dolor fue peor de lo que había anticipado. Todos hemos pasado por eso.

Pero la mayoría de las veces, cuando nos preocupamos por las cosas y, cuando suceden, en realidad no son tan malas como pensamos que serían. Creo que parte de eso se debe a que Dios nos da de su gracia en nuestra hora de necesidad de una manera que realmente no anticipábamos. Entonces, a lo que esto se reduce, teológica y espiritualmente, es a un tema de la relación entre el futuro, nuestros temores del futuro y la fe. Jesús dijo: “¿Por qué estáis amedrentados, hombres de poca fe?” Nuestras preocupaciones y ansiedades provienen realmente de la falta de confianza en las promesas de Dios. Y todos tenemos eso. Todos tenemos fe, pero nuestra fe es limitada y, a veces, nuestra fe no nos ayuda a superar la ansiedad de lo que sucederá, porque tenemos miedo de que Dios no haga lo que promete que hará.

O, por otro lado, podríamos tener miedo de que Él hará lo que promete que hará. Eso es lo que me asusta de Dios, es que debido a que Dios nos llama a vivir en un mundo que está lleno de problemas y Él dice que en el mundo tendremos tribulación y tendremos aflicción y tendremos sufrimiento. Eso es lo que me asusta, que su palabra se cumplirá. Pero tengo que escuchar, como ya hemos visto en el problema del sufrimiento, el otro lado del mismo, donde Dios promete su presencia y su gracia para sostenernos en las situaciones humanas más difíciles. Y Jesús está diciendo: “No tienes mucha fe si estás preso de la ansiedad. Y tu falta de fe es una falta de fe en las promesas de Dios”. Donde Dios dice: “Confía en mí para mañana. Confía en mí con tu vida”.

Eso es lo que significa ser cristiano, es confiar en Dios durante toda tu vida. Tengo que confiar en Dios no solo por lo que como, lo que bebo y lo que me pongo, sino que tengo que confiar en Dios por cómo moriré, cuándo moriré, dónde moriré y qué pasará con mi familia y todos los demás cuando muera. Debo confiar en Dios para el futuro. Yo creo que la cura más grande que hay, la cura simple, pero que no es tan simple como parece, es simple de entender, pero es difícil de aplicar, es que necesitamos sumergirnos en la palabra de Dios, porque nada disipa el temor más rápidamente que el refuerzo en nuestro entendimiento de las promesas de Dios y el conocimiento de la presencia de Dios.

Pero tenemos miedo de que no esté allí cuando lo necesitemos o que no hará lo que dijo que haría. Ahora, como dije hace unos momentos, hay diferentes tipos de ansiedad y están relacionados, como mencioné, con el futuro. Y voy a distinguir entre tres tipos de miedo, preocupación o ansiedad que nos afligen. El primero es un miedo objetivo, específico, como ya mencioné, como una fobia, donde tenemos miedo a los lugares pequeños, o tenemos miedo de hablar, o tenemos miedo de morir, o estamos temerosos del dolor, o miedo al dentista, miedo a los gatos, miedo a las serpientes, miedo a las arañas. Esos son miedos y ansiedades específicos que tenemos y hay maneras específicas de lidiar con ellos, como todos sabemos.

Pero a diferencia de ese tipo de miedo, existe otro tipo de miedo que puede ser muy debilitante y esto es de lo que los filósofos existenciales hablaban con frecuencia cuando mencionaban la experiencia de la angustia, donde definían la angustia o ansiedad como un miedo sin nombre. Es una condición que creo que todos hemos experimentado en un grado u otro, donde estás dando vueltas, tu estómago da un vuelco, tus manos tiemblan un poco. Sabes que estás asustado, podrías estar teniendo un ataque de ansiedad y no tienes idea por qué. Esto tiene que ver con estar aterrado en general.

De nuevo, cuando los filósofos analizan eso, hablan de este tipo de temor, el cual puede resultar tan aterrador y paralizante como no específico. No sabemos por qué. Por eso los psiquiatras ganan dinero. Alguien se acercará y les dirá: “Estoy sufriendo de ansiedad, pero no sé de qué tengo miedo”. Y el psiquiatra tendrá que indagar, escarbar y tratar de averiguar qué es lo que le preocupa a la persona. Bueno, puede haber todo tipo de cosas ocultas involucradas con esto. He contado la historia de la ansiedad que experimento cuando espero a un amigo o que mi esposa llegue a casa y está tarde. Y no tiene que estar una hora tarde para que yo empiece a ponerme nervioso. Si está cinco minutos tarde, empiezo a pensar, empiezo a preguntarme, empiezo a preocuparme. “¿Dónde está? ¿Qué le ha pasado? ¿Ha tenido un accidente de tráfico?” Empiezo a imaginar todas estas cosas que podrían ser tan terribles y me pongo cada vez más ansioso.

Recuerdo una vez que esperé a que un amigo llegara a mi casa y él no llegó a tiempo y comencé a caminar de un lado a otro frente a la ventana de mi sala de estar, poniéndome cada vez más nervioso, mirando al final de la calle para ver si podía ver venir su auto. En medio de todo eso, estas palabras vinieron a mi mente: “Una olla vigilada no hierve”. Has escuchado ese dicho muchas, muchas veces. Puedes mirar esa olla y buscar las burbujas y nunca aparecerán mientras estés mirando. Tienes que salir del lugar antes de que el agua hierva.

De repente tuve un recuerdo vívido de mí mismo cuando era niño, cuando todas las mañanas mi padre salía para sus negocios en el centro de Pittsburgh y mi madre era su secretaria, por lo que se iba a trabajar todos los días con él. Mi abuela vivía con nosotros y nos despedía al partir a la escuela por la mañana después de que mis padres se habían ido. Y todas las noches, mi padre y mi madre volvían a casa a las seis y planeábamos la cena alrededor de las 6:15 y mi abuela estaría en la cocina preparando la cena. Y alrededor de cinco minutos antes de las seis de la tarde, me encontraba parado frente a la puerta de la cocina, mirando hacia la calle, buscando el auto de mi padre. Y si no entraba por la calle a las seis, entraría en pánico. Ya estaba anticipando que sería huérfano. “No van a volver a casa”.

Ahora, esta fue la reacción de un niño que era inseguro sobre su seguridad, que quería que sus padres estuvieran a salvo, que estuvieran vivos y sanos y que volvieran a casa todos los días del trabajo. Y mi abuela estaba junto a la estufa mirándome ansioso. Y ahí es donde ella me decía, “Una olla vigilada nunca hierve. Ve a la otra habitación. Ve a jugar con algo. Ellos estarán aquí”. Ella sabía lo que me preocupaba. Pensé: “Aquí estoy, un hombre adulto y todavía estoy paseando de un lado a otro frente a la ventana cuando alguien llega tarde”. Esa es solo una de esas cosas en las que las cosas que nos ocurren de niños pueden perseguirnos de muchas, muchas maneras mientras vivamos. Porque en algunos aspectos, todavía somos niños y llevamos las cicatrices de las cosas que nos asustaban cuando éramos niños, incluso hasta hoy.

Y no digo eso para practicar psiquiatría sin licencia, sino simplemente para decir que cuando tienes ansiedades y no sabes por qué tienes esas ansiedades, mira al pasado. Eso podría ayudarte a descubrir por qué eres así. Pero esa ansiedad sin nombre está enraizada en un miedo aún más profundo. De nuevo, es el miedo al futuro. Los filósofos existenciales no son optimistas sobre lo que traerá el mañana. Dicen que lo que está provocando su ansiedad, según Martin Heidegger, es la experiencia de lo que él llama “Geworfenheit”, donde dice que el hombre moderno se siente como si hubiera sido lanzado o arrojado a un mundo caótico.
No tiene un comienzo significativo. Ha emergido del fango, es un germen adulto y se mueve mientras el reloj avanza a cada momento hacia su aniquilación.

Entonces estamos como suspendidos entre el nacimiento y la muerte en el contexto de un vórtice del sinsentido. Y eso siempre nos está carcomiendo, según estos existencialistas pesimistas. Lo vería de manera un poco diferente desde una perspectiva cristiana, porque esta ansiedad sin nombre podría estar más profundamente arraigada a lo que voy a llamar el tercer tipo de ansiedad, a la cual llamamos simplemente inquietud. Esto fue abordado por San Agustín. Si recuerdas, su oración en su libro de las confesiones cuando escribió: “Oh, Señor, nos has hecho para ti y nuestros corazones están inquietos hasta que encuentren su descanso en ti”.

Ahora, la inquietud es una especie de temor. La inquietud es la manifestación de un tipo particular de ansiedad. No tiene nombre, según los existencialistas que hablan de este tipo amorfo de angustia o ansiedad. Agustín nombra al niño. Dijo: “Esa ansiedad, esa inquietud tiene sus raíces en nuestro alejamiento y alienación básicos de Dios, porque nuestras vidas están fuera de orden si estamos separados de Dios. Y estar fuera de la comunión con Dios es un intensa y poderosa provocación para temer. No sólo tememos al creador, sino que tememos a su creación. Empezamos a temer a la vida misma, porque no estamos realmente en comunión con el autor de la vida y el Señor de toda la vida. La única forma que conozco para superar esto es lo que dijo Agustín: “Nuestro corazón va a permanecer inquieto hasta que encuentre su descanso en ti”.

Esto es lo que Jesús le dio a su pueblo. Él dijo: ” No se turbe vuestro corazón; creed en Dios, creed también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas moradas… Y si me voy y preparo un lugar para vosotros… para que donde yo estoy, allí estéis también vosotros”. Entonces, no tengas miedo del futuro. No tengas miedo del mañana, porque yo me estoy ocupando del mañana; que Dios es el Dios del mañana. Me voy ahora y ellos serán incriminados”. Él dice: “Pero voy a dejar algo detrás. Les voy a dejar un legado, una herencia”. ¿de qué se trata? “La paz os dejo, mi paz os doy; no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo”. En otras palabras, la paz de la que habla Jesús aquí es lo opuesto a la inquietud. Es una calma de espíritu que viene cuando estás en comunión con Dios y puedes confiar en Él para el mañana. Él es quien conquista el miedo.

Ahora, al mismo tiempo que tenemos esta prohibición negativa, “No tengas miedo”. También estamos llamados a animarnos unos a otros como cristianos. ¿Qué significa animarnos unos a otros? Es ayudar a otra persona a encontrar valor. En muchos aspectos, creo que una de las razones por las que la nación respondió de manera tan positiva al Mago de Oz es que nos pudimos identificar con algunos de los personajes, entre ellos el León Cobarde. El León Cobarde representó nuestro temor, nuestra ansiedad. ¿Y qué necesitaba para superar su problema? Estaba buscando coraje. Necesitaba valentía. Es por eso que debemos animarnos unos a otros, porque todos necesitamos coraje.

Ahora, déjame terminar diciendo esto. ¿Cuál es el ingrediente indispensable y necesario para tener coraje? ¿Qué es lo que debes tener, absolutamente, antes de poder tener coraje? Es la condición sine qua non del coraje, una condición previa necesaria para el coraje. Tienes que tenerlo o no podrás tener coraje. Puedes tenerlo y no tener coraje, pero no puedes tener coraje sin tener esto. Esto es lo que es, amigos: “miedo”. ¿Por qué digo eso? Porque no se necesita valor para hacer lo que no tienes miedo de hacer. Existe valor para los que tienen miedo. Tener coraje es hacer lo que te preocupa, hacer lo que temes hacer. Y es por eso que necesitamos animarnos unos a otros, ayudarnos unos a otros a superar las ansiedades, los miedos, las aprensiones que nos impiden vivir para Dios.